La Marcha del desterrado
Foto del pasaporte uruguayo de Álvaro Fernández Suárez. (Archivo Luis Casteleiro Oliveros) |
20
de noviembre de 1940. Esa tarde de verdadero miércoles el escritor
deambulaba por 18 de Julio, vulnerable, desamparado, sin rumbo. Había
arribado pocas semanas antes a Montevideo, invitado por antiguos
compañeros de lucha que procuraban, vanamente, curar heridas
de guerra, tan profundas como recientes. El paso indolente señalaba
agobio y desánimo. La mirada desatenta, apenas disimulaba un
recóndito tormento. Su mayor preocupación no era la
subsistencia material. Tampoco parecía convincente su
pretendido papel de «hoja suelta por el mundo». Vivía perseguido
por martirizantes fantasías que auguraban una muerte solitaria en
tierra remota. Sufría, más que por la distancia, por el olvido.
«Os
aseguro que es muy poco divertido encontrarse en un país extraño
–confesaba con fina ironía–, sin amigos y sin cuenta corriente.
De todos modos, aun en las peores situaciones me tengo por feliz
comparándome con aquellos compatriotas alojados en los campos de
concentración y en las cárceles de Franco. Ni siquiera me cambio
por quienes gozan los favores del Caudillo. ¡Qué les aproveche!»
La última frase repicaba en tono agudo, como sonoro despecho. Como
doloroso recuerdo que laceraba su maltratada sensibilidad.
Cruzando
la inevitable plaza Cagancha, se encontró con Andrés Fernández, un
compañero uruguayo de causa, idealista y aventurero; escapado por
pura buena suerte de la Madrid nacional.
–Voy
a lo del doctor Quijano. ¿Quiere que se lo presente? –fue la
cálida invitación.
–Muy
bien –respondió el resignado español. –Nunca debe uno perder la
ocasión de enriquecer su archivo de tipos raros. El comentario
sorprendió a Fernández, tanto por la forma como por el
destinatario: un influyente intelectual, militante en primera línea
a favor de la diáspora antifranquista.
El
extranjero se apuró a aclararle que no era despectivo. Recordaría
–sin perder el humor– la sorpresa que le había causado un
discurso de aquel llamativo personaje. «Fue en cierto mitin
celebrado con motivo de una solemnidad ibérica de fecha reciente.
Estaba yo en el gallinero o paraíso del teatro, cuando vi aparecer
en el escenario a un hombre con cara de malhumor. Me dio gracia su
figura gordezuela, de niño a quien le daba asco el mundo entero.
Tenía una mano metida en el bolsillo del pantalón y con la otra
accionaba bruscamente cual si le tirara piedras al público. Me gustó
ese insólito ademán oratorio, tan distinto de lo habitual.
Generalmente, quienes hablan en público, o trinan como aves canoras,
estirando el cuello en la rama de un árbol, lloran o ríen, como
actrices dramáticas. Me atrajo su mensaje. Dijo que había por ahí,
dentro de trajes americanos, abundante cosecha de demócratas.
Quijano, demócrata, si los hay, estaba disgustado con tan copiosos
frutos. Al parecer, el gesto de asco le venía de que, si la cosecha
de última hora era rica, en cambio, estaba podrida. Yo venía de
Europa, donde no hay muchos próceres democráticos, ni siquiera
podridos, y me daba por muy contento de hallarlos en América, aunque
fuese en tan mal estado de conservación. Pero, así era él, según
explicaron mis eventuales compañeros».
Pasaporte uruguayo de Álvaro Fernández Suárez, emitido el 16 de junio de 1948. (Archivo Luis Casteleiro Oliveros) |
–Me
parece que encontré un amigo –pensó con alborozo el desterrado,
tras las primeras palabras. Fue un diálogo sobre «tonterías de
moda». Criticaron a la Unión Soviética por su pacto con los nazis
y condenaron la invasión a Finlandia. Se pusieron de acuerdo, a
través de gestos que los acercaban con naturalidad. Enseguida surgió
la peripecia del semanario Marcha, hijo pródigo de Quijano.
–¿Podría
usted ayudarnos? Nos provoca muchos disgustos –admitió. –Pero,
verá que es una gran pasión compartida.
–Creo
que sí –fue la tímida respuesta de quien apenas se conformaba con
recuperar sus juveniles ilusiones de tinta y papel. –¿Qué quiere
que haga?
–Escriba
de cualquier cosa, lo que le guste –propuso el anfitrión con
fuerte tono de carácter.
–No,
prefiero algo que pueda interesar al público. Algo que no sea
conceptual con exceso. Nada de comentarios o disquisiciones
especulativas. Una cosa viva, relatos, lances y episodios vividos.
–¿Qué le parece Cosas vistas y oídas?
Fue
de forma tan simple que ambos crearon una exitosa columna, de
irreprochable regularidad. Ávidamente aguardada por decenas de miles
de lectores del más memorable santo y seña de la izquierda
latinoamericana.
«Por
la generosidad de los orientales y por la excelente receptividad para
los asuntos hispanos y europeos», dijo alguna vez, humildemente, el
cronista que no firmaba con su nombre. Que prefirió encarnar un
personaje de ficción al que atribuía los hechos y las aventuras
relatadas. El 6 de diciembre de 1940 publicó su primer artículo:
Los Alpes a vista de pájaro.
«Marcha es
de todos los uruguayos. Es un verdadero prodigio de calidad
intelectual y moral, algo raro y singularísimo. Comprendo que todo
hombre de sana voluntad se aferre a sus reflexiones, porque en
ninguna otra parte se halla tan sincero propósito de verdad y tanta
honradez de pensamiento». Años después, de vuelta en Madrid, no
había perdido su orgulloso cariño por aquellas páginas impregnadas
de nostalgia. Era el único colaborador con quien Quijano jamás se
enojaba. Uno de los pocos que podía robarle una sonrisa, aunque
estuviera abrumado por un cierre imposible, tan típico de la
publicación. El legendario editor le llamaba, afectuosamente: Juan.
"Álvaro Fernández Suárez. Bibliografía de un escritor eficazmente olvidado, Premio Padre Patac 2008. (KRK Ediciones, Oviedo) |
Álvaro Fernández Suárez nació el 21 de diciembre de 1906, en Couxela de Lugo, concejo de Ribadeo, a corta distancia de la ría del Eo. Su nombre figura en la obra Repertorio biográfico del exilio gallego, como «un ribadense que desde muy pequeño fue llevado al pueblo asturiano de Vegadeo, la cuna de sus padres». Allí vivió hasta los 18 años, cuando se trasladó a Madrid para estudiar Derecho y Economía en la Universidad Central. Se doctoró con un comentado ensayo: España, su forma de gobierno en relación con su geografía y su psicología. Una defensa filosófica del sistema republicano –edición de autor de 1930– con prólogo de Jaime Torrubiano Ripoll.
Colaboró
con La Calle de Barcelona, y La Voz de
Madrid creada por el repliegue de los orteguianos por la crisis del
paradigmático diario El Sol. Sus artículos estaban
dedicados a la política regional, mientras daba a luz dos éxitos de
la literatura de anticipación: Futuro del mundo
occidental (Madrid, Aguilar, 1933) y Sentido místico
de la energía (Madrid, Aguilar, 1935). «En el primero
anunció las consecuencias hoy evidentes del desarrollo industrial:
la automoción y la internacionalización de grandes empresas y el
paro (desempleo) endémico. También predijo con notable exactitud,
el período en que habría de estallar la Segunda Guerra Mundial, así
como su desarrollo y resultados. En el segundo, señaló las
transformaciones producidas en el espíritu humano, por colosales
acumulaciones de energía física, en especial en forma de
explosivos. Reflexionando sobre la desintegración del átomo como un
hecho capaz de modificar la ética mundial». La opinión del
filólogo Ignacio Soldevilla Durante quedó impresa en el
ensayo: Álvaro Fernández Suárez y su obra novelística.
En
1931 ingresó a la Brigada Obrera de Estado Mayor de la Segunda
República. Allí conoció a su mejor amigo: el poeta andaluz
Francisco Ayala. El inseparable dúo trabajó en el Servicio
Histórico del Ministerio de la Guerra, con otro irreverente creador,
Agustín de Foxá, a quien llamaba Conde de Foxac, burlándose de su
simpatía derechista. Fue ayudante en la cátedra de Derecho Político
del positivista Adolfo Posada, que lo llamaba «mi joven paisano».
Allí se reencontró con Ayala, frecuentó a Rafael Alberti y a María
Teresa León, conoció a Pablo Neruda y se hizo amigo del editor
Manuel Aguilar, de Max Aub, José Bergamín y León Felipe.
"Los Mundos enemigos", Madrid, 1956. (Archivo Aguilar) |
Tras
la traumática experiencia se trasladó a París, de donde fue
llamado en los días iniciales del sitio madrileño. Voló en el
mismo avión con André Malraux, hasta Alicante, y trasbordaron rumbo
a Barajas, el 5 de noviembre de 1936. Sobrevivió al conflicto
fratricida sirviendo al gobierno republicano: de Madrid a Valencia y
de Valencia a Barcelona. La derrota definitiva lo transformó en
perseguido político, con captura recomendada por la dictadura
franquista. Como buen católico, adjudicó a un milagro su dramática
fuga de la urbe catalana.
Refugiado
en el sur francés, compartió los baños de Arcachón con el
depuesto presidente constitucional Manuel Azaña Díaz. «Podría
contar muchas cosas de este gran hombre, en quien concurrían
cualidades admirables con defectos calamitosos.» En julio de 1940
–muy poco antes de partir a Uruguay– se desprendió del último
libro de su biblioteca, con la siguiente dedicatoria: «Al hombre más
conocido y más desconocido de España.» Una demostración de
sincero afecto, que no hubiese tenido mayor historia sin la presencia
del escritor Cipriano Rivas Cherif. El cuñado de Azaña se
prendó tanto de la idea, que la utilizó en su Retrato de un
desconocido.
Primera edición de "Se abre una puerta", Sur, Buenos Aires, 1953. (Mercado Libre) |
Fue
un personaje del medio siglo montevideano, tanto como otros
intelectuales del exilio español: el célebre Bergamín, José
Carmona Blanco, Francisco Contreras Pazo, Benito Milla, Margarita
Xirgu. «En la década de 1940 Montevideo era una irrepetible
maravilla y nuestra juventud era tan tonta que creía que eso era
realidad. Yo vivía en una casa que alquilábamos a medias con
Bergamín. Los españoles fueron nuestros guías, los admirábamos.
Con ellos tomamos noción de solidaridad intelectual. Eran los
exiliados, palabra culta y entrañable, con un cierto acento
extranjero». Así los retrataba –y se retrataba– Maneco Flores
Mora.
Fernández
Suárez escribió regularmente en Marcha, desde diciembre de 1940
hasta fines de 1954. En dos espacios distintos, con seudónimos
diferentes. Cosas vistas y oídas ocupaba una página entera, firmada
por Juan de Lara. Presente en todos los números –salvo en dos o
tres por año– durante más de trece temporadas. Se encargaba
también de las centrales dedicadas a política internacional.
«Tenían un interés estratégico, tanto que su reconocida firma AFS
mantuvo una regularidad casi perfecta, aun después de su retorno a
Madrid», afirma la italiana Rosa María Grillo en El exilio
literario español, artículo publicado en la separata
cultural Insomnia, el 30 de abril de 1999. «Leyendo en
secuencia cronológica más de quinientas hojas de su producción
periodística, se nota un progresivo proceso de asimilación al
ambiente uruguayo. A los primeros escritos memorialísticos –sobre
la Guerra Civil y el éxodo– nostálgicos y sentimentales, sigue
una serie de anécdotas y cuentos alrededor de un personaje de
ficción (Parejo) domador de pulgas en un circo y luego militar en el
ejército republicano.»
En
1941 comenzaba a fingir una mirada a su nuevo presente, con anécdotas
y aspectos triviales de su vida. De vez en cuando hablaba de España,
casi siempre partiendo de hechos contemporáneos: la muerte del hijo
de La Pasionaria, en Moscú, o la ejecución de algún
intelectual en las cárceles franquistas. También disfrutaba
interpretando episodios de la cultura clásica e hispanoamericana;
tan imaginativamente recreados, como de dudosa veracidad. «En
general revela un agudo sentido de observación, no desprovisto de
ironía. Es un escritor notable, dotado de una prosa ágil y
expresiva, pero con algunas caída de tema y tono, por lo agobiante
de la entrega semanal», señala la investigadora de la Universidad
de Salerno.
Reedición de "Se abre una puerta...", Oviedo, 2009. (KRK Ediciones) |
Su
novela Hermano perro (México, Zaplana, 1943), fue
reseñada por Benjamín Jarnés en La Nación de
Buenos Aires y otros diarios hispanoamericanos. «Es un ejemplo de
libro independiente, originalísimo y profundo, en el que el humor
siempre es sabiduría. Es la guerra contada por el perro Voluntario.
Al parecer nace de una anécdota real, sobre una mascota
particularmente inteligente y bien entrenada en el Ejército Popular.
Se le atribuyen diversas hazañas de salvamento, imposible de
documentar en búsquedas de hemeroteca. Es el personaje central que
le quita protagonismo a su amo: el mismo soldado Perejo de sus
artículos periodísticos. La escritura es extrañada, esperpéntica
podríamos decir, con verdaderos hallazgos de humor y algunas
geniales intuiciones psicológicas. Deja entrever una posible
aplicación de la narrativa deshumanizada a la experiencia de la
Guerra Civil, una vez recobrado el distanciamiento crítico y
emotivo. Es una gran novela y después de haberla leído sabemos que
no podremos volver a ver un perro con desprecio, ni a tratarlo con
crueldad.»
De
esa misma época datan: Cosas vistas y oídas (Montevideo,
Biblioteca de Cultura Uruguaya, 1943) –resumen de sus primeras
colaboraciones en Marcha– y El retablo del maese Pedro.
Farsa endiablada de hombres y muñecos en dos anteactos y dos actos
(Montevideo, Letras, 1945). «Un divertido y erudito homenaje a
Manuel de Falla, en el que actúan personajes clásicos: Don Quijote,
Sancho, Melisenda, Carlomagno. actores-muñecos que subrayan la total
ficcionalidad y el efecto extrañante del hecho teatral», reseña
Grillo.
Pasó
a Buenos Aires en 1949. Allí colaboró con La Nación,
con la borgiana revista Sur, con Realidad,
dirigida por Francisco Ayala, y con el magazine Atlántida,
fundado por Constancio C. Vigil. Por intercesión de León Felipe,
escribió en Cuadernos Americanos de México,
mientras publicaba: Se abre una puerta (Buenos
Aires, Sur, 1953) y Los mitos del Quijote (Madrid,
Aguilar, 1953).
Álvaro y un compañero de viaje por Grecia, 1959. (Archivo Luis Casteleiro Oliveros) |
En 1954, luego de tantas penurias, había conseguido prestigio social y una digna situación económica. Vivía de publicar elogiados trabajos periodísticos y literarios y de un buen puesto en la Universidad de la República que le consiguiera su amigo Quijano. Pero ya no soportaba la angustia de una «distancia interminable». En diciembre decidió probar suerte y solicitó su retorno a la embajada española en la Argentina. Sería admitido, inesperadamente, por omisión o ignorancia de lo mucho escrito contra el bando nacionalista. Al regreso, compañeros del Cuerpo de Técnicos Comerciales del Estado propusieron su restitución al mismo cargo perdido por el exilio. «Lo obtuve –le contaba a Soldevilla Durante, en carta de 1982– con explícita constancia de mi ideología y de mi conducta republicana durante la guerra». Juan Fernández Figueroa le ofreció la subdirección de la revista madrileña Índice, y en 1955 editó su ensayo El tiempo y el hay, inspirador de una famosa pieza teatral de Alfonso Sastre. En esa etapa de reservada autocrítica también publicó: Los mundos enemigos (Madrid, Aguilar, 1956); España, árbol vivo (Madrid, Aguilar, 1960); El camino y la vida (Madrid, Aguilar, 1965) y La ciénaga inútil (Madrid, Aguilar, 1968).
Luis Casteleiro Oliveros, filólogo de la Universidad de Oviedo, autor de una biografía de su tío abuelo Álvaro Fernández Suárez. (El Comercio, Gijón, 2008) |
«Si
abrimos los diccionarios de literatura (desde el redactado por
Federico Carlos Sainz de Robles para Editorial Aguilar en la década
de 1950, hasta el muy reciente dirigido por Ricardo Gullón para
Alianza Editorial) no existe el nombre de Álvaro Fernández Suárez.
Otro tanto se puede ver en el repaso de los manuales de historia de
la literatura, incluyendo el muy documentado de Valbuena y Prat, en
la versión revisada y puesta al día por Pilar Palomo, o el de
Ediciones Ariel. Tampoco se menciona en el Diccionario de
Autores (el quién es quién de las letras españolas)
realizado en 1988, bajo la dirección de Andrés Sorel. Es, pues, sin
duda, un escritor olvidado.» Así cerraba Ignacio Soldevilla
Durante, en 1995, su ponencia en el Primer Congreso Internacional del
Exilio Literario Español, en la Universidad de Bellaterra.
Álvaro
Fernández Suárez falleció en la oscuridad que tanto temía.
«Silenciado por las mismas sectas industriales que criticó con
inusitada visión y desgarradora valentía» (sic Soldevilla
Durante). Fue en Madrid, en 1990. Solo lo acompañaron familiares muy
cercanos, antiguos camaradas y amigos. Los sobrevivientes aseguran
que se fue de la misma forma cómo vivió más de la mitad de sus 84
años. Invocando a su memorable Marcha. Evocando a su
imborrable Montevideo.
Ecos
"España. Su forma de gobierno en relación a la Geografía y su Política", con Prólogo de Jaime Torrubiano Ripoll, editado en Madrid, 1930. (Archivo A. Bretons) |
Yo
tiro sin compasión,
yo
no admito subvención,
ni
me caso ni me vendo,
de
retóricas no entiendo,
y
al ladrón llamo ladrón.
El
quincenario se mantuvo hasta 1938, cuando, el final de la Guerra
Civil comenzaba a apagar voces opositoras. Con despiadada saña. Lago
Galán todavía es recordado como ejemplo de dignidad y
desprendimiento. Alvarino –su precoz escudero–
inició allí un largo recorrido intelectual. En la entrañable
escuela periodística de Ecos Vegadenses.
Portada del ejemplar N° 1 del semanario Marcha, 23 de junio de 1939. (Archivo Brecha) |
«Hice mi primer artículo en Marcha con muchísimo cuidado, con muchísima pasión por lograr un estilo fino, trabajado, expresivo, plástico. No carecía de cierta experiencia literaria, pues había colaborado en grandes diarios españoles y tenía publicados tres libros. La guerra cortó mi carrera cuando mi firma era poco conocida aún. Me decidí volver a empezar en Montevideo, con todo el entusiasmo ingenuo de un novicio Sentía un gozo fresco de adolescente al reanudar mi contacto con los lectores y agradecía la ocasión de volver a comunicarme con el público, cosa necesaria como el aire para un escritor.
Y
apareció mi artículo. Apareció –¡ay dolor!– lleno de erratas.
Algunas atroces. Por ejemplo, decía yo que el Ródano tenía en sus
aguas relumbres de alinde y entre el linotipista y el corrector
escribieron que el Ródano era relumbroso y otras cosas de este jaez.
Me puse furioso. Casi estaba decidido a no seguir escribiendo; pero
al fin perseveré e hice bien.
Logo de Marcha. (Archivo Brecha) |
Fragmento
de Cosas vistas y oídas,
Biblioteca de la Cultura Uruguaya, 1943.
Biblioteca de la Cultura Uruguaya, 1943.
No
basta tener editor
"El pesimismo español", editado por Planeta, finalista del Premio Espejo de España, 1983. Fue vendido el año pasado en 250 pesos. (Mercado Libre) |
Carta
a Soldevilla Durante, de 1988.
Juan
de Lara
Don
Álvaro disfrutaba recreando anécdotas coloniales, casi siempre
protagonizadas por guerreros americanos que solían derrotar al
invasor europeo. Eran episodios desconocidos o quiméricos, de
incomprobada certeza. Renovados en cada tertulia, con el valor
agregado de una inmensurable fantasía. Su relato más recordado
habría ocurrido el 29 de abril de 1521. Fue un viernes cuando los
temibles mexicas capturaron una docena de soldados españoles; poco
antes de la batalla de Xochimilco.
Los prisioneros fueron llevados al
Gran Templo de Tenochtitlán, como ofrenda viviente para el patrono
de la guerra: Huitzilopochtli. Les arrancaron el corazón, mientras
recios sacerdotes imploraban por un triunfo contra el enemigo, que
los humillaba y enfermaba con deshumanizada maldad. Regaron el altar
con sangre de las víctimas. Luego les cortaron la cabeza, brazos y
piernas, que esparcieron en los alrededores de la zona sagrada. Uno
de los desgraciados, fue el cordobés Juan de Lara. «En un
principio, el seudónimo no fue concebido exactamente como tal. Sería
más bien el nombre de un personaje que debía protagonizar las
aventuras relatadas. Pero yo me expliqué mal y el primer artículo
apareció rubricado por Juan de Lara. Hube de aceptar el hecho, por
esa inclinación supersticiosa que me prohíbe cambiar una firma.»
"Cosas Vistas y Oídas", escrito por Juan de Lara, editado por Biblioteca de la Cultura Uruguaya, 1943. Fue vendido el año pasado en 400 pesos. (Mercado Libre) |
2 comentarios:
Saludos desde Salamanca.Encontré su Blog indagando en Internet, sobre la obra de Francisco Contrerss Pazos.Soy familia de la mujer de Francisco.Le conocí a él cuando yo era un niño, en un viaje que hizo tras la muerte del Dictador. Me gustaría tener información sobre su obra y la posibilidad de conseguirla. aquí en España no encuentro nada desafortunadamente.Le agradecería me ayudase
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