Aunque no se definen a sí mismos como inspiradores, lo son. Se trata de catorce entrevistados cuyos testimonios, recogidos en sus propios países, aportan visiones, ideas, creencias, métodos de trabajo y modelos de análisis a partir de sus fuertes liderazgos. Desde una perspectiva latinoamericana son casos de estudio vitales y motivadores que plantean sus “fórmulas” casi sin proponérselo. En su mayoría, los padres o los abuelos fueron inmigrantes que llegaron con un patrimonio depositado en su voluntad de trabajo y algunas ideas para iniciar sus proyectos. Sin detenerse ante los altibajos económicos y los avatares políticos de nuestro continente, los descendientes de esos iniciadores construyeron sus propias historias proyectándose como líderes empresariales que más allá de sus fronteras, gracias a su capacidad, imaginación y horas de dedicación, lograron concretar sus objetivos. Resulta significativo destacar el rol que desempeñan los emprendedores y empresarios como un aspecto relevante en el desarrollo económico, vinculado a la generación de trabajo y riqueza en sus propios entornos.
Introducción del libro Inspiradores latinoamericanos. De emprendedores a líderes empresariales, Alexis Jano Ros, Documentum Editores, Agosto 2014
Las miradas agudas
de los entrevistados proporcionan elementos que son en sí mismos una fuente de
inspiración, donde siempre están presentes la pasión por lo que hacen, el pensar
en grande, creer en sus propias potencialidades y proyectos y aceptar los
desafíos que surgen de las oportunidades. No le tienen miedo al fracaso, sino
que lo traducen en experiencias para no repetir los errores, como tampoco se
aferran a esquemas prestablecidos, sino que eligen ser flexibles teniendo en
cuenta que lo único permanente es el cambio.
Marcos Galperin,
fundador y CEO de Mercado Libre, sostiene: “Los emprendedores jóvenes, y los no
tanto, siempre me piden consejos. Lo primero que hago es alertarlos de que de
arranque recibirán un no enorme. No
existe empresa sin riesgo, sin incomodidad, sin ausencia de confort. Emprender
no es cómodo; se necesita coraje y perseverancia. Existe una palabra en inglés
que me parece importante comprender cuando se inicia un negocio: contrarier (‘contrera’ en español del
Río de la Plata). ¿Todo el mundo va para allá? Entonces agarrá para el otro
lado… Las grandes ideas se ven después de que pasaron muchos años y se definen
en una frase: ‘¡Mirá vos! Todos iban para allá y este fue para el otro lado. Después
todos quieren seguirte, pero vos ya estás instalado, que no es sinónimo de
consolidado. Nuestra obligación como emprendedores es buscar la oportunidad
tratando de entender qué es lo que se viene. Lo primero es aprovechar los
quiebres, reconocer la tendencia y ponerse adelante”.
Los desafíos y
procesos llevados a cabo por líderes empresariales son narraciones valoradas
entre colectivos siempre prontos a conocer visones que aportan reflexiones en
cuanto a capacidades de liderazgo y gestión en detalles máximos y mínimos. Sus
creaciones y logros recorren infinitos kilómetros de páginas de prensa,
artículos y libros que proponen reflexionar sobre el rol de los emprendedores y
empresarios, y su influencia en la sociedad a partir del desarrollo económico y
de la generación de valor.
Para Enrique
Menotti Pescarmona, CEO de la multinacional metalúrgica IMPSA, “La única
forma de sacar a nuestros pueblos de la pobreza es industrializándolos y dando
empleo. Hay que ser pragmáticos, no tener ideologías. Hay que ser abiertos y liberales,
pero no tontos”. Cuando lo consultamos sobre qué consejo le daría a un
emprendedor, desarrolla su “fórmula” sumamente pragmática: “Lo primero es tener
la idea, que sea buena y realizable. Pero la idea es 1 % del trabajo, el
5 % como mucho. Su implementación es el 95 % ¡y el diablo está en los
detalles! Hay que tener en cuenta la evolución del mercado y no encerrarse en
una idea, porque el que no tiene capacidad de cambiar ¡está perdido! El éxito
de un emprendimiento lo define la actitud. La actitud es fundamental, las ganas
de superar los problemas”, concluye.
El empresario ha
comenzado a ser considerado como uno de los impulsores del cambio social y el desarrollo,
al generar condiciones que permiten crear y
consolidar una economía de mercado abierta y competitiva. El ecosistema
emprendedor promueve y motiva iniciativas como una estrategia económica
sostenible enfocada en la multiplicación de empleos. Se trata de un ambiente
que necesita el apoyo público y privado para instaurar
mercados sustentables basados en la innovación y también en la experiencia.
Roberto de Andraca
Barbas, presidente de la compañía de siderurgia y minería CAP, realiza una
afirmación valiosa al definir el rol del empresario: “Un empresario es un
predicador que debe convencer a los trabajadores de que tienen objetivos
comunes de trabajo, riqueza y calidad de vida”. Entendemos que la presentación
de casos exitosos y de empresarios que han transitado por caminos bien
diferentes son estimulantes por cuanto se trata de
testimonios que resultan didácticos. Este aspecto es importante para motivar
una actitud de autotransformación que permita reconvertir a la empresa día a
día y posibilite una competitividad permanente y un espacio jerarquizado en los
mercados internos y externos.
Jorge Añaños, cofundador
de Industrias San Miguel, sostiene que una de las premisas de su éxito
trasmitido familiarmente es “pensar en grande” y considera que “emprender es
pasión por un futuro mejor”. La historia de su empresa así lo demuestra. Su
hija Cintya Añaños, quien ocupa la Dirección de Administración y Finanzas del
grupo, no duda en remarcar algunas claves del éxito empresarial basado en
principios que se trasmiten en forma transgeneracional: “Nuestra historia está
marcada por una trayectoria y define la vida de la familia Añaños y sus
empresas. Mis padres siempre han pensado en grande; esa visión de querer
expandirse no solo a nivel nacional, sino a nivel internacional. Cuando nos
juntamos todos, es una oportunidad para compartir valores, para consolidar
nuestro vínculo y nuestro trabajo. Hemos volcado nuestra visión familiar a la
de la empresa, ¡queremos ser una empresa global, pero que también trascienda en
el tiempo!”.
El emprendedurismo
en una herramienta válida para impulsar la transformación de las economías, por
lo que nuestros países se deberían enfocar más enfáticamente en la educación
para crear esa cultura tan necesaria que haga posible ser un motor de
desarrollo. En este sentido, Luis Bakker Jr, presidente del directorio de
Pronaca, nos brinda algunas percepciones del mundo de las empresas y la
importancia de estudiar modelos de trabajo exitosos: “Uno debe enterarse y ver
por qué existen compañías que han tenido éxito. También siento la necesidad de
contarles a los jóvenes que nada en la vida es fácil, que no se puede trabajar
menos y ganar más. Aprendí a delegar y confiar en la toma de decisiones. Si no
se delega, si no se le da la oportunidad a la gente que viene con ideas, ellos
se irán con la competencia. Pero no todo en la vida es un buen sueldo. Cada vez
más un emprendimiento es más una oportunidad de aportar valor a lo que se
produce y a favor de quienes trabajan”.
El espíritu
empresarial se desarrolla en un ambiente competitivo, productivo y creativo, y
evoluciona multiplicándose cuando el vínculo se extiende a los mercados
externos que plantean nuevos desafíos. En un mundo en el cual los cambios son
constantes y cada vez más acelerados, no hay espacios para el profesional o el empresario
que no tenga una actitud proactiva. Si queremos estar insertos en un mundo de
transformaciones, lo que debemos generar es una actitud emprendedora
permanente.
Alfredo Carvajal,
presidente honorario y referente de la Organización Carvajal, analiza un
aspecto que lo involucra: “Las empresas familiares tienen sus ventajas
y sus desventajas. El buen entendimiento es un activo muy valioso en tiempos de
crisis. La familia siempre está dispuesta a hacer sacrificios para la
supervivencia de la empresa y comparte una visión de más largo plazo que la que
no es familiar”. Cuando se le pide un consejo para emprendedores y
empresarios jóvenes sostiene: “Lo primero es innovar: estar dispuesto a
cambiar, reinventarse continuamente. Lo segundo es una visión de largo plazo:
estar dispuesto a todos los sacrificios en el corto plazo para buscar el
bienestar más adelante. Siempre he pensado que el empresario no se hace sino
que nace. Podemos mejorar nuestro trabajo, fortalecer nuestras alas para volar,
nutrirnos de información y conocimiento, pero emprender es una actitud hacia la
vida, más que un trabajo o un negocio. El empresario tiene una vocación de
riesgo, vive midiendo riesgos, está dispuesto a soportar las consecuencias”.
Ejecutar un
proyecto y visualizar oportunidades son dos aspectos del mismo desafío. La
ejecución de un plan se basa en un equipo que se dé cuenta de que el rol del
emprendedor es liderar una tarea estratégica capaz de atraer e involucrar recursos
y construir redes para lograr proyectos sostenibles. En este sentido el capital
humano en el cual se apoya el líder es vital, ya que se transforma en activos
claves para el éxito organizacional.
Antonio del Valle,
fundador y presidente del Grupo Kaluz, responde a la pregunta sobre qué perfil
debe tener un buen empresario y destaca su propia experiencia: “Primero las
ganas de serlo. Después procurar estar enterado, toda la información que uno
necesita para invertir. Constancia, pero sobre todo capacidad de reinversión.
Las utilidades, para mí, deben ser un medio, no un fin para crecer. Si un
empresario considera las utilidades como un fin, se las va a gastar, pero son
un medio para crecer. En nuestro grupo, por ejemplo, el 90 % de los flujos
se reinvierte. Solamente se reparte un 10 % de dividendos cada año. Por
eso hemos crecido, porque consideramos las utilidades como un medio, no como un
fin. Eso nos ha hecho crecer muy rápido. Y la otra es medir muy bien las
fuerzas y no endeudarse más de la cuenta, para crecer rápidamente. Siempre fue
nuestra filosofía en los negocios”.
Comprender las
claves del liderazgo efectivo para llevar adelante una empresa resulta
fundamental para Germán Efromovich, presidente del Grupo Synergy y presidente
de la Junta Directiva de Avianca Holdings S. A., quien afirma: “El
liderazgo se estimula sobre la base de una naturaleza, pero es necesaria una
semilla de líder. Es un carácter que se desarrolla naturalmente, pero también
depende de las oportunidades. Hay ciertos casos de líderes naturales que no se
desarrollan porque la persona no tuvo una oportunidad, pero ¡siempre se puede
estimular! Líder y emprendedor son dos cosas diferentes. Liderar es tener una
visión diferente. En la actualidad se está mezclando este concepto con otro muy
actual: emprendedurismo. Hay muchos emprendedores que tienen buenas ideas y
necesitan al lado a un líder o un buen gerente para que funcione su proyecto.
Steve Jobs era más o menos eso, ¡un genio!, pero necesitó la plata del mercado.
También necesitó el apoyo de algunas personas expertas en mercadeo, entre otros
colaboradores. Así puso en el mundo su visión tecnológica. La genialidad se
puede estimular, pero el tipo nace así o no.”
Todo ciclo
económico tiene como actor protagónico al empresario, con su capacidad de
liderar la creación de procesos productivos novedosos y en constante evolución.
Innovar es la primera responsabilidad orientada a la búsqueda de nuevas
oportunidades que aumenten el potencial económico y social de la empresa y las
haga viables en el tiempo.
Para Julio Ikeda,
cofundador de Avícola San Fernando, “El
trabajo coordinado es una fortaleza que favorece el crecimiento de las
empresas. También tenemos nuestras debilidades, pero lo único contagioso son
nuestras fortalezas”. Su hermano, Alberto Ikeda, expresa sus propias
creencias: “A la empresa, como al
hogar, nunca hay que llevar quejas. Nunca hay que reclamar, nada. Es necesario
contagiar esa sensación de paz y armonía. También hay que alimentar la parte
espiritual, no albergando pensamientos, sentimientos ni emociones negativas”.
Hay distintas
visiones sobre el perfil del potencial emprendedor. La categorización más
sencilla distingue al emprendedor “visionario por impulso” del “profesional
capacitado”. El primer modelo distingue la existencia de individuos poseedores
de condiciones innatas para los negocios. La segunda categorización da por
supuesta una disciplina, una formación previa. El emprendedor visionario e
impulsivo tiene el perfil asociado a la persona con intuición para los
negocios, caracterizada por un sentido del riesgo y de la oportunidad, capaz de
visualizar necesidades insatisfechas. Por su parte, el “emprendedor
profesional”, capacitado en la mayoría de los casos en ámbitos académicos,
posee un alto nivel de confianza en sí mismo y una importante motivación,
aunque puede carecer de la visión de éxito seguro que puede suponer el emprendedor
nato. Tiende a ser sumamente racional en la toma de decisiones y se esfuerza
por organizar las actividades de una manera rigurosa. Es realista frente a las
limitaciones impuestas por los mercados aunque su prudencia puede resultar restrictiva
a la hora de abordar un proyecto desafiante. Seguramente
el éxito del emprendedor transformado en líder empresarial tiene un poco de ambos
perfiles.
Álvaro Saieh
Bendeck, banquero, empresario periodístico, según la revista Forbes uno
de los líderes de la economía de Chile, se refiere a este tema al afirmar:
“Emprender es muy importante, porque el sistema capitalista necesita miles de
empresarios de base que son quienes hacen fluir ideas nuevas. Las empresas
necesitan gente que vaya cambiando, que chequee lo que uno creía que era bueno
y no lo era, ¡que lo cambie! Sigo convencido de que la experiencia por un lado
es muy buena, pero por otro es adormecedora, porque todo el mundo cree que hace
las cosas bien”. El empresario no puede limitarse a administrar lo ya existente,
sino que debe crear ambientes emprendedores que surgirán de su propia
estructura alentando el concepto de intraemprendedor, quienes podrán detectar
ideas y oportunidades siguiendo una metodología de trabajo que lo propicie.
“¿Qué lo motiva a
seguir creciendo como empresario?”, le preguntamos a Carlos Slim Helú,
presidente del Grupo Carso, y su respuesta fue categórica: “Es una vocación.
Tiene mucho de pasión por lo que uno hace. ¿Qué es lo que motiva a un pintor a
pintar? El talento y la pasión por lo que hace. ¿Qué es lo que motiva a un
músico a componer, a un arquitecto a diseñar, a un ingeniero a construir? ¿Qué
es lo que motiva a usted a escribir este libro? ¿Es el dinero? ¡No! Cada uno
está trabajando en su vocación, su verdadera pasión. Yo tengo vocación como
empresario, tengo pasión por lo que hago: estar desarrollando empresas”.
Muchas veces surge
la pregunta de si un emprendedor nace o se hace. La respuesta probablemente se
encuentre en una combinación de talento innato, que hace al emprendedor seguir
su propio instinto, junto con un ambiente propicio, que permite obtener
ventajas de ese talento. El instinto favorece una postura hacia el riesgo y de
compromiso con lo que se está haciendo. Alberto Vallarino Clément, presidente
del Grupo VerdeAzul, tiene mucha experiencia en el desarrollo de proyectos
inmobiliarios y en la banca, y fue un activo ministro de Economía de Panamá. En
la actualidad afirma: “Cuando
emprendemos algo, los límites los ponemos nosotros. Hay gente que tiene esa
capacidad emprendedora; es una particularidad, un talento. Hay otros a quienes
no les interesa, que prefieren ser espectadores, ser dirigidos, liderados. Para
ser emprendedor hay que tener liderazgo, coraje, agallas. Es imprescindible
trabajar muy duro, en forma constante. Tengo un dicho: ‘No me digan lo que no
se puede hacer; eso yo lo sé. Díganme cómo lo podemos hacer’. El emprendedor lo
lleva en la sangre”.
Resulta claro que no es
suficiente contar con una idea brillante, sino que también se requiere gestionarla
en el tiempo y preparar la organización para
el involucramiento de su capital humano. Muchos de los entrevistados han
enfatizado que el proceso de llevar adelante un emprendimiento demanda ideas
realizables pero también muchas horas de dedicación y aprendizaje.
Orlando Dovat,
presidente de Zonamerica, afirma con relación al emprendedurismo: “Siempre me gustó hacer lo que nadie hizo
antes, pero no pensaba hacer lo que hice y terminé enamorándome de cada idea
que emprendí”. Cuando se le pregunta qué podría sugerirle a un emprendedor,
plantea: “No hay barreras. Cuando nace una idea, lo primero es validarla
profesionalmente, para que no sea una locura: saber cuál es su mercado, qué
inversión hay que hacer. Es imprescindible hablar con profesionales, que no
necesariamente van a cobrar por eso, pero podrán decirle si seguir adelante o
no. También es prioritario armar la idea desde el punto de vista de un plan de
negocios. ¡No es la idea y nada más!; tiene que ser una empresa bien armada.”.
Todas
las historias aportan valor a la hora de plantear sus dificultades, dudas,
fracasos, pero también salidas posibles a partir de características propias de
cada emprendedor. La importancia de haber compartido sus visiones, que son
ejemplos posibles para otros emprendedores, colabora a la hora de gestionar la
innovación articulando a diferentes actores para que generen sinergias y se
aprovechen las lecciones aprendidas dejando así capacidad instalada. Ello nos obliga
a reflexionar sobre la necesidad de acercar la cultura emprendedora a la
enseñanza temprana para imprimir una mirada que aporte al desafío de superarse
en cualquier área de actividad. Son inspiradores latinoamericanos y lo
demuestran a partir de su propio talento, liderazgo y éxito en el desarrollo y la
proyección de sus organizaciones.