Villademoros, Capitán (Ramón). El patriota tinitense tiene una hermosa calle de doce cuadras en la Unión. Muy cerca de la de su hijo, el ministro Carlos Villademoros.
Una cronología astur
en el Uruguay
1516. La llegada de Juan Díaz de Solís, el descubridor de quien se duda de su origen, pero no de su ancenstral linaje «astur ovetensis», marcó la irrupción oficial de los españoles en el Río de la Plata y el enfrentamiento con pueblos originales. Solís cayó ese mismo año, en una emboscada.
1518. Con el adelantado Alvar Núñez Cabeza de Vaca, vinieron los marinos asturianos, Bernabé Muñoz y Diego Navia López. Más tarde, el célebre Diego Flórez de Valdés, nativo de Somiedo, pasó por la «costa oriental del Brasil».
1600. El asunceño Hernando Arias de Saavedra, «Hernandarias», introdujo las primeras cabezas de ganado, en la fértil y ondulada «banda oriental».
1661. Con chanáes y charrúas, los misioneros jesuitas fundaron Santo Domingo de Soriano, primera población estable.
1680. El 22 de enero, el maestre de campo Manuel de Lobo construyó Nova Colonia do Santísimo Sacramento.
1724. El expansionismo lusitano, fue motivo suficiente para la fundación de San Felipe y Santiago de Montem Video, por orden de Bruno Mauricio de Zabala, gobernador de Buenos Aires.
1728. El 16 de febrero arribó Marcos de Antequera, primer poblador de sangre astur.
1751. José Joaquín de Viana, inauguró el ciclo de siete gobernadores españoles de Montevideo. El último, Francisco Xavier de Elío.
1764. El 19 de junio nació José Artigas, héroe nacional uruguayo, el más romántico caudillo de la emancipación sudamericana. Nieto de zaragozanos y canarios fundadores de Montevideo.
1767. Los jesuitas fueron expulsados de la Banda Oriental y todo el continente. Una operación supervisada por el masón Tomás Álvarez de Acevedo, nativo de Figueras de Castropol.
1771. El 11 de mayo desembarcó en Montevideo, el gijonés Alonso Carrió de La Vandera, visitador de Correos y Estafetas del Virreinato del Perú, desde Lima hasta Buenos Aires. Sus punzantes crónicas de viaje, son deliciosas instantáneas de la vida colonial.
1774. En marzo, arribaron los hermanos castropolenses Bernardo y Francisco Suárez del Rondelo y López de Avilés.
1776. La corona creó el Virreinato del Río de la Plata, que ocupaba los actuales territorios de la Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y el sur de Bolivia. El primer virrey fue Pedro de Cevallos, secundado por el ovetense José Fernando de Abascal y Souza.
1777. Por el tratado de San Ildefonso, los portugueses se retiraron de Colonia del Sacramento, el 3 de junio. En el operativo de reconquista participaron, además de Abascal, otros astures: Víctor de Navia y Osorio, Joaquín Álvarez Cienfuegos de Navia, Tomás de Estrada y Bartolomé Riesgo y Castro.
1781. El 19 de julio recaló en Montevideo la fragata San Josef y San Buenaventura, con 569 campesinos asturianos, gallegos, castellanos y montañeses. Fracasado el Operativo Patagonia, los colonos poblaron villas orientales.
1783. La estratégica villa sureña de San José, fue fundada el 1 de junio, con 43 familias asturianas, cinco castellanas, tres gallegas y una andaluza.
1784. El 11 de julio llegaron a Colonia del Sacramento, los villaviciosinos Francisco Costales y José García. Formaban parte del segundo grupo de colonos civiles. El antiguo fuerte, fue repoblado por once familias castellanas, diez asturianas y ocho gallegas.
1786. El 12 de agosto, se radicó en San José, el villaviciosino José Antonio del Gallinal y Azevedo, primigenio del influyente clan.
1801. El tinitense Ramón de Villademoros, se estableció veinteañero en Montevideo, para trabajar en una pulpería.
1804. El 21 de octubre, fue inaugurada la Catedral de Montevideo, en ceremonia presidida por el obispo colonial del Río de la Plata, el colungués Benito de Lue y Riega.
1806. La resistencia contra las Invasiones Inglesas al Río de la Plata, consolidó el sentimiento criollo de nacionalidad. Un héroe de la defensa fue Suárez del Rondelo, ilustre camarada del quirosano Cienfuegos de Navia, del salense Riesgo y Castro y del cirujano llanisco José Fernández Lozano.
1807. El 20 de enero, en la batalla de Cardal, fue abatido el bimenense Tomás de Estrada, mártir de la lucha contra el invasor.
1808. El 21 de setiembre, rebeldes orientales crearon la Junta Gubernativa de Montevideo, de apoyo a su similar hispana, que luchaba contra la intrusión napoleónica. Los juntistas exigían la separación de Buenos Aires, con duras críticas al virrey francés, Santiago de Liniers y disconformes con Lue y Riega.
1810. La emblemática Revolución de Mayo desplazó al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, para crear, en la mañana del 25, la Junta Gubernativa de Buenos Aires. Fue la primera gesta independentista sudamericana.
1811. El 15 de febrero, el blandengue José Artigas se sumó a la revolución rioplatense. El 28, la rebeldía cruzó el estuario, proclamada en el Grito de Asencio. El 25 de Abril, el langreano Miguel Manuel de la Riera y otros asturianos de San José, fieles a la autoridad colonial, fueron vencidos por el capitán Manuel Artigas. La toma de la estratégica villa, fue un pequeño triunfo patriota. El primero, tras una larga serie de fracasos.
El 18 de mayo, los enemigos se enfrentaron en Las Piedras. Un éxito de fuste para los insurgentes. De un lado, las huestes artiguistas recibieron aporte económico de Suárez del Rondelo y apoyo logístico de Villademoros. Del otro, era vencido el capitán sierense Manuel Vigil y se reportaba la decisiva ausencia del ayudante Cienfuegos de Navia. Retirado del frente por orden del virrey Elío, horas antes de la trascendente batalla.
Montevideo fue sitiada por los criollos, entre tantos, Joaquín Suárez del Rondelo y Fernández, único hijo de Bernardo. Un armisticio secreto, entre el Elío y el Directorio porteño, provocó el Éxodo del Pueblo Oriental o «Redota», liderado por Artigas, el 23 de octubre.
1812. Zanjadas las diferencias con Buenos Aires, los orientales se sumaron al segundo sitio de Montevideo, en octubre.
1813. El Congreso de Abril, aprobó las Instrucciones del Año XIII. Fue la primera constitución de la Provincia Oriental, basada en tres principios: Independencia, República y Federación. El rechazo bonaerense dio lugar a la Marcha Secreta, tan simbólica, pero menos heroica que el Éxodo.
1814. El 23 de junio finalizó la dominación española, con la capitulación de Montevideo ante el general porteño Carlos María de Alvear. Desde su campamento, Artigas reclamó la entrega de la capital, pero Buenos Aires lo declaró traidor y prófugo. Por entonces, Abascal era virrey del Perú. En una jugada típica de su astucia, le propuso al caudillo oriental la jefatura de una pretendida reconquista hispana, a cambio de gloria y dinero. Artigas le respondió, el 28 de julio, con una frase célebre. «No soy vendible».
1815. Los orientales derrotaron a los porteños en Guayabo y consiguieron la devolución de Montevideo. Así comenzó el período conocido como «Patria Vieja». En marzo se constituyó la Liga Federal, con capital en Purificación, integrada por las provincias de Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Misiones, Santa Fe y Oriental. Artigas era el «Protector de los Pueblos Libres». El 10 de setiembre, dictó un Reglamento de Tierras, de clara influencia jovellanista. «Que los más infelices sean los más privilegiados». Fue la exhortación artiguista.
1816. En otro memorable acto de gobierno, Artigas nombró director de la Biblioteca Pública, a su amigo y asesor, Dámaso Antonio Larrañaga, fiel lector de Benito Jerónimo Feijoo, del allerano José del Campillo y Cosío y del somiedano Álvaro Flórez de Estrada. El instituto fue inaugurado con un discurso indeleble: «Sean los orientales, tan ilustrados como valientes». Un proyecto truncado por la invasión luso-brasileña, que propició Buenos Aires.
1817. El 20 de enero, el farense Carlos Federico Lecor ocupó Montevideo, según testigos, bajo palio de la oligarquía. Mientras tanto, el pueblo oriental se alzaba, en una encarnizada guerra de guerrillas.
1820. En setiembre, los patriotas fueron derrotados definitivamente. Traicionado por antiguos aliados, Artigas cruzó el Paraná, rumbo al exilio de Paraguay. La Provincia Oriental pasó a llamarse Reino Cisplatino o Cisplatina, de Portugal, Brasil y Algarbe.
1822. El 7 de setiembre fue el Grito de Ipiranga, del príncipe regente Pedro de Alcántara, luego emperador Pedro II. El gesto independentista brasileño, se reflejó en un endurecimiento de la dominación y en un aumento de la rivalidad entre «cisplatinos» y «patriotas». El mayor foco de resistencia estaba en la sociedad masónica de Caballeros Orientales, del descendiente de langreanos, Francisco Solano Antuña.
1825. El 19 de abril comenzó la Cruzada Libertadora, liderada por Juan Antonio Lavalleja. El antiguo oficial artiguista reclutó a «Treinta y Tres Orientales», exiliados en Buenos Aires, que desembarcaron en la playa de la Agraciada. Entre ellos, Manuel Meléndez, Atanasio Sierra y Avelino Fernández de Miranda, gallardos descendientes de astures.
El 25 de agosto, el pueblo en armas se declaró libre de Portugal, Brasil y toda potencia extranjera. La Asamblea de la Florida fue designada por la historiografía oficial, como fecha de la independencia uruguaya, aunque, en realidad estableció la reincorporación a las Provincias Unidas del Río de la Plata. Porteños y orientales, aliados en un frente republicano, declararon la guerra al ejército imperial brasileño. De ese año, son las decisivas batallas de Rincón y Sarandí.
1827. La victoria republicana en Ituzaingó, el 20 de febrero, fue un golpe definitivo contra la tambaleante Cisplatina.
1828. La reconquista de las Misiones Orientales –actual territorio brasileño de Río Grande do Sul– fue una exitosa operación militar. Aprovechada por Inglaterra, para la creación de un estratégico estado «tapón», entre los gigantes sudamericanos. El hábil manejo diplomático de lord John Ponsomby, gestó la Convención Preliminar de Paz. El acuerdo fue firmado por Río de Janeiro y Buenos Aires, el 28 de agosto. Ambos, estaban disconformes con el texto que decretaba una independencia, que tampoco deseaban los orientales. El 22 de noviembre, se instaló la Asamblea General Constituyente y Legislativa del Estado Oriental del Uruguay.
1830. El 18 de Julio, se juró la primera constitución republicana, que tuvo entre sus redactores y firmantes, al gijonés Francisco García Cortinas. El 24 de octubre, el hábil caudillo Fructuoso Rivera, asumía como presidente de la nueva nación.
1831. Por orden de Rivera, los últimos charrúas fueron exterminados en la remota Salsipuedes. Los pocos sobrevivientes fueron enviados a París, como rareza animal.
1834. Manuel Oribe asumió como segundo presidente constitucional. Su más cercano colaborador, era el joven abogado Carlos Gerónimo Villademoros, hijo de Ramón, patriota tinitense.
1836. Por viejas rencillas de la etapa revolucionaria, Rivera se sublevó contra el gobierno de su compadre, ahora acérrimo enemigo. El 19 de setiembre, en la batalla de Carpintería, se definieron las divisas tradicionales. Los «blancos» de Oribe, contra los «colorados» de Rivera.
1838. Con la victoria de Rivera en Palmar, el 15 de junio, y la intervención de la flota francesa en Montevideo, quedó materializado el primer golpe militar. Oribe marchó al exilio, amparado por Juan Manuel de Rosas, gobernador de Buenos Aires.
1839. Autoproclamado nuevo presidente, el 1 de marzo, Rivera declaró hostilidades a Rosas. Aunque hubo movimientos y enfrentamientos previos, la Guerra Grande comenzó formalmente el 29 de diciembre, con el triunfo riverista de Cagancha. Entre los oficiales galardonados, estaba Santiago Labandera, hijo de sierenses.
1840. En agosto, llegó a Montevideo, el abogado ovetense José Mones Roses.
1842. En la revancha, Oribe destrozó a su enemigo en Arroyo Grande, el 6 de diciembre. Un retorno triunfal, con el único objetivo de recuperar el poder. Su oficial de confianza y estratega, era «El Tigre» Juan Venancio Valdés, hijo de ovetenses.
1843. El 16 de febrero, comenzó el Sitio Grande de Montevideo. Tras la huída de Rivera, asumió como presidente interino, el polifacético Joaquín Suárez del Rondelo. Fue el gran personaje de la Troya sudamericana, que el 27 de mayo, firmó un decreto de destierro, en ausencia, contra Mones Roses, fervoroso oribista. Durante el asedio hubo dos países. La Defensa montevideana, colorada y unitaria. El Cerrito, en poder del resto del territorio, blanco y federal. En la emblemática villa de la Restauración, los temas jurídicos y políticos, eran abordados por el «círculo asturiano». Villademoros, Mones Roses, Francisco Solano Antuña, Bernabé Caravia Pérez y Eduardo Acevedo y Maturana.
1846. Los notables juristas fueron ideólogos y redactores, entre otras, de la ley que abolió oficialmente la esclavitud, válida en todo el territorio nacional.
1850. El 23 de octubre murió José Artigas, desterrado, solo y olvidado en Paraguay. Sus pocos amigos aseguraban, que sus últimos años fueron de sereno y resignado sufrimiento. Por el fracaso de su proyecto federal y por la guerra fratricida, entre orientales y argentinos.
1851. El 8 de Octubre se firmó la paz entre colorados y blancos, bajo una premisa engañosa: «Ni vencedores, ni vencidos». La guerra fue ganada por la Defensa, que cedió soberanía, a cambio de apoyo militar brasileño, europeo y de los conservadores argentinos.
1852. El conflicto terminó el 3 de febrero. Justo José de Urquiza, antiguo federal pasado al bando unitario, derrotó a Rosas en Monte Caseros. En marzo, Suárez entregó el mando a Juan Francisco Giró, que propuso un gobierno «sin divisas». Un intento frustrado, por el poder de los caudillos fundacionales.
1858. En agosto pasó por Montevideo, el figuerense José María Fernández Vior, años más tarde, grado 33º del Supremo Consejo del Gran Oriente en Uruguay y fundador de la Escuela Filantrópica Infantil Hiram, de Salto.
1865. El dictador colorado, Venancio Flores, de muy probable ascendencia paisana, se sumó a la Triple Alianza. Un pacto genocida con la Argentina y Brasil. Al inicio de la guerra, Paraguay tenía 1.25 millones de habitantes, al finalizar, quedaban 250 mil.
1866. Procedente de Sevilla, se estableció en Montevideo, el empresario villaviciosino Aquilino Berro.
1867. En marzo, Clemente Barrial Posada tomó posesión de las minas riverenses de Cuñapirú. El audaz ingeniero taramundino, fue pionero de la explotación y responsable de la «fiebre del oro» oriental.
1868. Asumió como presidente, el general Lorenzo Batlle. Un liberal, marcado por el ajusticiamiento del tinitense Rafael del Riego. Presenció el infausto episodio, cuando tenía trece años.
1870. La Revolución de las Lanzas, fue una respuesta militar al enfrentamiento fiduciario entre «cursistas» y «oristas». Una nieta de ovetenses, comandó el desembarco de armas rebeldes en Montevideo. María Juana Valdés, hija de «El Tigre», enfrentó primero y sobornó después, a una guarnición colorada.
1872. La Paz de Abril, dio lugar a la coparticipación de las divisas, pero no calmó los ánimos. El implacable acoso conservador contra el «principista» José Ellauri, fue un presagio de la convulsión que se avecinaba.
1875. El «Año Terrible» comenzó el 10 de enero, con la masacre de la plaza Matriz, relatada por la joven coañesa Eva Canel. Hubo decenas de muertos y cientos de heridos y, peor aún, un régimen dictatorial. La caída de Ellauri, trajo al «candombero» Pedro Varela, títere del coronel Lorenzo Latorre. Los principales dirigentes opositores fueron al exilio, en la Barca Puig. El destino era La Habana, pero bajaron en el puerto estadounidense de Charleston. Regresaron ese mismo año, para encabezar la Revolución Tricolor. A fines de la primavera, estuvieron en Montevideo, los naviegos José María Alonso y Trelles, Rafael Calzada y Emilio Rodríguez.
1876. Por un golpe de estado técnico, Latorre se quedó con todo el poder. Su más comentada medida económica fue el alambramiento de campos, que condenó a los gauchos a la miseria y favoreció a los latifundistas. Redactor de la ley fue Hipólito Balmiro Gallinal, nieto del villaviciosino José Antonio. Paradójicamente, la educación fue reformada por José Pedro Varela, ideólogo de la escuela «laica, gratuita y obligatoria». En agosto, cruzó la vieja dársena montevideana, un precoz osquense de trece años, José María Argul.
1880. El déspota renunció, porque los orientales eran «ingobernables». Le sucedido el general Máximo Santos, tristemente célebre por su violenta corrupción.
1886. La Revolución del Quebracho y un atentado, provocaron la renuncia de Santos, sustituido por el general constitucionalista Máximo Tajes, último presidente del periodo conocido como «militarismo».
1890. El ovetense Leonardo Secades y Caces se sintió cautivado por Montevideo, la ciudad donde vivió hasta el último día.
1894. El 13 de enero, amarró la corbeta Nautilus, comandada por el asturiano Fernando Villaamil. La nave científica procedía de Valparaíso, en viaje de circunnavegación planetaria.
1897. El primer levantamiento del caudillo blanco Aparicio Saravia, finalizó con el Pacto de la Cruz. A su lado estaban, Luis Alberto de Herrera, joven dirigente de sangre langreana, y Eduardo Acevedo Díaz, sobrino del jurista Eduardo Acevedo y Maturana. Ese mismo año, el cariteño Domingo Fernández inauguraba la Gran Fábrica de Cigarrillos La Paz, industrializadora de La Paz Extra, la marca más famosa y popular del Uruguay.
1899. El 17 de diciembre, José Alonso y Trelles, «El Viejo Pancho», dio a conocer su identidad hispana, ante una multitud congregada en Tala, para conocer al «auténtico intérprete de la forma de hablar y del pensar gaucho».
1900. El descendiente de sierenses José Enrique Rodó publicó Ariel, estimulado por los comentarios de su amigo y mentor Leopoldo Alas, «Clarín».
1903. José Batlle y Ordóñez, hijo del general Lorenzo Batlle, triunfó en las primeras elecciones del vigésimo siglo. Su política de partido fue considerada una afrenta por Saravia, que volvió a las armas.
1904. La última guerra civil uruguaya, finalizó en setiembre, tras la muerte de Saravia, en la batalla de Masoller. Con él, se fueron las esperanzas blancas de elecciones cristalinas y coparticipación política. Un convencido saravista fue Constancio Cecilio Vigil, que se exilió en Buenos Aires. Allí fundó un imperio periodístico hispanoamericano. Consolidado el gobierno «de partido», la debilitada oposición quedó en manos de Herrera.
1906. A principios de año, llegó el inmigrante cabralés Remigio Asenjo Junco, evitando las «quintas» de su patria natal.
1909. El 6 de octubre visitó Montevideo, el jurista y catedrático Rafael Altamira, líder de la Extensión Universitaria. Una propuesta renovadora, adoptada por sus colegas orientales. Altamira fue amigo de Rodó, Vaz Ferreira y Juan Zorrilla de San Martín. Al año siguiente, la embajada cultural de Oviedo, fue encabezada por Adolfo González Posada.
1910. En marzo, el filósofo Carlos Vaz Ferreira, descendiente del quirosano Navia, publicó Lógica Viva, su obra mayor. El gran pensador latinoamericano era ferviente asturianista y ajedrecista de nota. La fusión de ambas pasiones y su amistad con Aquilino Berro, fueron motivos, para la creación del Centro Asturiano de Montevideo, el 28 de agosto. Ese mismo año, la leceñesa Lucía Cabeza Noval y su hija Ángeles, se reencontraban con Remigio.
1911. La segunda presidencia de Batlle, fue de reformas sociales, las más profundas de América Latina. El batllismo fundó el estado de bienestar, conocido como «Suiza de América», que atrajo al villabollano José Antonio Villarmarzo. Arribado el 18 de noviembre.
1914. Luego de un viaje por la tierra de sus antepasados, el gobernante, jurista y escritor Gustavo Gallinal, editó Tierra Española, con un capítulo especial. De Villanueva a Covadonga. El 1 de octubre asumía como embajador de España, el ovetense Silvio Fernández Vallín.
1915. En marzo, se aprobó la ley de «ocho horas» y otras normas que favorecían el trabajo y la inmigración. Meses después, llegaba Secundino Villarmarzo.
1918. Una reforma constitucional, sustituyó el régimen presidencialista por el colegiado Consejo Nacional de Administración, que compartieron blancos y colorados. El país pasó a llamarse, oficialmente, República Oriental del Uruguay.
1924. A principios de año, Ricardo Villarmarzo se sumó al negocio familiar. En junio, la selección uruguaya logró su primer título de fútbol, en los Juegos Olímpicos de París.
1927. El 16 de junio, se disputó el único partido de fútbol entre orientales y paisanos. Una desconocida alineación de Juventud Asturiana, derrotó en La Habana, al poderoso Club Nacional de Football. El sorpresivo 3 a 2 terminó con un largo invicto del campeón uruguayo y base del vencedor de los Juegos Olímpicos de Amsterdam, en 1928.
1929. El 20 de octubre falleció José Batlle y Ordóñez. Su sepelio fue un acto de congoja popular, que presenció el arancedano José María Iglesias, que recién llegaba al país.
1930. La inauguración del Estadio Centenario, el 18 de julio, fue un hito del fútbol ecuménico. Allí se disputó la primera final de un Campeonato Mundial de FIFA. Uruguay triunfó 4 a 2, sobre la Argentina. Su rival de todas las horas.
1931. Reclamado por su hermano José María, arribó Manuel Iglesias.
1933. El 31 de marzo, el colorado Gabriel Terra, dio el primer golpe de estado del siglo, apoyado por la policía y los bomberos. El hecho alcanzó ribetes dramáticos, por el suicidio, en plena vía pública, del ex presidente Baltasar Brum. Al lado del dictador, estuvo Secades y Caces. Su mayor enemigo, fue el tribuno blanco, Gustavo Gallinal.
1934. El 30 de agosto, el transatlántico alemán Monte Sarmiento recaló en Montevideo, trayendo a la arancedana Isabel García, con su pequeño «Enriquillo» Iglesias, de tres años. En la capital uruguaya, les aguardaba Manuel.
1935. El 1 de marzo, Terra accedió a la presidencia legal, aprobada «su» constitución. El 28 de junio, asumió como ministro plenipotenciario de segunda clase de la Embajada de España, el astur Plácido Álvarez-Buylla y Lozana.
1936. En febrero, Montevideo recibió al ovetense Indalecio Prieto. Su memorable discurso del estadio Centenario, alertó a los orientales sobre el peligro de una inminente guerra civil española. El 19 del mismo mes, Álvarez-Buylla era designado ministro de Industria y Comercio de la Segunda República.
1937. El 13 de diciembre, arribó el Enrique Cabal González. El temperamental paisano fue directivo del Centro Republicano Español de Montevideo y mentor del mayor sanatorio mutual de América Latina. «La Española».
1939. El 23 de junio, Carlos Quijano fundó el semanario Marcha, signo de los intelectuales hispanoamericanos y fraterno reducto del exilio republicano. El 12 de octubre, disidentes «nacionales» del Centro Asturiano, fundaron la Casa de Asturias.
1940. A principios de julio, el vegadense Álvaro Fernández Suárez se exilió en Montevideo. El 5 de noviembre, los hermanos José y Ricardo Villarmarzo, fundaron La Grandalesa, recordado almacén minorista. En diciembre, Marcha publicó la primera columna firmada por «Juan de Lara», seudónimo de Fernández Suárez.
1941. A mediados de año cruzaba a Montevideo, proveniente de Buenos Aires, el anarquista gijonés Avelino González Entrialgo.
1943. El 14 de abril, el exilio republicano inició una gira memorable, en el estadio Centenario. El acto convocó a 50 mil adherentes, que vivaron al luarcano Álvaro de Albornoz y Liminiana y al vegadense Augusto Barcia Trelles y se emocionaron, con el sentido discurso del ovetense José Miaja.
1945. En julio, el anarquista González Entrialgo participó en una protesta popular contra el servicio militar. La triunfante movilización de 30 mil obreros y estudiantes, permitió que Uruguay fuera el único país americano, sin reclutamiento obligatorio.
1947. Asumió la presidencia Luis Batlle Berres, sobrino de José Batlle y Ordóñez. Enrique Cabal fue un hombre de su entorno más cercano.
1950. Uruguay ganó su segundo campeonato mundial de fútbol, en la memorable final de Maracaná. El resultado, 2 a 1. El puntero izquierdo de aquel formidable equipo, fue Rubén «El Tiza» Morán, descendiente de gijoneses.
1951. Una reforma constitucional, dio paso a un nuevo régimen colegiado, el Consejo Nacional de Gobierno, con Batlle Berres como titular.
1952. El 28 de enero arribó el gijonés José Luis Álvarez del Monte, acompañado por sus amigos, Cardenio Prieto, Luis Forgueras y Luis «Pepitillo» Suárez.
1957. En agosto, los montevideanos se regocijaron con la presencia del bioquímico luarcano, Severo Ochoa de Albornoz. En diciembre, pudieron disfrutar de una exposición del pintor riosellano Darío Regoyos, en los cien años de su nacimiento.
1958. Los blancos, liderados por el ahora veterano Herrera, aliados a los conservadores «ruralistas», consiguieron una histórica victoria electoral, tras 93 años de hegemonía colorada. El caudillo, de bien llevada sangre langreana, dejó de existir al año siguiente.
1959. El 11 de octubre, apareció el primer artículo sobre temas asturianos, firmado por el eminente historiador José Luis Pérez de Castro. La serie publicada por el diario El Día, finalizó en 1961.
1962. Los nacionalistas repitieron, sin Herrera. El líder de la renovadora Unión Blanca Democrática, era Daniel Fernández Crespo, descendiente de carreñenses y gijoneses.
1966. Los colorados retornaron al poder, con la fórmula Oscar Gestido-Jorge Pacheco Areco. En la misma elección, fue aprobada la reforma «naranja», que devolvió el régimen presidencialista. El 31 de octubre, en La Habana, el gijonés Álvarez del Monte, representando a Uruguay, dio tablas en 24 jugadas, con el campeón mundial Tigran Petrosian.
1967. La extraña muerte de Gestido, puso en la primera magistratura a Pacheco Areco. Un solapado extremista de derecha, partidario del franquismo y amigo personal del chileno Augusto Pinochet, del paraguayo Alfredo Stroessner y del gallego Manuel Fraga Iribarne.
1968. La francesa Revolución de Mayo, se proyectó en Montevideo, con fuertes manifestaciones estudiantiles. Pacheco Areco impuso el «pachecato», tras firmar medidas prontas de seguridad. Sacó a los militares de los cuarteles, como no lo había hecho el dictador Terra. Formó las Fuerzas Conjuntas, de represión política y gremial, con el pretexto de la guerrilla urbana, Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros.
1971. El 5 de febrero, fue fundada la mayor coalición política de la historia uruguaya, el Frente Amplio. Su conductor, Líber Seregni, un general proveniente del batllismo, que cumplió una misión casi imposible. Consolidar una alianza, entre partidos de izquierda, independientes, blancos y colorados. Ese mismo año, la cárcel de Punta Carretas era escenario de «El Abuso», inconcebible fuga masiva, de 111 tupamaros. En noviembre, el ultraconservador colorado Juan María Bordaberry, ganó una elección sospechada de fraude. El candidato más votado, fue el blanco Wilson Ferreira Aldunate.
1972. Entre el 15 de abril y el 15 de noviembre, las Fuerzas Conjuntas desarticularon la guerrilla tupamara. Detuvieron a más de dos mil militantes, incautaron 3.500 armas y 38 mil proyectiles. El golpe definitivo fue la captura, en agosto, del jefe de la organización, Raúl Sendic.
1973. El 9 de febrero, el Ejército y la Fuerza Aérea, emitieron los amenazantes comunicados 4 y 7, verdadero avance golpista. Fue el «febrero amargo», descrito por angustiados demócratas, que presagiaban un negro futuro. En la madrugada del 27 de junio, Bordaberry disolvió las cámaras. El decreto 646, fue emitido a las 5.20 de la mañana, por cadena nacional de radio. Era la presentación de la «doctrina de seguridad nacional» y sentencia de muerte contra la «Suiza de América». La respuesta, fue una espontánea huelga de la Convención Nacional de Trabajadores. Una heroica lucha popular, que duró dos semanas. Una de esas noches, cayó en una «ratonera» militar, el gijonés Álvarez del Monte, que pasó ocho años en el inhumano Penal de Libertad.
1976. Tras dura interna, la cúpula dictatorial destituyó a Bordaberry, para colocar a otro genuflexo: Aparicio Méndez. El «golpe», dentro del golpe. El 1 de setiembre, fue conocido el Acto Institucional N° 4, que proscribió por quince años el ejercicio de toda actividad política.
1980. El 30 de noviembre, el pueblo uruguayo rechazó un proyecto de constitución autoritaria, que legitimaba el poder militar. Fue el memorable «No», pacífico y silencioso, que consiguió 58% de los votos. En un plebiscito con presiones y sin garantías.
1981. En enero, la justicia militar liberó al gijonés Álvarez del Monte, luego del insistente reclamo español y de un pedido personal del rey Juan Carlos. En agosto, el ajedrecista fue deportado, en silencio, a Gijón y de allí a la canadiense Québec. Esta y otras situaciones, provocaron un endurecimiento interno. En setiembre asumió el general Gregorio Álvarez. El último dictador, recrudeció la persecución y encarcelamiento de opositores, como sorda y vengativa respuesta.
1982. La ruptura de la «tablita», de principios de noviembre, fue la peor devaluación de la historia. La crisis del modelo de cambio fijo, dejó a la economía uruguaya en «un tacho de basura», como alguna vez dijo el ministro colaboracionista Alejandro Vegh Villegas. Cierre de empresas y ejecución masiva de deudores, fue la respuesta «realista» de un sistema desbordado por la inflación. Paralelamente, hubo un segundo intento electoral del régimen, para legalizar lo ilegal. Las denominadas «internas», con cientos de candidatos encarcelados, exiliados y proscriptos. El resultado, como siempre, pacífico y silencioso, fue de 60% de votos, para los pocos opositores habilitados.
1983. El 27 de noviembre, más de medio millón de orientales se congregaron en el Obelisco de los Constituyentes, para el mayor acto político que se recuerde en el país. La gigantesca manifestación popular tenía como consigna «Por un Uruguay sin exclusiones», pero, fue conocida como «Un río de libertad». Por una maravillosa foto periodística. La inolvidable proclama fue leída por Alberto Candeau, amigo personal y actor preferido del dramaturgo cangalés Alejandro Casona.
1984. En marzo fue liberado Líber Seregni, tras casi diez años de prisión. En junio, regresó Wilson Ferreira Aldunate, tras once años de exilio. Los demócratas más odiados por la dictadura, cruzaban sus caminos. El «General» volvía a su casa. «Wilson» era encarcelado en un cuartel de Trinidad. El 23 de agosto fue firmado el Pacto del Club Naval, que devolvía parcialmente algunos derechos constitucionales y aceleraba la libertad de los detenidos. Era una salida imperfecta, «a la uruguaya». El 25 de noviembre, se celebraron elecciones, con partidos y dirigentes proscriptos. Las ganó el mayor artífice del acuerdo, el colorado Julio María Sanguinetti.
1985. Sanguinetti asumió el 1 de marzo. Levantó todas las proscripciones y decretó una amnistía amplia de los presos políticos. En lo interno, su gobierno proclamó «el cambio en paz». En lo externo, fue de apertura y muchos viajes, propiciados por su canciller y primera figura, el contador Enrique Iglesias. El uruguayo más famoso del mundo. Nacido en Asturias.
1986. El asunto más delicado de la transición, fue el reclamo de verdad y justicia en casos de violación de los derechos humanos. Sanguinetti creyó resolverlo con la aprobación parlamentaria de una Ley de Caducidad de la pretensión punitiva del Estado que, de hecho, implicaba no someter a juicio a los represores.
1987. Un fuerte movimiento popular, se opuso a la «ley de impunidad». Una campaña de recolección de firmas, iniciada en febrero, habilitó un histórico referéndum.
1988. El 15 de marzo falleció Wilson Ferreira Aldunate, acompañado por su amigo y médico de cabecera, el eminente cirujano Roberto Rubio Rubio, hijo del salense José Rubio Suárez. Poco después, el contador Iglesias, asumía como presidente del Banco Interamericano de Desarrollo.
1989. En la votación de abril, hubo dos opciones. El voto «amarillo», favorable a la caducidad. El voto «verde», derogatorio de la impunidad. Triunfó la aprobación, con 57.53% de voluntades, pero, las heridas nunca se cerraron. A fines de noviembre, la segunda elección de la democracia, fue ganada por el blanco Luis Alberto Lacalle, nieto de Herrera y, por lo tanto, descendiente de langreanos. El Frente Amplio triunfó en Montevideo. Tabaré Vázquez fue el primer intendente socialista de la capital.
1990. El parlamento uruguayo votó, por unanimidad, el ingreso al Mercado Común del Sur.
1991. El 26 de marzo, el presidente Lacalle firmó el Tratado de Asunción. Era el ingreso uruguayo, como miembro pleno del acuerdo regional con la Argentina, Brasil y Paraguay.
1994. Sanguinetti fue elegido presidente, por segunda vez. El Frente Amplio retuvo la comuna montevideana, con el arquitecto Mariano Arana.
1996. El 8 de diciembre fue aprobada una reforma del sistema electoral y de partidos. Desde entonces, el ganador debe alcanzar el 50% más un voto. En caso contrario, se establece una segunda vuelta o balotaje, entre los dos candidatos más votados.
1999. Tabaré Vázquez fue la primera víctima del nuevo reglamento. Triunfó holgadamente en la general de octubre, pero no superó la mitad de sufragios válidos. En el balotaje, fue derrotado por el colorado Jorge Batlle, que llegó al gobierno con un bajo porcentaje de votos propios. Su contradictoria administración, estuvo signada por una obligada convivencia con los blancos, inestabilidad política y económica y la mayor emigración de uruguayos, en democracia.
2001. El 20 de mayo, falleció el dirigente cangalés Antonio José Granda Villamaitide, gestor de la unidad asturiana. Sin ver el resultado de su lucha. El 1 de junio, luego de tensas y complicadas asambleas, fue creado el Centro Asturiano-Casa de Asturias. Atrás quedaban, más de seis décadas pasiones exacerbadas por la Guerra Civil Española.
2004. El 5 de octubre arribó a Montevideo el presidente asturiano, Vicente Álvarez Areces. Pocos días antes, de la elección nacional que ganó Tabaré Vázquez. Sin necesidad de balotaje.
2005. El 1 de marzo, asumió el primer mandatario progresista, tras 175 años de alternancia de blancos y colorados, con la presencia de los Príncipes de Asturias.