Historias contadas en un
espectáculo musical—narrativo, en francés, español y lengua de
señas, y una exposición de sombreros que cuentan historias del
boliche anfitrión, de sus parroquianos, sus objetos y de los oficios
de quienes construyeron espacios democráticos de diálogo social,
cultural, artístico. También es un homenaje a los inmigrantes que
arribaron al país desde que fue inaugurado el boliche.
—Grupo Quartier Latino: Anne Vieu, voz y flauta dulce, Carlos de Arteaga, voz y guitarra
—Grupo Quartier Latino: Anne Vieu, voz y flauta dulce, Carlos de Arteaga, voz y guitarra
—Nicolás Mora:
bandoneón.
—Armando Olveira Ramos:
narración oral
—Alicia Brassesco:
narración visual
—Mariana Corbo: narración en lengua de señas
Primera narración
—El
primer boliche de Montevideo nació antes que la ciudad. Sus
propietarios originales: el marino criollo Pedro Gronardo, marino
práctico de Río de la Plata, nacido en Buenos Aires, y el
comerciante francés Jerónimo Jauretche, más conocido como
Pistolete.
—En
la década de 1720 el capitán Gronardo cruzaba solo el estuario
rioplatense que conocía como nadie. Su destino: la desembocadura del
río Santa Lucía. Su trabajo: buscaba ganado silvestre que él mismo
faenaba y transformaba en cuero que vendía a exportadores porteños
que le pagaban muy bien sus servicios.
—Una
mañana de marzo de 1725, muy temprano, la cacería de ganado lo
condujo hasta la desértica bahía que hoy llamamos Montevideo.
Cuando iba a echar anclas cerca de la actual costa de Capurro vio
hombres acampados, y sobre un rincón oculto, un par de barcos con
las velas arriadas. Desde lejos reconoció que eran ¡portugueses!
Seguramente, con las mismas malas intenciones de quienes en 1680
habían fundado aquel dolor de cabeza español llamado Colonia del
Sacramento.
—Gronardo
no lo dudó, emprendió regreso urgente a Buenos Aires. Apurado le
contó la mala noticia al gobernador Bruno Mauricio de Zabala, que de
inmediato envió una flota que desalojó a los intrusos sin disparar
tiros, y ¡fundó Montevideo!
—Zabala
solía ser muy generoso con quienes le demostraban lealtad, por
supuesto, no era generoso con sus bienes, sino con los de la corona.
A Gronardo le cedió el primer permiso comercial para atender a los
soldados del nuevo fuerte que algunos llamaban “Montem Video”. El
marino porteño se asoció con el francés Pistolete, que tenía
cierta fama de habilidad “bolichera”; juntos instalaron una
pulpería, a mediados de 1725, ubicada en el mismo espacio donde hoy
se encuentra la Plaza Zabala.
—Gronardo y Pistolete
se enriquecieron vendiendo alcohol, alimentos y todo lo imaginable en
una pulpería colonial, con clientes ávidos y un deudor que siempre
pagaba: la corona española a través del gobernador Zabala. Fueron
los primeros “bolicheros” de Montevideo.
—Me
saco el sombrero es un espectáculo musical y narrativo,
en francés, español y lengua de señas, y una exposición de
sombreros que cuentan historias del Bar Iberia, de sus emprendedores,
sus parroquianos, sus objetos y de los oficios de quienes
construyeron espacios democráticos de diálogo social, cultural,
artístico. También es un homenaje a la Ciudad Vieja fundacional y a
los inmigrantes que arribaron a este barrio histórico.
—Quartier Latino es un dúo de música intercultural. Anne Vieu es francesa, Carlos Arteaga es uruguayo, emprendedores artísticos dedicados a los ritmos étnicos y a interpretar temas que evocan a la emigración como patrimonio compartido por todos nosotros.
—Anne nació en
París, Carlos en la duraznense Sarandí del Yí. Se conocieron
durante el exilio de él y desde entonces siguen juntos, cada vez más
juntos, en su linda casa de la rambla del arroyo Pando, en el Remanso
de Neptunia. Anne es la voz del grupo e íntérprete de flauta
dulce. Carlos es la segunda voz, mientras disfruta tocando
instrumentos de cuerdas y percusión.
—Nico
Mora es compositor, guitarrista y bandoneonista, perdón, ¡qué
bandoneonista! Nació en Montevideo, pero también vive en el Remanso
de Neptunia. Para comprender de qué se trata su talento, basta
mencionar que su trío instrumental (Mora—Etchenique—Ibarburu
compartió escenario con Hugo Fattorusso ¡nada más! Voy a contarles
algo que va contra mi trabajo: cuando Nico abraza su bandoneón, las
palabras sobran.
—Alicia
Brassesco es museóloga, gestora cultural, curadora de arte, creadora
de espacios patrimoniales, responsable del Museo del Gaucho ubicado
en el Palacio Heber Jackson, de 18 de Julio y Julio Herrera Obes, uno
de los más visitados y apreciados de nuestra ciudad. Ella diseñó
la exposición de sombreros con percheros y espejos repletos de
infinitas historias, que están allí para ser probados todas las
veces que deseen, porque vamos a cantar, contar y jugar.
—Me
saco el sombrero es un homenaje a los boliches montevideanos, que
resumimos en nuestros anfitriones: Babila Parcero, propietaria del
Bar Iberia, gallega de La Coruña, que siempre tiene alguna historia
de amor para contar sobre su esposo, el asturiano Antonio Alonso,
notables emprendedor comercial que nos legó este espacio de
auténtica democracia social.
—También cuenta
sobre quienes les continúan: Rosario, contadora de profesión,
experta en finanzas del Banco Central, apasionada por el bar de sus
padres; José Antonio, el hermano menor, que le dedica su vida al
Iberia, y sobre un personaje increíble: Elisa Saad, la querida
Chola, quien todavía sueña con ser escritora en su altillitto de la
planta alta.
—Me saco el sombrero
se inicia con dos temas que tienen mucho que ver con el Iberia y con
el compromiso de su gente: mantenerlo muy vivo.
—“Le Phoenix”, de
Anne Vieu y Carlos Arteaga, interpretado en francés, y “Sólo se
trata de vivir”, de Lito Nebbia, en español… porque para Babila,
sus hijos, y los parroquianos, el Iberia es un sitio repleto de
vida, donde la memoria renace cada día.
—Allez
la chanson! ¡Vamos a cantar!
—Medio
siglo atrás el Iberia era una babel de lenguas, historias y
costumbres. Los marinos rusos, polacos, griegos, portugueses,
españoles que regresaban de pescar calamar y pez luna en el
Atlántico Sur subían por la calle Florida hasta Uruguay y dejaban
en este espacio sus anécdotas incomprensibles, sus melancolías y su
sed insondable.
—Aquí
los recibían Antonio Alonso, su primo Ramón, ambos asturianos de
Villarmarzo, un pueblo ubicado tan al oeste del Principado que casi
se cae en la vecina Galicia. Tampoco faltaba el alma de este
boliche histórico, la gallega Babila Parcero, esposa de Antonio y el
inolvidable mozo Abel, leal empleado por décadas.
—Entre 1980 y 1990 el
Iberia fue el bar donde más se consumía cerveza en Montevideo. Los
repartidores se lo decían cada vez que pasaban por el boliche.
—A las siete de la
mañana Babila ya estaba en su negocio, esperando al distribuidor
llegaba con el camión cargado y se iba vacío.
—¡Señora
Alonso, arriba, que usted es la que vende más cerveza en
Montevideo! —le decía el distribuidor.
—Babila
era una excelente cocinera. Hacía todo tipo de comidas para servir a
sus clientes al mediodía, casi todas de olla, guisos, busecas,
cazuelas de mariscos y muchas minutas. El bar estaba especializado en
crear los mejores refuerzos de jamón y queso, de salame y queso,
medialunas anchas y largas, con mucho fiambre, ni que hablar de los
cortados sabrosos, impregnados de aroma a café recién molido y muy
abundantes.
—El Bar Iberia fue
abierto en la década de 1930 por el andaluz Manuel Garrido, hasta
que en 1954 se lo adquirió Alonso con su primo Ramón Fernández y
su paisano astur Avelino Villamil.
—Hasta la década de
1990 el Iberia era el “Bar del Puerto”
—En
sus mesas se contaron infinitas historias y parroquianos de los más
diversos orígenes. A su alrededor convivían: el SODRE, Teatro
Odeón, BCU, Clearing de Informes, Cineclub Uruguayo, Cinemateca de
Walter Dassori, Cinemateca de Marcha, Sastrería Valiante, casimires
muy finos, y el Puerto de Montevideo.
—Mesa 1: La Negra
Johnson y Rosa Luna, con José Antonio en la Falda. La Señora del
Carnaval y la Diosa de Ébano eran rivales en las tablas e íntimas
en el Iberia. Rosa Luna vivía a la vuelta, en Paysandú y Florida.
—Mesa 2: Joselito y
el Niño de Utrera, cantantes flamencos que actuaban en el Teatro
Odeón, celebridades de la música popular española.
—Mesa
3: Walter Dassori, Manuel Martínez Carril, cuando Cinemateca
Uruguaya quedaba en la calle Ciudadela. Se sumaba el crítico Juan
Ángel Arteaga, Homero Alsina Thevenet.
—Mesa 4: Adela Reta y
Hugo Balzo, amigo personal de Antonio Alonso, con quien se queda
horas charlando.
—También
estuvo varias veces Enrique Iglesias, luego que se inauguró el
edificio del Banco Central en 1971. Iglesias es pariente de los
Alonso, vecino de Arancedo, El Franco, el mismo pueblo de la célebre
Corín Tellado.
—Mesa
6: Hugo del Carril, que actuó varias veces en el Odeón.
—Un
parroquiano inolvidable fue José Antonio Rezzano, un emblemático
ciudadano de la Ciudad Vieja: Fosforito, el Chaplín uruguayo. Casi
todas las mañana pasaba por el Iberia, miraba para adentro y si veía
a las hijas de Babila y Antonio, jugaba con sus castañuelas para
ellas. A cambio del espectáculo, Antonio le servía un vaso de vino
que tomaba en el mostrador, y seguía camino entre dos carteles
publicitarios.
—Hoy vienen a
desayunar muchos bailarines del SODRE, contadores del BCU, para
quienes el capuchino o el cortado del Iberia es casi adictivo.
—La
mañana del Viernes Santo de 1958, Babi estaba en su pequeño
apartamento de Ramón Anador, planchando la ropita de su primera
hija, María del Carmen, que todavía era una bebé. Antonio se había
ido al Iberia, porque iba a abrir un poco más tarde aprovechando el
feriado.
—Tenía la radio
prendida, con el informativo de Carve, que le dio la más triste
noticia de su vida en forma de titular catastrófico: ¡Incendio en
un bar de Uruguay y Paysandú!
—Fue hasta lo de una
vecina, la única que tenía teléfono en el edificio, llamó al
Iberia, que no respondía. Dejó a María del Carmen con la vecina,
se tomó un taxi y allá se fue con el corazón en la boca.
—Se
imaginó miles de calamidades, pero la realidad era peor. El Iberia
quedó totalmente destruido por las llamas, mientras corría un río
por Florida para abajo, por toda el agua que habían utilizado tres
carros completos de bomberos. Sólo quedaron en pie las paredes, las
columnas, el mostrador y la heladera.
—Babi
vio a su esposo desolado, con las manos apretándose el rostro, ella
también lo sintió en el alma, pero como buena gallega, en lugar de
lamentarse, le prometió a su esposo: ¡de esta vamos a salir juntos!
Desde ese día, ella fue casi todos los días a trabajar al bar.
—Antonio Alonso murió
en 1978, cuando el Iberia era un referente comercial de la Ciudadela.
Babila tomó las riendas de su parte y en 1982 le compró la otra
mitad a Ramón Fernández.
—Babila adquirió el
edificio, que hasta ese momento era alquilado e impulsó aún más el
negocio.
—Toda historia
necesita un encuentro de amor, para que no sea solamente una
anécdota. La de Babila y Antonio es una historia de trabajo,
perseverancia y amor.
—Ella nació en
Santiago de Compostela, hija de labradores. En la escuela, la maestra
le vio tan buenas condiciones para el estudio que quiso llevársela a
la ciudad, pero su padre no quiso porque debía trabajar la tierra y
cuidar animales.
—Llegó
a Montevideo en 1924, porque deseaba conocer el mundo. La pasó mal
al principio, hasta que consiguió un trabajo como cocinera en la
familia Soler.
—Antonio era
asturiano de Villarmarzo, desde joven fue muy buen carpintero y
albañil, pero su padre que lo empleaba, le pagaba muy poco.
—Una
tarde de 1949, trabajando en Navia, tuvo que hacer un hueco en una
pared y para su sorpresa, encontró una bolsa de monedas de oro,
escondida.
—A
nadie le dijo, menos a su padre y con ese dinero se vino a Uruguay en
1950.
—Vino a trabajar con
su tío, al Bar Mercantil de 18 de Julio y Martín C. Martínez y en
1954 se asoció con Fernández y Villamil para comprar los bares
España e Iberia.
—“El amor es
ciego”, dice Babila cuando recuerda a su Antonio, con quien tuvo
una vida en común y tres hijos: María del Carmen, Rosario y José
Antonio.
—Se conocieron en
1955, cuando ella venía a ver a su amiga Manuela, que vivía en una
casa inquilinato que quedada allí en frente, donde hoy está el
Banco Central.
—Al principio no
quería nada, hasta que él, sintiéndose enamorado de ella, le
suplicó a Manuela que intercediera. “Era tan simpático, tan
encantador y tan cariñoso que luego de hablar con é fue imposible
no enamorarme”, confiesa Babi.
—Elisa
Saad, Chola, tiene 82
años, y es un tesoro viviente del Bar Iberia. Nació en Tacuarembó,
su sueño era ser periodista. En su ciudad trabajó en La Voz del
Pueblo, hasta que en 1962 se vino a la capital para tentar suerte en
su pasión.
—Aquí
trabajó en Antares Auditores, de Ituazaingó
y Buenos Aires, y de tanto andar por la zona se hizo parroquiana del
Iberia.
—Babi,
Antonio y sus hijos son los únicos amigos de mi vida. Antonio era un
hermano para mí.
—Ella
cuenta la historia del Ruso Abelenda,
patrón de barco, que vivía en el Reducto, pero que cada vez que
baja a puerto se iba al Iberia, donde se emborrachaba con whisky.
Repertorio Musical
1.
Le Fenix (Anne Vieu y Carlos Artega).
2.
Sólo se trata de vivir (Lito Nebbia).
3.
El tiempo del tango (Leo Ferré).
4.
Volver (Carlos Gardel y Alfredo Lepera).
5.
Mister Giorgina (Leo Ferré).
6.
Las pequeñas cosas (Joan Manoel Serrat).
7.
Lola (Leo Ferré).
8.
La Foule (La Multitud, Edith Piaf).
9.
Fragilidad (Sting).
10.
Tango Che (Astor Piazzolla).
11.
Nostalgias (Juan Carlos Cobian y Alfredo Cadícamo, cantado por Hugo
del Carril).
12.
La vida en rosa (Edith Piaff, película de 2007).
13.
Gracias a la vida.
Fue
un autor, compositor, intérprete, pianista y poeta francés que
compuso más de cuarenta álbumes originales en un período de 46
años. Es el cantautor más prolífico de la lengua francesa. Se
definió a sí mismo como anarquista, una idea que inspiró
grandemente su obra. Junto con el belga Jacques Brel y Georges
Brassens fue un emblema de la chanson.
“El
gorrión de París” en realidad se llamaba Édith Giovanna Gassion,
fue una de las cantantes francesas más célebres del siglo XX. A
ella se le deben canciones como: La vie en rose, Non, je ne regrette
rien, Hymne à l'amour, Mon légionnaire, La Foule o Milord,
conocidas mundialmente. También destacó como actriz de cine y
teatro, participó en numerosos films y obras de teatro a lo largo de
su carrera artística.