domingo, 18 de mayo de 2014

Con Valery, hijo del médico rural de San Javier asesinado en 1984, un crimen que cumple tres décadas de impunidad

¿Qué sos de Vladimir Roslik?

Tiene 30 años. Los mismos de su padre cuando conoció a su madre. Los mismos de un crimen aberrante cobijado por la indiferencia política y judicial. Los mismos que evocan al primer caso de torturas informado con certeza por la prensa independiente que resistió a la dictadura. Nacido el 22 de noviembre de 1983, es ingeniero de sistemas, roquero under e  instructor del arte marcial taekwondo. Valery Roslik tenía cuatro meses cuando su padre era secuestrado por un comando que lo trasladó al Regimiento 9 de Fray Bentos, donde fue martirizado hasta la muerte.

Sobre la base de la entrevista publicada en el semanario Brecha, el 16 de abril de 2014.

-¿Por qué no estudiaste Medicina?
Mary y Valery en 1984.
(Archivo Roslik)
-Cada vez que me lo preguntan lo siento más como un cuestionamiento o un reproche que una duda o simple curiosidad.  Siempre tuve una sola respuesta: porque no es mi vocación, aunque admire a papá, por lo que me contaron, por lo que he leído sobre su vida y por el amor que me transmitió mi mamá. Hasta hace unos años, a ella también le preguntaban seguido: ¿Cómo le va a Valery en la Facultad de Medicina? Todos daban por sobrentendido que el hijo de Roslik estaba obligado a ser médico, ¡pero no! Me encanta la tecnología, la música y el deporte, por ahí van mis vocaciones, ¡jamás la medicina! Quise ser arquitecto, también diseñador industrial, pero no pude ingresar al Centro que estaba en Miguelete, porque había 50 cupos por año y no era sencillo para un estudiante pobre del interior. Después de egresar del bachillerato me quedé dos años en Paysandú, el primero dando exámenes y el segundo, trabajando de lo que fuera y pensando que haría con mi vida. ¡Siempre me gustó la informática! En 2006 comencé la carrera de Ingeniería de Sistemas en la sede Concepción del Uruguay de la Universidad Tecnológica Nacional. ¡No me arrepiento! Estudiar en una de las mejores universidades argentinas era mucho más barato que en Montevideo, todo a menos de la mitad. Tenía compañeros sanduceros y un amigo de San Javier que se estaba por recibir, que me alentó y me ayudó mucho. Y lo más importante, me quedé cerca de mi madre viuda, un ejemplo de mujer que veo luchando por verdad y justicia desde que tengo uso de razón.

-Comenzaste la facultad el mismo año que los ambientalistas entrerrianos cortaron los puentes.
Mary y Valery en 2014.
(Archivo Roslik)
-Sí, hice toda mi carrera con los puentes cortados, del primer al último año, pero los sanduceros siempre estuvimos unidos, siempre tuvimos claro que se necesitaba mucha paciencia. En la UTN hay tantos estudiantes uruguayos que hasta tenemos un equipo de fútbol, los once titulares y sus suplentes, todos nacidos de este lado del río. Concepción es una ciudad universitaria, con un muy lindo ambiente de fraternidad y solidaridad, pero aquellos años fueron bravos. De lunes a viernes vivía allá y venía los fines de semana. Hubo un momento en que el cruce del puente era un sufrimiento, incómodo, molesto. Mi madre me llevaba en auto al puesto de frontera, caminaba hasta la cabecera argentina para tomar un taxi a Colón y recién allí había ómnibus de línea. Nosotros siempre estuvimos tranquilos, pero había que pasar frente a los piquetes siendo uruguayos. ¡Era bravo! Una anécdota pinta lo que nos tocó vivir en Concepción, sobre todo fuera de la universidad. Una tarde mi madre llegó al apartamento con un coche blanco impecable, que tenía las matrículas nuevas. Se quedó a dormir, y al otro día, vio por la ventana que tenía algo raro. Observó, observó, hasta que se dio cuenta: le habían robado las dos chapas recién colocadas, la delantera y la trasera. Le preguntó a un vecino si había visto algo, que le respondió: deben haber sido los ambientalistas que no quieren autos uruguayos de este lado. Ella rápida como es, le retrucó: ¿usted cómo sabe que el auto es uruguayo? El hombre se quedó callado.

-Pero, te graduaste...
-Sí, egresé el 11 de agosto de 2011, junto con mi amigo Anthony Alois, compañero del Liceo Nº 1 de Paysandú. Me llevó seis años recibirme de ingeniero en Sistemas de Información. No quise trabajar, porque estaba apurado por regresar a Paysandú con mi madre. Sé lo que ha luchado y lucha, todo lo que la ha afectado y la afecta el sentimiento de impotencia que causa la impunidad de quienes mataron a papá. Uno siempre agradece la solidaridad de tanta gente, pero es terrible saber que andan sueltos por la calle y ella solita en la casa. ¡Me angustiaba al pensarlo! Regresé corriendo, aunque en la Argentina había una alta demanda para estudiantes avanzados y recién recibidos; tampoco quise bajar a Montevideo.

-¿En Paysandú había trabajo para vos?
Valery con la tía María Roslik, en Paysandú.
-No, nada, hasta que salió un aviso en el diario que solicitaba programadores. Envié mis antecedentes, me citaron a una entrevista y me seleccionaron para hacer un curso de dos semanas. Luego rendimos examen, y quedamos cuatro en una empresa de software financiero con sede en Montevideo, que abrió una oficina en Paysandú. Era algo nuevo para mí, que nada sabía de bancos, ¡pero aprendí! Mi cargo es de programador, aunque tenga el título de ingeniero, porque así son las cosas: hay que hacer carrera trabajando. La firma tiene clientes en clientes en Paraguay, Brasil, México, Colombia, Bolivia. Mi tarea es hacer una parte del programa, dentro de una operativa dividida en dos: el núcleo del sistema y la operativa del usuario. Nosotros desarrollamos las operaciones que sirven como interfase entre el usuario y el sistema, con un lenguaje propio desarrollado por la empresa Desde julio del año pasado atendemos al Banco Ganadero de Bolivia, que tiene su matriz en Santa Cruz de la Sierra. En los últimos ocho meses, estoy mucho más tiempo allá que acá, ¡Me gusta el trabajo!

-Mencionabas que tu otra vocación es la música…
-¡Vocación y más! Si por mí fuera viviría de la música, pero la realidad no es lo que deseamos, sino lo que es. ¡Si lo sabremos los Roslik! A los once años sentí la necesidad de ejecutar un instrumento, primero fue el piano, pero no di con el profesor correcto, me aburrí y dejé. A los 17 descubrí el rock pesado, el thrash metal, que me encantó: Metallica, Megadeth, Slayer, Antharx, los cuatro grandes, también los brasileños de Sepultura. Por los finlandeses de Stratovarius comencé a tocar la guitarra; también me gusta la banda rusa Arkona, un metal pagano o vikingo, con una cantante que hace las dos voces: Masha Scream. Hace un tiempo vengo muy prendido al death metal sueco, me fascina Opeth, que entre sus líneas tiene a un bajista uruguayo y antes también un batero. Después que acostumbrás la oreja al metal, ¡es difícil bajar!

-¿Cómo se traen esos ritmos nórdicos, paganos, a Paysandú, tierra de poesía y folclore?
22 de diciembre de 1983, cuando
Valery cumplió un mes de vida.
(Archivo Roslik)
-Cuando te apasiona algo tan pesado, tu circuito musical es el under. Nunca fundé una banda, siempre me llamaron. En la que estuve más tiempo se llamaba Pariah, con la que grabamos demos, salíamos mucho de toque, y con la que llegamos a la semifinal de un Pilsen Rock en Durazno. Cuando se desarmó, porque la mayoría se fue a estudiar fuera de Paysandú, nació Vademekum. Las dos bandas son conocidas en el departamento, aunque sean muy de sótano. También me apasiona grabar metal, que no es lo mismo que mezclar candombe, murga o rock nacional. Me pasé horas en Internet, aprendiendo cómo tratar el metal en un estudio.

-Parece evidente que llevas una vida como la de cualquier joven, pero eres el hijo de Vladimir Roslik, con lo que significa en un tema ético como los derechos humanos.
-Sí, lo sé, pero, de la misma forma que no me sentí obligado a ser médico para honrar la memoria de mi padre, tampoco asumí el papel de luchador social por naturaleza. En mi caso fue un proceso lento. La primera vez que me di cuenta quién era Vladimir Roslik fue en la jardinera, cuando vi que mis compañeros tenían a su papá y su mamá. En aquel momento había algo que me angustiaba, pero que no sabía explicar. Las maestras de la Escuela Nº 94 no me lo decían, pero me hacían sentir que era el hijo de alguien distinto, que no estaba físicamente pero que tenía una presencia fuerte en sus emociones. Nadie vio sufrir a mi madre como yo, por más que ella siempre trató y aún trata de disimularlo. La vi llorar, angustiarse, envejecer, la vi enfermarse por la impunidad de quienes asesinaron a mi padre, pero recién después de la adolescencia sentí la necesidad de acompañarla.

-¿Qué se cumplan tres décadas del asesinato te provoca una emoción especial? Los años de su muerte son tus años de vida.
-¡No!, porque es una fecha como cualquier otra, porque su ausencia es un sufrimiento de todos los días. Es un goteo constante de dolor, de impotencia.  Respeto a quienes organizan los actos del 16 de abril, en la Cámara de Diputados, en Fray Bentos, pero ni mi madre ni yo vamos a asistir. En mi caso, porque no siento la necesidad de acompañar una manifestación política que se contradice con una impunidad que viola todos nuestros derechos, y en el de mi madre, porque está aprendiendo a decir “no” por más bien intencionadas que sean las invitaciones. ¿Quién se puede ofender si no participamos en el acto de Fray Bentos? Si por la ciudad caminan muy tranquilos los asesinos de mi padre, protegidos por la indiferencia política y judicial.

-¿Sientes que te queda algo por la verdad y la justicia?

-Siempre estaré dispuesto a seguir insistiendo en el reclamo que inició mi madre, porque deseo que ella pueda ver el resultado judicial de su lucha; pero hubo una señal muy dura, muy negativa, cuando en la elección de 2009 no se aprobó la derogación de la Ley de Caducidad. ¡Nos bajoneamos! Siento que en el actual estado de impunidad se puede aguardar cualquier cosa, ¡pero nada bueno! Hace un tiempo, cambiamos de planes. Nos propusimos mantener viva la memoria de papá en la gente, a través de la Fundación. Nos dimos cuenta que seguir llorando, que recorrer oficinas estatales, bancadas parlamentarias y partidos políticos ayuda muy poco, y nos pusimos a concretar obras para San Javier.

-¿Qué percibes que tienes en común con él?
-Me siento muy parecido, quizá, físicamente no tanto, pero si en gestos y actitudes. Mi madre siempre dice que somos igualitos de carácter. Soy de pocas palabras, muy manso, tranquilo, por lo que me dicen él también lo era. Le encantaba jugar al ajedrez, a la conga, le apasionaba la música, ¡a mí también! Parece que tenemos los mismos gestos en la cara,  que camino de manera similar, que tenemos las mismas cejas finas.

-¿Qué es lo que más te hace recordar a tu padre en la vida diaria?
-Tengo sitios, fotos, objetos, un radiograbador que él utilizaba todos los días con sus casetes de música romántica, muchos cuentos familiares, pero, hay algo que me pasa muy seguido, desde la adolescencia, que a cada rato me lo devuelve a la memoria. Es una pregunta que me han hecho, y me hacen, tantas veces: “¿Qué sos de Vladimir Roslik?”

“A veces siento una nostalgia muy especial por mi padre, cuando pienso que mi madre y él, como buenos rusos, me hubiesen dado muchos hermanos.” 

Valery
“Al nombre se lo puso Vladimir, porque él quería un varón. Yo tenía el nombre de nena: Larisa Vilma. Le llamamos Valery Andrés  por mi abuelo materno, en mi familia también hay muchas Cristinas. Fue deseado desde que Vladimir estuvo en el Penal de Libertad. Cuando iba a visitarlo, a los presos que tenían hijos les correspondía una hora más, ¡en ese momento lo deseé con toda mi alma!  Lo encargamos en Piriápolis, en marzo, y nació el 22 de noviembre. Aquellas vacaciones fueron inolvidables, ¡porque no fallaron!”
María Cristina Zavalkin

San Javier
“No voy tanto como quisiera, últimamente, porque viajo mucho por trabajo. De niño me pasaba los tres meses de vacaciones en la casa de mi abuelo Miguel (Zavalkin) y de mi tía María Elena, la hermana de papá que siempre nos cuidó a mi mamá y a mí, como si representara a mi padre.”

“Me entusiasma colaborar  con un documental sobre la vida de mi padre, de Julián Goyoaga y Germán Tejeira, los productores de la película Anina. Lo interesante de este proyecto es que lo que no se pueda filmar se resolverá con animación digital.”

Fundación
“Estoy en la Comisión Fiscal, trato de aportarle ideas a la directiva y colaboro con lo que sé de tecnología para organizar su funcionamiento. Todavía no me siento preparado para tener un rol más ejecutivo, pero será cuestión de tiempo y conocimiento.”

Macarena
“Conservo un recuerdo muy lindo de mi encuentro con ella cuando participamos en la campaña por la derogación de la ley de caducidad, fue muy emotivo, pero sufrimos una enorme frustración.”

Mary Zavalkin, viuda de Vladimir, presidenta de la Fundación Roslik

Memoria y solidaridad en San Javier

María Cristina Zavalkin en abril de 2014.
-“Ni el compañero de celda de mi esposo, Jorge Gurin, Carozo, ni los médicos que hicieron la segunda autopsia, ninguno quiso hablar conmigo, ¡jamás! La única que se ofreció a contarme algo fue una enfermera que se me aceró  en la fiesta de los cien años de San Javier. ‘¿No te acordás de mí?’, me preguntó. Me dio vergüenza, porque no me daba cuenta quien era. ‘Fui quien te ofreció un cafecito y te dije que a tu esposo lo habían traído muerto desde el cuartel, que no era verdad su fallecimiento en el hospital.’ Ella me dio el teléfono de Burjel. ¡Ese encuentro me emocionó! Quedamos en vernos otra vez, pero, por un lado quiero, y por otro no. Estoy en una etapa en la que me está costando meterme el dedo en la llaga.”
-“Estoy convencida que el que sabe toda la verdad es (Julio María) Sanguinetti, y que el silencio forma parte de su pacto con los militares. Cuando estuve en la Casa del Partido Colorado para solicitar apoyo para conocer el resultado de la segunda autopsia, todos quedaron sorprendidos, menos él. Me trató muy bien, pero siempre con ese aire de que lo sabía todo. ¡No sé, de repente soy injusta! Pero tengo la sensación de que sabe cosas que se guarda.”
-“Cuando al tiempo vi las fotos de la autopsia de Vladimir, en el juzgado militar de la avenida 8 de Octubre, comencé a vomitar  y a sufrir diarrea. Cada vez que me acuerdo de aquellas imágenes horribles, me ocurre bastante seguido, comienzo a sentir contracturas, males de estómago, apago el teléfono, no duermo.”
-“Los militares me devolvieron sólo 27 de los cientos de libros que se llevaron de mi casa aquella noche. ¿Cómo podemos calificar ese hecho?”
Tumba de Roslik
en San Javier.
-“Algunos dicen que el caso de mi esposo está resuelto, que se supo la verdad (yo digo, gracias a los periodistas), que los principales culpables (Sergio Coubarrere y Mario Olivera)  fueron procesados por la justicia militar en aquel momento. ¡Pero estuvieron presos un par de días! Ahora ellos y otros cómplices del crimen andan sueltos por Fray Bentos, como si fueran inocentes.”
-“Que el asesinato de Vladimir estuviera dentro de la Ley de Caducidad era una vergüenza, pero peor todavía fue la desaparición de los expedientes cuando se anunció la reapertura del caso,. Dicen que luego aparecieron en Montevideo. Hace tres años me llamó a declarar la jueza de Fray Bentos (Livia Pignataro), por primera vez hubo una intervención judicial, ¡la primera y la última! Sinceramente, no sé qué pensar.”

Entrevista a Mary Zavalkin en el programa Uno por Uno (Canal VTV, Montevideo, 14 de mayo de 2014) 
https://www.youtube.com/watch?v=YqdXMKLCCxc&feature=youtu.be
https://www.youtube.com/watch?v=UK8GDreBSfw&feature=youtu.be
https://www.youtube.com/watch?v=SIU-0Dxt1m8&feature=youtu.be

Vladimir Roslik
Es el nombre de la Fundación creada el 18 de mayo de 1984, por la viuda del médico rural de San Javier. La institución posee, desde hace tres décadas, la Policlínica Popular Valodia (apodo ruso de Roslik), con cuatro consultorios y un médico de familia responsable del servicio: Eduardo Viera. Desde 2009 administra el Centro CAIF Kalovski (Palomitas), por convenios con INAU e INDA, que atiende a más de 80 niños de hasta tres años. El 27 de julio de 2013, cuando San Javier cumplió un siglo, fue inaugurado el Centro Diurno de Ancianos, en un moderno edificio ubicado detrás del Centro Máximo Gorki. La iniciativa contó con el apoyo del Ministerio de Transporte y Obras Públicas, Banco de Previsión Social, Intendencia de Río Negro, Fundación UPM y una donación de fondos de pensión de Rusia.
La Fundación Roslik posee dos instancias de organización. La Mesa Ejecutiva, que integran María Cristina Zavalkin (presidenta), Ana Semikin (vicepresidenta), Nelly Chulak (secretaria general). La Comisión Administradora está conformada por: María José Olivera (tesorera),  Fátima Silva (protesorera), Zoia Chulak, Clara Chaparenco, José Erramuspe, Yaqueline de Los santos, María Elena Roslik, María del Coral Pauletti, Luis Antonio Viera, Gladys Mabel Kalabujov (vocales).

Eduardo Laluz, médico militar que participó en la segunda autopsia del cuerpo de Vladimir Roslik 
“Nuestro silencio es un deber ético”

-Doctor, estoy en la casa de Mary y Valery, a la vuelta de la suya, ¿puedo verlo para charlar sobre el informe técnico que reveló el crimen de Roslik?
-Discúlpeme, pero tengo que salir, me voy a Montevideo…
-Entonces, ¿puedo verlo allá?
-No, discúlpeme, del caso Roslik nunca  hablé, y nunca voy a hablar, ¡no se enoje!
-¿Por qué el silencio persiste treinta años después? ¿Fue un pacto entre los médicos?
-No señor, no hubo un pacto, siempre actuamos de forma individual, de acuerdo a nuestra conciencia. Creo que de eso no hay dudas, ¿no?
-Ninguna, al contrario, dignificaron la profesión médica en un momento de dolor y terror. No se olvide, que usted es el único que queda vivo de aquel equipo…
-Sí, lamentablemente, mis colegas ya no están, algunos de ellos eran muy amigos. ¡Los tengo muy presentes! Lo que se hizo en aquel momento, fue en aquel momento. Todo lo que puedo decir, está en el propio informe, ¿para qué seguir escarbando en el dolor?
-Doctor, en este momento, Mary Zavalkin me muestra la cesárea que le hizo hace treinta años. ¿Valery nació por usted?
-Sí, ella es una gran mujer, el muchacho es muy bueno, pero le habrá dicho que yo no era su médico. Ese parto le correspondía al doctor Burjel. Como él no estaba en aquel momento, intervine por estar en la guardia. ¡Fue una casualidad!
-¿Le parece casualidad que el mismo médico que la asistió en el parto de su único hijo, fue también quien reveló la verdad sobre la muerte de su esposo?
-¡Eso lo dice usted! Para mí fue una casualidad, dicho con todo el cariño que siento por ambos. Ese parto le correspondía a Burjel, porque yo no era amigo de Roslik, lo conocía sólo como colega de San Javier. En ambos casos, el nacimiento y la autopsia, cumplimos con nuestro deber profesional, no creo que sea necesario decir mucho más.
-¿Sintió miedo por las represalias que podría sufrir como médico militar?
-No, nunca sentí miedo, nunca lo hablé con mis compañeros, pero estoy seguro que ellos tampoco. Nuestro silencio es respeto por el dolor y convicción ética. ¡No se enoje! me tengo que ir.
-¡Gracias doctor! La última pregunta: ¿qué siente cuando recuerda su participación en un acto médico memorable para la profesión y para el país?
-(Silencio…)
-¿Satisfacción?
-Lo de “memorable” corre por su cuenta, para nosotros fue ¡deber cumplido! Y me lo llevaré bien guardado acá (seguramente se estaba señalando el corazón). 

30 horas
Domingo 15 de abril de 1984
4 AM. Vladimir Roslik Bichkov, médico rural de San Javier, departamento de Río Negro, casado con María Cristina Zavalkin, padre de Valery, de cuatro meses, fue llevado de su domicilio por fuerzas militares. Mary todavía evoca aquella detención. “Se sentía ruido. Había un escándalo: golpeaban la puerta, parecía que la querían tirar abajo. Se sentía ruido de autos, y yo le dije a Vladimir que podría ser un accidente o algo, y que lo venían a buscar. Él gritaba 'ya voy, ya voy'. En eso se abrió la puerta y él me dijo 'no te asustes, Mary no te asustes, que son soldados'. Lo tenían en la cocina esposado y vi que se lo llevaban, me tiré al suelo y le puse los zapatos y un saquito por arriba. Él gritaba '¡otra vez no, otra vez para pasar por lo mismo, no!’ Nunca más lo vi con vida” Roslik fue trasladado a la comisaría de San Javier y luego al Regimiento 9 de Fray Bentos.



Lunes 16 de abril de 1984
3 AM. Miguel Zavalkin, suegro de Roslik, le informaba a su hija Mary: “Avisaron de la comisaría para que fuéramos a Fray Bentos a retirar el cuerpo de Vladimir.”
6 AM. Mary llegaba a la morgue del hospital de Fray Bentos, donde en una primera instancia se negaron a entregarle el cuerpo de su esposo. También le informaban que se le había practicado una autopsia. Tres horas después recibió un certificado de defunción incompleto, firmado por el doctor Eduardo Saiz.  Pronto inició la tramitación para trasladarlo en ambulancia a Paysandú. En la morgue del cementerio sanducero se realizó la segunda pericia forense. Fueron convocados los médicos militares Aníbal Juan Mojoli, Eduardo Laluz, Adolfo Montauban, Gonzalo Zuasti, Eduardo Saiz, además de Fernando y Jorge Burjel, veedores designados por la familia Roslik, todos ellos adscriptos a la sanidad de las Fuerzas Armadas, y otros testigos que también estaban en el cementerio.
8 PM. Los médicos salieron uno a uno, y Fernando Burjel abrazó a Mary, mientras le comentaba: “Lo único que te puedo decir por ahora es que hiciste muy bien en traerlo, que estuviste muy acertada; me entendés ¿no?”
10 PM. Mary Zavalkin regresaba a San Javier con el cuerpo de Vladimir Roslik.


La prensa dijo
“Llega a Montevideo la viuda de Roslik sin tener el informe de la segunda autopsia”
Titular del diario El Día (23/4/ 1984)

“Viuda de Roslik se reunió con Sanguinetti y Pozzolo”
Titular de El Día (24/4/84)

“Con todo lo cual queremos decir que el comunicado de la DINARP, si aspira a suscitar nuestra inquietud al informarnos sobre actividades subversivas recientemente reanudadas en algún lugar de Río Negro, consigue ciertamente su objetivo. Pero no en grado suficiente para que no insistamos en querer saber qué fue lo que aconteció al Dr. Roslik.”
Columna de opinión del semanario Búsqueda (25/4/1984)

“Caso Roslik: se solicitará a un juez civil una tercera autopsia
Colegio de Abogados hará hoy una firme declaración”
Titular del semanario Convicción (26/04/2014)

“Una nueva pericia forense se habría practicado ayer al cadáver del doctor Vladimir Roslik”
Titular de El Día (26/4/1984)

“Esto siempre ha sido algo muy, no sé, selectivo. A mi marido, pobrecito, siempre lo estaban molestando desde aquella vez en el 80. Tanto, que nunca hacíamos nada, no íbamos a ningún lado, porque él decía que tenía miedo de comprometer a los demás y comprometerse, porque decía que nunca quería pasar por lo mismo otra vez. Nunca. Y entonces, lo único que hacía era ir a jugar un poco a la baraja y después, cuando nació el bebé, esa era su vida, estaba loco de contento con el hijo.”
Mary Zavalkin en reportaje del semanario Aquí (26/4/1984)

 “Luego lo trajo en brazos. Un niño de cuatro meses, con enormes ojos celestes y una sonrisa que ensanchaba sus facciones rusas que llevarán los apellidos de una culpa que quizá nunca logrará entender. Después, un prolongado viaje, llegar a Montevideo y recuperar en parte la paz del anonimato, defensa imposible en un lugar como San Javier, lugar de dos hileras de casas, una decena de boliches y apellidos y caras sospechosamente rusos.”
Crónica del semanario Aquí (26/04/1984)

“Oremos por al alma de Vladimir Roslik que murió asesinado”
Titular del semanario Jaque, 27/04/1984

“Han pasado ya 12 días del episodio y aún no se ha dado a conocer una autopsia en la que participaron seis médicos. La gente se pregunta qué está pasando.”
Información del semanario Correo de los Viernes (27/04/1984)

Roslik, un clamor: Las voces del silencio
Contratapa de Manuel Flores Mora, semanario Jaque (27/04/1984)


“Caso Roslik preocupa al gobierno de los Estados Unidos”
Titular del diario El País (11/05/1984)

“Informe técnico final: Muerte de Roslik, violenta y multicausal
Ruptura de hígado, hemorragia, líquido extraño en pulmón derecho y estómago, equimosis bajo omóplato, edema agudo de pulmón y asfixia.”
Titular del semanario Jaque, 18 de mayo de 1984.