jueves, 25 de abril de 2013

Remigio Asenjo y Lucía Cabeza, una historia de inmigrantes asturianos, pioneros e innovadores en el Arroyo Seco de Montevideo

Por amor y la Santina

Ángeles y Remigio Asenjo,
Lucía Cabeza, en retrato
familiar montevideano, 1915.
(Archivo Asenjo Cabeza)
Poco antes de partir hacia Uruguay, a fines del caliente agosto de 1906, el romántico Remigio le regalaba a su Lucía la sagrada imagen que luego cruzaría el Atlántico como guía de una historia repleta de fe y confianza. A ella le encantó el obsequio, pero no le sorprendió. Era lógico aguardar ese gesto de un esposo tan tierno y cariñoso. Lo abrazó fuertemente mientras le repetía al oído que lo amaba apasionadamente, aunque frente a otros mantenían una pudorosa relación. La estatuita fue al mueble más cercano a la cama matrimonial. Todo Valdesoto sabía que el joven emigraba al lejano Río de la Plata en busca de una oportunidad y en rebelde actitud contra el servicio militar de la monarquía. Lucía se quedó en la casa paterna con Ángeles, de menos de dos años. El reencuentro con Remigio fue en 1910. Debieron cruzar el océano furioso en una interminable travesía de casi cuarenta días. Pero no viajaron solas. Fueron acompañadas y protegidas por la «Santina, pequeña y galana».

Sobre la base del Capítulo 8 del libro Héroes sin bronce. Ediciones Trea, para el Gobierno del Principado de Asturias, Gijón, 2005. 

Santina
Es el nombre más
popular de la Virgen
de Covadonga que
según la leyenda
fue econtrada por
Don Pelayo, héroe
y primer rey astur,
en una cueva de los
Picos de Europa,
en el actual concejo
de Cangas de Onis.
El mito dice que la
imagen ayudó a los
cristianos en la
Batalla de Covadonga,
datada en 722.
Tras su aparición, un
desprendimiento de
rocas diezmó al
ejército del general
árabe Al Qama.
Fue el inicio de la
Reconquista que
culminó en 1492,
con la derrota del
Reino Nazarí
de Granada. La
Santina es patrona
del Principado
de Asturias.
La tarde invernal del 10 de agosto de 2004, Haydeé se preparaba para recibir al insistente desconocido que deseaba escuchar la novelesca historia de sus padres. Al principio se había negado. «No sé, por qué.» Así fue hasta que una noche se sintió placenteramente invadida por sueños amorosos, que no pudo mantener en secreto.
Para  su familia siempre fue Tití. Una hermosa mujer, amable, seductora y cautivante. Tenía una memoria inusual para sus 87 años de entonces, ejercitada por la lectura, largos viajes y entrañables tertulias que difícilmente terminaban antes de la madrugada. «Es cierto, las historias familiares me brotan con mucha facilidad, espontáneamente. Son recuerdos de una persona mayor. Retengo cada detalle de lo que me pasó hace muchos años, pero olvido lo reciente.»
Haydeé nació en Montevideo, el 4 de junio de 1917, pero, por sus venas corría sangre de la más pura estirpe astur. Con dieciocho meses se fue a vivir a Leceñes, el pueblo de su madre y de su hermana Ángeles. «Viajamos a buscar una herencia y nos quedamos tres años hasta 1922.» Las niñas retornaron a Montevideo hablando un perfecto Bable. «Papá nos esperó con un fonógrafo nuevo. Cuando empezaba a sonar me subía a la mesa del comedor bailando y cantando: Gracias hombrín que estáis metido ahí adentro.» Regresó a la tierra ancestral dos veces más: en 1954 y 1982. La rica experiencia afectiva y cultural le dejó una fraterna relación con su sobrino Eloy Noval Cabeza, también leceñés.
Le faltó una materia para recibirse de química farmacéutica. Conocía todos los secretos de la profesión, gracias al íntimo contacto con la pujante industria familiar. Luego intentó seguir el mismo camino, junto con su madre y su hermana, pero no tenía vocación para los negocios. Prefirió estudiar Bibliotecología y dedicarse la mejor parte de su vida a complejos tratados de la Facultad de Medicina de Montevideo.
Haydeé conservaba la preciosa correspondencia que, durante cuatro inacabables años, fue el único contacto entre Lucía y Remigio. Las cartas, enamoradas y discretas, eran tan largas como el tiempo que demoraban en llegar a destino. También guarda muchas, muchísimas fotos, cuidadosamente protegidas en cajas de refinada elegancia; indudablemente de otro tiempo. Las miraba cada vez que necesitó evocar su adorable niñez o cuando recibía una visita que disfrutaba escuchando sus añoranzas.
Su mayor tesoro era la pequeña Santina, la misma que acompañó a su madre y a su hermana en la travesía de 1910, iniciada en Valdesoto. Ambas cruzaron España de norte a sur, para embarcar en Cádiz rumbo al puerto de Montevideo, casi cuarenta días después. La virgencita protege aún el que fuera su dormitorio, amorosamente colocada muy cerca de su cama.

El cuervo de Luz
Remigio en Ortiguero, antes
de los veinte años, 1905.
(Archivo Asenjo Cabeza)
Remigio Asenjo Junco nació en 1884, en Ortiguero, concejo de Cabrales, una localidad de los Picos de Europa cercana a la Santa Cueva de Covadonga. Su vida más joven atravesaba una amplia zona de influencia de Cangas de Onís, primera capital del antiguo Reino de Asturias. Fue el segundo de siete varones. Según mentas de la época, los más diablos que se recuerde.
Sus padres, Felipe y Amalia, fundaron la legendaria taberna cabraliega El Cuervo, tan famosa como el cartel que aun le entrega una sugestiva personalidad. El blanco frente se conserva intacto. Como hace más de un siglo, seduce a sus visitantes sin necesidad de palabras, porque alcanza con la antigua imagen del ave azabache, artísticamente pintada sobre la puerta principal.
La taberna fue el único trabajo de Remigio en su tierra natal. Tan fuerte era la identificación popular de los Asenjo con el negocio, que pocos sabían sus verdaderos nombres. Para el pueblo, aquellos desenfadados jovencitos eran Los Cuervos. La fama no era gratuita. Desde niños se levantaban con el sol de cada mañana, para plantar, criar y elaborar la materia prima de los exquisitos alimentos que servían en el local.
La más famosa especialidad era un queso cabrales que nadie, nunca, pudo imitar en la comarca. Su fórmula secreta se fue a la tumba con el papá de Remigio y su hermano mayor. La elaboración básica era similar a la de tantos de la región. Las tres leches mezcladas –vacuna, ovina y caprina– se colocaban en un molde de madera, forrado con hojas de platanus acerifolia. Más conocido como plátano arce. El suero debía fermentarse y quedar estacionado en el lúgubre vientre de la montaña.
Como regla de oro, los Asenjo jamás sacaban una horma antes de tiempo, aunque perdieran un buen negocio. A lo más secreto de las cuevas, solamente tenía acceso el maestro quesero, que ordenaba el retiro de los demás. El rito era respetado, religiosamente, por todos. La familia adjudicaba un valor fundamental a la mística elaboración del queso más azul de Asturias. «Más azulado y sabroso que el mismísimo roquefort.»
Otras delicias de la taberna eran las carnes de caza, cabrito y roxas de ternera, de calidad suprema por la variedad de pastos de montaña. También se servía salmón y truchas de Cares, conseguidas a poco precio negociando con vecinos que las traían del río para la venta a voluntad. Los comensales encontraban también platos regionales como la fabada, el pote y mariscos del Cantábrico.
La proa de la avenida Agraciada y las calles
Paraguay y Entre Ríos, en 1907. A metros
de allí, tres años después, Lucía se
reencontró con Remigio, por azar o
por intuición amorosa, frente a
la Estación de Tranvías Reducto.
(Archivo Adroher Hnos)
Lucía Cabeza Noval fue siempre Mamá Luz. Nació en Leceñes de Valdesoto, en 1874, en casa de su célebre padre Francisco. Se recibió muy joven de maestra. Trabajó en Santa Eulalia, Yánez, Salles y otros pueblinos, antes de ser contratada por una escuela de párvulos de Ortiguero. Allí conoció al hombre del que se enamoró a sola vista; diez años menor que ella. Remigio era raramente alto, mucho más de un metro setenta, su piel trigueña y sus ojos oscuros. Montañista vocacional, su deporte preferido era intentar el escalamiento del Naranjo de Bulnes, que nunca logró, aunque conocía los secretos de El Cainejo. Infatigable, era capaz de caminar decenas de kilómetros en busca de elevaciones menos dificultosas, en las vecinas Peñamelleras, Onís y Amieva, o en puntos alejados de la Cordillera Cantábrica. Aquella exótica vocación por los deportes de montaña, seguramente, le daba fama de conquistador implacable. No tanto de las cumbres invictas, como de mujeres, que desesperaban por su cortejo.
Lucía retornó a la casa paterna sin recibir la aguardada declaración de amor. Tiempo después, su cuervo voló sorpresivamente hasta Leceñes y allí formalizó la relación. Se casaron y se quedaron a vivir con el famoso patriarca. Ángeles, la primera hija del matrimonio, nació en 1904.
Remigio vino a Montevideo en 1906, cuando iba a ser convocado a quintas militares. No fue reclamado por paisano alguno, pero conocía historias de tantos que habían hecho fortuna en Buenos Aires, México o La Habana. Pero no fue sólo por dinero.
Confiaba en su buena suerte y en el comprensivo ánimo de Lucía, pero, su mayor estímulo era la traviesa mirada de Ángeles. Las primeras dos o tres noches las durmió donde pudo, antes de presentarse en una reunión de españoles. «Fue ayudado por Rafael Alonso, José Méndez, José Nieto e Isidro Menéndez, sus grandes amigos y compañeros de todos los momentos», recordaba siempre Haydeé.
No tardó mucho en conseguir trabajo en la Compañía de Tranvías La Comercial, de capitales estadounidenses, con oficinas en la tradicional avenida Agraciada. Estaba encantado. Además le hacía mucha gracia el nombre del barrio que sería su refugio: Arroyo Seco. Primero fue asistente, rápidamente ascendió a motorman de las líneas eléctricas 46 (Prado-Estación Reducto) y 48 (Aduana-Estación Reducto), luego inspector y cerró su intachable carrera funcional, como capataz general.
La Comisión Directiva del Centro
Asturiano de Montevideo en 1928,
presidida por Manuel García de la Llera,
sentado en el medio. Remigio
Asenjo es el quinto, de pie.
(Archivo Asenjo Cabeza)
En 1910, Lucía no soportó más la distancia. Emprendió una larga travesía atlántica en busca de su Remigio, por entonces muy bien instalado. Todo estaba listo para que se reunieran nuevamente, luego de cuatro años de infinita lejanía. Se despidió nerviosa de sus familiares, en especial de la inconmovible imponencia paterna.
Desde Valdesoto fue al puerto de Cádiz. Allí abordó el majestuoso transatlántico Reina Victoria. Tenía 34 años, viajaba sola, con una niña de seis, a un lugar remoto y desconocido. Una excepcional aventura, que la alejaba definitivamente de la protección paterna, pero que la acercaba a una nueva vida, de total independencia y de responsabilidad.
Para ella, Uruguay era más que una breve lectura de geografía en el Instituto de Magisterio de Oviedo. Significaba una ilusión a punto de ser realidad. No sentía miedo, quizá, por una sincera promesa de amor. Remigio describía en sus cartas un país de avanzada, democrático, donde las mujeres tenían derechos que en España ni soñaban. Vivía muy cómodo, en una calle de nombre agradable: Santa Fe. Pero se sentía solo. Siempre terminaba su enamorada correspondencia de la misma forma: «Las extraño más cada día.»
Mamá Luz era una católica ferviente que oró las cinco semanas de que duró el periplo marítimo, cada día y cada noche. Cuando desde el barco vio por primera vez la bahía y el puerto de Montevideo, se sintió estremecida como nunca antes. Era una ciudad gigantesca de poco más de 300.000 habitantes. Como el arribo se había adelantado unas cuantas horas, Remigio no estaba en la dársena para esperarlas. Pero no se desalentaron. Tomaron el tranvía 48, que tanto conocían por decenas de anécdotas contadas en cartas. Fue un recorrido interminable, que les pareció más extenso que el del bravo Atlántico. Sabían que la Estación Reducto, el destino, quedaba a pocas cuadras de la calle Santa Fe.
Mamá Luz llevaba en la cartera la hermosa imagen que su esposo le había obsequiado poco antes de partir, a la que acudía siempre que estaba en problemas. Cuando descendieron, en la avenida Agraciada, sintieron, como tantas veces, que habían sido guiadas por su dulce protección. Sin mayores explicaciones, allí estaba él, aprontándose para salir hacia el puerto. ¿Casualidad o intuición amorosa? Ninguna de las dos. Para ellas fue un nuevo milagro de la Santina.

Fuente de vida
Remigio, de túnica blanca abierta,
entre amigos y compañeros del Centro
Asturiano, en su quiosco de cerveza
americana del Parque Rodó. A su
lado posa El Gaitero, empleado
del comercio y personaje de la época.
Montevideo, 1931.
(Archivo Asenjo Cabeza)
Corría el año 1922. Como buen paisano, Remigio tenía la obsesión de la independencia económica. Con el dinero que pudo ahorrar, más una herencia de Lucía y su habilidad negociadora, compró una fábrica. Con los años fue una marca de época en el comercio montevideano: Fuentes de Soda y Bebidas sin Alcohol. No fue el único pionero de los refrescos cola en el país, pero sí su más creativo promotor.
La firma había pertenecido a su amigo José Méndez Jardón, quien, generosamente, le facilitó sus relaciones comerciales con la casa matriz de los refrescos estadounidenses Hires. Además, tenía la elaboración exclusiva de la soda Paraíso.
Se trataba de un muy buen negocio, pero José también era paisano, y, como tal, audaz emprendedor. Le entregó las Fuentes a Remigio y se dedicó a exportar tasajo e importar ron y tabaco cubano. Antes de 1930, Méndez Jardón tenía una de las fortunas más sólidas de Montevideo y una reconocida firma de comercio exterior rioplatense. Así fue durante toda la primera mitad del siglo pasado.
«Méndez había dejado un puente con las principales tecnologías para la elaboración, transporte y venta de bebidas. Le facilitó contactos y le enseñó todos los secretos para comprar buenos repuestos, y para conseguir el jarabe de Hires en las mejores condiciones. Años después nosotras seguíamos recibiendo los catálogos de nuevos productos norteamericanos», contaba Haydeé.
Asenjo fue el primer importador de tanques de soda con capacidad de sesenta litros, construidos en estaño y forrados de hierro. Se colocaban en el piso, desde donde salía una disimulada cañería, hasta una canilla que quedaba a la altura de la tapa del mostrador. El sistema era la última moda en Estados Unidos. Allí se servía la cerveza con alcohol. Pero el estaño perdía rápidamente sus cualidades y las tapas se quebraban muy fácilmente.
Remigio pasó varias semanas pensando una solución para el problema, hasta que, una tarde la encontró cuando caminaba por la calle Dante. Intuitivamente se metió en la marmolería de Laviere, Biataca e hijos. Con ellos diseñó un mostrador muy especial. «Como primer atributo, era precioso.»
La tapa indestructible fue fabricada en mármol, calculando espacios para perforarla a la altura de cada uno de los tanques desde donde salía la soda. Encima de los huecos se colocaban conos de distinto color que indicaban la bebida que se estaba sirviendo. Detrás de cada cono estaban las canillas conectadas directamente al barril. «Era encantador ver aquellos grandes vasos con refresco Hires, elaborado al pie del barril y coronado con una atractiva espuma», evocaba Haydeé.
Remigio Asenjo en la portada del
libro Héroes sin Bronce. Crónica
de pasiones asturianas en tierra
uruguaya
, Gijón, 2005.
(Principado de Asturias)
La voluntad de pionero de Remigio no fue quebrada por los primeros signos de una enfermedad que ya comenzaba a provocarle intensos dolores. Viendo que el negocio florecía, abrió un novedoso quiosco en el Parque Urbano. Por entonces un centro de recreación pública muy distinto al actual Parque Rodó.
Allí vendía solamente dos productos: cerveza americana y sándwiches de miga. Enfrente tenía la dura competencia del histórico restorán Forte di Makale; pero comenzó a crecer proporcionalmente con la espontánea publicidad boca a boca de sus clientes.
«La playa Ramírez era mucho más linda que ahora. Tenía una hermosa terraza de madera, igual que Pocitos y Capurro. La gente caminaba por la rambla y luego cenaba allí mismo. Si deseaban algo más formal, o ya era de noche, lo lógico era el restorán. Pero en un día de sol primaveral o veraniego, el paseo era la calesita, la ola gigante, los botecitos, o el circo Sarrasani. Luego, casi siempre iban a los quioscos. Era lo mejor, porque les permitía, a padres e hijos, comer y jugar al aire libre. Aunque compartían muchos clientes con el Forte di Makale, en general eran públicos y horarios distintos.»
El parador era obligado punto de reunión de todos los asturianos, a muchos de los cuales Remigio jamás negó una invitación en sincero gesto de agradecimiento. «Los amigos de Papá iban a pasear y a comer, sábados y domingos. Su socio Ceferino Martínez solía enojarse, porque era muy generoso con las visitas. Y no es que fuera derrochón, porque el negocio iba realmente muy bien y le permitía convidar a su costo.»
La vida de la familia Asenjo Cabeza transcurrió entre los barrios Arroyo Seco y Prado, en el oeste de la capital uruguaya. Haydeé había nacido en la calle Aguilar entre Agraciada y Rondeau, al lado de la Imprenta Nacional de Montevideo. Allí vivió hasta 1923. Luego se mudaron a Santa Fe 1207, entre Zapicán y Arroyo Grande. «En 1928, surgió la oportunidad de comprar un terreno vacío muy barato que le permitió construir la planta industrial y una casa muy cómoda. Por supuesto, como era decidido, no se lo perdió.» El viernes 17 de febrero de ese año, inauguraba la vivienda en San Fructuoso 1229 y la fábrica en el 1231.

Pequeña y galana
Haydeé Asenjo Cabeza, Tití,
en 2004,con la imagen de la
Santina que acompañó a su
madre Lucía y a su hermana
Ángeles en la travesía de
Valdesoto a Montevideo.
(Revista Galería, de Búsqueda)
Remigio murió en 1931, a los 47 años. Dejó de trabajar cuando el cáncer de laringe le provocó sufrimientos insoportables y después de que una avanzada metástasis atacó todo su cuerpo. No pudo cumplir sus proyectos de expansión hacia el oeste de la ciudad, con eje sobre el hermoso Prado y su costanera sobre el arroyo Miguelete. «Disfrutó muy poco de las horas de gloria de la fábrica, porque cuando comenzaba a crecer el consumo de refrescos, lamentablemente, se enfermó.»
A mediados de la década de 1950 sus hijas sintieron la necesidad de ver la documentación que registraba el heroico arribo a Montevideo. Las hermanas revisaron cada archivo de Inmigración y de la Aduana. Así encontraron, luego de una paciente búsqueda, las fichas de ingreso de su madre y de su padre.
Las jóvenes mujeres sintieron una serena paz. Era el resultado de aquella milagrosa historia que tantas veces les contaron, transformada luego en digna vida de inmigrantes. Mamá Luz falleció en febrero de 1966, a los 92 años. Ángeles en 1994, pocos días antes de cumplir los 90.
Haydeé recibió de ellas la Santina. Su amada guía espiritual, que fue su sagrada compañera hasta el último día, a fines de 2008. Seguramente, el primero del reencuentro con su añorada familia. «Orar no es solo agradecer, también es suplicar, pedir auxilio.» Para ella, la devoción era mucho más que una cuestión de fe. Para sus sobrinas y sus sobrinos siempre será Tití.

Liberal y republicano
Remigio Asenjo era un demócrata convencido. Un opositor de la Restauración borbónica impuesta tras la caída de la Primera República. Criticaba con dureza al rey Alfonso XIII y al férreo conservadurismo de Alejandro Pidal y Mon. Sentía una profunda aversión por el servicio militar obligatorio.
Equipo del Club Nacional de Football
en gira por América del Norte, 1927.
Sus principales jugadores eran vecinos
de los barrios Arroyo Seco y Bella Vista,

y cercanos amigos de Remigio:
José Nasazzi, Héctor Scarone,
José Pedro Cea, Leandro Andrade,
Ángel Romano, Héctor Castro.
(C. N. de F.)
«La palabra ejército le provocaba escozor, de solo mencionarla. Era un idealista sin medida. Un inmigrante libertario que nunca se propuso hacer fortuna. Lo que logró, fue fruto del ingenio y la responsabilidad, más que de la ambición material», repetía Haydeé con una amplia sonrisa.

Cerveza americana
El creativo empresario traía desde los Estados Unidos un extracto pastoso que luego transformaba en jarabe, al que adicionaba sabores de hierbas naturales; por ejemplo: zarzaparrilla. En el vaso se colocaba el sabor elegido, un poco de azúcar y espumina. El efecto se completaba con la presión de la soda. Era la famosa «cerveza americana», sin alcohol, furor montevideano de las primeras décadas del siglo pasado.

Bolita y corona
«Los primeros refrescos venían en oscuras botellitas de vidrio, de 180 centímetros cúbicos. Cerradas con un complejo sistema, conocido como la bolita. El consumidor debía presionar con el dedo la tapa esférica de metal, para desplazarla hasta un pequeño recipiente ubicado al lado del pico. Alguien dijo que la bolita era antihigiénica y la cambió por la chapa corona. Papá siempre estaba al día con la tecnología», reseñaba Haydeé Asenjo Cabeza.

El Vixilu
Francisco Cabeza Vigil, El Vixilu,
visionario emprendedor e inventor
de talento inusual.  E
l Ayuntamiento
de Siero, su máxima obra, fue
abierto el 24 de octubre de 1888.
(La Nueva España, Oviedo)
Francisco Cabeza Vigil, padre de Lucía, fue el más increíble personaje de la familia. Nació en 1835, en una antigua casa de Leceñes, la más famosa de la parroquia sierense de Valdesoto. Fue carretero de carbón a los quince años, con un carro arrastrado por una pareja de vacas. Hacía el trayecto desde Carbayín hasta el puerto de Gijón cruzando pueblos sin rutas. Utilizó la ganancia para adquirir herramientas de carpintería artesanal, a pesar del disgusto materno. Su primera obra fue un llamativo instrumento musical, conocido en su época como «Violín de Vixilu».
A los 24 años se casó con Brígida Noval Casal, de Cotiellos de Valdesoto. La pareja tuvo ocho hijos, cinco varones y tres mujeres. Quedó viudo a los 36, mientras iniciaba la mayor obra de su pueblo por encargo de adinerados «americanos» de Cuba: la Casona de Faes, en Leceñes. Poco después se casó con Eulogia, su ama de llaves, de 56 años. «La tenía guardada en el armario», comentaba Haydeé con picardía.
Era un republicano liberal, severo y responsable, pero también religioso y caritativo; admirado por el desinterés de sus obras de solidaridad con vecinos desamparados. A los 50 años, construyó el Ayuntamiento de Siero. Poco después diseñó y levantó estaciones del Ferrocarril Económico de Asturias, desde Oviedo a Infiesto. En el último año del siglo XIX reconstruyó la antigua iglesia de San Bartolomé de Nava.
En 1883, el gobierno sierense todavía funcionaba en una casa de la calle San Antonio N° 8, de Pola de Siero. Era una construcción en piedra y adobe, vieja y destartalada, con dos puertas principales que lindaban con una callejuela que iba directamente a la Plaza de Cabo Noval. Fue el 5 de febrero de ese año que las autoridades decidieron hacer un nuevo edificio. Más acorde con las necesidades políticas y administrativas de una comarca en crecimiento. Debía ser un punto céntrico, con capacidad y dependencias que permitieran la actividad consistorial. Escogieron un terreno de la carretera Oviedo–Torrelavega, propiedad del Marqués de Santa Cruz de Marcenado. El 25 de febrero de 1884 se presentaron expropiaciones, presupuestos y planos. El noble recibió 73.673 pesetas de la época, ¡mucho dinero!
El Ayuntamiento y la Plaza de
Pola de Sieroantes de 1900.
(Principado de Asturias)
El 27 de marzo de 1886 la obra fue adjudicada a El Vixilu. Según la oferta, el edificio tendría 28 metros de fachada y 17 de fondo. Se penalizaba con 30 pesetas cada día de demora. Gregorio Vigil Escalera y Crespo –alcalde de Siero– aceptó la propuesta. El edificio se inauguró el 24 de octubre de 1888. Una fecha difícil de hallar en los archivos, porque se fue olvidando con el paso del tiempo.
Cuando cumplió un siglo el histórico proyecto del Ayuntamiento hubo una gran celebración popular en Pola de Siero, en honor a tan magnífica iniciativa. En medio de grandes festejos, las autoridades de Valdesoto rescataron dos desinteresadas obras de El Vixilu. La reconstrucción de la antigua iglesia de San Bartolomé de Nava y el heroico proceso de creación de las estaciones de segunda clase de Colloto, Noreña, El Berrón, Pola de Siero, Lieres e Infiesto y los aparaderos de Mieres y Ceceda. Los revisionistas descubrieron que había realizado todos los trabajos a su costo. Hasta 1894 no cobró, siquiera un «duro».
El periodista Enrique Medina, en el diario La Nueva España, informó hace pocos años sobre originales descubrimiento del leceñés. El más creativo fue un sistema de transmisión mecánica diseñado en piezas de madera. «En aquella época Valdesoto tenía en activo 28 molinos. Era necesario que funcionasen de la mejor forma posible, pero tenían muchos problemas y estaban parados frecuentemente por averías. Francisco estudió el caso e ideó una reforma, no conocida hasta entonces, que presentó en una fábrica muy importante de Oviedo: La Majonya», cuenta su bisnieto Eloy Noval Cabeza, autor de un libro biográfico.
El histórico edificio en la actualidad.
(Principado de Asturias)
Los ingenieros no estuvieron de acuerdo con la propuesta. Le dijeron, irónicamente, que ningún molino podría funcionar con ese mecanismo supuestamente disparatado. Sintió dolor en el alma, pero, lejos de deprimirse, regresó inmediatamente a su taller. «Construyó en madera la pieza reformada con su nueva tecnología y la presentó, funcionando correctamente. Sorprendidos, los técnicos la adaptaron en hierro y la aplicaron como prueba en el molín de Alfonsín.» Un ensayo que duró más de nueve décadas, sin errores, ni defecciones.
El Vixilu falleció el 4 de octubre de 1915, a los 80 años, en su casa de La Rotella. Nunca estuvo en Uruguay, ni en la Argentina, ni en Cuba, adonde emigraron sus hijos. Tierras remotas que amó entrañablemente, a la distancia. Sus restos descansan en Valdesoto. Su memoria progresista fue liberada de la injusta cárcel del olvido.

Cabeza
«El aporte y la influencia de un pueblo no se puede medir por el esplendor de algunas figuras, sino por su continuidad», opina José Luis Pérez de Castro, en Huella y Presencia de Asturias en el Uruguay. El erudito se refería a muchos de sus colegas y compatriotas. En especial, a un recordable narrador que marcó época en la prensa montevideana: Juan Antonio Cabeza.
El cronista astur escribió sobre temas españoles y europeos, en revistas, semanarios, y en los suplementos culturales y femeninos del tradicional matutino La Mañana. Su pluma vertiginosa, denotaba a un valiente intelectual, que aceptó el titánico desafío de describir la dolorosa «España Interior» humillada por el franquismo. Pérez de Castro subraya una inolvidable colaboración, publicada el 14 de agosto de 1960, con el título: Junto a la butaca de Pérez de Ayala.

Huella y Presencia de
Asturias en Uruguay
, de
José Luis Pérez de Castro,
Montevideo, 1961.
(Centro Asturiano-
Casa de Asturias)
Viejo Gallo
El pianista y compositor Manuel Campoamor nació en 1877, en una sólida familia de Vegadeo radicada en el Arroyo Seco. Fue pionero de la llamada «Guardia Vieja». Un grupo de autores de tangos «nostálgicos y amilongados». Eximio cultor de la música popular rioplatense, con una señalada producción: En el séptimo cielo; La metralla; La cara de la luna; Sargento Cabral. Más tarde escribió: Pablo viejo; Muy de la garganta; Mi capitán; La percanta; Ahí nomás y el célebre Gallo viejo. Don Manuel murió en su ley –con una copa, entre un piano y un bandoneón– en la madrugada de 18 de noviembre de 1941.

Memoria sonora
Descendiente de bimenenses, el compositor y director de orquesta Carlos Estrada, nació el 15 de setiembre de 1909. Su primera creación fue Rocío en 1930, para canto y piano. En 1936 fundó la Orquesta de Cámara de Montevideo y en 1939 dirigió en Inglaterra y Francia. Fue director del Conservatorio Nacional de Música y de la Orquesta Sinfónica Municipal. Sus obras más importantes: Dos suites para cuerdas y Sinfonía en Concierto N° 1. Su muerte, el 8 de mayo de 1970, impidió la terminación de una segunda sinfonía. Una tranquila calle de dos cuadras, en el barrio La Chacarita, evoca su sonoro talento.

Manuel De la Llera
El gijonés emigró a Montevideo a principios del pasado siglo. Aquí alcanzó fama como concertista de flauta e integrante de la Orquesta Sinfónica del SODRE. Fue director de coros de los institutos de formación docente y del Orfeón del Centro Asturiano de Montevideo. Presidió la institución en dos períodos: 1928-1930 y 1937-1938. En el primero, acompañado por Remigio Asenjo.
En el archivo del musicólogo Lauro Ayestarán, hay dos obras del maestro. Ante la estatua de Artigas, himno a dos voces con acompañamiento de piano y letra de Fermín Garicoits. La Aurora, canción-danza para tres grupos de niños y a dos voces, con acompañamiento de piano, armonium e instrumentos acordados y poesía. Manuel García de la Llera falleció en julio de 1938.

El Intérprete
Agraciada. Estratégica avenida que cruza Montevideo de centro a oeste. Comienza en el Palacio Legislativo y finaliza en Carlos María Ramírez, tradicional camino al Cerro. Recuerda a la pequeña playa de «La Graseada» del río Uruguay, donde desembarcaron los Treinta y Tres Orientales, el 19 de abril de 1825, en el episodio inicial de la «Cruzada Libertadora» contra la ocupación brasileña.
Amieva. Concejo oriental de los Picos de Europa, de 113,90 kilómetros cuadrados y 950 habitantes, de sólidas alturas rocosas y abundante masa forestal. Capital: Sames. Gentilicio: amievano.
Arroyo Seco. Durante muchos años, los montevideanos discutieron sobre el topónimo de este legendario barrio del centro-oeste, vertebrado por la avenida Agraciada. Algunos se lo adjudicaban a una corriente de poco caudal, que se secaba en el verano, mientras que otros, sostenían que lleva el nombre del saladerista Juan José Seco. Fuentes documentales permiten afirmar que la versión cierta es la primera. El famoso empresario porteño se radicó en la zona, años después del fraccionamiento.
Batalla de Covadonga. Gesta, leyenda, mito. La más célebre acción militar de la alta Edad Media, tuvo lugar en 722, en un paraje de Cangas de Onís. Enfrentó al noble –visigodo o gijonés, según contradictorias teorías– Pelayo y al berebere Al Qama, enviado de Munuza, gobernador musulmán de Gijón. Fue la primera victoria de los rebeldes cristianos, hito de la Reconquista e inicio del Reino de Asturias. El combate ha sido puesto en duda por la ortodoxia histórica, que considera inaceptables algunos datos de las Crónicas de Alfonso III, con referencias a una intervención milagrosa de la virgen.
Cabrales. Concejo suroccidental, de 238,29 kilómetros cuadrados y dos mil habitantes. Se caracteriza por una accidentada geografía, donde reina el incomparable Naranjo de Bulnes, conmovedora elevación de los Picos de Europa. Los primeros documentos municipales datan de 1188, con firma de Alfonso IX, pero, durante siglos, fue escenario de sanguinarias guerras dinásticas, que cambiaron su extensión y administración. En Cabrales nació Diego de Colio, segundo de Hernán Cortés, en la conquista de México. Capital: Carreña. Gentilicio: cabraliego o cabralés.
Cádiz. Tacita de Plata. El puerto más antiguo de occidente, capital de la homónima provincia andaluza, de 135 mil habitantes. Según la leyenda, fue fundada por fenicios de Tiro, en 1100 de la era anterior. La bautizaron Gadir, sinónimo de fortaleza. Para los griegos fue Gadeira y para los romanos Gades, conmovidos por la leyenda de Hércules, vencedor de Gerión, gigante de tres cabezas. Ciudad de aventureros y conquistadores, punto de partida hacia el Nuevo Mundo y escenario de las mayores batallas navales de la historia hispana. Gentilicio: gaditano.
Cangas de Onís. Cangues d’Onís. Histórica capital y emblemático concejo septentrional de los Picos de Europa, de 212,75 kilómetros cuadrados y seis mil habitantes. Es la gloriosa cuna del Reino de Asturias y punto inicial de la gesta reconquistadora contra el invasor árabe. Fue escenario de la mítica batalla de Covadonga, en 722, ganada por los rebeldes cristianos, refugiados en las montañas, imponentes e invencibles. El nombre «Kangas» aparece en un documento del año 946, transformado en Cangas, en 1115. El apelativo de Onís data de 1378. Alfonso XIII le otorgó título de ciudad, en 1908. Fue duramente reprimida por el franquismo, aunque le resultó imposible someter por completo a un pueblo bizarro, destinado a resistir. En la segunda mitad del decimonoveno siglo, sufrió una fuerte emigración hacia las Américas. El 11 de noviembre de 1978, en el salón de sesiones del Ayuntamiento de Cangas de Onís, se constituyó el Consejo Regional, antecedente de la actual Junta General del Principado. El cuerpo elaboró el proyecto de Estatuto de Autonomía, sancionado por el rey Juan Carlos, el 30 de diciembre de 1981. Gentilicio: cangalés.
Capurro. Barrio del oeste montevideano, que recuerda a los políticos, ingenieros y empresarios, Juan Alberto y Federico Capurro. Entre los méritos compartidos, es memorable la instalación de una gran destilería de alcoholes, base para la creación de la planta de la estatal ANCAP, en la pequeña playa que lleva sus nombres.
Cares. Poderoso río del oriente asturiano, de 50 kilómetros de extensión, famoso por su agua límpida y esmeraldada. Nace en la cordillera Cantábrica, a mitad de camino confluye con el Deva y desemboca en el mar. Además de su agreste belleza, ofrece la mejor variedad de truchas y salmones de la región. En temporada de pesca, es un sitio privilegiado para el turismo de aventura.
Colombes. Localidad de las afueras de París, en cuyo «stadium» se disputaron los IX Juegos Olímpicos, en 1924. La selección uruguaya campeona de fútbol, formó así: Andrés Mazzali, José Nasazzi y Pedro Arispe; José Leandro Andrade, José Vidal y Alfredo Ghierra; Santos Urdinarán, Héctor Scarone, Pedro Petrone, Pedro Cea y Ángel Romano.
Cordillera Cantábrica. Barrera física y climática del norte de España, que se extiende por 483 kilómetros, a lo largo de la línea costera del mar homónimo. Es un ecosistema de grandes masas boscosas, que dan refugio a flora y fauna, declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO.
Covadonga. Real Sitiu de Covadonga. Es el principal atractivo religioso, cultural y turístico del Principado de Asturias. Se ubica en las estribaciones del macizo central de los Picos de Europa, al fondo de un estrecho valle, cerrado a poniente por el monte Auseva, labrado por el curso del penetrante río homónimo. El relieve agreste y la abundante vegetación, hacen de este paisaje uno de los más evocadores y emocionantes de la geografía española. La Santa Cueva es un hueco natural formado por disolución de la roca caliza. En su interior se encuentra la sagrada imagen de la Santina, que según la tradición, se apareció a Pelayo, en el campo de batalla. El caudillo recibió su aliento, que trasmitió a los combatientes cristianos, en el mismo lugar donde está el santuario. El vocablo significa «Cova longa» o «Cueva larga».
Duro. Antigua moneda española de plata, de valor cinco pesetas.
Guardia Vieja. Período juvenil del tango, que duró hasta 1925. El primer cuatro del siglo de la música «típica» del Río de la Plata, fue altamente creativo. Se basó en la interpretación de tercetos –flauta, guitarra y arpa– y cuartetos iniciales, que incorporaban al violín, como aporte de la inmigración judía o al bandoneón, reemplazante del órgano en las pequeñas iglesias rurales alemanas. Luego se sumó el piano, procedente de la cultura francesa, para completar la fisonomía de la orquesta tradicional. La madurez del género que deslumbra al mundo, se consolidó con la presencia cosmopolita de Carlos Gardel.
Habanero. Gentilicio de La Habana, capital de Cuba.
Hombrín. Hombre pequeño.
Imprenta Nacional. Institución dependiente del Ministerio de Educación y Cultura, dedicada a la edición de libros y publicaciones.
Miguelete. Extenso arroyo que cruza Montevideo de norte a suroeste, muy apreciado hasta principios del siglo anterior, por los vergeles naturales de su costanera que embellecían el Prado. Actualmente sufre la contaminación de residuos industriales tóxicos. Debe el nombre a los Migueletes, antiguo regimiento hispano de caballería.
Motorman. Conductor de tranvías.
Naranjo de Bulnes. Picu Urriello. La montaña más emblemática de la Cordillera Cantábrica, símbolo del montañismo español. La hermosa silueta de este singular monolito, de 2.519 metros, es inconfundible cuando se le divisa desde diversos puntos de Cabrales. Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa, y el pastor Gregorio Pérez, El Cainejo, tuvieron el honor de dominar su cima por primera vez, el 5 de agosto de 1904. Medio siglo después, fue instalada allí, una imagen de la virgen de las Nieves, del artista Antonio Rodríguez Sampedro.
Onís. El más pequeño concejo cordillerano, tiene 75,42 kilómetros cuadrados y 900 habitantes. Su célebre cueva del Oso contiene esqueletos únicos, de una cría de rinocerontes lanudos. También hay huellas abundantes de poblamiento humano, en las paleolíticas Vitatrescueva, Valpori y Quiliama. Por su territorio huyeron los musulmanes derrotados por Pelayo, descendiendo el Cares. Muy cerca de allí, fueron sorprendidos por el argayo (corrimiento de tierra) del monte Subiedes. En 1994, Felipe de Borbón visitó la pradería de Lindebobia, para entregar a pastores, el Premio al Pueblo Ejemplar. «Mujeres y hombres que han sabido ganarse la admiración y respeto de todo, por su abnegada y ejemplar lealtad a tradiciones y modos de vida, cuyas raíces se hunden en el tiempo.» Un sólido monolito recuerda esa fecha. Capital: Benia de Onís. Gentilicio: onisano.
Peñamellera. Son dos, muy parecidas entre sí –Alta y Baja–, una al lado de la otra. Peñamellera Alta tiene 92,18 kilómetros cuadrados y 750 habitantes. Alles, su capital, se ubica en la ladera de la sierra de Cuera. Peñamellera Baja tiene 83,85 kilómetros cuadrados y 1.600 habitantes. Panes, su capital, esta situada en la amplia vega del Deva-Cares.
Parque Rodó. Tradicional espacio de esparcimiento, creado a principios del siglo pasado, como Parque Urbano. Está ubicado frente a la playa Ramírez. Tiene tres áreas definidas: la verde, con un amplio lago artificial; la de juegos infantiles y la del Museo Nacional de Artes Plásticas y Visuales, la Facultad de Ingeniería y el Teatro de Verano Ramón Collazo, dedicado a espectáculos populares y de carnaval. El 14 de junio de 1917 recibió el nombre del notable escritor, por decreto de la ex Junta Económico-Administrativa.
Picos de Europa. Picos d’Europa. Constituye la principal y casi única representación de la alta montaña en Asturias. En el mapa parece un nudo rocoso de la cordillera Cantábrica, pero, geomorfológicamente es un sistema independiente alzado sobre un bloque de caliza carbonífera, de dos mil metros es espesor. Esta divido en tres unidades orográficas, de oeste a este: Picos de Cornión, Picos de Urrieles y Andra. La complejidad estructural se traduce en fuertes desniveles físicos, condiciones ambientales heterogéneas y diversidad biológica. Su cota más elevada es el Torrecerredo, de 2.648 metros. El Parque Nacional de los Picos de Europa, tiene una superficie total de 247 kilómetros cuadrados, que se extienden a través de los concejos asturianos de Amieva, Cangas de Onís, Onís, Cabrales y Peñamellera Baja. El 9 de julio de 2003, la UNESCO le concedió la más alta distinción que puede recibir un espacio protegido, Reserva de la Biosfera.
Pola. Puebla.
Pote. Sazonado plato asturiano, elaborado con verzas, fabas, patatas, cebolla, repollo y compango.
Prado (Oriental). Tradicional barrio del centro-oeste montevideano, caracterizado por mansiones finiseculares, museos y el tradicional parque de 102 hectáreas, situado a tres kilómetros del Centro. Está bañado por el arroyo Miguelete y rodeado por las avenidas, Agraciada, Lucas Obes, Joaquín Suárez y Luis Alberto de Herrera. Tuvo su origen en la Quinta del Buen Retiro, del millonario José Buschental, que contrató al célebre paisajista francés Lasseaux. La propiedad de veinte mil varas fue rematada el 1 de enero de 1872 y adquirida por un descendiente de villaviciosinos, Adolfo del Campo, que la denominó Prado Oriental y la inauguró como espacio público. Tiene un Jardín Botánico, un rosedal único en el continente, un hotel de reminiscencia romántica y obras maestras de la escultura nacional.
Primera República. Primer periodo democrático en la historia de España, iniciado el 11 de febrero de 1873, proclamado tras la abdicación de Amadeo de Saboya. En sus agitados once meses, tuvo cuatro presidentes: Estanislao Figueras y Moragas, Francesc Pi i Margall, Nicolás Salmerón y Alonso y Emilio Castelar. Finalizó en 1784, con el golpe de Estado del general Manuel Pavía Rodríguez de Alburquerque, que disolvió el parlamento y restauró la monarquía, con Alfonso XII.
Queso cabrales. Quesu cabrales. Variedad original de Asturias, de textura grasa y corteza natural. Su color es blanco con zonas y vetas de color azul verdoso. El sabor es levemente picante, más acusado cuando se agrega leche de oveja y cabra, puras o en mezcla. Se produce en la comarca de los Picos de Europa, especialmente en los concejos de Cabrales y Cangas de Onís. Cuenta con denominación de origen, desde 1981.
Quintas. Acción y efecto de ser sorteado para el servicio militar.
Rambla. Amplia faja costera de veinte kilómetros de extensión, que permite recorrer las playas de Montevideo. Las más concurridas: Ramírez, Pocitos, Buceo, Malvín y Carrasco.
Ramírez. La más antigua y la que inicia la cadena de playas del este montevideano. Está ubicada frente al Parque Rodó.
Reino de Asturias. Reinu d’Asturies. Pequeño territorio de montaña, fundado en 718 por Pelayo, quien, tras la victoria de Covadonga, se estableció en la inexpugnable Cangas de Onís. El primer monarca fue Favila, hijo del mítico caudillo, sucedido por Alfonso I, iniciador de la expansión cantábrica, desde Galicia a Vizcaya. Ramiro I construyó riqueza patrimonial, y la regia ovetense de Alfonso II El Casto, gozó de esplendor político y militar. El último fue Alfonso III El Magno, culto y humanista. El historiador oficial de la Monarquía Asturiana, debió repartir posesiones entre sus hijos mayores. Astures y leoneses fueron aglutinados por Fruela II, creador en 924, del Reino de León.
Restauración borbónica. Periodo de la historia hispana, que se inició en 1874. Se caracterizó por la estabilidad institucional, la conformación de un modelo conservador y el surgimiento de movimientos sociales y políticos de la revolución industrial. La decadencia llegó con la Guerra de Marruecos y la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Se cerró con la proclamación de la Segunda República, el 14 de abril de 1931.
Santina. Imagen sagrada de la virgen de Covadonga.
SODRE. Servicio Oficial de Radiodifusión del Estado. Ente público creado en 1927, que administra salas culturales, radios y canales de televisión.
Zarzaparrilla. Bebida refrescante preparada con las bayas globosas y la raíz del arbusto esmiláceo medicinal. 

martes, 23 de abril de 2013

Dámaso Antonio Larrañaga, paradójico pionero religioso e intelectual de la Provincia Oriental artiguista, la Cisplatina brasileña y el Uruguay independiente


El primer sabio rioplatense

Fue capellán de la resistencia criolla contra la Invasiones Inglesas, expulsado de Montevideo por su apoyo a los rebeldes orientales triunfadores en la Batalla de Las Piedras. Fue decisivo en el inicio del proceso revolucionario liderado por José Artigas y uno de los dos diputados electos antes del Congreso de Tres Cruces. Fue creador y primer director de la Biblioteca Pública, actual Biblioteca Nacional. En el acto de fundación, del 26 de mayo de 1816, Artigas pronunció su memorable discurso: “Sean los orientales, tan ilustrados como valientes.” Pronto abandonó al Protector de los Pueblos Libres, hasta la traición, cuando viajó a Río de Janeiro para agradecerle su derrota al rey Juan VI de Portugal y luego como diputado al Congreso Cisplatino  que votó la anexión del territorio  oriental al Brasil. En la Cruzada Libertadora se mantuvo leal a la potencia ocupante, pero fue electo senador del recién creado Estado Oriental del Uruguay independiente, con proyectos memorables de restricción de la pena de muerte y abolición de la esclavitud. Fue un pionero científico y escritor prolífico. Cuando era párroco de la Iglesia Matriz, editó Diario de viaje de Montevideo a Paysandú y reunió elementos para sus ensayos sobre la desaparecida lengua chaná. En Diario de Historia Natural contó sus observaciones sobre fauna, flora y mineralogía, y en Diario de la Chácara describió  su vida a orillas del arroyo Miguelete, donde vivió en la Guerra Grande. Aquel era territorio del Gobierno del Cerrito, blanco-federal, pero se declaró neutral, con tanto éxito, que a su muerte recibió honores de General de la República, también en la Montevideo colorado-unitaria. Fue el  primer vicario apostólico del país y primer rector designado de la Universidad de la República, que no asumió por haber fallecido antes de su apertura.

Sobre la base de Biografías Uruguayas (El País, 2012) y un artículo publicado en el suplemento Instrucciones del Año XIII (Caras y Caretas, Montevideo, 12 de abril de 2013).

Sacerdote, político, naturalista, escritor, filósofo, antiesclavista. Nació el 9 de diciembre de 1771, cuando Montevideo alcanzó su máxima influencia hispánica como Apostadero Naval del Atlántico Sur con jurisdicción desde las Islas Malvinas y la Patagonia argentina hasta las costas africanas de Fernando Poo y Annobón en el golfo de Guinea. Su padre, el vasco Manuel de Larrañaga, miembro del Cabildo colonial, pronto aceptó su vocación religiosa expresada en la Escuela de los Padres Franciscanos donde estudió Latín y Filosofía. Todavía adolescente viajó a Córdoba y Buenos Aires para realizar el Seminario y la Teología, hasta su ordenación sacerdotal en 1799.
A principios de 1804 era teniente cura en la Iglesia Matriz y capellán de las milicias criollas que tres años después lucharon contra las Invasiones Inglesas. Por su apoyo a José Artigas y su bendición a los patriotas sublevados en la Banda Oriental, tras el memorable triunfo en la Batalla de Las Piedras fue expulsado de Montevideo.
Monumento a Larrañaga,
en Montevideo, obra del
escultor uruguayo
Severino Pose.
(MEC)
A principios de 1813 fue electo diputado a la Asamblea General Constituyente y Soberana convocada por el Segundo Triunvirato que gobernaba las Provincias Unidas del Río de la Plata, pero nunca asumió el cargo. En el Congreso de Tres Cruces fue sustituido por Tomás García de Zúñiga, luego rechazado por la Asamblea del Año XIII reunida en Buenos Aires. Larrañaga vivía por entonces en la capital argentina, donde permaneció hasta principios de 1815, cuando retornó para sumarse al gobierno de la Provincia Oriental.
Fue colaborador muy cercano de Artigas, y muy probable redactor de muchos de los documentos políticos, económicos y sociales de la Liga Federal, la "Patria Grande" creada sobre la base de tres ideales: Independencia, República, Federación. Muchas veces fue intermediario entre el Jefe de los Orientales y sus enemigos de Buenos Aires, pero en 1816 se sumó a la corriente antiartiguista.
Cuando los patriotas orientales fueron derrotados por los invasores portugueses aceptó acompañar a Jerónimo Pío Bianqui en una misión humillante: viajaron a Río de Janeiro para agradecerle la intervención al rey Juan VI de Portugal. En 1821 fue diputado al Congreso Cisplatino convocado por el general ocupante Carlos Federico Lecor, en el que se acordó la incorporación de la Banda Oriental al Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve. Trató de atenuar la crítica de sus antiguos compañeros de lucha, la mayoría presos, clandestinos o exiliados, con el argumento de que así se había conseguido la calidad de Estado autónomo, con sus fueros y privilegios.
La política era su obligación y la ciencia su pasión, como corresponsal de destacados sabios de su tiempo: Jacques Alexandre Bonpland y Agustín Saint-Hilaire. Por recomendación de ambos fue en la Sociedad de Historia Natural de París, mientras fundaba la Sociedad Lancasteriana, responsable de una escuela que formó a destacados líderes rioplatenses.
En 1824 fue designado Vicario Apostólico de Montevideo, y como tal no participó en la Cruzada Libertadora lidera un año después por Juan Antonio Lavalleja, porque entendió que su investidura lo obligaba a ser respetuoso y fiel a los brasileños.
En 1830, luego de creado el Estado Oriental del Uruguay, fue electo senador por el departamento de Montevideo. Presentó proyectos de ley innovadores para su tiempo: restricción de la pena de muerte a casos especiales, de emancipación de los esclavos y una iniciativa de creación de cátedras universitarias.
Retrato de Larrañaga que lo evoca como
primer Vicario Apostólico de Uruguay.
(Obispado de Montevieo)
Larrañaga vivió los últimos años retirado en su quinta del arroyo Miguelete, sin participar en la Guerra Grande (1939-1851) que enfrentó a los dos partidos históricos: blancos contra colorados. Por entonces sufría una ceguera casi total pero nunca dejó de trabajar: sus familiares escribían lo que él dictaba.
Como Vicario Apostólico, máxima autoridad eclesiástica del país, fue designado como primer rector de la Universidad de la República. Un cargo merecido, otorgado por el blanco Manuel Oribe, pero que nunca ejerció. La institución fue inaugurada un año después de su muerte, el 6 de febrero de 1848, por un ataque cerebral.
El Gobierno del Cerrito, blanco-federal, le rindió honores póstumos en su entierro en la Capilla de la Sacra Familia. El Gobierno de la Defensa, colorado-unitario, lo despidió con un oficio fúnebre en la Catedral de Montevideo en el que se le rindieron honores de General de la República. El cargo de rector, que tanto anheló, le correspondió a Lorenzo Antonio Fernández, su sucesor eclesiástico.

Tres Cruces
La escultura se
alza en el cruce
de la avenida
Larrañaga con
8 de Octubre y
 Luis A. de Herrera.
(Intendencia de
Montevideo)
En el histórico Congreso de Abril realizado en la antigua chacra de Manuel Sainz de Cavia fueron electos los seis diputados orientales ante la Asamblea General Constituyente y Soberana de la Provincias Unidas del Río de la Plata. En el encuentro se votó el reemplazo de Dámaso Antonio Larrañaga por Tomás García de Zúñiga y un segundo delegado montevideano: Mateo Vidal. También fueron elegidos: Francisco Bruno de Rivarola (Soriano), Marco Salcedo ( San José y San Juan Bautista) y otro argentino: Felipe Santiago Cardoso (Canelones) el único que no era sacerdote. Los cinco elegidos estaban muy cerca del Protector de los Pueblos Libres, y tres de ellos (Rivarola, Salcedo y Vidal, que vivían en la Banda Oriental) fueron los encargados de llevar a Buenos Aires las “Instrucciones del Año XIII”. El único aceptado por fue el sacerdote argentino Juan Dámaso Gómez Fonseca, representante por Maldonado, que asumió el 9 de abril de 1813.

Apuntes
Sacerdote, naturalista, filósofo, escritor, antiesclavista, personalidad política de su tiempo, figura influyente en el proceso revolucionario liderado por José Artigas y en la organización la Provincia Oriental artiguista. Como diplomático tuvo un papel relevante en el nacimiento del Uruguay independiente.

Larrañaga escribió, entre 1813 y 1824, un Diario de Historia Natural, y entre 1818 y 1823 un Diario de la Chácara que describe su vida a orillas del arroyo Miguelete. Publicó un libro de Botánica y otro de Zoología. También se dedicó a la Astronomía mediante el uso del telescopio, y utilizó el microscopio hasta el punto de padecer una grave afección en su vista y quedar ciego.

Clasificó más 646 especies de vegetales y 504 animales de nuestro territorio, entre tantas, 216 variedades de insectos incluyendo 19 tipos de hormigas. Describió un nuevo género de ave, al que denominó Azarina en honor al naturalista español Félix de Azara.

En 1815, cuando era párroco de la Iglesia Matriz, viajó a Paysandú para acercar la posición de Artigas con el Cabildo de Montevideo, pero nunca llegó a Purificación, donde se instaló el primer gobierno patrio. En el trayecto escribió su Diario de viaje de Montevideo a Paysandú, y reunió elementos para sus ensayos sobre la desaparecida lengua chaná.

Dámaso Antonio Larrañaga fue creador y primer director de la Biblioteca Pública, luego llamada Nacional. En el acto de fundación, del 26 de mayo de 1816, José Artigas pronunció su memorable discurso: “Sean los orientales, tan ilustrados como valientes.”

Un invento criollo
Oso hormiguero dibujado por Larrañaga.
(Apuntes de Historia Natural)
Yo estuve muy divertido viendo la habilidad de nuestros paisanos que miraban el paso del río como una diversión para ellos… Con cueros hicieron pelotas con el pelo para dentro, formando unos cuatro picos recogidos con huascas y dejando plano el fondo, las cargaron de los fusiles y recados y demás ropa y por medio de unas cuerdas las tiraban, o bien por los caballos o bien por ellos mismos a nado, a pesar de la mucha corriente. Otros que tenían confianza en su caballo se arrojaban al agua con silla y vestidos llevando el fusil levantado y pasaban muy fácilmente mojándose solamente los calzadores.
Uno de los que hicieron esto fue el sargento. Nosotros que veíamos esto tomamos confianza y nos resolvimos a pasar. Para ello ataron dos lazos largos a la cola de dos caballos, y prendiéndolos al coche tiraban de él como lo hicieran las mulas a la cincha. Este fue para mí y para cualquier otro observador del mundo antiguo un espectáculo tan extraño que creo no se practica sino en América, en donde la falta de recurso hace descubrimientos cuya práctica sería utilísima, aún en la misma Europa, cuando urge muchas veces vadear los ríos sin puentes en retiradas apuradas o sorpresas del enemigo. Bien que siempre se echaría de menos la destreza de nuestra gente en el caballo.”
Diario de Viaje de Montevideo a Paysandú, fechadas el 2 de junio de 1815, a las 11 de la mañana.

Frases
Viaje de Montevideo a
Paysandú, edición 1993.
(Banda Oriental)
Una biblioteca es el foco en que se reconcentran las luces más brillantes, que se han esparcido por los sabios de todos los tiempos.”
Reflexión de Larrañaga en el acto de apertura de la Biblioteca Popular.

“Yo siempre gustaba mucho conversar con nuestras gentes porque sé que más descubrimientos se deben a la casualidad, mejor diré, a la práctica, que a los vanos y estériles sistemas de la Filosofía.”
Evocación escrita en la Quinta de Miguelete, c. 1845.

“Amante, desde niño, del estudio, comenzó la carrera de medicina, que luego abandonó por la eclesiástica. La primera le familiarizó con la ciencia y sus problemas, dejando en su espíritu una permanente inquietud por descubrir los secretos de la naturaleza; la segunda, lejos de sumergirlo en la vida puramente contemplativa, le permitió cumplir con su deber de patriota. Trabajó con dignidad y humanismo para mejorar las leyes del país. Se debe recordar que le cupo el honor de presentar un proyecto de ley por el cual se abolía la pena de muerte.”
Carlos Alberto Garibaldi, historiador argentino.


Museo de Historia Natural
Dámaso Antonio Larrañaga,
rambla del Buceo, Montevideo.
(MEC)
"Como escritor, pertenece más a la arqueología literaria que a la verdadera literatura. Sin embargo, el Diario de viaje de Montevideo a Paysandú es un relato de singular interés. Sin pretensiones de hacer obra literaria, Larrañaga logra una descripción veraz de nuestro campo. Aunque le preocupan fundamentalmente las observaciones sobre fauna, flora y mineralogía de esta provincia, lo que se entrevé en el relato es el estado de abandono de la campaña, la absoluta ausencia de industrias, la generalizada pobreza, rayana en la miseria. Tal vez un recurso literario de Larrañaga consista en mostrar las cosas directamente, no en nombrarlas o describirlas. Lo que se advierte a cada trecho es la falta de colonización, la ruinosa presencia del latifundio, el ausentismo del propietario, aun la falta de propietarios. Bien que Larrañaga, a fines de su relato, se anime a decir las cosas por su nombre -discreta, punzantemente- y se refiera al pueblo de Víboras (actual Carmelo) y a su aspiración de trasladarse hasta la costa del río Uruguay y tener allí un puerto. 'Pero se lo impide un individuo poderoso que se ha apropiado de aquellas tierras y las tiene enteramente despobladas, no permitiendo ni que se construya un rancho.' El Uruguay es, en este documento, tierra semi-baldía poblada por cardales y perros cimarrones.”

Busto de Larrañaga en el
Museo de Historia Natural.
(MEC)
Larrañaga es extremadamente objetivo. No se permite la menor efusión. Si se emociona es cuando contempla, maravillado, el majestuoso río Uruguay, y piensa que nunca jamás volverá a verlo. De sus compatriotas nos deja retratos que tienen un verismo casi fotográfico. La imagen de Fructuoso Rivera (a quien llama Ribero) difiere mucho de la que nos han proporcionado los románticos, aunque reconozca que el joven vencedor de Guayabos tenía bastante desembarazo y urbanidad. A José Artigas lo muestra sumido en un espartanismo al que mejor habría que llamar pobreza lisa y llana."

"Su obra, más allá de previsibles arideces, tiene lo que hoy día hemos dado en llamar valor testimonial. Como documento debe ser leída, y no como composición literaria. Es un primitivo, en la mejor acepción del vocablo. Larrañaga escribió también una Oración Inaugural con motivo de la apertura de la Biblioteca pública, y Fábulas americanas (1826), donde se denota la influencia de Iriarte y Samaniego."
Tres citas de la obra 100 autores del Uruguay. Alberto Paganini, Alejandro Paternain, Gabriel Saad, edición de Capítulo Oriental.

Para leer
Diario del viaje de Montevideo a Paysandú. Dámaso Antonio Larrañaga, edición del Instituto Nacional del Libro, 1994, con prólogo del historiador José de Torres Wilson.

Página web del Ministerio de Educación y Cultura:
http://www.mec.gub.uy/academiadeletras/DANNOMBRE/Larranaga.htm

De Montevideo a Paysandú
Mapa de la Liga Federal
liderada por José Artigas.
(Uruguay Educa)
Es un relato minucioso y ameno sobre la travesía que inició a fines de mayo de 1815 con destino al cuartel sanducero de José Artigas. Fue un viaje largo y difícil, por la constante amenaza de fieras, la falta de alimentos y de sitios para descansar. Atravesó la naciente Provincia Oriental como mediador del Cabildo de Montevideo que proponía un acercamiento con el caudillo. La reunión duró tres días y luego regresó a su ciudad. 
Larrañaga describió a Paysandú como un “pueblo de indios”, ubicado a unas 22 leguas (110 kilómetros) de Mercedes, con una población de no más de 25 vecinos, en su mayoría cristianizados. "Hasta la iglesia era un rancho que no se distinguía demasiado de los demás", comentó luego el sacerdote. 
En abril de 1815 el Jefe de los Orientales había trasladado su cuartel de Mercedes a Paysandú, como paso previo a la creación del Campamento de Purificación, a orillas del arroyo Hervidero. "Nuestro alojamiento fue la habitación del General. La habitación era de dos piezas de azotea, una de cuatro varas, otra de seis, con otro rancho contiguo que servía de cocina. Sus muebles se reducían a una petaca de cuero y unos catres sin colchón que servían de cama y de sofá al mismo tiempo.
"En cada pieza había una mesa ordinaria como las que se estilan en el campo, una para escribir y otra para comer. Me parece que había también un banco y unas tres sillas muy pobres. Todo daba indicio de un verdadero espartanismo. Fuimos recibidos por Miguel Manuel Francisco Barreiro, joven de 25 años, pariente y secretario del general, y que ha participado de sus trabajos y privaciones: es menudo y débil de complexión, tiene un talento extraordinario, es afluente en su conversación y su semblante es cogitabundo, carácter que no desmienten sus escritos en las largas contestaciones, principalmente con el gobierno de Buenos Aires, como es notorio.
Sello postal que conmemoró los
200 años del nacimiento de
Dámaso Antonio Larrañaga, 1971.
(Dirección Nacional de Correos)
A las cuatro de la tarde llegó el general José Artigas acompañado de un ayudante y una pequeña escolta. Nos recibió sin la menor etiqueta. En nada parecía un general: su traje era de paisano, y muy sencillo: pantalón y chaqueta azul sin vivos ni vueltas, zapato y media blanca de algodón; sombrero redondo y un capote de bayetón eran todas sus galas, y aun todo esto pobre y viejo. Es hombre de una estatura regular y robusta, de color bastante blanco, de muy buenas facciones, con la nariz algo aguileña; pelo negro y con pocas canas; aparenta tener unos 48 años. Su conversación tiene atractivo, habla quedo y pausado; no es fácil sorprenderlo con largos razonamientos, pues reduce la dificultad a pocas palabras, y, lleno de experiencia, tiene una previsión y un tino extraordinario. Conoce mucho el corazón humano, principalmente el de nuestros paisanos, y así no hay quien le iguale en el arte de manejarlos. Todos le rodean y todos le siguen con amor, no obstante que viven desnudos y llenos de miserias a su lado, no por falta de recursos sino por no oprimir a los pueblos con contribuciones, prefiriendo dejar el mando al ver que no se cumplían sus disposiciones en esta parte, que ha sido uno de los principales motivos de nuestra misión.
Billete de 2.000 pesos uruguayos con la
imagen de Larrañaga en el anverso, 2003.
(Banco Central del Uruguay)
Nuestras sesiones duraron hasta la hora de la cena. Esta fue correspondiente al tren y boato de nuestro general: un poco de asado de vaca, caldo, un guiso de carne, pan ordinario y vino, servido en una taza de café por falta de vasos de vidrio; cuatro cucharas de hierro estañado, sin tenedores ni cuchillos, sino los que cada uno traía, dos o tres platos de loza, una fuente de peltre cuyos bordes estaban despegados; por asiento tres sillas y la petaca, quedando los demás en pie. Véase aquí en lo que consistió el servicio de nuestra mesa, cubierta de unos manteles de algodón de Misiones pero sin servilletas, y aún según supe, mucho de esto era prestado. Acabada la cena, nos fuimos a dormir y me cede el general, no sólo su catre de cuero sino también su cuarto, y se retiró a un rancho. No oyó mis excusas, desatendió mi resistencia, y no hubo forma de hacerlo ceder en este punto. Yo, como no estaba aún bien acostumbrado al espartanismo, no obstante el que ya habíamos ensayado un poco en el viaje, hice tender mi colchón y descansamos bastante bien.”
Descripción de su encuentro con José Artigas, en Diario de viaje de Montevideo a Paysandú.

Biblioteca Popular, Biblioteca Nacional
Primera sede de la Biblioteca
Popular en la planta alta

del Fuerte de la
Ciudad Vieja, actual
Plaza Zabala.
(CDF-Montevideo)
Dámaso Antonio Larrañaga envió una carta al Cabildo de Montevideo, el 4 de agosto de 1815, en la que propuso crear una biblioteca pública donde pudiesen concurrir los jóvenes y todos aquellos que estuviesen interesados en acceder al saber. "Es necesario suplir con buenos libros, la falta de maestros e instituciones", fue su argumento.José Artigas, instalado en el Campamento de Purificación, ocho días después redactó una nota con el visto bueno a la iniciativa. El primer aporte de libros llegó a través del legado del presbítero José Manuel Pérez Castellano, luego se sumaron aportes de José Raimundo Guerra, los padres franciscanos y del Larrañaga quien poseía una colección única en la Provincia Oriental.

Actual sede de la Biblioteca Nacional,
en 18 de Julio y Tristán Narvaja, con
Cervantes a la izqueirda de su frente.
(MEC)
La primera Biblioteca Pública fue abierta el 26 de mayo de 1816 en los altos del Fuerte del Gobernador de Montevideo, actual Plaza Zabala con una “Oración Inaugural” del director Larrañaga: "Una biblioteca no es otra cosa que un domicilio o ilustre asamblea en que se reúnen, como de asiento, todos los más sublimes ingenios del orbe literario o por mejor decir, el foco en que se reconcentran las luces más brillantes que se han esparcido por los sabios de todos los países y de todos los tiempos. Estas luces son las que el ilustrado y el Gobierno vienen a hacer comunes a sus conciudadanos."
Por resolución de Artigas, el 30 de mayo de 1816, los centinelas del ejército oriental usaron como santo y seña: "Sean los orientales tan ilustrados como valientes", como adhesión al nuevo centro cultural.
En 1926 el gobierno uruguayo adquirió el predio del actual edificio de la Biblioteca Nacional, de 18 de Julio 1790 y Tristán Narvaja. La piedra fundamental se colocó el 26 de mayo de 1937, se ocupó en 1955 y la nueva sede fue inaugurada en 1964. Una construcción neoclásica de 4.000 metros cuadrados, con dos monumentos al frente que describen su compromiso con la cultura universal: Sócrates y Cervantes.
Sócrates en la
Biblioteca Nacional.
(MEC)
La Biblioteca Nacional es la única institución que perdura desde la Provincia Oriental. En la actualidad sus objetivos son recopilar, conservar, acrecentar, procesar y difundir el patrimonio bibliográfico y documental nacional, como unidad ejecutora del Ministerio de Educación y Cultura. Su misión es preservar el patrimonio bibliográfico y el acceso libre y público de todos los ciudadanos.Su acervo supera los 900.000 volúmenes de libros, folletos y publicaciones periódicas nacionales y extranjeras. Atesora, además, un valioso archivo documental literario uruguayo, así como importantes colecciones de mapas, planos, fotografías, postales y grabados.