sábado, 7 de octubre de 2017

José López Mazz, antropólogo forense, arqueólogo, miembro de la Comisión del Patrimonio

El Día del Patrimonio es una gran fiesta pop”

Foto: Cecilia García, Sala de Redacción
(Licenciatura de Comunicación, LICCOM,
Udelar, Montevideo, 2014)
No creo que dos días aislados sean el fiel reflejo de una buena gestión patrimonial. Recordando la ingeniosa expresión de un miembro de la Comisión: los uruguayos hemos creado una gran fiesta pop de la cultura", afirma el antropólogo forense y arqueólogo especializado en la Historia y la Prehistoria uruguaya. Las reflexiones de José López Mazz mantienen toda actualidad, once años después de una entrevista realizada con motivo de las jornadas que en 2006 evocaron al ingeniero Eladio Dieste, mientras se desarrollan los Días del Patrimonio dedicados a La Cumparsita en los cien años de su estreno. En esta edición, la vigésimotercera, se aguarda la participación de  más de un millón de ciudadanos que saldrán a disfrutar de objetos e historias del "Rey de los Tangos", un símbolo mayor del ritmo rioplatense declarado Bien Inmaterial de la Humanidad. Creado en 1995, el Día del Patrimonio al principio fue una recorrida por sitios arquitectónicos y monumentales. Con el paso del tiempo se transformó en la mayor fiesta cultural del país, por la incorporación de nuevos sitios (artísticos, educativos, políticos, deportivos, arqueológicos, industriales, tecnológicos), que dio lugar a una participación cada año más masiva, y por la tarea de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales que apelan a la diversidad como una seña de identidad uruguaya. “De repente la gran fiesta pop deja una impresión bárbara, participa una multitud, pero no se manifiesta en los otros 363 días", anotaba José López Mazz, docente universitario e investigador, que desde 2005 forma parte de la Comisión del Patrimonio. 

Sobre la base de una entrevista publicada en La Diaria (Montevideo, 3 de octubre de 2006), actualizada en 2017. 

—“El Día del Patrimonio conserva un rol importante desde su primera edición, en 1995, porque ayuda a sensibilizar a la gente, pero me gustaría que no se quedara solo en el espectáculo de dos días. El patrimonio cultural está presente en el artículo 34 de la Constitución, que lo reconoce como un derecho.”
—“La evaluación que solemos hacer cada año es positiva, pero, recordando una ingeniosa expresión de un antiguo miembro de la Comisión: 'es una gran fiesta pop'. No creo que dos días aislados sean el fiel reflejo de una buena gestión.”
—“La preservación del patrimonio no solo es visitar sitios una vez al año, con todo el marketing y la publicidad. Es un asunto de ciudadanía, no de intelectuales que demuestran su conocimiento sobre bienes históricos, de iluminados que encuentran y descubren verdades reveladas. Me gustaría que, de una vez por todas, la fiesta pop que convoca a tanto público también convoque a la ejecución de cambios reales en la gestión del patrimonio. La primera autocrítica es nuestra, por nuestra responsabilidad institucional.”
—“De repente la gran fiesta pop deja una impresión bárbara, participa una multitud, pero no se manifiesta en los otros 363 días. Hay que separar las cosas, porque no todas la empresas que respaldan son tan respetuosas con el patrimonio. Soy muy crítico, el mercado es el mercado, la imagen de marca es la imagen de marca.”
—“Hay un montón de empresas que asocian su marca, cada vez más, porque les sirve estar presentes en una fiesta tan popular, con tan buena prensa, porque se trata de una causa que ennoblece sus productos.”
—“La costumbre de celebrar el patrimonio en jornadas tan metidas en el alma de la gente debe ser considerado un logro, pero, solo nos enteramos si fuimos capaces de sensibilizar a la población, cuando no se demuele una casa de valor histórico, cuando no se realiza un reciclaje con fines especulativos, cuando no son llevados al exterior o maltratados objetos de nuestro acervo artístico y cultural. Cada pérdida de un bien para la Comisión es un fracaso que no mitiga que el Día del Patrimonio sea un muy espectáculo atractivo." 

Educación, educación, educación
—“La Comisión del Patrimonio tiene una responsabilidad que no siempre se aprecia. Somos el organismo de contralor de elementos que para el país, y muchas veces más allá de nuestras fronteras, poseen mucho valor, pero para quienes están en el negocio solo tienen un precio. Todo el tiempo, nuestro trabajo es discriminar entre valor y precio.
—“El trabajo de la Comisión no siempre se reflejan en el respeto de los bienes patrimoniales, por un problema fundamental: falta educación. Se ha mejorado, pero no se han cumplido con expectativas fundamentales. A través de la escuela, los niños dicen, cada vez más: 'Papá, no fumes'. Pero no hemos conseguido que se consolide una educación patrimonial. La gestión cultural es como la del ambiente. Si una curtiembre arroja agua contaminada, es penalizada, pero si un constructor demuele una casa con valor histórico, como mucho recibe críticas en las redes sociales, pero difícilmente la sanción vaya más allá de una multa.” 

Mangueras, museos, narrativa 
—“Fui testigo de cómo y cuánto, en el departamento de Rocha se han vendido por metro las mangueras de piedra, divisorias de los campos, testimonios de la construcción económica del país. Hace (más de veinte) años, cuando trabajaba en Tacuarembó, fui testigo de cómo eran adquiridas para utilizar los cantos rodados. Las mangueras de piedra están protegidas en todo el mundo. Vayan a Kentucky a venderlas, es un delito; ¡allá las muestran con orgullo! En Uruguay quedan muy pocas, pese a tratarse de monumentos históricos, testimonios de la agropecuaria nacional de dos siglos. ¿Por qué? Porque aquí homenajeamos a personas muertas y recordamos objetos destruidos.”
—“Los museos uruguayos, en su mayoría, siguen siendo depósitos de bellezas muertas; es un debe colectivo del país, aunque se mejoró en estos años. Nos faltan espacios dignos, disfrutables, atractivos para su apropiación por los ciudadanos. Un museo es un espejo del país, suele ser la vitrina de la ideología nacional. Si se exponen objetos de mala o regular calidad, o poco representativos, estamos haciendo el ridículo.”
—“Los recursos culturales deben estar a disposición de la sociedad, a través de instituciones cercanas a la gente. Es muy bueno que las regiones tengan sus propios centros de interpretación patrimonial. En Europa, cuando se arma un museo, la gente está encantada de llevar piezas que tengan que ver con su familia. Aquí, lamentablemente, muchos piden plata o se roban los objetos. Es una vergüenza que el dinero invertido en investigación no se refleje en el desarrollo de una narrativa museística. Las instituciones no suelen quedar relegadas al voluntarismo de algunas personas. Bien gestionados, los museos dan trabajo y generan desarrollo.” 

¿Mal necesario? 
—“A veces parece que la Comisión del Patrimonio es vista desde el poder político apenas como un mal necesario. Se ha mejorado, pero todavía se llevan obras de arte, se destruyen bienes valiosos en reciclajes sin control. Hay un tema de recursos. Los técnicos de la Comisión están mal pagos, cuando debieran tener el mismo estatus que los funcionarios de la DGI. Son pocos los expertos que ejercen su tarea en dedicación exclusiva, cuando debiera ser algo de todos, o de la mayoría. Un técnico que toma decisiones sobre el patrimonio, no debe tener otro trabajo que el de contralor. No está bien ser juez y parte.”
—“El Estado debiera ser más sensible con la Comisión. Un ejemplo redundante, desde hace muchos años: el Laboratorio de Arqueología trata asuntos de valor estratégico para el país, pero sus profesionales están mal pagos y sufren presiones."
"El Estado todavía se debe una reingeniería institucional. Tiene todas las herramientas: la ley 14.040, de creación de la Comisión del Patrimonio; la 16.466, de Medio Ambiente; la 17.234 que dio lugar a un Sistema Nacional de Áreas Protegidas que reconoce que los paisajes culturales deben ser protegidos igual que los ecosistemas. Desde el punto de vista normativo el país ofrece estándares europeos, el problema está en la práctica.” 

Industrias culturales 
—“La cultura es una muy rica actividad económica, que necesita investigación, desarrollo, innovación (I+D+i). En estos años hemos mejorado, pero todavía falta mucha formación de recursos humanos estratégicos. En las naciones más avanzadas hace mucho tiempo que se habla de Gestión Integral del Patrimonio Cultural (GIPC), que se inicia con la investigación para saber qué significó un objeto material dentro de su periodo histórico. La investigación le instituye identidad cultural al bien y al lugar. Después viene la etapa de restauración y conservación de lo que se recuperó, porque el bien suele estar roto o incompleto. El tercer paso es la protección. Si hay una actividad económica que sistemáticamente le inflige un daño al patrimonio, entonces es necesaria una ley o por lo menos una reglamentación. El cuarto es la socialización, poner los objetos al alcance de la educación, de la cultura, del turismo, por tratarse de un recurso del país.”
—“Las industrias culturales, bien gestionadas, no dan pérdidas. Dos ejemplos cercanos a mi experiencia que necesitan una buena estrategia: el Caserío de los Negros y los Cerritos de los Indios. En el primero es necesario crear un sitio atractivo, visitable, dentro de un barrio de Montevideo (Capurro) que muestre cómo era aquella ciudad, (puerto hub) en el tráfico de esclavos de la América del Sur colonial. En el segundo caso, hace años que peleamos por un parque nacional de los Cerritos, con sedes en Rocha y Tacuarembó. No tenemos la menor duda de que va a ser un espacio patrimonial muy atractivo. Cuando los rochenses o los tacuaremboenses se dan cuenta de que viven arriba de los vestigios de una cultura que se desarrolló hace miles de años, sienten que su territorio es más digno, por más pobres que sean ¡mejora su autoestima!” 

Diversidad 
—“Suelo definirla como un ideal, como una buena idea que todavía necesita ser transformada en una actitud natural, cotidiana. También se ha avanzado mucho en ello en esta última década. La diversidad se percibe como un derecho, y está muy bien., pero es mucho más que lo que se discute. Los antiguos eran diferentes, se dice siempre. pero  ¿quién sabe qué acento tenía Artigas? Quizá hablaba parecido a Bengoechea. ¡Eso es diversidad cultural!” 

Derechos humanos 
—“La verdad es un patrimonio, un derecho. La memoria es un derecho, un patrimonio. Encima del olvido está el temor. Hace muchos años que existen los museos del Holocausto, que recuerdan el sufrimiento de millones de personas por la acción criminal del nazismo. Cuando se inauguró el Museo de la Memoria, que recuerda el drama que sufrimos los uruguayos, tuve una profunda sensación de paz.” 

Teatro Solis 
—“Es muy valorable la obra de restauración (2003—2004) que lo dejó con su imagen actual, pero no tuvo el debido estudio de impacto arqueológico. En aquel momento, se perdieron fachadas antiguas que no estaban caídas, con bajorrelieves hermosos. Los arqueólogos hubiésemos reconstruido esos bienes, pero no, los tiraron en las volquetas. En su momento, la Comisión del Patrimonio fue esquivada por los responsables del reciclaje. Alguna vez me llamaron representantes de la Asociación de Amigos del Solís para informarme que fue una decisión del responsable técnico. Todo profesional de la Arquitectura, más aún si realizó posgrados en Europa, debiera saber que una buena reconstrucción necesita la intervención de arqueólogos. Lamentablemente, hubo apuro el Solís, también una política de baja de los costos. La obra quedó muy bien en sus aspectos materiales visibles, pero no en los inmateriales, tan invisibles como fundamentales.” 

Graf Spee 
—“Uruguay es un país lento, por nuestra propia naturaleza individual y colectiva. No podemos ser inocentes en el caso del Águila, de la que hace tantos años que se habla y se habla. Lo ideal es que siga en el país, pero si por alguna razón hubiera que venderla, el Estado tendrá que conocer con total certeza quien la compra. No vaya a ser que sin quererlo hagamos el papel de papanatas, colaborando con un parque temático neonazi (en el ámbito político se mencionan tres opciones: que se exhiba en el Museo Naval de Montevideo, o en una centro cultural dedicado al Graf Spee en Sarandí del Yí, ciudad donde llevaron a los tripulantes del barco alemán después que se hundió, o venderla en un remate). Si la decisión fuera venderla, como ciudadanos debemos saber quién va a adquirirla, porque el país estaría cediendo soberanía. En la comunidad judía lo han pensado mucho, y les preocupa. El Estado uruguayo históricamente construyó su identidad política en la Segunda Guerra Mundial, pero en la década de 1990, una figura connotada de la cultura oficial de aquel tiempo dijo que el Graf Spee no tenía valor histórico. ¿Quién puede creer eso?” 

Patrimonio subacuático 
—“Si tuviera que destacar algo positivo de la Comisión en estos años, diría algo que ha pasado casi inadvertido: la puesta en práctica de un régimen de autorización y control de trabajos en los barcos hundidos. Un decreto (firmado en 2006, primera presidencia de Tabaré Vázquez) que marcó un antes y un después, nos dio herramientas para que dejáramos de ser un país bananero. Antes, cualquier buzo con apetencias personales o para hacer un negocio para otros, se presentaba dando clases de gestión cultural, frente a lo cual el Estado no tenía instrumentos para defender al patrimonio subacuático como bien social que es (en la actualidad, once años después, el único patrimonio subacuático manejado por un privado es el barco inglés Lord Clive, hundido en 1763 frente a las costas de Colonia). Los barcos hundidos son testimonios históricos. Poseen un valor, pero para los piratas modernos solo significan un precio. Tiempo antes del decreto se había vendido el tesoro de un barco en Londres, en aquel momento se le sugirió a la población, para edulcorar el tema, que se podía pagar la deuda externa con lo recaudado. Por años, Uruguay figuraba en la Enciclopedia Británica como un caso de lo que no estaba bien. Estuvimos estigmatizados en los foros internacionales, hasta que pudimos ejercer una imprescindible función de contralor. De aquel tesoro, nunca hubo un testimonio de su valor histórico y cultural, aunque como nación teníamos derecho a ser informados sobre cuánto ganaron los comerciantes con la venta del barco.”
—“Durante mucho tiempo estuvimos acostumbrados a que los buscadores de tesoros criminalizaran a la Comisión, por cumplir su función de contralor. En los programas televisivos de verano era muy común ver notas que mostraban la actividad de aventureros inescrupulosos como si se tratara de héroes. Los cazadores de tesoros siguen operando, pero ahora son clandestinos, ya no cuentan con la complicidad del Estado.” 

Caserío de los Negros 
—“Los africanos fueron el combustible de nuestras guerras por la independencia y nuestras guerras civiles. Fueron decisivos, pero no eligieron tomarse un barco para venir a Uruguay. En homenaje a este patrimonio colectivo, estamos buscando el sitio donde los traían para ponerlos en cuarentena, curarlos, para luego rematarlos como esclavos. Los primeros indicios (investigados hace más de diez años) lo ubican debajo de la actual planta de Alcoholes de ANCAP, donde a fines del siglo XIX funcionó una cervecería de alemanes. ¿Quién sabe si el nombre La Teja no tiene que ver con que el caserío tenía techo inglés?”
—Diez años después de este anuncio, en junio de 2016, los profesores José López Mazz y Roberto Bracco, del  Equipo de Arqueología Antropológica de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, informaron el hallazgo de vestigios en el predio de la Escuela Nº 47, ubicada entre las calles Capurro, Juan María Gutiérrez y rambla Baltasar Brum, en el barrio Capurro.
El Caserío de los Negros fue construido por orden del Cabildo de Montevideo, cuando en 1787 votó  la creación de de un lugar de cuarentena para los esclavos que llegaban de África. Hasta 1811 funcionó como un lugar de depósito, marcaje, engorde, venta y cementerio de unas 70.000 víctimas del comercio esclavista. En aquella época, Montevideo era el principal puerto de entrada de esclavos al Cono Sur.
—Por décadas, un grupo académico trabajó sobre la hipotesis de que el antiguo caserío se encontraba en el predio de la Planta de Alcoholes de Ancap, pero sobre la base de un estudio de otro equipo de investigadores que trabajaba con cartografías de la Bahía de Montevideo, se encontraron referencias directas del establecimiento esclavista que en tiempos coloniales era conocido como "Filipinas"
—"Mediante análisis se logró identificar el sitio a través de un plano de agrimensura de la Junta Topográfica, guardado en el Archivo General de la Nación, de cuando el predio fue enajenado por el Estado hacia un privado en 1847, y coincidente con el predio de la actual Escuela N° 47. A partir de eso se buscaron las escrituras originales de la escuela, en las que se encontraron las referencias directas al caserío”, explicó Roberto Bracco.
Los arqueólogos hallaron los muros perimetrales originales, un pozo cisterna, objetos y los documentos de compraventa del inmueble. Se trata de un descubrimiento único en América del Sur por sus características, según el Departamento de Arqueología Antropológica de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
 En 2005, en el barrio Capurro fue inaugurada la plaza Senzala, un espacio de memoria que evoca a los afrodescendientes esclavizados. En 2013, el predio donde estuvo instalado el Caserío Filipinas o "De los Negros" fue declarado Monumento Histórico Nacional. 

José López Mazz 
Tacuaremboense, nacido en 1958, formó parte de la primera generación de licenciados en Antropología formados en la Facultad de Humanidades, con el trabajo de investigación: El Patrimonio Arqueológico del departamento de Tacuarembó.
Máster en Arqueología por la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales (Francia), doctorado en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Paris III, posdoctorado en Gestión Integral del Patrimonio Arqueológico en la Universidad de Santiago de Compostela (España) y en la Universidad de Kentucky (Estados Unidos).
—Es docente titular en el Centro Universitario Regional Este (CURE) y responsable de un equipo de investigación sobre Arqueología Prehistórica (tierras bajas) y del litoral costero.
—Sus principales líneas de investigación están relacionadas con la Arqueología Prehistórica (tierras bajas, poblamiento temprano) e Histórica (Colonia, Purificación, esclavitud).
—Desde 2005 trabajó en arqueología forense, responsable de un grupo de trabajo en Convenio con la Presidencia de la República para la búsqueda de restos de detenidos desaparecidos durante la dictadura; en 2013 prestó apoyo técnico a la Secretaria para los Derechos Humanos de Brasil.
Participó en la creación del Laboratorio de Arqueología y Antropología Biológica (Facultad de Humanidades, 1995), del Grupo de Investigación en Arqueología Forense (Facultad de Humanidades, 2005—2015), del Laboratorio de Arqueología del Paisaje y Patrimonio (CSIC/EspañaFHCE/UdelaR, 2009), y del Centro Universitario Región Este, Rocha (20112014).
 —Desde 2005 es miembro permanente de la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación, en representación de la Universidad de la República.