miércoles, 20 de septiembre de 2017

Cuando Obdulio Varela, Negro Jefe de Maracaná, fue evocado por Eduardo Galeano y otros cronistas

El capitán del siglo

Nacido el 20 de setiembre de 1917 en La Teja, un barrio obrero del oeste montevideano, según su cédula de identidad se llamaba “Obdulio Jacinto Muiños Varela”. De ascendencia africana, española y griega, siempre firmó con el apellido materno por el que optó con amorosa rebeldía. Para su familia y sus amigos más cercanos era Jacinto, para el pueblo uruguayo y el mundo del fútbol siempre será El Negro Jefe. Cuando se cumple un siglo del nacimiento del legendario caudillo de Maracaná, su vida es evocada a través de la memoria del escritor Eduardo Galeano (1940—2015) y de otros cronistas que lo entrevistaron para concebir semblanzas sobre una poderosa personalidad que marcó a fuego más de medio siglo de un país.

Hablé mucho con Obdulio, el Gran Capitán del Mundial 1950. A pesar de haber sido el líder de la mayor hazaña futbolística de la historia era muy humilde, de pocas palabras, mínimas sobre él mismo. No se la creía, entonces, cuando contaba algo, decía la verdad. Un momento crucial del partido contra Brasil fue cuando él se puso la pelota abajo del brazo luego del 0—1. Le costó contarme esa historia entera, porque se emocionaba mucho. Se la fui sacando de a pedacitos.”
Uruguay ganó de atrás contra todo pronóstico y contra el local que era el favorito absoluto. Tenía todo armado para la victoria, cuando pasó una ráfaga Celeste. Obdulio fue el autor intelectual y emocional de la hazaña, por su carácter templado, su don de mando, y porque cuando Maracaná se transformó en un infierno, luego del gol de Friaça, se puso la pelota abajo de brazo y así se quedó varios minutos sin que el juez se animara a decirle: Señor, mueva del medio de una vez.”
Había sido el capitán de la huelga de jugadores de 1948, que duró siete meses. Los jugadores uruguayos exigían que se les reconociera el derecho a organizarse sindicalmente como trabajadores. Tuvieron apoyo popular porque en Uruguay un domingo sin fútbol es grave, pero treinta fines de semana era impensado. Sin embargo sobrevivieron. Obdulio Varela, templó su carácter de capitán en la lucha sindical.” 

Jules Rimet entregó la Copa del Mundo al
capitán uruguayo Obdulio Varela, luego
del triunfo de Maracaná, en 1950. El
presidente de FIFA ni siquiera había
preparado un discurso en español,
convencido de que el campeón iba
a ser el locatario Brasil.
(Museo del Fútbol)
Tudo foi por Obdulio
El Negro Jefe fue la estrella de la victoria de Maracaná, de quien todos hablaban, pero que pocos conocían. La misma noche del 16 de julio se escapó de la concentración, cuando todos celebraban. Se cubrió con un amplio impermeable, se escapó disfrazado de Humpfrey Bogart, la gran estrella cinematográfica del momento. Salió por una puerta trasera, nadie lo vio.”
Lo llamaban Vinacho, porque su droga de era el vino. Pero en las cantinas brasileñas bebió cerveza. Se puso a tomar con otros, como uno más, y encontró a la gente llorando. Eran los restos de un animal rugiente, de doscientas mil cabezas, la mayor cantidad jamás reunida en la historia del fútbol. Él los había odiado con todas sus fuerzas. Cuando los vio de a uno llorando la derrota sintió una pena tremenda. Y ellos decían: 'tudo foi por Obdulio', nadie lo reconoció. Y pensó: 'cómo pude yo hacerles esa maldad, esta pobre gente'. Pasó toda la noche abrazado con sus vencidos. La historia fue esa.”
Testimonio de Eduardo Galeano, en entrevista para el artículo Cerrado por fútbol, publicado en la revista española Ábaco, Gijón, Junio 2014.

Crónicas de Maracaná
"Siete países americanos y seis naciones europeas, recién resurgidas de los escombros, participaron en el torneo brasileño. La FIFA prohibió que jugara Alemania. Por primera vez, Inglaterra se hizo presente en el campeonato mundial. Brasil y Uruguay disputaron la final en el Estadio Mario Filho de Río de Janeiro, el más grande del mundo, ubicado en el barrio de Maracaná."
"Brasil era una fija, la final era una fiesta. Los jugadores brasileños, que venían aplastando a todos sus rivales de goleada en goleada, recibieron en la víspera, relojes de oro que al dorso decían: Para los campeones del mundo. Las primeras páginas de los diarios se habían impreso por anticipado, ya estaba armado el inmenso carruaje de carnaval que iba a encabezar los festejos, ya se había vendido medio millón de camisetas con grandes letreros que celebraban la victoria inevitable."
"Cuando el brasileño Friaça convirtió el primer gol, un trueno de doscientos mil gritos y muchos cohetes sacudió al monumental estadio. Pero después Schiaffino clavó el gol del empate y un tiro cruzado de Ghiggia otorgó el campeonato a Uruguay, que acabó ganando 2 a 1. Cuando llegó el gol de Ghiggia, estalló el silencio en Maracaná, el más estrepitoso silencio de la historia del fútbol, y Ary Barroso, el músico autor de Aquarela do Brasil, que estaba transmitiendo el partido a todo el país, decidió abandonar para siempre el oficio de relator de fútbol."
"Después del pitazo final, los comentaristas brasileños definieron la derrota como la peor tragedia de la historia de Brasil. Jules Rimet deambulaba por el campo, perdido, abrazado a la copa que llevaba su nombre. "Me encontré solo, con la copa en mis brazos y sin saber qué hacer. Terminé por descubrir al capitán uruguayo, Obdulio Varela, y se la entregué casi a escondidas. Le estreché la mano sin decir ni una palabra", solía evocar el histórico presidente de FIFA, unas cuantas décadas después."
"En el bolsillo, Rimet tenía el discurso que había escrito en homenaje al campeón brasileño. Uruguay se había impuesto limpiamente: la selección uruguaya cometió 11 faltas y la brasileña, 21. El tercer puesto fue para Suecia. El cuarto, para España. El brasileño Ademir encabezó la tabla de goleadores, con nueve tantos, seguido por el uruguayo Schiaffino, con seis, y el español Zarra, con cinco.”
Eduardo Galeano, en El fútbol a sol y sombra, Siglo XXI Editores, Editorial Catálogos, Buenos Aires, 1995. 

La camiseta de Obdulio Varela,
el Negro Jefe, capitán en la
gesta de Maracaná, sobresale
como un emblema del patrimonio
cultural uruguayo frente a una
imagen gigante del memorable
segundo gol de Alcídes Edgardo
Ghiggia contra Brasil.
(Museo del Fútbol)
"No piensen en toda esa gente, no miren para arriba, el partido se juega abajo y si ganamos no va a pasar nada, nunca pasó nada. Los de afuera son de palo y en el campo seremos once para once. El partido se gana con los huevos en la punta de los botines." 
Frase atribuída a Obdulio Varela cuando los Celestes caminaban por el túnel de Maracaná, pocos minutos antes del partido contra Brasil.

Número 5
"Cuando empezó a jugar al fútbol no era muy bueno: ni muy rápido ni muy técnico. Pronto se vio que lo suyo era otra cosa. Lo suyo era el carácter. Los compañeros le obedecían y los rivales le respetaban. Cuando llegó al Wanderers de Montevideo, en 1937, ya era el Negro Jefe, el medio centro, o centrojás (centre—half), más prestigioso del país." 
"Nunca perdía los nervios y sabía lo que vale un gesto. Cuando ya estaba en Peñarol, durante un partido contra Nacional, su compañero Montaño recibió una patada salvaje y el árbitro pitó una simple falta. El Negro Jefe agarró la pelota y se acercó al árbitro: 'Señor juez', dijo, 'si alguno de mis futbolistas llega a dar una patada como la que aquel señor acaba de dar, le ruego que lo expulse, porque en mi equipo un jugador que pega así no merece seguir en la cancha'."Peñarol fue uno de los primeros equipos en lucir publicidad en la camiseta. La llevaban todos, menos el Negro Jefe, que se negó. En 1945, tras una victoria sobre el River Plate argentino, los directivos decidieron premiar a todos los jugadores con 250 pesos, y con 500 al Negro Jefe. Que no estuvo de acuerdo: 'Yo jugué como todos; si ustedes creen que merecí 500 pesos, son 500 para todos; si ellos merecieron 250, yo también'. Y fueron 500 para todos. Los directivos le odiaban. El sentimiento era recíproco."
"Luego del Maracanazo la selección brasileña no jugó otro partido en dos años. Y no volvió a lucir el color blanco de aquella selección. En esa noche amarga de Brasil, el Negro Jefe se negó a celebrar la victoria con sus compañeros. Se marchó a recorrer bares, triste por los vencidos. Acabó bebiendo y consolándose con varios aficionados brasileños. Al día siguiente no quiso fotos, ni compartir festejos con los federativos. No sentía ningún ardor patriótico. ¿La explicación? 'Mi patria es la gente que sufre'. Le dieron un dinero y compró un coche viejo, de 1931; se lo robaron a la semana siguiente."
"Se retiró en 1955 para vivir en la pobreza con su mujer, y siguió rumiando, como si la noche del maracanazo fuera infinita, su desprecio por los dirigentes y su compasión por los brasileños. 'Ganamos porque ganamos, nada más'. 'Nos llenaron de pelotazos, fue un disparate. Jugamos cien veces, y solo ganamos ésa', afirmó, muchos años más tarde."
"Sus botas de Maracaná y su camiseta, con el número 5, se guardan en la Federación Uruguaya. Al final, hasta eso se quedaron los dirigentes."
Pasajes de Obdulio Varela, el reposo del centrojás, capítulo del libro Artistas, locos y criminales, Osvaldo Soriano, Bruguera, 1983.

Tapa del libro El fútbol a sol
y sombra, de Eduardo Galeano.
Jacinto
Obdulio Jacinto Muiños Varela nació el 20 de setiembre de 1917, en La Teja, un barrio popular del oeste montevideano. De ascendencia africana, española y griega, siempre firmó con el apellido materno que llevó con rebelde orgullo, para su familia y sus amigos más cercanos era Jacinto, para el pueblo uruguayo y el mundo del fútbol siempre será El Negro Jefe.
Jugó en el Club Deportivo Juventud, un equipo amateur de la antigua Intermedia, la tercera divisional, hasta que en 1937 pasó al Montevideo Wanderers Fútbol Club, una institución profesional, entre las más añejas de la Asociación Uruguaya de Fútbol. Luego de seis temporadas en el Bohemio, en 1943 fue transferido a Peñarol, con el que obtuvo los campeonatos uruguayos de 1944, 1945, 1949, 1951, 1953 y 1954.
—Debutó en la selección uruguaya en un triunfo sobre Chile (3—2), por el Campeonato Sudamericano (actual Copa América) de 1939. Jugó 45 partidos internacionales en los que marcó nueve goles.
Con la Celeste conquistó el Campeonato Sudamericano de 1942 y fue capitán del equipo que ganó la Copa Mundial de Brasil 1950, en el partido contra la selección anfitriona; una histórica final que no fue tal, conocida como Maracanazo.

Deportista uruguayo del siglo
"Su leyenda se mezcla con la del invicto celeste en los mundiales. Jugó el Mundial de Suiza ya veterano y con algunos problemas físicos. Al convertir un gol ante Inglaterra, por los cuartos de final, festejó y se desgarró. No pudo estar en la semifinal ante Hungría y fue la primera derrota uruguaya en una Copa del Mundo. Curiosamente, jugó su último partido profesional en el propio Maracaná. Fue en 1955 ante América de Río, cuando ya ejercía junto a Máspoli la dirección técnica de Peñarol."
"Tenía un terreno en Villa Española, que le había dado un camionero amigo a cambio de un préstamo. Construyó con ayuda de su suegro y vivió allí desde 1964, donde lo iban a visitar cada cumpleaños suyo o de Maracaná. Con los años esa imagen reservada, casi hosca se fue suavizando. Siguió siendo terminante en las entrevistas, pero solía cerrar las frases guiñando un ojo y con una sonrisa. También llegaron los reconocimientos. Peñarol lo designó en 1991 jugador símbolo de la era profesional. La FIFA le entregó la Orden del Mérito durante el Mundial 1994. 
"Tras el fallecimiento de su esposa Cata, a principios de 1996, ya no abandonó su casa. Murió el 2 de agosto siguiente. Fue enterrado en el Cementerio del Cerro. En 1999 sus restos fueron trasladados al Panteón de los Olímpicos, en el Buceo. Un año después fue elegido Deportista uruguayo del siglo por el Comité Olímpico."
Pasajes del artículo Entró en la gloria con la pelota bajo el brazo. Se cumplen 100 años del nacimiento del Negro Jefe, capitán de Maracaná, Luis Prats, El País, Montevideo, 17 de setiembre de 2017.

"Si no hay unidad pueden jugar los mejores once del mundo que no le ganan a nadie." 
Exhortación del Gran Capitán al plantel uruguayo, reunidos en una sala del Aeropuerto de Carrasco, antes de subir al avión que los transportó a Río de Janeiro. Obdulio le ordenó a sus compañeros que saludaran uno por uno a Matías González, futbolista que no había acatado la huelga que él lideró.

Afiche de la Copa Mundial 1950.
IV Copa Mundial de Fútbol
Se disputó en Brasil, entre el 16 de junio y el 16 de julio de 1950, después de haber sido suspendida en 1942 y 1946, con la participación de 13 equipos, entre los que quedaron semifinalistas: Brasil, España, Suecia y Uruguay.
El último partido fue entre Brasil y Uruguay, ya que no hubo una final oficial. Fue un espectáculo a estadio repleto, presenciado por más de 200.000 personas, en el estadio conocido como Maracaná. Brasil era el favorito en todos los aspectos, pero Uruguay, con un coraje y un temple irrepetibles ante situaciones adversas, logró dar vuelta un resultado y entrar en la historia por una hazaña insólita.
 Jules Rimet entregó la Copa del Mundo al capitán uruguayo Obdulio Varela. El presidente de FIFA ni siquiera había preparado un discurso en español, convencido de que el campeón iba a ser el locatario.

Brasil 1:2 Uruguay
Uruguay: Roque Máspoli, Matías González, Eusebio Tejera, Schubert Gambetta, Obdulio Varela, Víctor Rodríguez Andrade, Alcides Ghiggia, Julio Pérez, Oscar Omar Míguez, Juan Alberto Schiaffino y Ruben Morán. Director Técnico: Juan López.
Brasil: Barbosa, Augusto, Juvenal, Bauer, Danilo Alvim, Bigode, Friaça, Zizinho, Ademir, Jair e Chico. Director Técnico: Flávio Costa.
Goles: 47’ Friaça (Brasil), 66’ Schiaffino (Uruguay), 79’ Ghiggia (Uruguay).
Árbitro: George Reader (Inglaterra).

Campeones del Mundo 1950
Alcides Ghiggia, Aníbal Paz, Carlos Romero, Ernesto Vidal, Eusebio Tejera, Héctor Vilches, Juan Burgueño, Juan Carlos González, Juan Alberto Schiaffino, Julio César Britos, Julio Pérez, Luis Rijo, Matías González, Obdulio Varela, Oscar Míguez, Rodolfo Pini, Roque Máspoli, Ruben Morán, Schubert Gambetta, Víctor Rodríguez Andrade, Washington Ortuño, William Martínez. Director Técnico: Juan López.

Tapa del libro Obdulio, más allá
del mito, de Armando Fernández.
Capitán eterno
Trabajó desde los ocho años, cuenta Armando Fernández en Obdulio Más allá del mito. En invierno y descalzo, vendía diarios en la puerta del Petit Versalles. De madrugada paraba bolos en un bowling cercano. Dormía en cualquier lado. Lustraba zapatos y vendía pan. A los trece cuidaba coches en el Hotel del Prado. Cadete de una firma de mensajería le tocó entregar una carta a Carlos Gardel. Obdulio llegó a tercer grado y, muchos años después, Catalina Pepper, su esposa de toda la vida, hija de un húngaro contratista, le enseñó a escribir usando letras de Gardel. Dejó su empleo de oficina por exigencia de Peñarol, que lo compró en 1943. Estalló de felicidad cuando, apenas meses antes del Mundial de Brasil, consiguió un nuevo empleo en el Casino.”
Obdulio se curtió dos años en canchas bravas de la Intermedia uruguaya. De hinchas con fierros y piedras. En las que estaba prohibido gritar gol de visitante, como se anotició cuando lo desmayaron de un golpe en la nuca en una cancha de Maroñas. Maracaná acaso era Hollywood al lado de eso. Su gesto de enfriar a la multitud poniéndose la pelota debajo del brazo y reclamando al árbitro inglés un supuesto 'orsai' tras el gol inicial de Brasil se hizo mito.”
Su decisión posterior de no festejar el Mundial con dirigentes que en la previa aceptaban una derrota de hasta 4—0 y luego se autoconcedieron medallas de oro e irse en cambio a embriagarse hasta las siete de la mañana con los brasileños ("mi patria —dijo una vezes el pueblo que sufre"). Y escaparse semidisfrazado de la fiesta al día siguiente en Montevideo. Y no aceptar publicidad en su camiseta. Y casi no dar notas hasta su muerte, en 1996. Y volver a jugar sí, pero sólo a beneficio de los niños lisiados.”
Obdulio estaba en crisis con Peñarol, que lo había señalado como líder fundador del sindicato y de la huelga de jugadores que paralizó siete meses al fútbol uruguayo (del 14 de octubre de 1948 al 3 de mayo de 1949). El periodista Franklin Morales cuenta en una grabación que me mandan desde Uruguay que Peñarol intentó sobornarlo tres veces durante el conflicto. Y que a todos les resultó increíble que Obdulio, que ya era capitán de la celeste, volviera durante la huelga a su viejo oficio de peón albañil.”
Pasajes del artículo La leyenda de Obdulio Varela: los cien años del capitán eterno, Ezequiel Fernández Moores, La Nación, Buenos Aires, 20 de setiembre de 2017.

"“El que jugó mejor fue Julio Pérez, pero si no hubiese estado el narigón no ganábamos." 
Así explicaba Obdulio Varela por qué abrazó y alzó en hombros al joven puntero Alcídes Edgardo Ghiggia, luego del final de partido, pese a que no con quien mejor se relacionaba.
 
Obdulio, desde el alma
Había visto al línea levantando la bandera tras el gol de Brasil, pero la bajó enseguida, no fuera que lo mataran. 'Entonces le protesté al juez. Me di cuenta que si no enfriábamos el juego, esa máquina de jugar al fútbol nos iba a demoler'. Después le dijo a sus compañeros: 'ahora vamos a ganarle a estos japoneses', fue su arenga a los compañeros.”
¿Qué es lo que va a hacer? —me preguntó sin ambages en la entrevista inicial. 
Tapa del libro Obdulio, desde
el alma, de Antonio Pippo.
Quiero hablar con usted, y también con su esposa, si me permite, para hacerme una idea de primera mano de su personalidad y trayectoria. Después lo voy a retratar como yo logre verlo. Mire que esto no es un homenaje. A usted le gusta la franqueza: bueno, yo no vine a alcahuetearlo por más que lo admire. Va a tener negros y blancos, muchos grises, como en toda la gente. Eso sí: cuente con mi honestidad intelectual y además, usted, si lo desea, le pone punto final a esto cuando quiera."
Me miró fijamente: —Ah, bueno... Ahora sí... Si es así, dele nomás. Lo que menos quiero es que me anden lamiendo los calzoncillos...”
Cuando entró buena plata a la casa, que fueron pocas veces, sentía la compulsión de entregarle una suma a Catalina y 'guardar' por si acaso un resto para él. Guardar, en los códigos de Jacinto, suponía esconder. Cierta vez, cuando la mujer le había descubierto la mayoría de los escondites posibles, y apurado por las circunstancias, no tuvo mejor idea que meter un rollo de billetes dentro del horno de la cocina. Y pasó lo peor: se olvidó, Catalina puso a hacer una pizza y a los pocos minutos los conmovió un olor raro. Ambos corrieron al unísono, por distintas razones: ella desconcertada, él desesperado. Conclusión, el rollo de billetes se hizo a fuego lento antes que la pizza.
No piensen en toda esa gente, ni en el ruido, no miren para arriba a las tribunas. El partido se juega abajo y ¡los de afuera son de palo!”, le dijo Obdulio a sus compañeros en el túnel antes de salir a la cancha del estadio de Maracaná aquel 16 de julio de 1950.”
Cuenta la historia que uno de los dirigentes uruguayos entró al vestuario para 'alentar' a los jugadores y les dijo que 'perdiendo por menos de cuatro goles se salvaba el honor'. Obdulio le contestó: '¿Perder? ¡No, nosotros vamos a ganar este partido! Muchachos, si respetamos a los brasileños, nos caminan por arriba!'. Una vez más, el Negro Jefe tenía razón.”
Pasajes del libro Obdulio desde el alma, Antonio Pippo, Fin de Siglo, Montevideo, 1993.

El gol del siglo
16 de julio de 1950. Son las 4.27 de la tarde de un soleado domingo de calor, en Río de Janeiro. La misma hora en Montevideo, pero de crudo frío invernal. En la casa de los Morán, la General Electric, potente radio a válvulas, está puesta a todo volumen. Muchos vecinos del Cerrito de la Victoria se acercaron para acompañar a la entrañable familia de asturianos y criollos. En la cancha está El Tiza Ruben. Un tímido y delgado puntero izquierdo de diecinueve años, que, por casualidad, juega el último partido del IV Campeonato del Mundo, por lesión del titular, Ernesto Patrullero Vidal.
Son las 4.29. Uruguay pierde 1 a 0, con gol de Friaça. Más de 200 mil espectadores festejan, mientras Jules Rimet —presidente de la FIFA— memoriza un discurso en portugués, en honor a los seguros campeones. A Brasil le alcanza con el empate, pero va ganando. La mirada del añoso Gallego Morán queda fija en la nada, en resignado silencio. El dial está en la radio Sarandí, con el relato del incomparable Carlos Solé:
—“Quita Míguez para apoyar a Schiaffino; frente a él se defiende Bigode. La resta al centro de la cancha donde va a tomar Gambetta. Cruza la pelota en dirección a Julio Pérez. Julio Pérez arremete frente a Danilo. Lleva la pelota Pérez. Le traba la pelota Danilo. Con todo la vuelve a tomar Pérez. Se repliega. Elude a Bauer. Apoya a Obdulio Varela. Varela al puntero Ghiggia, perseguido por Bigode. Se corre al arco. Coloca el centro. Toma Schiaffino. Goool, goool uruguayo. Gol de Schiaffino, a los 21 minutos. Se le escapó Ghiggia al jugador Bigode. Colocó el centro y el jugador Juan Alberto Schiaffino la tomó de media vuelta. Colocó un violento remate alto, dejando sin chance a Barbosa. Schiaffino autor del tanto. Uruguay 1, Brasil 1.”
Selección uruguaya del memorable partido
contra Brasil, del 16 de julio de 1950.
De pie: Obdulio Varela (capitán), Juan López
(DT), Eusebio Tejera, Shubert Gambetta,
Matías González, Roque Máspoli, Víctor
Rodríguez Andrada. Agachados:
Alcides Ghiggia, Julio Pérez, Oscar Míguez,
Juan Schiaffino y Ruben Morán.
Uruguay nomá —es grito de guerra en el Cerrito. Está ocurriendo lo que pocos soñaron. Los Celestes empatan con el local, favorito y goleador. Ruben sigue en la cancha, por la punta izquierda. Pero las principales jugadas ocurren por la derecha. Por el ala de Schubert Mono Gambetta, Julio Pata Loca Pérez y Alcides Ñato Ghiggia. “¡Empatamos nomá. Uruguay que no, ni no!” Una ilusión ilógica, pero posible. Todavía faltan 24 minutos.
4.41 de la tarde. En Montevideo y Río de Janeiro, es la misma hora, pero muy distintas las temperaturas. Aquí, el calor enciende. Allá, el frío paraliza. “La para Míguez y apoya a Julio Pérez. Se va adelante Julio Pérez con la pelota, esperando que se cruce Ghiggia. Julio Pérez atacando. Pérez a Ghiggia. Ghiggia a Pérez. Pérez avanza, le cruza la pelota a Ghiggia. Ghiggia se le escapa a Bigode. Avanza el veloz puntero uruguayo. Va a tirar[...]”
Las agujas bordean las 4.42. La radio se tranca, por un instante. Justo cuando el speaker está a punto de describir una hazaña irrepetible. El aparato recibe un suave golpe, que le devuelve una voz conmovida. “Gol, gool, goool uruguayo. Ghiggia tiró violentamente y la pelota escapó al contralor de Barbosa. A los 34 minutos, anotando el segundo tanto para el equipo uruguayo. Ya decíamos que el gran puntero derecho del conjunto oriental, estaba resultando la mejor figura de los celestes. Tiró en acción violenta. La pelota rasante al poste escapó al contralor de Barbosa y anotó a los 34 minutos Ghiggia el segundo tanto para Uruguay. Uruguay 2, Brasil 1. Autor del tanto Ghiggia, a los 34 minutos.”
La conquista es defendida con temple, durante once eternos minutos. Enseguida, se desata la emoción contenida. ¡Somos campeones. Vamo’ arriba la Celeste!  

¿Brasileño? 
—La duda fue planteada por Alcídes Edgardo Ghiggia, cuando en noviembre de 2013 dijo con toda naturalidad que Obdulio "era en verdad brasilero" (sic). La versión fue desmentida por historiadores del fútbol uruguayo, el más enfático fue Franklin Morales. “A nadie se le ocurre que fuera brasileño”, dijo el veterano periodista, mientras leía un pasaje de su libro Maracaná, los laberintos del carácter.
"Fui uno más de una familia grande y pobre. Nací en La Teja y de chico me trajeron para la calle Pablo Pérez, en la curva de Industria. Ahí me crié, pero todavía no jugaba al fútbol. Poca escuela; sólo tres años en la del Campo Español y después a buscar el mango. Hacía de todo. Tenía 13 años y cuidaba autos en el Hotel del Prado cuando los bacanes iban a los bailes. Por ese entonces 1930, ya vivía en la calle Esmeralda casi Dr. Pena y empecé a darle mis primeras pataditas a la de trapo. Vendí diarios en el Paso Molino y en el Centro, en el café Petit Versailles que estaba en 18 de Julio casi Yi. Medio de gitano fue mi infancia. De un barrio a otro, hasta que caímos a La Comercial. Y ahí sí, fútbol de la mañana a la noche. Tenía 16 años."
Respuesta de Obdulio Varela al periodista Franklin Morales, publicada en el libro Maracaná, los laberintos del carácter.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Marcos Galperín, cofundador y CEO de Mercado Libre, la mayor empresa tecnológica de América latina

La cultura del otro 

Dentro de un siglo el período 19902015 será estudiado como ahora lo es la Revolución Industrial. —La frase fue dicha con fuerza y convicción por un cliente que todos conocen en el Café Martínez de la calle Arocena, la más transitada del barrio residencial de Carrasco, en la costa este de Montevideo sobre el Río de la Plata. Su visión del último cuarto de siglo de la Historia Universal, económica y social, parece desafiante por su tono y su significado. Pero no hay réplicas, ni discusiones. Cuando Marcos Galperín dice o cuenta algo en una mesa o en el mostrador, los mozos del Café Martínez se dan vuelta y lo miran con una sonrisa cómplice. Tal es el aprecio y la admiración que sienten por él.

—Eran las cuatro de la tarde. Recién había apagado el IPad de la empresa para iniciar una charla “a la uruguaya”, amable, serena, confiada. Apenas dejó encendido el IPhone familiar, porque para su esposa y sus hijos nunca habrá “apagón tecnológico”. Sus palabras, sus gestos, describen a un emprendedor apasionado por el futuro de su trabajo, de sus negocios y por la que define como “Segunda Revolución Industrial” que avanza entre dos siglos y que parece no encontrar límites. Sus silencios, sus pensamientos levemente sugeridos, retratan a un hombre que cuida la calidad y la cantidad de tiempo que comparte con sus afectos más íntimos.

“En 2002 me radiqué en Uruguay por temas personales, y me quedé porque me gusta la laicidad de su democracia. Es un país admirable que ha separado sabiamente al Estado de la religión, un sitio ideal para la libertad de pensamiento y la educación de mis hijos. También es encantadora su escala y es muy humano su ritmo repleto de tiempo. Para alguien que está atento a su empresa las veinticuatro horas de los siete días de la semana, es fundamental que los sentimientos estén cerca y corran a flor de piel, porque la competencia quema y terminás siendo un ente.”
—Nacido el 31 de octubre de 1971 en el barrio porteño de Saavedra, el último de de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires antes de cruzar el histórico puente donde comienza el Conurbano, es el líder de MercadoLibre o MercadoLivre, en portugués, el popular sitio argentino de Internet especializado en la intermediación de compras, ventas, pagos y subastas.
—La mayor empresa tecnológica de América Latina cuenta con 50.000 empleados que trabajan en quince países, y oficinas estratégicas en Buenos Aires, Río de Janeiro, Montevideo, Ciudad de Panamá, Silicon Valley y Nueva York.
—En 2016 obtuvo ingresos por 180 millones de dólares, y en la última semana del mismo año su plataforma vinculó a 23 millones de usuarios: seis millones de vendedores y diecisiete millones de compradores. “Nos acompañó la industria: el acceso a Internet se hizo universal, creció el ancho de banda, bajaron los precios de las computadoras, las tabletas y los celulares.”
—Según la consultora The Nielsen Company, más de 150 mil personas viven de sus ventas en MercadoLibre, la multinacional latinoamericana que con la denominación MELI desde 2007 cotiza en la bolsa electrónica NASDAQ.


La cultura del otro
—La imperturbable elegancia de Carrasco es el escenario ideal para recorrer su vida con toda confianza, luego de haber pasado una semana en la ciudad californiana de Palo Alto, la capital del planeta tecnológico, y pocas horas antes de cruzar a su Buenos Aires querido. “Mi vocación tiene una raíz familiar, mis abuelos y mis padres siempre hicieron un culto del emprendedor. Vivo cuestionándome intelectualmente las cosas, observando a mí alrededor con curiosidad, un ejercicio permanente que traigo en los genes judíos. En la creación de grupos de trabajo fue decisiva mi experiencia en el rugby. Cuando sos el capitán de un XV, lo primero es definir objetivos, alentar, crear una mística, lo mismo ocurre en la tecnología.”
—Galperín es un enérgico motivador de sus compañeros, a quienes trata como iguales y de quienes siempre aguarda una crítica franca y constructiva e ideas creativas y fundamentadas. “Es el mejor vínculo que podemos crear: que un tipo que no está de acuerdo con vos te lo diga aunque haya ingresado ayer y vos seas el presidente. La capacidad de crear es algo innato en cada uno, que por naturaleza poseemos más o menos, pero también es cultural. ¡Es la cultura de tolerar las ideas del otro!"
Contrario a todos los dogmas, cree en la libre competencia sin mecanismos defensivos, ni posiciones de privilegio. “Las empresas tecnológicas son negocios muy inseguros, inestables, cambiantes. Per lo que sería una desventaja en otros ámbitos, en el nuestro, si sabemos manejarlo, nos fortalece y nos abre la posibilidad de crear emprendimientos sustentables. Tengo una sola forma de proteger a mis empresas: ¡sin protecciones!”
—Suele recordar que en los primeros tiempos de Internet, el público vinculaba a la red con el portal Yahoo! “¡Ahora no existe! Lo mismo que My Space, BlackBerry. La cantidad de empresas que han sido dominantes y que ahora son irrelevantes, es increíble. Microsoft va camino a perder su sitio de privilegio absoluto. Si vivís obsesionado con la muerte, ¡te vas a morir!”
Galperín lleva escrita a fuego una palabra inglesa que define sus estrategias en el negocio tecnológico: “Contrarier” (“Contrera” o "Contra", en español del Río de la Plata). “¿Todo el mundo va para allá? Entonces agarrá para el otro lado. Nuestra tarea como emprendedores es buscar una oportunidad tratando de entender qué es lo que se viene. Lo primero es aprovechar los quiebres tecnológicos, reconocer las tendencias y ponerse adelante.” 
Su compromiso con Endeavor le permite cultivar dos vocaciones que lo gratifican: educarse y educar. “Es una organización que admiro, porque impulsa a los emprendedores de mercados emergentes. En la Argentina crea una mentalidad muy positiva, aporta herramientas para optimizar la creatividad, la perseverancia, las estrategias de innovación, en contraposición al tradicional acomodo político.

La tribu de los caníbales  
MercadoLibre posee un equipo de investigación y creación permanente, que Galperín define como una “tribu de caníbales”. “La dirijo yo, personalmente. Mi orden de cada mañana es canibalizamos a nosotros mismos, porque vivimos para cambiar. Internet ofrece oportunidades gigantescas, que nos obligan a reconstruirnos cada día. Parece contradictorio, pero no lo es. Mi objetivo siempre es el mismo: que la empresa dure y perdure en el tiempo, aún mucho después de mi retiro.” 
—Uno de los asuntos que más le divierte es su relación con lo que denomina “zona de confort”. “Estoy acostumbrado a tener veinte ventanas abiertas a la vez. En diez me va bien, cinco quedan pendientes, tres salen mal y dos no sé. Lo importante es abrir muchas oportunidades y resolver bien la mayoría. La cultura judía nace, crece y vive fuera de la zona de confort. En el fondo, la ansiedad de lo desconocido me complace más.” 
—Quince minutos pasados las seis de la tarde. Más de dos horas después de su primera respuesta, encendió el IPad de la empresa. Fin para un provocado “apagón tecnológico” que le permitió compartir una charla “a la uruguaya”, sin estrés, ni ansiedad. Cuando llega el primer mensaje desde Buenos Aires, deja el aparato en stand by, y en voz alta comparte su última reflexión.
—“Muchos decían que
MercadoLibre no iba a funcionar porque en América Latina nadie iba a pagar una comisión. Hoy pagan millones, ¡pero hubo que buscarle la vuelta!” Mientras atiende la tableta y el teléfono a la vez, saluda a los mozos levantando la mano derecha y luego nos la ofrece para estrecharla con intensa cordialidad. De regreso al Centro de Montevideo fue inevitable repasar sus ideas. La más llamativa conserva plena vigencia pese a una venerable antigüedad de veinticinco siglos. La que evoca al célebre filósofo griego Heráclito, el presocrático que sigue inspirando a los emprendedores del nuevo milenio: “Lo único permanente es el cambio.”

—“Aspiramos a que 100 millones de personas puedan comprar y vender en la plataforma en un año calendario. En el 2016 fueron 40 millones, tenemos mucho camino por recorrer.”

Marcos Galperín

Nieto de la diáspora 
—"En las décadas de 1920 y 1930 los judíos fueron expulsados de sus hogares por la discriminación y por una hambruna que los afectó más que a otras comunidades. Los países europeos estaban devastados por la destrucción de sus recursos naturales, de su maquinaria productiva; en medio de tanta pobreza los judíos eran discriminados, perseguidos, hasta señalados como culpables de la crisis. Faltaban alimentos, no había servicios sanitarios, ni oportunidades razonables de trabajo para una subsistencia mínima."
—"Es conocido que aquella Diáspora fue el resultado de la persecución más cruel que se recuerde en la Historia moderna. Mis abuelos paternos, los Galperín, eran judíos rusos que llegaron a la Argentina con una posición económica muy débil, sin saber español y casi sin dinero. Mis abuelos maternos emigraron desde Alemania. El padre de mi madre pasó por Estados Unidos porque tenía hermanos allí. Mi madre tiene primas estadounidenses, un tío se crió allá, pero ella fue traída a Buenos Aires. Mi abuela vino directo desde Alemania antes de la Segunda Guerra Mundial. Era quien más recordaba episodios terribles de amenazas, de acoso, de hostigamiento, previos y en los primeros años del régimen nazi."
—"Algunos judíos se fueron, otros se quedaron, y los que se quedaron en su mayoría no sobrevivieron. Mi abuela siempre evocaba aquella discriminación con mucha intensidad. Mi abuelo, ni bien arribó a la Argentina, fundó un negocio de compra y venta de cueros. ¡Le fue muy bien! Mi madre en los hechos era única hija, y su natural continuadora, porque tuvo un hermano biológico que falleció joven en un accidente y porque su hermano adoptivo nunca se involucró en el negocio."
—"Mi padre, luego de casado, comenzó a trabajar con su suegro. La empresa se llamaba SADESA, que creció hasta extenderse a Uruguay, como propietarios de la curtiembre Paycueros, un símbolo productivo de Paysandú y del litoral. El grupo de curtiembres se convirtió, probablemente, en el más grande del mundo. Mis abuelos y mis padres son muy emprendedores, ¡está en su naturaleza! En mi generación somos cinco hermanos varones, tres de ellos trabajaron toda la vida en la curtiembre, y los otros dos, entre los que me incluyo, casi nunca, apenas colaborábamos en verano."
—"Mi familia no sigue la tradición religiosa; con la cultura judía estamos vinculados por las fiestas y poco más. No soy una persona religiosa, ni sigo dogmas en general. A la cultura judía me une la herencia biológica e histórica, pero también la pertenencia a una comunidad que ha sabido sobrellevar el sufrimiento a lo largo de milenios."
—"Creo en el valor ético y humano de quienes han desarrollado una poderosa capacidad de transformar ideas en realidades, aún en los ámbitos más hostiles y las peores condiciones de vida. Mi infancia fue muy linda, ¡inolvidable! Debo admitir que crecí como un 'nene rico' argentino. Me eduqué en un colegio inglés, muy caro."
—"Una ventaja que le debo al esfuerzo de mis abuelos y mis padres. Fue muy interesante aquella primera etapa de mi vida, porque pertenecía a un grupo minoritario, tantas veces mirado con recelo por la mayoría, pero hice una vida de mainstream que disfrutaba todos los beneficios de un barrio rico; algo que no era usual entre las familias judías de entonces."

Vocación tecnológica
—"Desde que nací hasta los doce o trece años estaba muy vinculado con las ciencias programadas. Leía todos los libros de ajedrez, ¡era fanático! Sabía de memoria las jugadas de Bobby Fischer, que era mi ídolo; todo de memoria, y siempre decía que quería ser investigador científico. No deseaba trabajar en la empresa de cueros. Tenía sueños aprobados por mi familia y estimulados por mis amigos, mis compañeros."
—"Todo el mundo me decía que lo mío era la ciencia; me apasionaba la matemática y la programación informática. En mi casa fueron instaladas las primeras computadoras que se conocieron en la Argentina y mis amigos venían a usarlas, principalmente para correr juegos. A los ocho o nueve años tuve una Apple 12, ¡buena máquina! que programaba en lenguaje Basic."
—"Después, en la adolescencia, cambié completamente. Comencé a competir en los deportes, sobre todo en el rugby. Seguí atento a las ciencias y la programación, pero el ajedrez quedó en el pasado. Me dediqué mucho al rugby, hasta que terminé el colegio. Me quería ir a Estados Unidos. Cursaba en la Universidad de Buenos Aires estatal, bastante complicada en ese tiempo."
—"Argentina venía en decadencia franca y no quería eso; tampoco me conformaban las universidades privadas: me parecían que eran muy nuevas y muy cerradas. Por ejemplo, no fui a la Universidad Católica porque no me interesaba que me enseñaran religión, ni a la de San Andrés, que era muy chiquita; entonces dije: me voy a estudiar a Estados Unidos.
—"Trabajé mucho en el último año del colegio secundario conseguir un buen nivel académico. Mi vida era el rugby y prepararme para Estados Unidos. A través del colegio me aceptaron en Wharton, ¡un sueño cumplido! Era la universidad a la que deseaba ingresar. Al mismo tiempo me convocaron para jugar en los Pumas (selección argentina de rugby) y me vi obligado a decidir: dejé el rugby y me fui a Estados Unidos, donde jugué algo, pero era otra cosa. Fui el primero de mi familia en estudiar en el exterior." 

De Wharton a Filadelfia
—"Fue muy dura, muy dura, la adaptación al ambiente universitario estadounidense, porque provenía de una cultura distinta. Cuando me fui de Argentina estaba de novio con quien hoy es mi esposa, tenía muchos mis amigos. ¡Una adolescencia muy cómoda y de mucha pertenencia social! Cuando llegás a Estados Unidos sos un 'sudaca' sin protección familiar, sin referencias, ni afinidades. Allá los códigos son muy distintos."
—"La sociedad estadounidense es súper inclusiva, en el sentido que todo el mundo tiene la mismas posibilidades, pero el trato no es igualitario. La gente no te invita a su casa, porque sos un tipo que hablás inglés con acento, te vestís distinto, te gustan cosas diferentes, ni siquiera entendés las reglas del béisbol. ¡Tus códigos son otros!"
—"Para mí fue muy duro al principio, porque Filadelfia no es una ciudad muy linda, el clima es bastante duro. A los seis meses llegó un hermano mayor, que había terminado la facultad, para hacer unos cursos. Se terminó quedando y eso me ayudó mucho. De todas formas, la cultura judía te aporta una infinita capacidad de adaptación y de superación, hasta en los ambientes más hostiles y complejos."
—"Estudié Finanzas, pero no pensaba en el negocio familiar. A la curtiembre siempre le dije ¡no! (se ríe) pensando que mi camino era otro, aunque no tenía claro por dónde iría. Siempre fui muy independiente, con la ventaja de que soy el cuarto de cinco hermanos varones. Los hermanos más grandes, como manda la tradición judía, estaban metidos en la curtiembre. Yo sentía que no me necesitaban, porque si me necesitaban me hubiesen convocado. Busqué mi propio camino. Me pareció divertido, y un desafío humano que deseaba y me sentía pronto para enfrentar."

Kick some ass!
—"Hubo una influencia de mi familia, que siempre se hizo un culto de la idea de crear, de emprender. Cuando estaba en Filadelfia tuve algunas iniciativas que no prosperaron. Siempre me atrajo, pero no pensaba haré esto o aquello cuando egrese de la facultad. ¡No tenía un plan! En la universidad trataba de aprender, educarme, conocer gente, divertirme. Fue un período de mucho esfuerzo académico."
—"La Universidad de Wharton es muy competitiva. Te hacen una curva de competitividad, que informa cómo te va a vos, que deja claro a cuántos le ganas. Ibas a dar un examen y en vez de desearte suerte la gente te decía: Kick some ass! Al principio no lo comprendía muy bien, porque literalmente significa ¡Pateales el culo!, luego supe que era sinónimo de ganale a tus compañeros."
—"Me dediqué mucho al estudio. Me fue muy bien y cuando volvía en los veranos, veía a mi novia y trabajaba con mi familia, pero siempre tratando de hacer experiencias independientes. Cuando terminé la carrera tuve la oportunidad de ingresar en YPF, la petrolera estatal, que estaba en proceso de cambio muy importante. Había salido a la bolsa y necesitaba mejorar mucho. Deseaba volver a la Argentina, me pareció un desafío muy divertido y ¡me metí!"
—"Fue una experiencia súper interesante. Me pusieron en Administración y Finanzas, una división con funcionarios que superaban el promedio de veinticinco años en la compañía. Pero ¡yo tenía veintidos... de vida! Mis compañeros estaban bastante golpeados, porque de 700 habían quedado no más de 70 empleados. Ninguno sabía hablar, ni escribir inglés. YPF era la única petrolera del mundo que daba pérdidas, en plena etapa de recambio y ajustes. Allí llegué de repente, un joven venido de los Estados Unidos, con perfecto inglés." 
—"Me dedicaba al área de Financiamiento Internacional, el uso de opciones y derivados del petróleo. Me encantaba el trabajo, aunque no ganaba mucho. Cuando mis compañeros de Wharton ganaban medio millón de dólares por año, yo apenas llegaba a los 20.000. ¡Pero me reunía con el jefe del jefe de mis compañeros! En aquel entonces había muchas inversiones y venían representantes de los bancos más importantes de Wall Street, que mis jefes no entendían, no soportaban, y me los pasaban."
—"Desde muy joven tuve una experiencia y una exposición muy alta con gente muy influyente del circuito financiero mundial. En esa etapa me interesaba aprender y divertirme, no lo hacía por un motivo económico, sino como un desafío. Pero, como siempre en su historia, Argentina ingresó en uno de sus tantos círculos de degradación política que se traducen en crisis económicas y sociales. Era la época de (Carlos) Menem, de (Eduardo) Duhalde. Ver tanta decadencia humana e institucional, tan de cerca, me hacía mal. Cuando no soporté más quise irme de nuevo a estudiar afuera, donde las instituciones no son perfectas, pero sí más constructivas, más enfocadas hacia el progreso."

Stanford, la inspiradora
—"Cuando le dije a mi jefe que deseaba estudiar afuera, y que pretendía utilizar el sistema de becas de la compañía, me respondió: nosotros te becamos pero después tenés que volver. Me fui a Stanford, que siempre había sido mi otro sueño. Habiendo estudiado en Wharton que está en la costa este, la más fría, después quise ir a la costa oeste que es más informal, y con la que me identifico como emprendedor."
—"La etapa de Standford fue de total inspiración. A diferencia de Wharton que es muy competitiva en su etapa de grado, Standford es la universidad que plantea mayores dificultades de ingreso, pero una vez que estás adentro te dicen: ustedes ya demostraron que si están acá es por algo. Allá no importan las notas, si vas o no a clase. Sólo importa la formación. Ellos mismo te dicen: relájate, aprendé y tomate tu tiempo para arriesgar. ¡Allí te explota la cabeza!, gente que piensa y realiza proyectos increíbles."
—"Cuando las empresas van a entrevistar a un alumno no le permiten preguntar sobre calificaciones. Si lo hacen, y vos las denuncias, quedan inhibidas de utilizar el servicio de contacto con los estudiantes de Stanford. El lema interno de la universidad es: 'si entró es suficientemente bueno, académicamente ya dice algo'. El hecho de que las calificaciones no sean lo central, alienta la colaboración e interacción entre compañeros."
—"En Wharton había veces que uno iba a la biblioteca y le habían arrancado las hojas a los libros que necesitabas para un examen. Standford era otro mundo, ¡todo online! Me recibí de Wharton sin email, porque no había. En 1994 no tenían navegador, era una cosa interna, muy técnica, solamente de conexión entre universidades. ¡Siempre fui fanático, fanático, de Internet! Fui uno de los tres empleados de YPF, dentro de 20.000, que tenía acceso a la red. Traje la segunda terminal de Bloomberg a la Argentina; la primera fue la del Banco Central."
—"Suelen preguntarme si MercadoLibre nació en Stanford. No me animo a decir tanto, pero alí aprendí que lo primero es la idea y cómo aplicarla. Podés tener un examen mañana, pero estas comiendo con un amigo que te cuenta que está haciendo un negocio y te quedás tres horas escuchando y el examen de mañana está bueno pero, ¿sabés qué? No me importa si me saco un ocho o un cinco. Allá se aprende a compartir ideas, a decir sin temores: mirá lo que hace este tipo."
—"El primer paso de una empresa es ¡perder el temor! MercadoLibre está impregnado de ese espíritu que te lleva a conocer gente, sus necesidades, sus sueños, sus logros, sus fracasos. Era exactamente lo opuesto de Wharton. Fui de los que se recibió con la peor nota. Al final del día de graduación le entregan premios a los diez mejores, a los que sacaron buenas notas; pero nadie sabe la nota que sacó el otro. Me encantaban las clases, jamás faltaba, porque siempre iban invitados a contar las historias de sus emprendimientos. Ese intercambio es lo más rico que te puede aporta la educación, en todos sus niveles, desde la primaria a los doctorados universitarios." 
—"Siempre iba a las clases diez minutos antes y me sentaba en la primera fila. En el plantel de profesores de Stanford había diez o quince eminencias en sus materias, premios Nóbel. Todos deseábamos tomar clases con ellos. En la universidad te dan una 'silver bullet' (bala de plata) que vos usás con quien realmente te gusta; así te la asegurás. Yo la utilicé con el profesor Jack McDonald, que hoy tiene ochenta años y sigue enseñando. Él lleva a los tipos más 'grosos' del mundo a dar clases, todo el tiempo. Nunca dice quien va a venir, para asegurarse que no faltes. Así se genera toda una expectativa. Nunca sabés si va Bill Gates y vos te perdés la clase."
—"Una mañana de primavera de 1998, como siempre, llegué diez minutos antes. En el salón había un tipo que se presentó diciendo: 'I’m John Doe (Soy Juan Pérez), pero vine disfrazado de Warren Buffett'. No entendí el chiste. Como fue antes de Google, aunque había leído todos sus libros jamás lo había visto en una foto. Comenzaron a venir mis compañeros estadounidenses, lo reconocieron y se le tiraron encima, ¡y yo había estado diez minutos mano a mano con Buffett sin saber que era él! Me hizo un chiste, y no le dí bola. Fue un encuentro espectacular, porque el tipo es un genio. Nos contó un montón de anécdotas sobre ideas, estrategias para el desarrollo de negocios intangibles."
—"Terminó la clase y pensé: me tiro al agua y aplico las técnicas financieras de Buffet en YPF. Por entonces, la empresa estaba en pleno proceso de venta a la española Repsol. En medio de ese clima de incertidumbre propuse conseguir plata más barata con el muy buen poder crediticio que nos daban las exportaciones de petróleo a Chile. Aún estaba en Stanford, en contacto con profesores que me guiaron en la realización de transacciones muy sofisticadas, complicadas y muy divertidas. Como nadie en América Latina sabía hacerlas ¡me las pasaban a mí! Así conseguíamos financiamiento al ocho, en vez del diez porciento. Pero los españoles financiaron al tres porciento porque tenían contactos non sanctos en la banca y en el gobierno argentino. Repsol estaba a punto de comprar YPF siendo mucho más pequeña, y sin tener petróleo, con el único objetivo de conseguir préstamos más baratos por teléfono. Concretada esta maniobra, todo lo que podía hacer en las finanzas de YPF ya no tenía más razón de ser, y el departamento se cerró. La salida me encontró con muchos deseos y mucha fuerza para emprender algo propio en tecnología. Me pasaba tiempo escuchando a mis compañeros de Stanford que contaban las increíbles oportunidades que les ofrecía Internet."

1999
—"A MercadoLibre la concebimos y la fundamos en aquel mismo año, cuando explotaban las punto.com. Desde el año anterior veníamos hablando con mis compañeros, ¡hay que hacer esto, hay que hacer lo otro! Las típicas conversaciones de café: “es facilísimo, lo vendes después”. ¡Pero nadie hace, nada! Un mañana, después de pasarme toda la noche hablando con un amigo estadounidense súper emprendedor, que ya estaba por su tercera empresa, vi la tapa de un diario que decía: 'Repsol compró YPF'. Aunque sabía que ese sería el fin, por un momento me pareció mentira. ¡No lo podía creer! Fue una señal que me indicaba el camino. Hablé con mi jefe, le dije: no vuelvo, mi trabajo ya no tiene sentido."
—"Arreglé mis cuentas con y me largué a desarrollar mi modelo de empresa tecnológica, mis planes de negocios y de trabajo. Todavía estaba en Standford, que me ayudó mucho, porque interactuaba con mucha gente que utilizaba Internet. Primero me pregunté: '¿qué voy a hacer?' Lo venía discutiendo con amigos, entre tres o cuatro modelos que me gustaban. Aquella fue la etapa muy previa a la explosión de Google."
—"Los estudiantes de Stanford teníamos una ventaja incalculable: la biblioteca de la universidad nos ofrecía todas sus publicaciones gratis. Hasta ese momento casi no sabía dónde quedaba, pero mis últimos tres meses me los pasé leyendo The Economist. Al quinto día se me acercó un amigo brasileño que ahora es el número dos de MercadoLibre en su país, muy estudioso, y me dijo a las risas: “Marcos, ¿qué estás haciendo? ¡Algo estás tramando!” Por entonces estaba diseñando el plan de negocios, finalmente, me decidí por uno que me permitiera conseguir inversores.
—"El embrión de MercadoLibre fue concebido en las aulas de Stanford, pero la cuna fue tendida en la biblioteca de la universidad (se ríe) Pero también fue decisiva la participación del profesor Jack McDonald, que me ayudo a encontrar los primeros inversores. En las clases nunca le había dicho ni 'mu' de mi proyecto, pero al final de una muy interesante lo fui a buscar y le dije: 'mirá, estoy haciendo este plan de negocios, necesito capital, por favor si conocés gente que le pueda interesar invertir en esto, avísame'. Me sorprendió su respuesta: buenísimo.”
—"McDonald me anunció que en un mes iba a llegar John Muse, co—fundador de Hicks Muse, un fondo de capital privado que estaba colocando mucho en América Latina y sobre todo en Argentina. Me encargó que lo llevara al aeropuerto después de la clase. ¡Perfecto! ¡Espectacular! Repasé el caso de principio a fin, lavé el auto, realmente me preparé. Hasta calculé cuánto tardaba de la universidad al aeropuerto, cuánto tardaba en contarle lo que iba a decirle, ¡todo, todo!"
—"Al final de la clase, en el tiempo de preguntas y respuestas, le preguntaron qué haría si tuviera entre veinticinco y treinta años, con un título de Stanford. Su respuesta me decidió: me iría a la Argentina, que es donde hay más posibilidades en este momento."
—"Era mi gran oportunidad, pero dos compañeros, un mexicano y un colombiano, que ya tenían cuatro o cinco trabajos por mucha plata, se subieron al auto. ¡Los quería matar! Imaginen la escena: yo manejando, mis amigos sentados atrás, gente que le gusta mostrarse a gente importante. Entonces el profesor Muse inició la charla, diciendo: '¿qué van a hacer cuando terminen?' Uno de ellos le respondió: 'no sé a qué empresa ir, porque en una me ofrecen tantos cientos de miles de dólares, en la otros tantos miles, pero una era en New York, la otra en San Francisco.' ¡No lo podía creer! (se ríe). A la mitad del viaje yo no había abierto la boca, hasta que muy educado me preguntó: ¿y vos en qué estás pensando?”
—"Cuando le conté algo de lo que pensaba hacer, se entusiasmó muchísimo. Yo sabía que tenía un avión privado y que su sector de partida era quedaba bastante lejos de las aerolíneas. Me metí por el área comercial, para ganar tiempo. En ese tiempo, no más de quince minutos, pude todo contarle mi plan. Dimos toda la vuelta y llegamos hasta el avión. El profesor subió, pero dejó el portafolio."
—"Cuando se lo llevé, bajó la escalera del avión, me agarró por los hombros y me dijo al oído: 'mirá, lo que me dijiste es lo más fascinante que escuché en mucho tiempo ¡Quiero invertir en tu idea!' Me quedé mudo, con las rodillas temblando. En ese mismo momento uno de los dos entremetidos me preguntó: '¿qué te dijo?'. Pero yo estaba enojado con ellos. 'A ustedes no les hablo más', le respondí. Regresé en silencio, pasé a buscar a mi novia, con la que teníamos planes de ir a Europa. Cuando llegamos a casa, la abracé, la miré fijo, y le dije: vamos a ir a Europa, pero no ahora.”
—"Quedé en contacto con Muse por un compañero argentino que se había recibido un año antes; un pibe que trabajaba en su equipo. Terminé el business plan, se lo envié, y ese fue el impulso definitivo para comenzar. Busqué la tecnología, contraté a un primo mío que estudiaba Ingeniería de Sistemas. Es muy curioso, porque casi todos mis compañeros de Stanford, gente muy inteligente, cuando les contaba mi plan me respondían lo mismo. 'Estás loco, no va a funcionar. En América Latina nadie te va a comprar algo que no vio ni tocó.'
—"¡Nunca dudé! Quizá porque nací y me crié en la Argentina, pero me formé como emprendedor en los Estados Unidos. Entonces pensé, voy a poner un sistema donde las cosas estén claras, para que el consumidor argentino se comporte como el estadounidense. ¡Nunca sentí que fuera imposible! Es muy curioso cómo la gente allá y acá se comportan de forma tan diferente. Allá hay causas y consecuencias muy claras, pero acá no. Comprenderlo y resolverlo, al final, fue una ventaja a mi favor. Hablé con mi familia y les dije: 'quiero hacer esto'. Todos me apoyaron muchísimo, mi padre y mis hermanos estuvieron de acuerdo: 'buscá el capital, hasta que lo consigas te vamos a apoyar'. Así que, ¡buenísimo! Me recibí en junio de 1999, en agosto puse el site en el aire, y en octubre cerramos la ronda de financiamiento con 38 millones de dólares del que en ese momento era el gran inversor en Internet de América Latina. Tenía veintisiete años."

Al derecho y al revés 
—"Quise ponerle Libre Mercado, pero no conseguí la marca, entonces cambié el orden de las mismas palabras. ¡Así de fácil! Es verdad, comenzamos en el garaje (se ríe) de un edificio construido por mi familia en la calle Saavedra. Era uno de los pocos en el país que poseía conexión de banda ancha. Al principio pensamos en uno o dos apartamentos para las oficinas, pero un primo me avisó que sólo había lugar en las cocheras. 'Bueno, vamos allí', le respondí."
—"Eran cuatro cocheras, después fueron ocho, después dieciseis. Lo veo ahora y pienso, comenzamos la empresa de formas ilegal. Cerramos la primer ronda de inversión en octubre de 1999, y en mayo del año siguiente completamos la segunda, más grande, por 46.5 millones de dólares. ¡Todo en un garaje de Saavedra! Allí teníamos la plata, algo impensado con los actuales criterios de seguridad, hasta que nos mudamos a un edificio propio.
—"En marzo de 2000 hubo una gran crisis que nos afectó, y al año siguiente se cayeron muchas punto.com. El NASDAQ bajó de 5.000 a 1.500 puntos. ¡Más de una década después, todavía no se recuperó el nivel de los 5.000! Fue dramático, se fundió 98% de los emprendimientos en Internet. ¡Aquel 2001 fue muy duro! Estuvimos a punto de cerrar (baja la voz). Realizábamos un burn rate (flujo de caja) permanente para saber cuánto efectivo gastábamos por mes y para estimar cuánto tiempo de vida nos quedaba. Hubo gente que me vio llorar. Pudimos resolverlo y a partir de la crisis fuimos rentables, porque la transformamos en una oportunidad. Nos llevó seis años, en los que alcanzamos sustentabilidad, aunque a veces nos iba mejor y a veces peor.

No hay rivales pequeños
—"En
MercadoLibre nos canibalizamos a nosotros mismos, todo el tiempo. Hacemos cosas que si no las hacemos nosotros, las va a hacer un competidor. ¿Hay pequeños competidores que publican gratis? Nuestra respuesta es bajar los costos de las transacciones. Ganamos menos, pero no importa. ¡En este negocio no hay rivales pequeños!"
—"Tenemos un equipo de investigación y creación permanente, que en realidad es una tribu de
'auto caníbales'. Lo dirijo yo, personalmente. Mi orden de cada mañana es: 'a canibalizamos a nosotros mismos', porque vivimos para cambiar."
—"El desafío actual es el de los celulares. No más del diez porciento de nuestro volumen de ventas viene de los teléfonos, hace un año era cero, y en tres o cuatro años serás la mitad o más. El celular le brinda a gente de muy bajos recursos, la posibilidad de utilizar nuestra plataforma. Antes había que tener computadora, banda ancha, ahora no, alcanza con un celular prepago que te lo da la operadora. Los precios vienen bajando, un celular sale doscientos dólares, una computadora salía 1.500, ahora tenés por cuatrocientos o menos. Las tabletas también salen cien, doscientos dólares, la informática se ha masificado, ¡es sensacional!"
—"Es constante el ingreso de competidores al negocio. Para enfrentarlos, nos canibalizarnos a nosotros mismos. Seguimos haciendo lo que sea necesario para aprovechar las nuevas tecnologías. Estamos trabajando para mejorar el pago online. Cuando creamos
MercadoPago al principio se usaba sólo en nuestro sitio y ahora lo abrimos para que todos puedan usarlo. Entre tantas inestabilidades, tenemos algo constante: nuestro objetivo. Vivimos para realizar productos que impacten en la vida de millones de personas.

Contrariers
—"Sigue habiendo espacio y oportunidades para nuevos negocios en Internet. ¡Infinito, infinitas! Los emprendedores jóvenes, y los no tanto, siempre me piden consejos. Lo primero que hago es alertarlos de que de arranque recibirán un 'No' enorme. No existe empresa sin riesgo, sin incomodidad, sin ausencia de confort. Emprender no es cómodo, se necesita coraje y perseverancia. ¿Todo el mundo va para allá? Entonces agarrá para el otro lado. Si vos querés poner un supermercado en Carrasco, no hay lugar, pero tal vez la oportunidad es vender on line y hacer el delivery en una motito."
—"Las grandes ideas se ven después que pasaron muchos años y se definen en una frase: 'mirá vos, todos iban para allá y este fue para el otro lado'. Después todos quieren seguirte, pero vos ya estás instalado, que no es sinónimo de 'consolidado'. Nuestra obligación como emprendedores es buscar la oportunidad tratando de entender qué es lo que se viene. Lo primero es aprovechar los quiebres, reconocer las tendencias y ponerse adelante." 

La zona de confort
—"La industria tecnológica es la más dinámica en la historia de la Humanidad. No sólo por la masificación de las computadoras y el uso de Internet, sino también por los 'Cloud Computing' (computación en la nube) que están cambiando la forma como la gente se apropia y crea tecnología. Hoy es imprescindible saber de hardware, de hosting, porque son herramientas que se han commoditizado, de la misma forma que Microsoft o Apple comoditizaron al PC para la gente que no sabía programar. Ahora cualquiera utiliza un programa en PC. Cualquiera arma su sitio de internet. Dentro de un siglo el período 19902015 será estudiado como ahora la Revolución Industrial."

MercadoLibre
—Es el lider de las marketplaces en e—Commerce de América Latina. Tiene su sede en Buenos Aires, Argentina y operaciones directas en Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, México, Panamá, Perú, Portugal, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.
MercadoLibre fue fundada el 2 de Agosto de 1999 para competir con más de 150 sitios de e-Commerce en Argentina al principio, y se expandió a toda América Latina donde se convirtió en líder de su sector.—En setiembre de 2001, antes del estallido de la "burbuja punto—com", MercadoLibre se asoció con eBay que adquirió la mayoría accionaria. Marcos Galperin no se arrepiente de esta jugada estratégica que le permitió sobrevivir en medio de una crisis donde cerraron alrededor de 5.000 empresas online. "Muchos creyeron que íbamos a quedar como subsidiaria, pero en realidad la operación nos ayudó a expandirnos al resto del continente, y con el padrinazgo de eBay adquirimos a competidores fuertes en otros países como por ejemplo iBazar", cuenta el emprendedor.
—En 2003 la multinacional estadounidense ofreció  200 millones de dólares para comprar MercadoLibre, pero el emprendedor argentino estaba convencido sobre sus fortalezas estratégicas América Latina, prefirió seguir como CEO y utilizar su filiación con eBay propietaria del 20% de las acciones, para transformarse en una plataforma bandera en América Latina.
—Luego adquirió las operaciones de DeRemate, antigua competencia venida a menos, en Brasil, Colombia, Ecuador, México, Perú, Puerto Rico, Uruguay y Venezuela. En 2006 arribó a Costa Rica, Panamá y República Dominicana.
—En noviembre de 2010 la revista Fortune mencionó a Marcos Galperín entre los cuarenta empresarios más exitosos menores de cuarenta años, al mismo nivel que Mark Zuckerberg creador de Facebook. 

 
Tres consejos
1. Tomar riesgos. "En sí toda inversión que realizamos no está aislada ni protegida de riesgos ni de debilidades o amenazas. Además, si esta todo planificado y seguro desde el principio, es porque ya alguien se nos adelantó, lo cual nos restaría oportunidades de ganar. Nos arriesgamos a realizar negocios con una tecnología nueva, muchos aseguraban que al cabo de dos años pasaría de moda pero aquí nos ven."

 2. Pensar a largo plazo. "Un lema fundamental de MercadoLibre es: No dejes que los éxitos diarios se te suban a la cabeza y los fracasos te invadan el corazón. Observar el negocio más allá de la coyuntura es una estrategia fundamental, compartida por cada uno de nosotros”.
 3. Armar un buen equipo. "Al nuestro lo lideramos con Hernán Kazah, y con Daniel Rabinovich en el área técnica. Aquí se selecciona con cuidado a los colaboradores, es vital que quien trabaja con nosotros no solo nos contemplen, que no solo nos sigan, que vayan más allá."
—"En realidad no existen los ingredientes secretos, solo ser perseverante, trabajar en equipo, tomar riesgos, enfocarnos en nuestros usuarios, ejecutar con excelencia y tener siempre una mirada a largo plazo.”

MercadoLibre es una plataforma de comercio electrónico con operaciones en quince países de América Latina donde millones de usuarios compran y venden productos a través de Internet.


 Cómo
—En MercadoLibre operan pequeñas y medianas empresas, productores, fabricantes, importadores, emprendedores, minoristas, mayoristas, personas particulares, concesionarios registrados en el sitio, que deben completar un formulario de venta con todos los datos y fotos del producto que se ofrece.—Ofrece dos opciones para publicar:
Básica (gratuita): dependiendo del tipo de publicación realizada puede o no tener comisión por venta.
Normal (con costo): que permite destacar productos, con comisión por venta.
—Los compradores sólo deben registrarse en el sitio, buscar los productos o servicios que necesitan y hacer clic en el botón "comprar”. Vendedor y comprador reciben los datos de su contraparte vía correo electrónico para que se contacten y perfeccionen la transacción.
—Luego, ambos pueden calificarse para contarle al resto de la comunidad de usuarios cual fue su experiencia en cuanto a su contraparte, el producto y la transacción.
—El sistema de Calificaciones permite a los compradores conocer la trayectoria de los vendedores dentro del sitio.
—El sistema de Reputación cambió en 2009 para permitir una más fácil e intuitiva interpretación por parte de los usuarios. Los cambios fueron definidos en función de tests de usabilidad realizados con usuarios reales y con distintos niveles de experiencia dentro del sitio.

—En MercadoLibre existen diferentes servicios y costos para la comercialización de productos. Se pueden realizar desde publicaciones gratuitas hasta ofertas con gran nivel de exposición, incluso en la página principal. Todos los costos están detallados en las páginas de ayuda del sitio.

—El 18 de marzo de 2011 inauguró sus nuevas oficinas en Buenos Aires, luego de facturar 216 millones de dólares el año anterior y alcanzar los 52 millones de usuarios registrados.


  Cifra
—Dos compras por segundo.
—5.000 empleados.
—45 millones de artículos vendidos.
—62 millones de usuarios registrados.
—652 millones de dólares en ingresos.


—En julio de 2017 las acciones de la compañía aumentaron en 20% su valor, en el mismo mes superó en usuarios latinoamericanos a la red social Twitter, y a fines del mismo año superará holgadamente a la estatal energética Yacimiento Petrolíferos Fiscales (YPF), mientras su valoración bursátil en el NASDASQ estará por encima de 12.700 millones de dólares.