Sus
manos parecen dialogar cuando replican, una y otra vez, el movimiento
del amasado. Es el último testigo de una panadería artesanal
irrepetible que él y su amigo Pedro Carrera trajeron a Uruguay en
los albores de la década de 1950. Fernando Juvé es un pionero. Elaboró el primer pan con la antigua fórmula catalana que, según
confiesa, en realidad es vienesa: harina, leche, manteca, sal,
azúcar, levadura.
−Sobre la base de la entrevista realizada para el libro Chivito. El rey de los sándwiches de carne (Alejandro Sequeira y AOR, Ediciones de La Plaza, Montevideo, 2014).
−Fotos: Alicia Irene Brassesco.
Nacido en 1926, en Cornellá de Llobregat, un pueblo ubicado a ocho kilómetros de Barcelona, por casi medio siglo fue el principal autor de una exquisitez sibarítica todavía llamada pancatalán que ya no responde a la receta original. Es panadero desde los quince años, cuando comenzó a trabajar en la confitería de Miguel Carrera, la más conocida de su comarca. Republicano desde la niñez, sufrió las aflicciones de la Guerra Civil Española y la dictadura franquista. “La vida digna era imposible en un régimen inhumano. Se fabricaba un pan de ración, oficial, y otro clandestino, que llamábamos estraperlo, de buena calidad, mucho más caro, y muy arriesgado porque si te agarraban te enviaban a la cárcel ¡o peor!”
−Sobre la base de la entrevista realizada para el libro Chivito. El rey de los sándwiches de carne (Alejandro Sequeira y AOR, Ediciones de La Plaza, Montevideo, 2014).
−Fotos: Alicia Irene Brassesco.
Nacido en 1926, en Cornellá de Llobregat, un pueblo ubicado a ocho kilómetros de Barcelona, por casi medio siglo fue el principal autor de una exquisitez sibarítica todavía llamada pancatalán que ya no responde a la receta original. Es panadero desde los quince años, cuando comenzó a trabajar en la confitería de Miguel Carrera, la más conocida de su comarca. Republicano desde la niñez, sufrió las aflicciones de la Guerra Civil Española y la dictadura franquista. “La vida digna era imposible en un régimen inhumano. Se fabricaba un pan de ración, oficial, y otro clandestino, que llamábamos estraperlo, de buena calidad, mucho más caro, y muy arriesgado porque si te agarraban te enviaban a la cárcel ¡o peor!”
En
busca de una nueva oportunidad, Pedro Carrera, hijo de Miguel, arribó
a Montevideo en 1951, para instalar una confitería en Vázquez,
entre 18 de Julio y Colonia. Dos años después llamó a su amigo
Fernando Juvé que llegó al puerto el 2 de agosto de 1953, en el
barco francés Provenza, y los dos días preparó el primer
pancatalán. Pronto la panadería se separó de la confitería, para
que cada una tuviera su espacio de producción y comercialización.
“En Durazno, entre
Vázquez y Salto, salió la primera producción del pan que, nobleza
obliga, no fue un invento nuestro, sino que sigue la fórmula de un
pan vienés, original, muy fabricado en Cataluña.”
Las manos del artista. |
En
1960, la familia Carrera creó la empresa Pancatalán, e instaló su
planta industrial en la calle Gaboto 1517, entre Colonia y Mercedes,
a media cuadra de la confitería. “Eran
dos unidades de negocios separadas, con sus firmas y administraciones
independientes”,
recuerda Alberto Juvé, hijo de Fernando, que ingresó a la tarea
productiva recién cumplidos los dieciocho años, y que con Pedro
Noguera Carrera, nieto del fundador, coordinaron el traspaso técnico
cuando la multinacional Bimbo compró la marca en 2007. “En
la antigua fábrica de Pancatalán ahora hay un estacionamiento”,
evoca Juvé con nostalgia.
−“Estamos
casados hace 61 años y tuvimos ocho más de novios, entre Cornellá
de Llobregat y Montevideo, también soy madre de un panadero. Siempre
soñé con tener una casa en planta alta con una panadería abajo,
pero nunca se me dio.”
Natividad Díaz Viña, esposa de Fernando Juvé.
Natividad Díaz Viña, esposa de Fernando Juvé.
Manuel
Pereiro nació en 1946, en Carballo, La Coruña. A los seis años
llegó a Montevideo con su familia, que soñaba con “hacerse la
América”. A los veinte trabajaba en la panadería Liberty, de
Piedras Blancas, y en 1970 ingresó a Pancatalán. “Fernando
fue mi maestro y es un padre de la vida, me enseñó todo lo que sé
de panificación y con sus consejos fui creciendo en un trabajo que
me dio todo lo que tengo.”
Hasta
2000 fue el encargado de la producción nocturna donde se hacía la
mayor cantidad de pan para. “El
pan era amasado por una máquina, pero la forma se la dábamos a
mano, era un trabajo artesanal de verdad.” Pereiro
siempre dirá que el legítimo pan catalán es mejor que la tortuga
para preparar un chivito. “El
secreto está en la crosta que se forma arriba. La cascarita crocante
es la liga del pan, que evita que se rompa la miga aunque la carne y
los otros ingredientes larguen mucho jugo. ¡Enoje quien se enoje, ya
no es así!”
Los
tiempos han cambiado, para algunos para bien, para otro no tanto.
“Ahora el pan se
realiza dentro de máquinas automatizadas, el operario no tiene
contacto ni con un gramo de harina”,
cuenta el panadero gallego que también trabajó con las modernas
divisoras por volumen de vacío. “Los
ingredientes ingresan por un lado, y el pan sale embolsado por el
otro”, relata
Pereiro, con tono resignado.
70.000
−Fernandó
Juvé se jubiló en 1992, y aún recuerda un domingo cuando la
fábrica batió todos los récords de producción. “Fue
pocos años antes de la dictadura, seguramente un día de clásico en
el Estadio, fabricamos más de 70.000 panes, cortándolos y dándoles
forma a mano.” Un histórico compañero del chivito.
−“Nuestra
primera fórmula era la misma del pan de viena austríaco: por cada
litro de leche, dos kilos y medio de harina, 50 gramos de manteca, 40
gramos de azúcar y 20 gramos de sal, levadura. Luego hubo que
abaratar los costos, por la competencia, la leche se cambió por agua
y la manteca por grasa.”
“La
mayor diferencia entre el pancatalán y la tortuga o el pan de viena
uruguayo está en la relación entre la sal y el azúcar. El nuestro
tenía el doble de sal, y la tortuga el doble de azúcar. También es
distinto dentro del horno, el catalán se cocinaba a fuego más bajo
que la tortuga, era un proceso más lento.”
“Nuestro
pan tenía más de diez horas de vida útil, siempre, según la
humedad ambiente, en la actualidad no superan las cuatro o cinco
horas.”
Fernando
Juvé
Aguada
−En
1963 nació la mayor competencia de los catalanes, la Panadería de
la Aguada, adquirida aquel año por los gallegos Jesús Méndez e
Isidoro Iglesias. A fines de la década de 1970 se sumó Manuel
Rivadulla que consolidó un equipo de fabricación con dos emblemas
productivos: la tortuga y el pan de viena. “Se
ganaron el lugar con visión y trabajo. Aprovecharon muy bien los
domingos, que nosotros cerrábamos, y ellos iban a todos lados,
multiplicando el esfuerzo”,
recuerda Fernando Juvé.
4 comentarios:
Armando: he leído con atención y con placer la crónica publicada en la web.
Tuvo el placer de conocer y tratar a Don Pedro Carrera, ya que mi padre y mis tíos, mallorquines de Valldemossa, fueron panaderos EXCLUSIVAMENTE, los tres y conocían a Don Pedro.
De los tres, si fuese de interés, puedo historiar la vida de mi padre, que fue panadero casi 20 años, desde su llegada a Montevideo el 18 de febrero de 1928 hasta el referido 1946.
Todas estas pequeñas grandes "historias", merecerían un lugar entre tantos hombres de distintas nacionalidades que forjaron un Uruguay de TRABAJO.
Reitero, un placer la crónica. Saludos
JAIME
Fue un placer haber trabajado en Pancatalan y conocer al señor Fernando gran persona y al querido gallego Pereira, e dejado muchos compañeros y amigos después de 30 años me vine a España tengo un hijo en Barcelona y yo estoy en el país Vasco, así es la vida un abrazo grande a todos los excompañeros del querido Pancatalan, adecuado agurrr chauu
Que alegría verlos trabaje 20 años con ellos enpeze siendo un ñiño con 13 años y salí siendo un profesional muy buena gente
Pancatalan en esa empresa estuve 22 años ahí crie mis hijos y con el conocimiento que agarré ahí ahora tengo mi propia empresa 2 panaderia que trato hacer lo que aprendí de pancatalan aclaro no soy panadero fui repartidor pero muy observando de lo que pasaba al mi alrededor
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