viernes, 12 de agosto de 2011

El legado de San Javier

Puerto de los girasoles

Casa Blanca-Museo
de la Diáspora Rusa.
(Panoramio)
El domingo 31 de julio de 2011 el pueblo de San Javier compartió dos fiestas que emocionaron a los testigos que de mañana estuvieron en la Casa Blanca, y de tarde, en la Sabraña, el antiguo templo de la Comunidad Nueva Israel, fundadora de la casi centenaria colonia rusa del departamento de Río Negro. Detrás de las oratorias, de los cantos tradicionales y de las lágrimas, la histórica jornada formó parte de una estrategia de intervención en el territorio de la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación.

Sobre la base del artículo publicado en el semanario Brecha (Montevideo, 5/8/2011), actualizado en 2013 para el libro Uruguay Manual del Visitante.

−La Casa Blanca es el antiguo casco rural en piedra de la estancia Montserrat, ubicada a orillas del río Uruguay, probablemente construida a principios del siglo XIX, por lo cual es la más antigua de la zona que se conserva en pie.
−Desde 1913 fue residencia de Vasili Lubkov, guía religioso de los fundadores de San Javier y allí fueron sepultados los cuerpos de Natalia Gregorivna Arabinsky, su esposa fallecida en 1924, y de Maxim Lavrentievich Shevchenko, un anciano apóstol venido con el líder.
Museo de la Diápora Rusa.
(Nicolás Golovchenko Villagrán)
−Lubkov regresó a Rusia en 1926, y su morada pasó a ser propiedad estatal en 1932, utilizada como vivienda del administrador de la Colonia Agraria San Javier, ubicada al lado de la oficina local del Instituto Nacional de Colonización.
−En 1969 fue vendida a un particular, y desde la década de 1980 fue sometida a un proceso de fraccionamiento del padrón original, Nº 225, que según los técnicos de la Comisión del Patrimonio no tuvo en cuenta que “el notable valor histórico y cultural de la construcción, requiere de los espacios libres circundantes que habilitan su completa visualización y que permiten entender cabalmente su significado para la comunidad”.
Playa del Puerto Viejo.
−El actual padrón donde se ubica la Casa Blanca, fue adquirido en noviembre de 2006, por Nicolás Golovchenko Villagrán, descendiente de una de las primeras familias de la colonia, que dirigió un proyecto de restauración del bien y creación del Museo de la Diáspora Rusa, fundado en 2008 con la finalidad de conservar y difundir el patrimonio histórico y cultural de la diáspora rusa en Uruguay.
−La declaratoria de Monumento Histórico Nacional de la Casa Blanca, sede del Museo de la Diáspora Rusa, fue celebrada por cientos de vecinos, por funcionarios del Ministerio de Educación y Cultura, de la Intendencia de Río Negro y representantes del gobierno ruso en Uruguay.
“Fue el cierre de un trabajo iniciado por nuestros técnicos, para recopilar y organizar seis padrones que históricamente eran uno solo, alrededor de la Casa Blanca, que fueron jibarizados con fines especulativos”, aseguraba Alberto Quintela, por entonces director general del Patrimonio.“Ahora que están todos numerados y organizados correctamente, nos planteamos una estrategia de rescate de un espacio único, no sólo en el país, sino también en el hemisferio sur, que se inició con su declaración de Monumento Histórico y que continuará con la recuperación de su entorno”, concluyó Alberto Quintela.


El monumento que evoca el
arribo de los colonos rusos.
(Nicolás Golovchenko Villagrán)
San Javier
El 27 de julio de 1913 arribaron al Puerto Viejo, en los vapores 18 de Julio y Tangarupá. Fue en medio de la segunda presidencia de José Batlle y Ordóñez.
Eran 300 familias, en su mayoría de Tífilis y Bakú, ciudades del Cáucaso ruso, que se radicaron en el extremo norte de los humedales del río Uruguay, en la antigua estancia Farrapos de la familia Espalter, a 95 kilómetros de Fray Bentos y muy cerca del límite con el departamento de Paysandú. Vasili Semionovich Lubkov, líder de Novay Izrail Obschina (Comunidad Nueva Israel), les anunció que habían arribado a la tierra prometida.
Aquellos rusos fueron los primeros que plantaron girasol en nuestro país, los que establecieron el primer molino para el grano que trabajaron en cooperativa y del que todavía se conserva su edificio.
También extrajeron las fibras del lino para realizar tejidos, plantaron zapallos y otros productos de huerta para vender con sus característicos “carros rusos” y fueron pioneros en la industrialización de la miel.
El 1 de julio de 1953, la pequeña colonia se transformó en pueblo.


Galpón de piedra de San Javier, construido
en 1916, es el Centro de Visitantes del
Parque Nacional de los Esteros de
Farrapos e Islas del Río Uruguay 
(SNAP).
Galpón de piedra
La localidad de San Javier está ubicada en el límite norte del Parque Nacional Esteros de Farrapos e Islas del Río Uruguay.
Fue la primera colonia agrícola organizada por el estado uruguayo y es la única población del hemisferio sur enteramente fundada por inmigrantes rusos y habitada por sus descendientes hasta la actualidad.
El Centro de Visitantes del Área Protegida funciona en dos oficinas del Galpón de Piedra levantado en 1915.
Es una sólida estructura de mil metros cuadrados, en piedra asentada sobre barro, que se mantiene con su composición tal cuál fue realizada, con sus chapas originales, su mampostería y sus paredes entramadas sin una gota de portland.
En aquel momento, cada poblador o cabeza de familia aportó dos metros cúbicos de piedra y la mano de obra para levantarlo. Destinado a almacenar cereales, fue la primera construcción colectiva del pueblo. 


Coro del Centro Máximo Gorki
en la Casa Blanca.
(Nicolás Golovchenko Villagrán)
Memoria y compromiso
El Centro Máximo Gorki es una institución cultural dedicada a la preservación y promoción de las tradiciones rusas y a estimular vínculos con el país de origen de los primeros pobladores.
Funciona en el Centro Cultural Pobieda, donde se brindan cursos de idioma, artesanía y danza a través del Grupo Tradicional Kalinka.
Fue cerrado durante la última dictadura, cuando los vecinos de San Javier eran perseguidos porque en ellos se veía a un posible comunista.
El Museo de los Inmigrantes, fundado el 27 de julio de 1998, cuando San Javier cumplió 85 años, alberga la biblioteca pública y el centro de acceso a la sociedad de la información.
Preserva antiguas fotografías y otras reliquias que ilustran el proceso fundacional de la colonia, mientras investiga y recopila el patrimonio material e inmaterial de la cultura rusa en Uruguay.

Histórico
Matrioskas de San Javier.
(SNAP)
−Un decreto del Ministerio de Educación y Cultura, de fecha 13 de mayo de 2011, firmado por el entonces ministro Ricardo Ehrlich, declaró Monumento Histórico Nacional el inmueble sede del Museo de la Diáspora Rusa conocido como Casa Blanca.
Se trata del padrón Nº 524, carpeta catastral Nº 7, manzana 45, (antes padrón 225 parte), ubicado en la calle Basilio Lubkov esquina General Artigas, de la localidad de San Javier y los siguientes padrones de la misma localidad: padrón Nº 529 carpeta catastral Nº 7, manzana 45, (antes padrón 524 en mayor área), padrón Nº 546, fracción “B”, carpeta catastral Nº 7, manzana 45, (antes padrón 225 parte), Padrón Nº 540, carpeta catastral Nº 7, manzana 45, (antes padrón 225 parte), con eucalipto y tumbas de Natalia Grigorievna y Maxim Shevchenko; padrón Nº 525, carpeta catastral Nº 7, manzana 45, (antes padrón 225 parte); padrón Nº 517, carpeta catastral Nº 7, manzana 45, solar 1 (antes padrón 225 parte).

Sabraña

−Es el templo religioso de la Comunidad Nueva Israel, construido en 1922, donde cada domingo los colonos de San Javier participan en su culto.
−El 31 de julio de 2011 allí se abrazaron espontáneamente, María Simón, cuando era viceministra de Educación y Cultura, y Omar Lafluf, exintendente de Río Negro,  emocionados hasta las lágrimas, minutos después que fueran interpretados cinco cantos religiosos.
“Vinimos a escuchar música, pero fue mucho más: reflexionamos sobre nuestra condición de mortales, que nos hace humanos, y sobre la cultura que va más allá de nosotros, que recibimos como herencia de nuestros ancestros y que vamos a transmitir a los que vendrán después”, afirmaba Simón, visiblemente conmovida.
Miembros de la Congregación Nuevo
Israel frente a la Sabraña, en 1950.
(Museo de la Diáspora Rusa)
“En este sitio místico nos reunimos personas de distintos orígenes; estamos juntos, en un día memorable”, expresó Lafluf.
El canto de los fundadores fue interpretado por el Ensemble De Profundis, como parte de un trabajo de investigación y rescate del patrimonio inmaterial de la cultura rusa en el Uruguay, que obtuvo los Fondos Concursables de 2010. En los cultos de Lubkov y sus sucesores, los salmos se cantaban a capela, pero De Profundis realizó una versión acompañada por un armonio ejecutado por Cristina García Banegas.
En la celebración había testigos de la antigua ceremonia. Alguien expresó su temor por un posible disgusto de quienes han pasado su vida atesorando una tradición, pero la duda fue despejada por Nina Chaparin, la vecina más anciana del pueblo, con sus más de 90 años. ¡No me va a gustar!, dijo la sabia mujer, mientras cantaba y aplaudía.

−"Una vez vino el Viejo Batlle para ver como trabajaban los pioneros, y dice: ¿están locos los rusos plantando flores? Nunca había visto un girasol."
Miron Bojolov


Ana Katalina
Es la bisnieta del pionero Vasili Lubkov, memoria viva de su familia. “Mi abuela Ana, hija menor de su primer matrimonio, se casó con Jacobo Kasternov. Mi padre Alejandro, vino desde Rusia con ellos, a los cinco años. Mi bisabuelo primero estuvo en Canadá, exiliado por las persecuciones de la Iglesia Ortodoxa contra la Comunidad Nueva Israel, pero el cónsul uruguayo en París le propuso a Batlle que los trajera, porque iban a cambiar el trabajo agropecuario del país. Y así fue. Lubkov regresó a Rusia con un grupo, años después, porque los comunistas le habían prometido respeto por su fe; pero mi padre se quedó en la colonia. Poco después llegaron noticias de que una parte de la Comunidad había sido enviada a la Siberia, y otra a la frontera con China. Finalmente fueron fusilados por orden de Stalin”, evoca Ana Katalina Kasternov. 

“Vladimir Roslik fue un mártir de San Javier, pero también hay que recordar a Julia Scorina, asesinada en la dictadura de Terra."
Olga Sanin 
Vladimir Roslik con
su hijo Valery, 1984.
(Mary Zabalkin)

Miron 
Es el custodia de las llaves de la Sabraña, por ser el colono de mayor edad. Su abuelo Mirón Gayvoronsky, fue el primero que fabricó aceite de girasol en el país, allá por 1923. 
“Lo mandó a exposiciones de Montevideo, donde le dieron cinco pesos por cada botella. Me enseñó el oficio, pero yo preferí ir de la escuela a las chacras”, recuerda Mirón Bolojov, quien cada domingo, puntualmente, a las 10 de la mañana, abre el templo para cantar y evocar historias de San Javier. 
 
“La dictadura cerró el Centro Gorki y quemó sus trajes, pero nunca se metieron en La Sabraña. Aún así siempre tuvimos miedo de que nos mandaran presos."
Clara Chaparín.


Nicolás Golovckenko con miembros
de la Sabraña: Nina Semikin Orlova,
Clara Chaparenko, Amelia
Fernández y Dina Surchinsky.
(Museo de la Diáspora Rusa)
Con Nicolás Golovchenko Villagrán, creador del Museo de la Diáspora Rusa

“Que se derriben los muros y se corten los alambrados”
 

“Durante tiempo sentí que la historia del Museo iba de un fracaso tras otro”, confiesa el gestor cultural, hijo de un sanjavierino, que desde el año pasado vive en la misma Casa Blanca que habitó Vasili Lubkov, legendario líder espiritual de la única población del hemisferio sur fundada por inmigrantes rusos. Golovchenko describió las “presiones de intereses políticos y económicos” que se oponen a su proyecto, y afirmó que la declaración de Monumento Histórico de seis padrones del antiguo predio significa “una esperanza de futuro”.
Tumba soviética en el
Cementerio de San Javier.
(Nicolás Golovchenko Villagrán)
Museo de la Diáspora Rusa.
(Nicolás Golovchenko Villagrán)
Declaración de la Casa Blanca
como Patrimonio Histórico, 2011.
(Nicolás Golovchenko Villagrán)

¿Cómo se le ocurrió la idea del Museo de la Diáspora Rusa?
Fue en 2003, cuando San Javier cumplió 90 años, que vine por las vacaciones de julio. Ese día hubo un movimiento tan especial como el de hoy (por el domingo 31). Los vecinos sacaban sus samovares, sombreros, retratos, libros, álbumes, para exponerlos en el Centro Bar y en otros locales del pueblo. Me pareció que era un material museográfico que merecía un espacio propio. Desde ese momento busqué un lugar, hasta que encontré la Casa Blanca, que ya había tenido su historia como museo. En 2005 los dueños eran dos hermanos sanjavierinos, no rusos. Uno de ellos había vivido allí, pero cuando se mudó a Nuevo Berlín, la edificación se transformó en una tapera. Primero pensé que debía adquirirla la Intendencia de Río Negro, para hacer un museo municipal. Elaboré un proyecto de fundación cultural, y traté de convocar a la gente que muchos años antes había creado el Comité Pro Casa Blanca. Estuve más de un año detrás de uno de los dueños, con la esperanza de que aceptara transformar esas ruinas en un museo. Como la Intendencia no mostró mayor interés, me decidí a comprarla.
 
¿Cómo consiguió los recursos?
En 1999 participé en Martini Pregunta, cuando lo conducía Víctor Hugo Morales, con el tema Mitología Griega. Fui el ganador más joven en la historia del concurso, con 20 años, y el periodista Néber Araujo me regaló un viaje a Grecia, como una recompensa extra. En realidad ese fue mi verdadero premio, porque me guardé la plata para alguna ocasión importante, que fuera para toda la vida. En 2005 el millón de Martini valía mucho menos que seis años antes, por la crisis económica de Batlle, pero aún así los dueños de la Casa Blanca aceptaron vendérmela por lo que tenía. No fue una operación sencilla, porque había diez años de deuda de contribución inmobiliaria, unos 200 mil pesos, de los que exoneré bastante, pero que era demasiado para una ruina. Los hermanos estaban peleados, así que tuve que ver a uno para que me traspasara su mitad indivisa, y luego rezar para que el otro también me firmara.

Pero ganó los Fondos Concursables para la Cultura, en 2007 y 2010, así que no todos fueron problemas. 
Exposición permanente en el
Museo de la Diáspora Rusa.
(Nicolás Golovchenko Villagrán)
Es verdad, los gané dos veces. La primera me permitió inaugurar el Museo, el 17 de mayo de 2008, y la segunda fue el año pasado con los cantos religiosos rusos de San Javier, en la categoría Patrimonio Inmaterial. También intenté conseguir los Fondos de Incentivo Cultural. Tuve un contacto con la princesa Leticia D’Arenberg, representante empresaria en esos fondos, que me parecía una persona sensible. Le presenté una carpeta, vino a San Javier, hasta me contó que tenía lazos parentales con varias familias rusas, pero nunca me respondió. Pero lo peor para nuestro proyecto cultural, es que el predio original fue fraccionado con intención especulativa, y aún hay quienes pretenden quedarse con la Casa Blanca, que presionaron y presionan para conseguir su objetivo.


Cementerio de San Javier.
(Nicolás Golovchenko Villagrán)
¿Por qué?
−Para que el pueblo desista del Museo, que nos vayamos quienes lo gestionamos, que no lo leguemos al Ministerio de Educación y Cultura, para que en un futuro sus técnicos entiendan como debe ser su gestión. Hay intereses económicos que encuentran el sitio muy apetecible, porque sería una hectárea completa, en un área estratégica, frente al río, donde se podrían desarrollar negocios de proyección regional. Durante años hubo un manejo muy hábil, para que los vecinos olvidaran como era la Casa Blanca original, por ejemplo, fue alterado su frente, llevado al fondo, que es el que da a la calle Basilio Lubkov. No es un asunto menor, porque la calle que pasaba por la puerta de entrada, en realidad, es la rambla.


Árbol centenario
plantado en 1913.

(SNAP)
¿Usted pretende la expropiación y reunificación de todos los padrones que alguna vez fueron de la Casa Blanca? No es una solución, por lo menos a corto plazo, porque parece tan drástica que podría ser malinterpretada por el pueblo. Es necesario un reordenamiento del espacio, basado en un acuerdo entre los propietarios. Con la Aduana y Prefectura no hay problemas, porque son servicios públicos, ubicados donde deben estar, sobre la orilla del río. Tampoco los hay con el Club San Javier, porque comparte objetivos comunitarios con el Museo. En cambio tenemos inconvenientes con el propietario de la casa con frente a la avenida Artigas, porque su barbacoa y su jardín están ubicados en un espacio patrimonial, y separan a la Casa Blanca del parque donde están las tumbas de los fundadores y un eucalipto histórico. Es necesario un acuerdo que armonice intereses, y que permita el paso entre ambos sectores. Pero el mayor entredicho los tenemos con la escribanía que ocupa la banda de terreno donde está el garaje de la calle Basilio Lubkov. Reitero nuestra voluntad de acuerdo, pero han habido acciones que nos obligan a estar alertas. Han alambrado y cercado su padrón, de una forma muy agresiva, que desvaloriza un entorno patrimonial que necesita dar señales de apertura hacia la gente.



La tarde cae en el río Uruguay
frente al Puerto Viejo de San Javier.
(SNAP)
¿En qué etapa se encuentra este cruce de intereses?
-Al principio, ellos se aprovecharon de que el proyecto no tenía apoyo, ni de la Intendencia de Río Negro, ni del Ministerio de Educación y Cultura, ni del gobierno ruso. El momento crítico, cuando podían echarnos, pasó en 2010, porque ahora nos sentimos respaldados por la Comisión del Patrimonio, y desde el principio de nuestra iniciativa, por los vecinos de San Javier. El Museo de la Diáspora Rusa tiene una historia, breve y metafórica. Fue inaugurado mirando al este, como la flor del girasol cuando amanece. En la fiesta popular de declaración de la Casa Blanca como Monumento Histórico, miramos hacia el norte, y en el anochecer, que llegó cuando San Javier cumpl cien años, en 2013, mirarmos hacia el oeste, siempre guiados por el girasol. 


-¿Qué hubo en ese anochecer?
-Se derribaronn todos los muros, y se cortaron los alambrados que le quitan sentido de unidad a un espacio histórico, único, que es símbolo de la comunidad rusa en el Uruguay. Los sanjavierinos sufrieron cuando se levantó un paredón que no les permit ver el río Uruguay desde la Casa Blanca, que es la casa de sus padres y sus abuelos.

La pregunta del millón

¿Cómo se llamaban los Hecatónquiros invocados por Tetis para ayudar a Zeus cuando éste fue encadenado por Hera, Atenea y Poseidón en un intento de derrocarlo como padre de los dioses del Olimpo? –fue la última interrogante planteada por Víctor Hugo Morales, en medio de una expectativa inusual.
–En la mitología griega los Hecatónquiros, conocidos también como Centimanos, eran gigantes con cien brazos y cincuenta cabezas, hijos de Gea y Urano: los hermanos Coto, Briareo y Giges –fue la respuesta de Nicolás Golovchenko, seguida por un festejo todavía recordado por los seguidores del ciclo Martini Pregunta, emitido por Canal 12.

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