sábado, 1 de octubre de 2011

Hermógenes Álvarez y Roberto Caldeyro Barcia

Una sociedad de amigos del parto


Roberto Caldeyro Barcia
en su laboratorio.
 
Creadores de la Fisiología Obstétrica, de la Unidad Montevideo de actividad intrauterina y de la Escuela de Montevideo de Medicina Perinatal.
Hermógenes Álvarez
en el Hospital Pereira Rossell.
Uruguay ha tenido un rol fundamental en el desarrollo de la Fisiología Obstétrica y la Medicina Perinatal en el mundo, por la contribución de dos eminentes científicos: Hermógenes Álvarez y Roberto Caldeyro Barcia. Ellos crearon la “Unidades Montevideo”, un patrón internacional que mide la contracción uterina en un parto y su influencia en el feto.
El 10 de junio de 1947 la Obstetricia abandonó su antiguo carácter exclusivamente materno, para introducirse en el inexplorado mundo del feto, hasta entonces oculto para la observación clínica. Esa tarde un ginecólogo uruguayo realizó una punción intrauterina, y obtuvo el primer registro de presión amniótica en el mundo. Su nombre: Hermógenes Álvarez. El lugar: una sala de maternidad del Hospital Pereira Rossell de Montevideo.
Álvarez estaba interesado en la etiología (estudio de las causas) del polihidramnios (presencia excesiva de líquido amniótico), y por lo tanto en la presión provocada por esta alteración, para compararla con los embarazos normales. Diseñó un rudimentario manómetro de agua con un tubo en “U” conectado a una aguja introducida en la cavidad. Los primeros ensayos fueron realizados en el Servicio de Curieterapia (Radioterapia) de Raúl y Félix Leborgne, quienes le facilitaron un aparato que él adaptó. Allí comprobó la seguridad de la maniobra, mientras incorporaba a su equipo a un joven alumno, el fisiólogo Roberto Caldeyro Barcia. Aquellos primeros ensayos en Fisiología Obstétrica, como una ciencia experimental, dieron lugar a la Medicina Perinatal, de la que ambos fueron pioneros reconocidos.
En ese mismo1947 establecieron un sistema de trazado con el objetivo de monitorear la presión intrauterina, una labor que hizo posible analizar y definir la contractilidad uterina durante el embarazo y el nacimiento, midiendo la intensidad y la frecuencia de las contracciones y el tono uterino. Esta investigación condujo al establecimiento de las "Unidades Montevideo" para cuantificar la actividad en la matriz, que aún son utilizadas en todo el mundo.
Dos años después registraron, con un catéter, la presión intramuscular en el espesor del miometrio (capa intermedia de músculo liso, entre la serosa peritoneal y el endometrio, que constituye el espesor de la pared del útero). Así establecieron que la onda contráctil se propaga a lo largo del órgano mediante la “ley del triple gradiente descendente”. Además refutaron el concepto de “reposo uterino” durante la gravidez, al tiempo que describieron dos tipos de contracciones durante el embarazo, y avanzaron en el conocimiento de su influencia en la fisiología materno-fetal.
En 1955 desarrollaron un método para medir el efecto de las contracciones uterinas sobre el ritmo cardíaco fetal, que se convirtió luego en la base del monitoreo fetal, todavía utilizado en todo el mundo para vigilar la respuesta del feto a los espasmos del parto y para prevenir los daños neurológicos causantes por la falta de oxígeno. El equipo liderado por ambos describió la influencia del dolor, emociones y fármacos sobre la contractilidad uterina; creó el concepto de tono uterino, sus variaciones de acuerdo al contenido de la cavidad matriz, y sus efectos sobre el flujo placentario y la oxigenación fetal, y comprobó que las contracciones uterinas por su naturaleza son indoloras.
“Hermógenes Álvarez y Roberto Caldeyro Barcia mantuvieron una memorable asociación intelectual de más de cuatro décadas, quizá la más prolífica, y premiada en la historia de la Medicina uruguaya, y fueron autores de innovaciones admiradas en todo el planeta”, afirma el profesor Fernando Mañé Garzón, pediatra eminente e historiador de la ciencia uruguaya.

Hermógenes Álvarez Bengoa
Nacido en 1905, en Nico Pérez, departamento de Florida, descendiente de asturianos y vascos, fue ginecólogo, obstetra, clínico, catedrático, creador del Servicio de Fisiología Obstétrica de la Facultad de Medicina, y pionero mundial del procedimiento obstétrico denominado amniocentesis y de la biopsia coriónica. Siempre reconoció la influencia del alemán Ludwing Fraenkel, clínico y fisiopatólogo, que trabajó en el Hospital Pasteur entre 1940 y 1951, del estadounidense F. Reynolds, especialista en Fisiología uterina que pasó por su servicio durante dos meses de 1950, y de los ginecólogos argentinos José Arce y Alberto Peralta Ramos. Por la conjunción de tan diversos conocimientos fue descubierta la coordinación entre el hemisferio derecho e izquierdo del útero en los partos normales y la pérdida de esta coordinación en los patológicos. En 1980 recibió el Premio Humanitario Joseph De Lee de manos de Gerald Ford por su “extraordinario impacto en la práctica de la Obstetricia y la Pediatría Neonatal”. Hermógenes Álvarez falleció en 1984, en Montevideo.
Roberto Caldeyro Barcia
Nacido en Montevideo, el 26 de setiembre de 1921, descendiente de gallegos e italianos, fue fisiólogo, obstetra, perinatólogo, investigador, emprendedor, y maestro de maestros de la Ciencia Básica. A partir de una asociación con Hermógenes Álvarez, su profesor, colega y amigo, realizó trabajos que aún son referencia en salud materna e infantil. Publicó más de 300 artículos en revistas científicas, y 20 capítulos en libros especializados. Caldeyro Barcia impulsó y dirigió el Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas (PEDECIBA), del que fue su primer titular. Fue miembro de 70 sociedades científicas y academias de Medicina y recibió títulos honoríficos de 18 de institutos y universidades de todo el mundo. El más apreciado por él: Doctor Honoris Causa conferido en 1994 por la Universidad de la República. Su actividad médica y científica está documentada en el libro Roberto Caldeyro Barcia: el mandato de una vocación, escrito por el historiador Alcides Beretta Curi. Falleció el 2 de noviembre de 1996.

Unidades de Montevideo
Es una medida que cuantifica la actividad intrauterina en un parto, definida por el producto de la intensidad de la contracción por la frecuencia en diez minutos.

Escuela de Montevideo
Es la corriente científica creada a partir de los estudios precursores de Álvarez y Caldeyro Barcia, seguida por ginecólogos y obstetras de América Latina, Estados Unidos, Canadá, Europa y Japón.

“Mejor que tirarlas sería estudiarlas”
Fue la frase de Álvarez cuando decidió iniciar sus estudios precursores en histopatología de la placenta. Al gran sabio le llamaban la atención los enormes recipientes con bolsas placentarias del día anterior, que quedaban en la entrada de su servicio.

“Comencé siendo cirujano, seguí cuidando la salud de las madres como obstetra y terminé como pediatra, vigilando la salud del feto dentro del útero.”
Hermógenes Álvarez, en una bienvenida a médicos jóvenes del Servicio de Fisiología Obstétrica.

CLAP
El Centro Latinoamericano de Perinatología fue creado en Montevideo, en 1970, por profesionales de la especialidad liderados por Roberto Caldeyro Barcia, mediante un acuerdo entre el Ministerio de Salud Pública de Uruguay, la Universidad de la República y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Oficina Regional para las Américas de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Roberto Caldeyro Barcia fue postulado tres veces para un Premio Nobel, por la Academia de Ciencias de Suecia.

Fundación Álvarez-Caldeyro Barcia
Fue establecida el 17 de julio de 1999, por iniciativa de un grupo de médicos que vio la necesidad de mejorar las condiciones en que las mujeres daban a luz en el Hospital Pereira Rossell. Su misión es trabajar por una maternidad digna, disminuir los partos prematuros, mejorar la calidad de vida de los niños que nacen prematuramente en todo el país y favorecer un buen vínculo madre-hijo. Su labor se desarrolla en coordinación con las Cátedras de Neonatología y de Ginecotocología de la Facultad de Medicina de la Universidad República.

Morquio, Ricaldoni, Turenne
“Fueron tres sabios uruguayos, innovadores de la Medicina mundial en la primera mitad del siglo pasado. Luis Morquio era un tano grandote con aspecto de montañés. La gente decía que era bruto, pero de bruto no tenía nada. Era un genio, de gran talento para la observación, con certera semiología, que descubrió enfermedades. Dos llevan su nombre: una cardiaca de 1901 y otra de los huesos de 1929, ambas aún reconocidas. Fue pionero absoluto de la Pediatría Social. Su trabajo, sus enseñanzas y sus reflexiones inspiraron, en 1927, la creación del Instituto Interamericano del Niño. Augusto Turenne, ginecólogo y obstetra, publicó el primer libro en el mundo sobre Obstetricia Social en 1916. Era un individuo fascinante y controvertido, polemista, historiador, artista y gremialista, fundador del Sindicato Médico del Uruguay. En su tiempo fue acusado de defender el aborto libre, una injusticia, porque siempre puso énfasis en el derecho vital del feto. ¡Qué tema tan actual, tratado con tanta profundidad hace casi cien años! Américo Ricaldoni creó en 1928 el primer Instituto de Neurología de las Américas, con su querido discípulo Juan Carlos Plá. Un documentado cáncer del vértice de pulmón se llama Ricaldoni.”
Fernando Mañé Garzón, catedrático emérito en Pediatría, biólogo e historiador de la ciencia

“La leche materna es la mejor alimentación para el bebé y la mejor defensa contra infecciones.”
Una célebre frase de Luis Morquio, que aún sigue dando vueltas al mundo.

Publicada en la Revista Noticias del Sindicato Médico del Uruguay (1996)
La última entrevista de Roberto Caldeyro Barcia
"El desarrollo científico marca la frontera entre independencia y dependencia"
Dos grandes emociones envuelven a este reportaje realizado en agosto de 1996, en el piso 16 del Hospital de Clínicas. Fue el último concedido por el memorable sabio uruguayo, muy poco antes de morir, y tras lectura es posible constatar que, quince años después, aún mantiene todo su valor de síntesis en temas que le apasionaron: investigación científica e innovación.

-¿Era buen estudiante, profesor Caldeyro? Lo imaginamos siempre primero de la clase.
-Era un alumno muy aplicado y con fama de suertudo, por eso aprobé casi todas las materias con Sobresaliente. Pero también estaba en la AEM (Asociación de los Estudiantes de Medicina), actividad que me llevaba mucho tiempo que le quitaba al estudio; tanto que hasta dirigí dos huelgas de la FEUU (Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay). La AEM fue una escuela de vida, tan importante como la Facultad. Allí aprendí a organizar, hablar en público y ganar asambleas, a liderar grupos, y también a transmitir conocimiento. Nunca perdí la facilidad para dirigirme a un auditorio. El año pasado (1995) fui invitado a la celebración de los 500 años de la Universidad de Santiago de Compostela, de la cual soy Doctor Honoris Causa.

-Usted es un entusiasta aficionado a la Matemática y la Física. ¿Cuánta afinidad existe entre esas ciencias y la Medicina?
-Se los explico con un caso real. Hace unos cuantos años, dirigiendo el CLAP (Centro Latino Americano de Perinatología), en el piso 15 del Clínicas, me aparecí con una máquina de calcular Monroe. Mis compañeros se burlaban de mí, porque lamentablemente hay médicos que no entienden las ciencias básicas. Muchos no comprendían por qué tienen que aprender Matemática o computación. El tiempo me ha dado la razón. Hoy por hoy, todo nuestro trabajo pasa por el monitor de una computadora y se guarda en disquetes. Es decir, sin computadoras no hay Medicina. Sin computadoras no hay nada y el que no sabe computación es un analfabeto. Por eso digo, también, que sin Matemática y sin Física, no hay Medicina.

-¿En qué situación se encuentra la investigación científica en Uruguay, y cómo observa al Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas (PEDECIBA) que usted concibió?
-El país ha perdido su histórica cultura de la investigación, por mala influencia de arriba, del poder político. Parece mentira que gente que se encuentra tan alto en el gobierno no se dé cuenta de la importancia de la ciencia. Habría que explicarles que la ciencia también les da votos. Es la lucha que tenemos en el PEDECIBA desde que se fundó. Nunca pude convencer a un ministro de Economía, ni a un director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), sobre la necesidad de desarrollar las ciencias básicas. Si esto fracasara definitivamente, no se formarán investigadores ni doctores en ninguna ciencia básica. Allí está hoy la verdadera diferencia entre un país independiente y otro dependiente: en su desarrollo científico.

“En ciencia y tecnología, la difusión es un ejercicio de autoestima que, muchas veces, permite conseguir apoyo internacional. El investigador que pierde deseo de publicar, ha perdido ese fuego íntimo necesario para desarrollar su trabajo.”

Zaffaroni
“Alejandro era compañero mío de Facultad. Recuerdo que le gustaba Química y Bioquímica pero no podía con Anatomía, y no sabía qué hacer. Yo le aconsejé que se fuera a Estados Unidos. Se fue, y ya vemos que le ha ido fantástico. Siendo estudiante de Bioquímica en la Universidad de Rochester pudo separar distintos esteroides por cromatografía. Los esteroides son hormonas sexuales, testosterona y foliculina. Las hormonas de la corteza suprarrenal tienen mucha aplicación, por ejemplo la prednisona es antiinflamatoria. En la medida que iba descubriendo más cosas iba abriendo laboratorios en los que hacía experimentaciones animales. Así llego a ser presidente de Sintex, una empresa multimillonaria que hoy es líder mundial. También está muy metido en aplicaciones tecnológicas y comerciales, hasta tal punto que fundó compañías (en Silicon Valley, localidad del estado de California) sólo para hacer investigaciones. Alejandro Zaffaroni es un gran científico. Un notable innovador uruguayo, que el año pasado (1995) recibió el Premio Nacional de Tecnología entregado por Bill Clinton (presidente de los Estados Unidos entre 1993 y 2001).”

“Si el poder político uruguayo sigue siendo indiferente a la ciencia básica, nos limitaremos a ser eternos exportadores de inteligencia, sin recibir los beneficios de su valor agregado: el conocimiento.”


Ginecotocología
“Pocos saben que el término fue creado por mi querido amigo Juan José Crottogini. Fue luego de una experiencia en Estados Unidos, Europa y Japón que entendió necesario unir dos disciplinas hasta entonces separadas: Ginecología y Obstetricia. Nosotros propusimos que se llamara Toko, que significa parto en griego, pero él se opuso. Siempre decía que primero está la mujer y luego el embarazo; así quedó Ginecotocología. Crottogini tenía razón.”

“Hace muy poco se lo dije a Federico Mayor Zaragoza (director general de UNESCO entre 1987 y 1999): sin ciencia básica no hay innovación, ni tecnología, ni industria, y sin industria un país se viene abajo.”




¿Por qué investigar?

“Recuerdo una pregunta que me hiciera (el entonces presidente) Julio María Sanguinetti hace unos años, en un simposio internacional de ciencia y tecnología. Me preguntó si un país pobre como Uruguay debía invertir millones de dólares en ciencias básicas. Yo le expliqué que las ciencias básicas nos dan tecnología, y la tecnología es imprescindible para mejorar la competitividad de un país. No sé si lo entendió, pero por lo menos en la charla agarró la onda.”

3 comentarios:

Unknown dijo...

Estimado Armando:
Felicitaciones por tan interesante publicación.
Solicito autorización para utilizarla en parte y mencionando a su autor en futuras publicaciones de la Fundación Álvarez - Caldeyro Barcia.
Muchas gracias.
Dr. Justo Alonso
miembro de la Comisión Directiva de la Fundación

Unknown dijo...

Estimado Armando:
Me adhiero al comentario de Justín Alonso.
Tu publicación me va a servir de inspiración para mi intervención en la presentación del Libro Homenaje a Caldeyro Barcia, el próximo mes de Abril en México, dentro de la reunión del INPer. Hablaré en representación de los becarios del CLAP. Y para mi siempre será la mejor medalla, el haber sido alumno de Caldeyro.
Excelente artículo. Felicidades.

Manuel Sánchez Seiz.
Exbecario del CLAP
Madrid. España.

ricardopouferrari@gmail.com dijo...

Bueno el artículo como esfuerzo de memoria histórica. Sería bueno citar las fuentes bibliográficas de donde se toman textualmente algunos pasajes. Me refiero a los trabajos de mi autoría -publicados e indexados/ sobre Turenne, Alvarez, Caldeyro Barcia y Crottogini. Lo menciono porque creo importante el respeto de los derechos de autor. Habría más para enriquecer esa crónica de la ginecología nacional. Adelante y saludos