viernes, 27 de febrero de 2009

Bodega Leonardo Falcone, un emblema vitivinícola de Paysandú

Concepción Caporale Manzolillo, Domingo Falcone
y uno de sus doce hijos, en la década de 1890.
Vides heroicas

Lejos del mundanal ruido, a 370 kilómetros de Montevideo, se alza el histórico establecimiento que superó las doce décadas y que lo ha celebrado con un ejemplar que conjuga su venerable edad con la más moderna tecnología y los conceptos enológicos más innovadores. Allí se sienten las prodigiosas condiciones de un suelo y de un clima, irrepetibles, y la sensibilidad de hombres y mujeres que descubren otros colores, otros aromas, otras sensaciones. Allí trabaja Leonardo Falcone, entre plantas que maduran materia prima de óptima calidad para los más refinados vinos artesanales.

Sobre la base del fascículo N° 12 de la serie Bodegas del Uruguay (Fototeca Sur para El Observador, 2007).
Fotos históricas: Archivo Leonardo Falcone.

Vides sanduceras.
(INAVI)
Los hermanos Domingo y José Falcone Ruggiero partieron rumbo a Paysandú dos décadas después de la memorable resistencia de Leandro Gómez, símbolo de la dignidad sanducera, martirizado un 2 de enero de 1865. Los emigrantes desafiaron al Atlántico furioso, las olas más altas del planeta, a bordo de la Marina Dandolo, de la Grande Curuzzata Italiana di 1ª Ordine. Habían salido desde su Corletto Perticara natal, en la provincia de Basilicata, ubicada en la suela de la bota peninsular, con sus valijas repletas de utopías republicanas. La travesía culminó a principios de 1886. Ese mismo año compraron al estado uruguayo el predio de Puntas de Curtiembre, donde aún se encuentra la antigua bodega y viñedo que con patriótica memoria llamaron “Granja XX de Setiembre”, en honor a la Unificación Italiana de 1870, y en homenaje a Giusseppe Garibaldi, el Héroe de Dos Mundos.
Allí iniciaron el cultivo de la vid y la elaboración artesanal de vinos. Así lo cuenta Setembrino Pereda en su libro Paysandú y sus progresos, de 1896. “Es doblemente meritoria la labor de estos progresistas e incansables obreros del trabajo, si se tiene en cuenta que todo fue hecho a brazo”, afirma el erudito historiador.
Fachada de la Granja XX de Setiembre,
Puntas de Curtiembre, Paysandú.
(Archivo Leonardo Falcone)
La rica tradición de la familia Falcone atesora un hito vitivinícola de la región litoraleña y de todo el país. En la segunda mitad del siglo XIX los pioneros basilicatos innovaron en la prevención y tratamiento de la filoxera, con tal éxito, que resistieron el ataque del insecto que por entonces arrasaba a frutos inocentes e ilusiones productivas.
Domingo se casó con Concepción Caporale Manzolillo, con quien tuvo doce hijos. Nunca dejó de plantar viñas, mientras levantaba el hogar de sus sueños con técnicas constructivas ancestrales que sorprendían a los expertos: utilizaba cal y albúmina de huevo para unir los ladrillos de las paredes. La antigua casona todavía es testigo del talento inventivo del italiano, de su lucha y de sus principios inquebrantables. La fachada del edificio se preserva tal como fue concebida por Don Domingo, para dar la bienvenida a un moderno complejo enológico que conserva su espíritu fundacional.
Marina Dandolo, de la Grande Curuzzata
Italiana di 1ª Ordine, que trajo a los
hermanos Falcone a Uruguay.
(Archivo Leonardo Falcone)
Armando, el menor de sus hijos, recogió la sabia mezcla genética de labriego, empresario e idealista, para continuar la labor con silenciosa paciencia que supo trasmitir a sus hijos, Leonardo y María Elisa, a sus nietos y bisnietos.
Leonardo Falcone participó desde niño en todas las tareas del viñedo y la bodega. Fue una experiencia vital, decisiva cuando debió asumir la responsabilidad del emprendimiento familiar. Con apoyo de su esposa, Rosa Cecilia Cernicchiaro, incrementó la superficie cultivada, incorporó nuevos sistemas de conducción e implantó variedades de alto valor enológico que encontraron una excelente expresión en el suelo sanducero: Tannat, Merlot, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Chardonnay, Syrah. Lideró una reconversión imprescindible, con una puesta al día de la antigua cava, transformada en un polo de desarrollo de vinos complejos que desafían la tradición monovarietal uruguaya.
La empresa posee dos instalaciones bodegueras, con el mejor equipamiento de acero inoxidable y roble francés. La principal, con una capacidad de 634 mil litros, ubicada en la Wilson Ferreira Aldunate Nº 5, en la periferia de Paysandú. La otra, en el kilómetro 10 de la ruta 90, es un depósito que puede contener 138 mil litros. La superficie total de los viñedos es de 29 hectáreas. En la ruta 90 está la finca “Kilómetro 10” con 17 hectáreas; en la costa del arroyo Sacra, a la altura del kilómetro 7, está “La Carolina” con diez más, completadas por las dos hectáreas de la “Granja XX de Setiembre”.

Recuerdos del futuro
La familia Falcone posa en la
celebración de las Boda de Oro
de Concepción y  Domingo.
(Archivo Leonardo Falcone)
Las enólogas Cecilia y Carolina Falcone Cernicchiaro, a quienes se suma el colega Jorge Pehar, representan la generación joven que ha avanzado en el conocimiento del lenguaje de la uva vinificada. “La investigación en viñedos se fundamenta en el conocimiento del ambiente. Estamos a pocos kilómetros de la capital del departamento, en tierras pobres, rodeadas de fertilidad, sobre un suelo alcalino que define la composición de la fruta, no solo desde el punto de vista químico, sino también desde lo organoléptico, que se traduce en vino. El primer objetivo es potenciar esa tipicidad con una elaboración que refleje el terroir sanducero”, señala Carolina Falcone. “Tenemos muchas horas de luz y altas temperaturas, que acompañan el ciclo vital de las cepas. En el caso del Tannat esto es sumamente beneficioso, como factor determinante de una extraordinaria maduración”, agrega la enóloga.
Los taninos uruguayos son reconocidos como organolépticos que brindan un sabor incomparable a ejemplares de gran crianza y también por su aporte a la salud humana como antioxidantes. “Por su alta concentración fenólica, los Tannat de Paysandú poseen un demostrado efecto preventivo sobre las enfermedades cardiovasculares. Por la gran cantidad de horas luz se incrementa la concentración de Resveratrol, un compuesto fenólico anticancerígeno muy presente en nuestros tintos”, explica Leonardo Falcone.
Su bodega fue la primera que utilizó con éxito comercial el método de maceración carbónica, como recurso de complejización de un monovarietal. “Estamos en una búsqueda constante de nuevas sensaciones, de nuevas intensidades de vista, de nariz y de paladar, porque nos apasiona crear productos honestos y atractivos, para el disfrute de los consumidores de vinos de alta gama”, señala Jorge Pehar.
La familia Falcone es un símbolo
del Payandú industrial.
(Archivo Leonardo Falcone)
En una cata vertical realizada este año, los enólogos evaluaron el potencial de los principales descriptores aromáticos del Tannat sanducero. “Empleamos una metodología muy fiable, con dos grupos, Enotria y Colomé, que nos permitió analizar añadas de 1999 a 2006”, recuerda Cecilia Falcone. El resultado superó todas las hipótesis enológicas. “Confirmamos que se puede hablar de un vino de la región, que en los distintos años se seguía comportando como tal, manteniendo precisos elementos diferenciales”.
En un detallado informe se presentan los descriptores aromáticos del Tannat de Paysandú. Frutos rojos y negros: ciruelas, cassis, grosellas, moras, higos. Notas florales: violetas y lavanda. Notas herbáceas: morrón verde, pasto. Notas animales: cuero y fiambres. Notas minerales: petróleo, piedras húmedas, yodo. Otras notas: ahumado, café, caramelo, tabaco, eucalyptus, alfalfa, pino, resina.
Una comprobación científica que se traduce en el carácter de marcas planificadas con equilibrio entre lo artesanal y lo tecnológico: 120 Años, Leonardo Falcone, Tannat Roble Reserva Familiar, Tannat Abuelo Domingo, Tannat Santa Cecilia, Merlot Santa Cecilia, Cabernet Sauvignon Abuelo Domingo, Cabernet Franc y Chardonnay. Una obra vitivinícola distinguida en los concursos más exigentes del mundo, que se exporta a mercados de primer nivel: Estados Unidos, Canadá, Suiza, Brasil. “Las medallas y los diplomas son importantes como referencia de conceptos internacionales, siempre motivan, pero no necesariamente los vinos premiados son excelentes para todos, depende de la formación y el gusto del consumidor y de los elementos que maneje para evaluar su calidad”, concluye Cecilia Falcone.
Portada de la web de bodega, con
la etiqueta como punto de ingreso.
(Bodega Leonardo Falcone)
En Uruguay, como en ningún otro país del mundo, existen las bodegas familiares. Una fortaleza que distingue un estilo, sobre todo de los vecinos y de los nuevos productores vitivinícolas. “En la Argentina y en Chile, tienen nombres tradicionales asociados a la tierra, pero, en realidad suelen ser grupos multinacionales con enólogos importados o sujetos a la dirección de consultoras extranjeras. No es que sea negativo, pero denuncia una elaboración estandarizada, una opción por los vinos tecnológicos”, opina Jorge Pehar.
El bodeguero sin saco ni corbata, el granjero que trabaja en su viñedo de sol a sol, el artesano que le entrega días y noches a su cava. Es una entrañable semblanza de tantos productores uruguayos de vinos finos. Ese es Leonardo Falcone.

Por su alta concentración fenólica el Tannat de Paysandú tiene demostrados efectos anticancerígenos.

Carolina Falcone, Jorge Pehar, enólogos
El vino expresa la forma de vida de un país”
Conoce el más alto nivel internacional: Montpellier, Narbona. Borgoña, Beaujolais, Alsacia, Penedés. “Allí aprendí que los enólogos tenemos muy pocas vendimias, no más de treinta en toda la vida, para formarnos y expresar nuestras ideas”. Trabaja en Leonardo Falcone desde 1998, “por la generosidad de Cecilia y Carolina”, dos colegas que le aprecian como un compañero que se ha sumado a un sueño. Crear vinos finos con carácter sanducero.

¿Existe un vino propio de Paysandú?
Creo que hay características diferenciales por el clima, el suelo arcillo–calcáreo y la elaboración. Nuestros vinos hablan de piedras de cal a flor de tierra, de muy buen drenaje, de temperaturas elevadas durante la maduración y de horas de sol. Basta degustar un Tannat sanducero y otro del sur del país, para apreciar un estilo distinto. No se trata de cual es mejor, sino de diversidad organoléptica que ubica a cada vino en un sitio de la gastronomía. Un Tannat de nuestra bodega, debido a su complejidad y a su concentración de polifenoles, puede armonizar una propuesta de alto contenido graso, cuando otros serían opacados.

Bodegueros uruguayos en Paysandú.
(INAVI)
¿Hay un estilo Falcone de vinificación?
Es una búsqueda que expresa la tipicidad de Paysandú, cada vez más reconocida por consumidores que ya no son fieles a una sola bodega. Cuando ven nuestros colores intensos, nuestros aromas poderosos y variados, entienden por qué decimos que la madera es la Coca Cola de los vinos: su exceso estandariza. Para Falcone la madera es un elemento de complejización aromática pero no el descriptor principal. Preferimos jugar con notas de sobremaduración, que maximizan la rusticidad. Cortamos la uva en distintos momentos de madurez y la vinificamos de otra manera. Un ejemplo es la maceración carbónica, característica de la región de Beaujolais, pero que es un error identificarla solo con vinos jóvenes tipo primeur. Así elaboramos una línea, Santa Cecilia, de Tannat apto para crianza.

¿Cómo describe la maceración carbónica?
Se inicia cuando el racimo entero es depositado en una cuba saturada de gas carbónico que se obtiene de otras cubas en fermentación. A partir de este momento se induce el metabolismo anaerobio de las células del fruto. Cuando los racimos ingresan al encube aún respiran, porque las uvas están vivas, y al estar en un medio anaerobio las células comienzan su metabolismo y así producen energía. Es la etapa de fermentación intracelular. Los racimos que permanecen siete días en estas condiciones experimentan cambios en su interior y modifican la composición de la fruta. La consecuencia es una formación de hasta dos por ciento de alcohol, con una importante desacidificación natural. Así se forman precursores aromáticos diferentes y se modifican los mecanismos de extracción de polifenoles. Recién después del proceso prefermentativo se prensa la uva. En una vinificación de tintos se fermenta el jugo a muy baja temperatura, para preservar el máximo potencial aromático.

¿No es un riesgo proponer vinos de corte en el país del Tannat monovarietal?
A través de su vino un país expresa una forma de vivir, porque es un indicador cultural. Cuando Uruguay se aferra a un monovarietal, también se muestra como colectivo, que disfruta sus ventajas y sufre sus desventajas. Una ventaja es la exclusividad que ha ganado prestigio por el esfuerzo del sector vitivinícola. Un prestigio justo, pero que no se traduce en una buena inserción comercial en el mundo, entre otras causas, por falta de políticas nacionales. Una desventaja es que el monovarietal acota los caracteres organolépticos a lo que puede aportar una cepa. Quizá, algún día, el estado tome conciencia de su falta de apoyo a la investigación. Será el mismo día que muchos personajes, muy influyentes y muy conservadores, se den cuenta de que se equivocan cuando creen que el comercio exterior es un problema de los bodegueros, que más que empresarios son chacreros que colocan al Tannat en altos niveles de calidad. O cuando le quitan valor a los vinos de corte. Porque el vino perfecto no nace de un solo varietal.

Los enólogos sanduceros han logrado potenciar la tipicidad de un terroir distinto y original.

Leonardo Falcone 120 Años, un
vino de autor con toda la madera.
(INAVI)
Leonardo Falcone 120 Años
El vino que celebra las doce décadas de la bodega sanducera es el resultado de catas diseñadas por Jorge Pehar, Carolina y Cecilia Falcone. En los primeros cortes todavía se registraba un mayor porcentaje de Tannat, pero en una segunda etapa, en la que se sumó Leonardo Falcone, fue decidida la presencia dominante de Cabernet Sauvignon. Al final de la investigación hubo un incremento de Pinot Noir y una rebaja de Tannat y Cabernet Franc. Un ejemplar que expresa el potencial de los viñedos de Paysandú y la sensibilidad de enólogos jóvenes que buscaron el punto justo, ni astringente, ni liviano, para ser disfrutado en la boca.

Elaboración
La familia Falcone preserva
una historia de trabajo
y creatividad vitivinícola.
(Archivo Leonardo Falcone)
Este complejo assemblage tiene Cabernet Sauvignon (60%) producido en 2005 por vinificación tradicional y maceración post fermentiva hasta caída del sombrero, fermentación maloláctica en barricas y una crianza de doce meses en roble francés sin uso. La segunda presencia es de Pinot Noir (20%) elaborado en 2006 por vinificación tradicional con maceración post fermentiva de siete días, fermentación maloláctica en barricas y crianza de cuatro meses en roble estadounidense. El tercer aporte es de Tannat (16%) vinificado de manera tradicional en 2006. El Cabernet Franc (4%) fue producido el mismo año por vinificación tradicional con maceración post fermentiva de siete días. El resultado es un vino elegante, de corte original sanducero, del que solamente se produjeron mil litros para una edición seriada de 1350 botellas.

Ficha Técnica
Variedades de uva: Cabernet Sauvignon, Pinot Noir, Tannat, Cabernet Franc.
Cosecha: 2005 y 2006
Tipo de vino: tinto
Otros: crianza

Datos Analíticos
Azúcar Reductor: 2.0 gr/l
Acidez Volátil: 0.46 gr H2SO4/l
Acidez Total: 3.3 gr H2SO4/l
Extracto Seco Reducido: 33 gr/l
SO2 Total: 120 mg/l
Alcohol: 12.2 %
Fermentación maloláctica: si

Gastronomía y Servicio
Compañero ideal de buenas carnes agridulces de contenido graso medio, con salsas livianas y condimentos herbáceos. Recomendado con embutidos de ñandú. También resalta el sabor de quesos de cabra maduros. Se aconseja decantar entre 20 y 30 minutos y servirlo en copa grande, a una temperatura de 18 grados centígrados.

Nota de Cata
Mapa vitivinícola del Uruguay.
(INAVI)
Con la copa a 45º se aprecia una buena intensidad colorante con matices rojos característicos de las uvas Cabernet Sauvignon que dominan su complejo assemblage. De intensidad aromática elevada, al inicio aparecen notas de aceitunas negras y detrás tonos leves de cacao y chocolate que provienen de su pasaje por la madera. Al mover la copa desaparece el roble y al retornar a reposo surgen los descriptores principales, pasas de uvas, ciruelas y orejones de damasco, con un fondo herbáceo y frutal de grosella, rosa y pitanga. En la boca tiene un ataque fresco, el desarrollo es suave y amplio, y la persistencia es inusual pese a la ausencia de taninos marcados.

Bodega Leonardo Falcone
Tiene sus viñedos sobre la ruta 90, “La Carolina” y “Kilómetro 10”, muy cerca de la ciudad de Paysandú. Su “Granja XX de Setiembre” está ubicada en Wilson Ferreira Aldunate Nº 5 de la capital sanducera. La empresa organiza visitas guiadas que incluyen viñedos, bodega, fachada histórica y cava subterránea, con degustación y adquisición de vinos.
Por informes: (+598) 47227718.
Página web: www.bodegaleonardofalcone.com.uy
Correo electrónico: lfalcone@adinet.com.uy

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