domingo, 8 de julio de 2012

Palacio de la Cerveza, un patrimonio montevideano que UNESCO pretende para la Humanidad

El glorioso sabor Art Déco
Alberto Castillo, el popular cantor argentino,
era un artista exclusivo de Doble Uruguaya,
que en 1956 animó memorables fiestas
de carnaval transmitidas por Radio Carve.

(Archivo FNC)
Fue construido en 1928, para Cervecerías del Uruguay, que cuatro años después lo traspasó a Fábricas Nacionales de Cervezas. Es un  claro ejemplo de la arquitectura Art Déco que forma parte de un conjunto de edificios propuesto por el gobierno uruguayo a UNESCO para ingresar a la Lista Indicativa del Patrimonio Cultural de la Humanidad. Más de medio siglo antes, allí había sido fundada la Nueva Popular, del pionero Conrado Niding, que después fue la Nueva Popular a Vapor de Eduardo Richling, quien le dio un formato similar al de su tiempo de esplendor. Fue el escenario de veladas memorables, con intérpretes de la talla de Carlos Gardel, Julio Sosa, Francisco Canaro, Juan D’Arienzo, Aníbal Troilo, Leopoldo Federico, Pintín Castellanos, y el emblemático cantor goense: Carlitos Roldán. Fue el punto de reunión de asambleas gremiales, políticas y culturales que definieron la personalidad del país.

Sobre la base del Capítulo 2 del libro Historia de la Cerveza en Uruguay (FNC-Koi Books, Montevideo, diciembre de 2011).

—El amplio espacio de la calle Yatay fue elegido en 1874 Conrado Niding, pionero de la cervecería uruguaya, pero recién trece años después adquirió el carácter de emblema comercial que le entregó otro innovador: el austriaco Eduardo Richling. Una transformación memorable, relatada por el cronista Esteban Wonner, en su Guía Industrial de Montevideo, edición 1888.
“Es un establecimiento modelo del cual yo no tenía la más remota idea, siendo verdaderamente digno de ser visitado.
Lámparas y luces del Palacio de la Cerveza
son obras de la ornamentación Art Déco.
(Archivo FNC)
Allí hay una herrería, carpintería, tonelería para el establecimiento; una caballeriza para 60 caballos; grandes depósitos  para cebada; cuatro graneros en donde he visto centenares de barricas llenas de malta traída del extranjero; cajones de lúpulo, también importado; bolsas de cebada del país. Posee dos motores á vapor, uno de fuerza de 22 caballos, otro de 23 y tres calderas, de las cuales dos trabajan continuamente y la otra es de reserva. Entre las tres, el establecimiento posee 70 caballos de fuerza; grandes salones para los peones, comedores dos magníficos”, informaba Wonner. 
“Hay algo más, dos magníficos  salones para el despacho á menudeo, jardines, patios con árboles y glorietas; en ellos se dan, cada sábado, espléndidos conciertos musicales por la banda de artillería”, evocaba el periodista en artículo sobre una visita a Richling.
Un espacio artístico en la
calle Yatay, barrio Goes,
utilizado como locación audiovisual.
(Archivo IM)
—La fábrica ocupaba 8.945 varas cuadradas, una medida utilizada en la época, equivalente a 6.610 metros cuadrados. Estaba situada en la Aguada, cerca de la antigua plaza de frutos, luego plaza Sarandí, de las Carretas, el mismo espacio donde se construyó el Palacio Legislativo.
—Por entonces tenía tres frentes: a la calle Yatay Nº 8 y Nº 14, a Reducto Nº 21 y a Uruguayana Nº 97. “La fábrica trabaja durante los doce meses del año, pero desde Setiembre á Febrero más que en los otros seis meses pudiendo dar un producto de 2.500.000 litros”, aseguraba Wonner, quien en sus cálculos realizaba una suma desigual: 1.500.000 de litros de cerveza más 1.000.000 de litros de hielo.
Testimonio gráfico del Recreo La Popular,
que durante décadas estuvo abierto en el
mismo predio del Palacio de la Cerveza.

(Archivo FNC)
Por todas estas condiciones no es de extrañar si en ciertos días de verano haya despachado 10.000 chopps á seis centésimos cada uno. Hay que agregar  que en 1888 la fábrica ha tenido un aumento de producción  de 90% sobre el año anterior, en los cuatro meses de primavera. El establecimiento de Richling, lo digo con mayor seguridad, es el mejor de las ocho fábricas existentes en esta ciudad y toda la república”, concluyó Wonner en su informe.
Por Yatay, el alemán von Rikling (sic) atendía su cervecería. El mozo que lo ayudaba era una copia exacta del viejito amistoso, cachetes rosados y barba blanca, que durante un tiempo fue el afiche del feliz bebedor de cerveza. Con los años el negocio también se transformó  en la Primera Fábrica de Cerveza a Vapor La Popular, que después amplió su local, atendiendo por Marcelino Sosa. Allí se  servían  los mejores chopps de la época”, señalaba Juan Carlos Patrón, abogado, dramaturgo  y cronista del barrio Goes. 
Aviso de prensa de la década de 1920
que promocionaba a la cervecería y
su gran palacio de la calle Yatay.

(Archivo FNC)
—Un personaje del sitio fue el médico y filántropo Alfredo Vidal y Fuentes, infatigable consumidor de la bebida, que entre jarra y jarra atendía a los pacientes que iban a verlo a su mesa. Un diálogo de aquellas consultas fue recogido por el atento Patrón: 
—Don Alfredo, tengo una tos que no me deja dormir —le dijo alguien, alguna vez.
—Alquitrán Guyot, m’hijo —fue la respuesta del galeno, mientras le pregunta a otro:
—¿A vos que te pasa?
—No sé doctor, me mareo y bajé tres kilos.
—Vení mañana al consultorio, m’hijo, y no te preocupes por los remedios, que van por mi cuenta. ¡Que pase el qué sigue!
—Vidal y Fuentes  no era un médico común. Fue un admirado científico y un notable político, que transformó su mesa de La Popular en una institución social aprobada por su amigo Richling, quien además se vio beneficiado por la popularidad que le entregaba la beneficencia.  No importaba si el paciente iba a consumir, si era pobre, Vidal y Fuentes lo atendía y Richling lo ayudaba.
—Un personaje de aquel tiempo fue Wihelm Sommer, un descendiente germano nacido en Paysandú, cuya barba fue reproducida  en  los carteles y las jarras de la Nueva Popular a Vapor.
—La imagen del “Viejo” de la Popular fue una tradición luego continuada por la Cervecería Uruguaya, la Nacional, la Montevideana, y desde 1932 por Fábricas Nacionales de Cervezas, que la reprodujo en etiquetas, ceniceros, almanaques, abanicos de propaganda y hasta las listas de precio.
Fachada del antiguo Palacio de la Cerveza, emblema
de la arquitectura Art Déco en Montevideo.
(Archivo Canal 10)
—En la primera mitad del siglo pasado, el Palacio de la Cerveza fue un sitio de reunión social, de festejos memorables y conciertos dominicales, siempre acompañados por líquido producido en el establecimiento. Durante décadas era el punto de reunión para los memorables aperitivos cerveceros del Club Alemán. En 1935 fue sede del Sínodo Evangélico del Plata, una reunión de comunidades religiosas protestantes de origen anglosajón. Una concentración que llamó la atención de los montevideanos, por su convocatoria multitudinaria y por la insólita cantidad de cerveza bebida por los pastores.
—En la década de 1960 fue adquirido por la Institución Atlética Sud América, un histórico club de fútbol de la cercana Villa Muñoz que invirtió la fortuna obtenida en el pase de su jugador Alcides Cacho Silveira. Por años fue sede de los bailes más concurridos de la ciudad, hasta su venta a particulares, a fines del siglo pasado.
—En 2009 el gobierno uruguayo propuso el ingreso de la arquitectura Art Déco de Montevideo, a la Lista Indicativa del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Un ejemplo fundamental de este conjunto urbanístico y artístico es el Palacio de la Cerveza. A fines de setiembre de ese mismo año, el emblemático monumento arquitectónico fue visitado por especialistas del organismo internacional dedicado a las ciencias y la cultura, que le reconocieron un elevado valor patrimonial, similar al de sus pares: Palacio Rinaldi, Palacio Díaz, Palacio Lapido, Edificio Tapié, Confitería Americana, Jockey Club, Edificio Lux, Edificio Parma, Edifico El Mátil.


Aviso de Doble Uruguaya inspirado en
retrato del legendario Wihelm Sommer
servido por el más recordado mozo
del Palacio de la Cerveza.

(Archivo FNC)
—La firma argentina Oscar Kropff fue autora de la maqueta original de la Cervecería Popular, construida en 1887.

Art Déco
Vino desde París, en la década de 1920, a raíz de la transmisión de nuevos valores culturales, nuevas ideologías artísticas, nuevas necesidades sociales, nacionales y mundiales. Esta corriente se tradujo en garitas policiales, estaciones de servicio, salas de cine o edificios que en ese entonces se llamaban ‘para renta’. Otro camino fueron obras ‘para consumo’, en las cuales se comercializaban productos novedosos, como el Palacio de la Cerveza, o las confiterías, lugares donde se iba a tomar el té."
Mariano Arana, Andrés Mazzini, Cecilia Ponte, Salvador Schelotto, en el ensayo Arquitectura y diseño Art Déco en el Uruguay, Facultad de Arquitectura, Montevideo, 1999.

El Palacio de la Cerveza, realizado por Juan M. Delgado entre 1926 y 1927, tenía su puerta de ingreso por Yatay 1421.

Primera chopera del Palacio de
la Cerveza, inaugurada a fines
de la década de 1880.

Ejemplar único
"De la misma forma que el Art Nouveau es un símbolo de Buenos Aires, el Art Déco marca la personalidad de Montevideo. También existen buenos ejemplares de este estilo en otras ciudades de América Latina, pero en ningún lado con la abundancia y la calidad que tenemos aquí, con un emblema inigualable: el Palacio de la Cerveza.”
Mariano Arana, arquitecto, urbanista, ex-intendente de Montevideo.

—El popular edificio fue un símbolo del negocio cervecero de mediados del siglo pasado. Los consumidores debían comprar los productos de la fábrica, pero podían llevar su comida.

Lámparas y luces
—“La arquitectura Art Déco en Uruguay se puede dividir en diferentes corrientes. Una está vinculada a la tradición que se caracteriza por la utilización de elementos de ornamentación convencionales generalmente recargados, evitando los elementos decorativos historicistas. Es el caso de las lámparas y las luces del Palacio de la Cerveza.”
Juan Pedro Margenat, arquitecto y docente uruguayo, autor del libro Arquitectura Art Déco en Montevideo, asesor técnico de la Convención del Patrimonio Mundial de UNESCO.

1939
—“Fue el año de inolvidables actuaciones del maestro Pintín Castellanos, en el Palacio de la Cerveza, cuando su orquesta típica contaba con el primer violinista Alfredo Gobbi, y con el vocalista Eduardo Ruiz, luego sustituido por Enrique Campos. Lo suyo fue lo rítmico, la percusión, por eso su vena creadora abundó en milongas y candombes, que convocaban a multitudes a los salones del edificio de la calle Yatay.”
Juan Carlos Patrón, memorialista del barrio Goes.

—El Art Déco está presente en cada rincón montevideano, con una influencia tan poderosa que sus edificios más característicos fueron presentados ante la UNESCO para ingresar a la Lista Indicativa del Patrimonio Mundial.

Palacio Díaz, 18 de Julio y Ejido.
Montevideo, el carácter Art Déco
—Si Buenos Aires es la capital americana del Art Nouveau, la mayoría de los barrios de la capital uruguaya lo son de otro estilo nacido a mediados de la década de 1920: el Art Déco. —La ciudad mantiene un tórrido romance con la corriente que comenzó a proyectarse desde Paris al mundo. Brotó muy bien entre los montevideanos, mejor que las vanguardias puras, que dieron algunas obras significativas y nada más. Multiplicó su presencia en los edificios del Centro, fue por casi dos décadas el toque de distinción característico en las residencias con pretensión moderna, delineó el perfil de las garitas policiales, refugios de playas que abundaron en la rambla costera y las estaciones de nafta, decoró cervecerías y cafés, salones de baile y cines.
—Un notable exponente es el Palacio Rinaldi, creado en 1929 por los arquitectos Guillermo Armas y Albero Ísola. Está ubicado en la acera norte de la avenida 18 de Julio que enfrenta a la Plaza Independencia. El geometrismo de su fachada, el dibujo diverso de sus balcones, los elementos decorativos en los ángulos superiores, lo instalan de manera decidida en la estética Art Déco.
—Todas sus líneas sugieren una sensación ascendente al observador, al punto que en primera mirada parece mucho más alto de lo que es en realidad. Sus creadores, seguramente buscaron que no quedara desairado al estar tan cerca del edificio más alto de América del Sur por entonces. De los mismos autores es el Edificio Lux, majestuosa referencia del barrio Parque Rodó, un caso de Art Déco tardío, erigido en la década de 1930 en la proa de la calles Constituyente y José Enrique Rodó.
Edificio El Mástil un ejemplo de Art Déco
náutico creado por los arquitectos Gonzalo
Vázquez Barriére y Rafael Ruano, que
desde de la década de 1930 corona la
esquina de la avenida Brasil y Juan Benito 
Blanco, a metros de la rambla de Pocitos.
—No menos relevante fue el aporte de los arquitectos Gonzalo Vázquez Barriére y Rafael Ruano. De ellos es la idea del Palacio Díaz, ubicado en 18 de Julio y Ejido, a pocos metros del Palacio Municipal, y un símbolo del Art Déco náutico: el edificio El Mástil, que corona la esquina de Avenida Brasil y Juan Benito Blanco, a pocos metros de la rambla de Pocitos. Fue una obra de mediados de la década de 1930 cambió la fisonomía del barrio y de la costa montevideana, hasta ese momento de casas bajas y mansiones de veraneo de escala doméstica.
—Hay otros ejemplos destacables. Palacio Lapido, de 18 de Julio y Río Branco, Palacio Tapié, de Constituyente y Santiago de Chile; el Edificio Parma, que perdura como un elegante núcleo de apartamentos en el barrio Cordón, a la altura de la avenida 18 de Julio 1645 y el Palacio Piria, de Treinta y Tres, entre Sarandí y Buenos Aires, que con su fachada discontinua y su ambición decorativa es un referente de la Ciudad Vieja.
—El Art Déco está presente en cada rincón montevideano. Con una influencia tan poderosa, que sus edificios más característicos fueron presentados ante la UNESCO para ingresar a la Lista Indicativa del Patrimonio Mundial.

 ¿Es o no es?
"En nuestro país mucha gente ha opinado sobre el Art Déco sin la suficiente formación. Se han publicado trabajos en que se nombra como Art Déco cosas que no lo son. En primer lugar, las fronteras entre el Art Déco y el náutico pueden ser muy variables, muy permeables. Por ejemplo el edificio El Mástil (1935) en Avenida Brasil y Benito Blanco, realizado por Gonzalo Vázquez Barriere, lo incluí tanto en el libro sobre Art Déco como en el de arquitectura náutica. La característica más importante que define al Art Déco es la presencia de elementos decorativos en la superficie. Puede haber una carga mayor o menor, pero no confundamos las cosas: el Yacht Club (1935) en el Puerto del Buceo, de Luis Crespi y Jorge Herrán, no tiene ningún elemento decorativo superpuesto. El Planeta Palace Hotel (1939) de Atlántida, de Natalio Michelizzi, no tiene ningún elemento decorativo. Entonces es un grueso error considerarlos Art Déco. Son náuticos. Las construcciones náuticas configuran un campo propio, la cantidad y calidad de las obras justifican abordarlo como un tema único, como un tema en sí mismo. De ahí que hago esa diferenciación." 
Juan Pedro Margenat, entrevista de El País Cultural, Nº 1068, 21 de mayo de 2010, Montevideo, Uruguay.

—El Art Déco brotó en la capital uruguaya con más fuerza que las vanguardias puras. Multiplicó su presencia en los edificios del Centro, fue por casi dos décadas el toque de distinción característico en las residencias con pretensión moderna, delineó el perfil de las garitas policiales, refugios de playas que abundaron en la rambla costera y las estaciones de nafta, decoró cervecerías y cafés, salones de baile y cines.

Guillermo Armas O’Shanahan
El Palacio Rinaldi es una obra maestra del
Art Déco montevideano que desafía a su
gigantesco vecino: el Salvo. La notable
realización de Guillermo Armas 
O’Shanahan
Alberto Ísola forma parte del conjunto
arquitectónico presentado a UNESCO
para ser declarado Patrimonio
de la Humanidad.
(Comisión del Patrimonio de la Nación).








—El arquitecto de prestigio internacional fue pionero del Art Déco en el Río de la Plata, muy poco después que el novedoso estilo se conociera en la Exposición de Artes Decorativas de París de 1925.
—Desde ese momento, la Ciudad Vieja, el Centro, y también los barrios montevideanos, vieron crecer aquellos edificios de rectas insinuantes matizadas por curvas, de paredes lisas alivianadas con pinceladas decorativas: era lo “moderno” sin llegar a extremos. 
—Guillemo Armas O’Shanahan, asociado con su colega Alberto Ísola, en 1929 construyó el Palacio Rinaldi, en el inicio de la avenida 18 de Julio, en la acera norte que enfrenta a la Plaza Independencia. El geometrismo de su fachada, el dibujo diverso de sus balcones, los elementos decorativos en los ángulos superiores, lo instalan de manera decidida en la estética Art Déco.
—Todas sus líneas sugieren una sensación ascendente al observador, al punto que en primera mirada parece mucho más alto de lo que es en realidad. Sus creadores, seguramente buscaron que no quedara desairado ante la presencia cercana del que fuera por algún tiempo el edificio de cemento más alto de América Latina: el Palacio Salvo.
Edificio Lux, de Constituyente y Rodó.
—Cuando Armas O’Shanahan comenzó a proyectar, con su colega Rafael Ruano, la reconstrucción de la fachada y  reforma del interior de la Iglesia Matriz, supo que no era una obra más. Entre ambos hubo cientos de horas de investigación de los antecedentes del templo inaugurado el 21 de octubre de 1804, según proyecto del ingeniero portugués José Custodio de Saá y Faría y dirección de obra del madrileño José del Pozo y Marquy.
—Lo que llamó la atención al arquitecto canario fue la lista de obreros que participaron en la construcción original, entre tantos, los maestros albañiles, Pedro de Almeida y José Durán, y el maestro carpintero José de León. Los tres nacidos en Santa Cruz de Tenerife, los tres arribados en el navío San Martín, en la segunda colonización montevideana, de 1729.
—La mayor remodelación de la Matriz fue iniciada en 1941 y duró más de veinte años. La fachada fue renovada, respetando su estilo original, con la sabia dirección de Ruano. Las bóvedas y la cúpula central, y también la Capilla del Santísimo, fueron recuperadas por Armas O’Shanahan. Para el famoso urbanista fue un desafío cumplido: devolverle su antigua plenitud a la mayor obra arquitectónica del Montevideo colonial. También fue un homenaje a la memoria de sus padres: el empresario lanzaroteño Esteban Armas Curbelo y Teresa O´Shanahan. Tan canarios como los olvidados artesanos que dejaron señas de su identidad en las paredes de un símbolo de la ciudad que ellos fundaron.

Torre de los Homenajes
—Fue una idea del arquitecto uruguayo Juan Antonio Scasso, concebida como un esbelto tributo Art Déco a los campeones olímpicos de fútbol (Colombes 1924 y Ámsterdam 1928), muchos de ellos campeones mundiales en 1930.
—Se eleva a cien metros de altura, en el centro de la tribuna Olímpica del Estadio Centenario, como un ejemplo original de la corriente francesa que también se nutre del expresionismo arquitectónico nacional inspirado en las corrientes alemanas de su tiempo.
—De noche se la divisa desde muy lejos, realzada por grandes reflectores que la muestran tal cual es: monumental. Inspira tanto respeto, que en su parte alta se iza la bandera uruguaya cada vez que un acontecimiento conmueve al país.
—Posee un mirador al que se puede llegar en ascensor o subiendo sesenta escalones; desde allí se ve casi todo Montevideo: el puerto, las playas, el mar, el Cerro y muchas barriadas. Es imposible pensar en el fútbol uruguayo sin su Estadio, tanto, como es imposible pensar en el Estadio sin su Torre de los Homenajes.

El arquitecto Juan Antonio Scasso presentado
su proyecto de Estadio Centenario, en 1928.
(Museo del Fútbol de la AUF)
Juan Antonio Scasso
—Nacido en Montevideo en 1892, recibido en 1916, a los 23 años, fue Medalla de Oro de la primera promoción de egresados de la Facultad de Arquitectura creada a partir de la de Matemáticas.
—Viajó a Europa becado por el Ministerio de Relaciones Exteriores, para completar sus estudios, regresó en 1920 como arquitecto de la Intendencia de Montevideo y catedrático de Trazado de Ciudades y Arquitectura Paisajista de su Facultad. Al año siguiente construyó el Estadio de Pocitos del Club Atlético Peñarol y la Pista Ofical de Atletismo del Parque Batlle.
—A los 37 años, cuando era director de Paseos Públicos de Montevideo, fue proyectista, director de obras del Estadio Centenario y creador de la Torre de los Homenajes, en colaboración con los arquitectos José H. Domato y Pedro Danner y el dibujante Cayetano Magliano.
—Scasso integró el equipo ganador del Concurso Internacional para el Plan Regulador de la ciudad argentina de Mendoza, con su compatriota y notable colega Mauricio Cravotto, mientras era subdirector del Instituto de Teoría de la Arquitectura y Urbanismo.
—Otras realizaciones: Escuelas Experimentales de Malvín y de Las Piedras; Hotel Municipal del Lago, en el Parque Rivera; Hotel Miramar, actual Escuela Naval de Carrasco; los restaurantes Tajamar de Carrasco y El Retiro del Parque Rodó. El célebre arquitecto, reconocido en todo el mundo, falleció en 1975, a los 83 años.

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