Alberto Castillo, el popular cantor argentino, era un artista exclusivo de Doble Uruguaya, que en 1956 animó memorables fiestas de carnaval transmitidas por Radio Carve. (Archivo FNC) |
Sobre la base del Capítulo 2 del libro Historia de la Cerveza en Uruguay (FNC-Koi Books, Montevideo, diciembre de 2011).
—El amplio espacio de la calle Yatay fue elegido en 1874 Conrado Niding, pionero de la cervecería uruguaya, pero recién trece años después adquirió el carácter de emblema comercial que le entregó otro innovador: el austriaco Eduardo Richling. Una transformación memorable, relatada por el cronista Esteban Wonner, en su Guía Industrial de Montevideo, edición 1888.
—“Es un establecimiento modelo del cual yo no tenía la más remota idea, siendo verdaderamente digno de ser visitado.
—“Es un establecimiento modelo del cual yo no tenía la más remota idea, siendo verdaderamente digno de ser visitado.
Lámparas y luces del Palacio de la Cerveza son obras de la ornamentación Art Déco. (Archivo FNC) |
—“Hay algo más, dos magníficos salones para el despacho á menudeo, jardines, patios con árboles y glorietas; en ellos se dan, cada sábado, espléndidos conciertos musicales por la banda de artillería”, evocaba el periodista en artículo sobre una visita a Richling.
Un espacio artístico en la calle Yatay, barrio Goes, utilizado como locación audiovisual. (Archivo IM) |
—Por entonces tenía tres frentes: a la calle Yatay Nº 8 y Nº 14, a Reducto Nº 21 y a Uruguayana Nº 97. “La fábrica trabaja durante los doce meses del año, pero desde Setiembre á Febrero más que en los otros seis meses pudiendo dar un producto de 2.500.000 litros”, aseguraba Wonner, quien en sus cálculos realizaba una suma desigual: 1.500.000 de litros de cerveza más 1.000.000 de litros de hielo.
Testimonio gráfico del Recreo La Popular, que durante décadas estuvo abierto en el mismo predio del Palacio de la Cerveza. (Archivo FNC) |
—“Por
Yatay, el alemán von Rikling (sic) atendía su cervecería. El mozo
que lo ayudaba era una copia exacta del viejito amistoso, cachetes
rosados y barba blanca, que durante un tiempo fue el afiche del feliz
bebedor de cerveza. Con los años el negocio también se transformó
en la Primera Fábrica de Cerveza a Vapor La Popular, que
después amplió su local, atendiendo por Marcelino Sosa. Allí se
servían los mejores chopps de la época”, señalaba
Juan Carlos Patrón, abogado, dramaturgo y cronista del barrio
Goes.
Aviso de prensa de la década de 1920 que promocionaba a la cervecería y su gran palacio de la calle Yatay. (Archivo FNC) |
—Don
Alfredo, tengo una tos que no me deja dormir —le dijo alguien,
alguna vez.
—Alquitrán
Guyot, m’hijo —fue la respuesta del galeno, mientras le pregunta
a otro:
—¿A
vos que te pasa?
—No
sé doctor, me mareo y bajé tres kilos.
—Vení
mañana al consultorio, m’hijo, y no te preocupes por los remedios,
que van por mi cuenta. ¡Que pase el qué sigue!
—Vidal
y Fuentes no era un médico común. Fue un admirado científico
y un notable político, que transformó su mesa de La Popular en una
institución social aprobada por su amigo Richling, quien además se
vio beneficiado por la popularidad que le entregaba la beneficencia.
No importaba si el paciente iba a consumir, si era pobre, Vidal
y Fuentes lo atendía y Richling lo ayudaba.
—Un
personaje de aquel tiempo fue Wihelm Sommer, un descendiente germano
nacido en Paysandú, cuya barba fue reproducida en los
carteles y las jarras de la Nueva Popular a Vapor.
—La imagen del “Viejo” de la Popular fue una tradición luego continuada por la Cervecería Uruguaya, la Nacional, la Montevideana, y desde 1932 por Fábricas Nacionales de Cervezas, que la reprodujo en etiquetas, ceniceros, almanaques, abanicos de propaganda y hasta las listas de precio.
—La imagen del “Viejo” de la Popular fue una tradición luego continuada por la Cervecería Uruguaya, la Nacional, la Montevideana, y desde 1932 por Fábricas Nacionales de Cervezas, que la reprodujo en etiquetas, ceniceros, almanaques, abanicos de propaganda y hasta las listas de precio.
Fachada del antiguo Palacio de la Cerveza, emblema de la arquitectura Art Déco en Montevideo. (Archivo Canal 10) |
—En
la década de 1960 fue adquirido por la Institución Atlética Sud
América, un histórico club de fútbol de la cercana Villa Muñoz
que invirtió la fortuna obtenida en el pase de su jugador Alcides
Cacho Silveira. Por años fue sede de los bailes más concurridos de
la ciudad, hasta su venta a particulares, a fines del siglo pasado.
—En 2009 el gobierno uruguayo propuso el ingreso de la
arquitectura Art Déco de Montevideo, a la Lista
Indicativa del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Un ejemplo
fundamental de este conjunto urbanístico y artístico es el Palacio
de la Cerveza. A fines de setiembre de ese mismo año, el emblemático
monumento arquitectónico fue visitado por especialistas del
organismo internacional dedicado a las ciencias y la cultura, que le
reconocieron un elevado valor patrimonial, similar al de sus pares:
Palacio Rinaldi, Palacio Díaz, Palacio Lapido, Edificio Tapié, Confitería
Americana, Jockey Club, Edificio Lux, Edificio Parma, Edifico El Mátil.
Art
Déco
—“Vino
desde París, en la década de 1920, a raíz de la transmisión de
nuevos valores culturales, nuevas ideologías artísticas, nuevas
necesidades sociales, nacionales y mundiales. Esta corriente se
tradujo en garitas policiales, estaciones de servicio, salas de cine
o edificios que en ese entonces se llamaban ‘para renta’. Otro
camino fueron obras ‘para consumo’, en las cuales se
comercializaban productos novedosos, como el Palacio de la Cerveza, o
las confiterías, lugares donde se iba a tomar el té."
Mariano
Arana, Andrés Mazzini, Cecilia Ponte, Salvador Schelotto, en el
ensayo Arquitectura y diseño Art Déco en el Uruguay, Facultad de
Arquitectura, Montevideo, 1999.
El Palacio de la Cerveza, realizado por Juan M. Delgado entre 1926 y 1927, tenía su puerta de ingreso por Yatay 1421.
Primera chopera del Palacio de la Cerveza, inaugurada a fines de la década de 1880. |
Ejemplar
único
—"De
la misma forma que el Art Nouveau es un símbolo de Buenos Aires, el
Art Déco marca la personalidad de Montevideo. También existen
buenos ejemplares de este estilo en otras ciudades de América
Latina, pero en ningún lado con la abundancia y la calidad que
tenemos aquí, con un emblema inigualable: el Palacio de la Cerveza.”
Mariano
Arana, arquitecto, urbanista, ex-intendente de Montevideo.
—El popular edificio fue un símbolo del negocio cervecero de mediados del siglo pasado. Los consumidores debían comprar los productos de la fábrica, pero podían llevar su comida.
Lámparas
y luces
—“La
arquitectura Art Déco en Uruguay se puede dividir en diferentes
corrientes. Una está vinculada a la tradición que se caracteriza
por la utilización de elementos de ornamentación convencionales
generalmente recargados, evitando los elementos decorativos
historicistas. Es el caso de las lámparas y las luces del Palacio de
la Cerveza.”
Juan
Pedro Margenat, arquitecto y docente uruguayo, autor del libro Arquitectura Art Déco en Montevideo, asesor técnico de la Convención del Patrimonio Mundial
de UNESCO.
1939
—“Fue
el año de inolvidables actuaciones del maestro Pintín Castellanos,
en el Palacio de la Cerveza, cuando su orquesta típica contaba con
el primer violinista Alfredo Gobbi, y con el vocalista Eduardo Ruiz,
luego sustituido por Enrique Campos. Lo suyo fue lo rítmico, la
percusión, por eso su vena creadora abundó en milongas y candombes,
que convocaban a multitudes a los salones del edificio de la calle
Yatay.”
Juan
Carlos Patrón, memorialista del barrio Goes.
—El Art Déco está presente en cada rincón montevideano, con una influencia tan poderosa que sus edificios más característicos fueron presentados ante la UNESCO para ingresar a la Lista Indicativa del Patrimonio Mundial.
—El Art Déco está presente en cada rincón montevideano, con una influencia tan poderosa que sus edificios más característicos fueron presentados ante la UNESCO para ingresar a la Lista Indicativa del Patrimonio Mundial.
Palacio Díaz, 18 de Julio y Ejido. |
—Si Buenos Aires es la capital americana del Art Nouveau, la mayoría de los barrios de la capital uruguaya lo son de otro estilo nacido a mediados de la década de 1920: el Art Déco. —La ciudad mantiene un tórrido romance con la corriente que comenzó a proyectarse desde Paris al mundo. Brotó muy bien entre los montevideanos, mejor que las vanguardias puras, que dieron algunas obras significativas y nada más. Multiplicó su presencia en los edificios del Centro, fue por casi dos décadas el toque de distinción característico en las residencias con pretensión moderna, delineó el perfil de las garitas policiales, refugios de playas que abundaron en la rambla costera y las estaciones de nafta, decoró cervecerías y cafés, salones de baile y cines.
—Un notable exponente es el Palacio Rinaldi, creado en 1929 por los arquitectos Guillermo Armas y Albero Ísola. Está ubicado en la acera norte de la avenida 18 de Julio que enfrenta a la Plaza Independencia. El geometrismo de su fachada, el dibujo diverso de sus balcones, los elementos decorativos en los ángulos superiores, lo instalan de manera decidida en la estética Art Déco.
—Todas sus líneas sugieren una sensación ascendente al observador, al punto que en primera mirada parece mucho más alto de lo que es en realidad. Sus creadores, seguramente buscaron que no quedara desairado al estar tan cerca del edificio más alto de América del Sur por entonces. De los mismos autores es el Edificio Lux, majestuosa referencia del barrio Parque Rodó, un caso de Art Déco tardío, erigido en la década de 1930 en la proa de la calles Constituyente y José Enrique Rodó.
—No menos relevante fue el aporte de los arquitectos Gonzalo Vázquez Barriére y Rafael Ruano. De ellos es la idea del Palacio Díaz, ubicado en 18 de Julio y Ejido, a pocos metros del Palacio Municipal, y un símbolo del Art Déco náutico: el edificio El Mástil, que corona la esquina de Avenida Brasil y Juan Benito Blanco, a pocos metros de la rambla de Pocitos. Fue una obra de mediados de la década de 1930 cambió la fisonomía del barrio y de la costa montevideana, hasta ese momento de casas bajas y mansiones de veraneo de escala doméstica.
—Hay otros ejemplos destacables. Palacio Lapido, de 18 de Julio y Río Branco, Palacio Tapié, de Constituyente y Santiago de Chile; el Edificio Parma, que perdura como un elegante núcleo de apartamentos en el barrio Cordón, a la altura de la avenida 18 de Julio 1645 y el Palacio Piria, de Treinta y Tres, entre Sarandí y Buenos Aires, que con su fachada discontinua y su ambición decorativa es un referente de la Ciudad Vieja.
—El Art Déco está presente en cada rincón montevideano. Con una influencia tan poderosa, que sus edificios más característicos fueron presentados ante la UNESCO para ingresar a la Lista Indicativa del Patrimonio Mundial.
¿Es o no es?
—"En nuestro país mucha gente ha opinado sobre el Art Déco sin la suficiente formación. Se han publicado trabajos en que se nombra como Art Déco cosas que no lo son. En primer lugar, las fronteras entre el Art Déco y el náutico pueden ser muy variables, muy permeables. Por ejemplo el edificio El Mástil (1935) en Avenida Brasil y Benito Blanco, realizado por Gonzalo Vázquez Barriere, lo incluí tanto en el libro sobre Art Déco como en el de arquitectura náutica. La característica más importante que define al Art Déco es la presencia de elementos decorativos en la superficie. Puede haber una carga mayor o menor, pero no confundamos las cosas: el Yacht Club (1935) en el Puerto del Buceo, de Luis Crespi y Jorge Herrán, no tiene ningún elemento decorativo superpuesto. El Planeta Palace Hotel (1939) de Atlántida, de Natalio Michelizzi, no tiene ningún elemento decorativo. Entonces es un grueso error considerarlos Art Déco. Son náuticos. Las construcciones náuticas configuran un campo propio, la cantidad y calidad de las obras justifican abordarlo como un tema único, como un tema en sí mismo. De ahí que hago esa diferenciación."
Juan Pedro Margenat, entrevista de El País Cultural, Nº 1068, 21 de mayo de 2010, Montevideo, Uruguay.
—El Art Déco brotó en la capital uruguaya con más fuerza que las vanguardias puras. Multiplicó su presencia en los edificios del Centro, fue por casi dos décadas el toque de distinción característico en las residencias con pretensión moderna, delineó el perfil de las garitas policiales, refugios de playas que abundaron en la rambla costera y las estaciones de nafta, decoró cervecerías y cafés, salones de baile y cines.
Guillermo Armas O’Shanahan
—El arquitecto de prestigio internacional fue pionero del Art Déco en el Río de la Plata, muy poco después que el novedoso estilo se conociera en la Exposición de Artes Decorativas de París de 1925.
—Desde ese momento, la Ciudad Vieja, el Centro, y también los barrios montevideanos, vieron crecer aquellos edificios de rectas insinuantes matizadas por curvas, de paredes lisas alivianadas con pinceladas decorativas: era lo “moderno” sin llegar a extremos.
—Guillemo Armas O’Shanahan, asociado con su colega Alberto Ísola, en 1929 construyó el Palacio Rinaldi, en el inicio de la avenida 18 de Julio, en la acera norte que enfrenta a la Plaza Independencia. El geometrismo de su fachada, el dibujo diverso de sus balcones, los elementos decorativos en los ángulos superiores, lo instalan de manera decidida en la estética Art Déco.
—Todas sus líneas sugieren una sensación ascendente al observador, al punto que en primera mirada parece mucho más alto de lo que es en realidad. Sus creadores, seguramente buscaron que no quedara desairado ante la presencia cercana del que fuera por algún tiempo el edificio de cemento más alto de América Latina: el Palacio Salvo.
Edificio Lux, de Constituyente y Rodó. |
—Lo que llamó la atención al arquitecto canario fue la lista de obreros que participaron en la construcción original, entre tantos, los maestros albañiles, Pedro de Almeida y José Durán, y el maestro carpintero José de León. Los tres nacidos en Santa Cruz de Tenerife, los tres arribados en el navío San Martín, en la segunda colonización montevideana, de 1729.
—La mayor remodelación de la Matriz fue iniciada en 1941 y duró más de veinte años. La fachada fue renovada, respetando su estilo original, con la sabia dirección de Ruano. Las bóvedas y la cúpula central, y también la Capilla del Santísimo, fueron recuperadas por Armas O’Shanahan. Para el famoso urbanista fue un desafío cumplido: devolverle su antigua plenitud a la mayor obra arquitectónica del Montevideo colonial. También fue un homenaje a la memoria de sus padres: el empresario lanzaroteño Esteban Armas Curbelo y Teresa O´Shanahan. Tan canarios como los olvidados artesanos que dejaron señas de su identidad en las paredes de un símbolo de la ciudad que ellos fundaron.
Torre de los Homenajes
—Fue una idea del arquitecto uruguayo Juan Antonio Scasso, concebida como un esbelto tributo Art Déco a los campeones olímpicos de fútbol (Colombes 1924 y Ámsterdam 1928), muchos de ellos campeones mundiales en 1930.
—Se eleva a cien metros de altura, en el centro de la tribuna Olímpica del Estadio Centenario, como un ejemplo original de la corriente francesa que también se nutre del expresionismo arquitectónico nacional inspirado en las corrientes alemanas de su tiempo.
—De noche se la divisa desde muy lejos, realzada por grandes reflectores que la muestran tal cual es: monumental. Inspira tanto respeto, que en su parte alta se iza la bandera uruguaya cada vez que un acontecimiento conmueve al país.
—Posee un mirador al que se puede llegar en ascensor o subiendo sesenta escalones; desde allí se ve casi todo Montevideo: el puerto, las playas, el mar, el Cerro y muchas barriadas. Es imposible pensar en el fútbol uruguayo sin su Estadio, tanto, como es imposible pensar en el Estadio sin su Torre de los Homenajes.
El arquitecto Juan Antonio Scasso presentado su proyecto de Estadio Centenario, en 1928. (Museo del Fútbol de la AUF) |
—Nacido en Montevideo en 1892, recibido en 1916, a los 23 años, fue Medalla de Oro de la primera promoción de egresados de la Facultad de Arquitectura creada a partir de la de Matemáticas.
—Viajó a Europa becado por el Ministerio de Relaciones Exteriores, para completar sus estudios, regresó en 1920 como arquitecto de la Intendencia de Montevideo y catedrático de Trazado de Ciudades y Arquitectura Paisajista de su Facultad. Al año siguiente construyó el Estadio de Pocitos del Club Atlético Peñarol y la Pista Ofical de Atletismo del Parque Batlle.
—A los 37 años, cuando era director de Paseos Públicos de Montevideo, fue proyectista, director de obras del Estadio Centenario y creador de la Torre de los Homenajes, en colaboración con los arquitectos José H. Domato y Pedro Danner y el dibujante Cayetano Magliano.
—Scasso integró el equipo ganador del Concurso Internacional para el Plan Regulador de la ciudad argentina de Mendoza, con su compatriota y notable colega Mauricio Cravotto, mientras era subdirector del Instituto de Teoría de la Arquitectura y Urbanismo.
—Otras realizaciones: Escuelas Experimentales de Malvín y de Las Piedras; Hotel Municipal del Lago, en el Parque Rivera; Hotel Miramar, actual Escuela Naval de Carrasco; los restaurantes Tajamar de Carrasco y El Retiro del Parque Rodó. El célebre arquitecto, reconocido en todo el mundo, falleció en 1975, a los 83 años.
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