Fiscal
de la Defensa
José de Mones Roses, en la Villa Restauración, c. 1850. |
Dos
astures que jamás se conocieron cruzan dramáticamente sus vidas
y comparten pasiones con heroicas personalidades orientales. Ellos
amaron la misma tierra, aunque no era la misma nación. El ovetense José de Mones Roses vivió, entre 1840 y 1859, la trágica experiencia
de la Guerra Grande y su engañoso corolario: "Sin vencedores ni
vencidos." Fue asesor legal del caudillo blanco Manuel Oribe,
sitiador de Montevideo. Su amigo, el ministro Carlos Gerónimo
Villademoros, era hijo de Ramón, mártir tinitense de la
independencia americana, fusilado por el ejército español en 1815,
en medio de violentas pasiones revolucionarias. Mones Roses fue el
primer Fiscal del Crimen del Gobierno del Cerrito, e influyente juez
de la Academia Teórico–Práctica de Jurisprudencia del Estado
Oriental, primera experiencia uruguaya de un posgrado en Derecho, con sede en la emblemática Villa de la Restauración.
–La
tarde del 27 de marzo de 1843, justamente el día de su cumpleaños,
el joven abogado supo que no podía volver a su confortable casa
de la antigua calle San Gabriel, tambiéb conocida como Real, la actual Rincón de la Ciudad Vieja de Montevideo.
–Era informado sobre la existencia
de un oficio de destierro que mancillaba su honor, pero que no sentía
como una desgracia personal, ni significaba el fin de su vida civil.
–Luego
de iniciado el Sitio Grande, el 16 de febrero, había quedado en
extramuros, en la zona del Cerrito de la Victoria dominada por su
mentor ideológico Manuel Oribe, Restaurador de las Leyes.
–En
definitiva, era solo una cuestión de tiempo. El retiro iba a
ocurrir, tarde o temprano, pero el Gobierno de la Defensa se
adelantaba a su voluntad. Lamentaba sí, la pérdida de un sitio que apreciaba como estudio profesional y sede de reuniones políticas y
sociales.
–Aquella
noche no pudo dormir. Le daba vueltas en la cabeza el enojoso decreto
colorado, tras un aniversario con múltiples saludos y enhorabuenas por su "patriótico sacrificio".
–Se levantó de
madrugada, fue hasta la biblioteca para repasar algunos textos del
economista liberal Álvaro Florez Estrada, un admirado paisano de
Pola de Somiedo al que había conocido en la Universidad de Oviedo.
Carlos de Villademoros. |
–Al
otro día, muy temprano, llegaba su amigo, el canciller
Carlos Gerónimo Villademoros, para consolarlo e informarle nuevos
datos sobre la orden de expulsión.
–"En
definitiva, mi estimado doctor, no iba a cambiar demasiado su vida. Es un
disgusto muy grande y una afrenta moral, pero su sensible inteligencia sabía
que era inevitable", le consolaba Villademoros.
–El
agotado anfitrión lo miró fijo. Hubo un brevísimo silencio y una
respuesta, simple y contundente.
–"Pocos ataques a la dignidad
humana dan más lustre que ser humillados por enemigos de la
justicia, la libertad y la verdad", respondió con sinceridad, pero,
también con toda la intención de ocultar su más profundo
sentimiento de tristeza.
–Siguió
leyendo Elementos de economía política –la última obra de Florez
Estrada, editada en 1841– mientras el visitante lo informaba sobre un
indiscreto allanamiento policial en su hogar montevideano. Una
intolerable falta de respeto, porque en ausencia, era tratado como un
bandido común.
–Acusado
de conspiración y espionaje –cargos para él injustos, a pesar de
que nunca ocultó su simpatía blanca– supo que los ominosos
intrusos habían requisado documentos y escritos.
–Con el paso de las horas, más lamentó el
menoscabo de objetos personales; algunos serían recuperados por
gestiones oficiosas y otros, después del Sitio Grande.
–Pero,
faltaba el detalle más desagradable, que Villademoros guardaba para el
final. "Lamento decirle, Doctor, que ha ocurrido algo muy doloroso en
tan impropio episodio. El documento está firmado por..."
–Hubo
una pausa interminable. No fue necesario decir de quien se trataba.
–El
papel que ordenaba su expulsión de Montevideo, finalizaba con un
desmoralizante: “Joaquín Suárez Fernández, presidente interino.”
–No era una firma cualquiera. Justo él, un conocido con quien discrepaba en ´la más alta política, aunque hasta entonces merecía su respeto.
–Lo expulsó de su hogar el
hijo Bernardo Suárez del Rondelo, prestigioso paisano al que no
trató en persona, pero que era grata referencia en cada encuentro de
la inmigración asturiana. Recién en ese momento, el ovetense dejó
escapar una leve lágrima.
Huella y presencia de Asturias en el Uruguay, donde José Pérez de Castro cuenta la historia de Mones Roses. |
–Ejerció sin mayor
destaque en el foro de Asturias, entre 1831 y 1839, aunque dedicaba mucho
tiempo al estudio de los principales autores de teoría jurídica y
documentos sobre política y economía.
–El historiador José
Luis Pérez de Castro afirma que el jurista arribó “accidentalmente”
a Montevideo, en 1840.
–Antes había cruzado correspondencia con españoles radicados en el Estado Oriental del Uruguay que luego le presentaron
al influyente ministro blanco Carlos Gerónimo Villademoros,
primogénito de Ramón Villademoros Candán, un valiente soldado asturiano
pasado al bando criollo, fusilado por tropas realistas en el
Alto Perú.
–Mones
Roses se sintió atraido por la compleja situación política y
económica provocada por la Guerra Grande y su trama de intereses
mundiales que desde 1939 se disputaban la primacía del Río de la Plata.
–Consiguió la
revalidación de su título universitario en Montevideo, el 30 de
setiembre de 1840, mientras observaba la evolución del conflicto internacional
como atento analista del derecho comparado.
–El
Supremo Tribunal de Justicia le otorgó permiso para ejercer en todo el joven país, aunque su jurisdicción en la
práctica estaba más restringida al área metropolitana.
Su ingreso al foro uruguayo fue informado el 6 de octubre de 1840,
por el diario El Nacional.
–Vivía
en intramuros de la ciudad, territorio de la Defensa colorado–unitaria, pese a que se sentía
ideológicamente cercano al bando blanco–federal. –Admiraba “la
rectitud legalista” del brigadier general Manuel Oribe, y despreciaba “la demagogia irresponsable” de su enemigo Fructuoso Rivera.
–Viajero
consuetudinario por asuntos legales y asiduo visitante de la familia
Villademoros, se vinculó rápidamente al oribismo.
–Luego de impuesto
el Sitio Grande y de formalizado el Gobierno del Cerrito, en 1843
permanecía más tiempo en la Villa de la Restauración, bastión de
los sitiadores, que en su propia residencia.
–Disfrutaba de largas
jornadas de caza en la zona blanca de Melilla, donde encontró “el
lugar más acogedor y hermoso, jamás visto”.
–Mones
Roses fue desterrado ese mismo año por el Gobierno de la Defensa,
que consideró éticamente incompatible su permanencia en el asediado
reducto colorado–unitario.
–Descalificado por muchos de sus colegas
montevideanos, se trasladó al Cerrito de la Victoria, sin dudas y
sin remordimientos. Allí acompañó muy estrechamente a sus amigos
Oribe y Villademoros.
–El Restaurador de las Leyes lo designó ese mismo año, su
más cercano asesor jurídico y secretario personal, y en 1845 fue
investido como Agente Fiscal del Crimen.
Portones de Carrasco, un patrimonio en el comienzo la calle Mones Roses. |
–“Una institución donde se formaban jueces y fiscales, que también tenía perfil de un Colegio de Abogados, en la que era su principal docente y censor. Con la obligación de revisar y aprobar las
disertaciones mensuales y asistir en calidad de juez a todos los
exámenes, así de ingreso como de salida.”, afirma Pérez
de Castro, quien además es jurista.
–La
Universidad Mayor, primera institución terciaria uruguaya, fue fundada por decreto del 27 de mayo de 1838 firmado por Oribe.
–La Academia
Teórico–Práctica de Jurisprudencia fue abierta el 11 de junio del mismoaño,
también por iniciativa oribista.
–Allí se instituyeron cursos de tres años de asistencia obligatoria, reglamentados por
el Tribunal Superior de Justicia.
–Tras
la Paz del 8 de octubre de 1851 y el fin de la guerra bajo el lema "Ni vencedores, ni vencidos", Mones Roses
siguió viviendo en La Restauración que el 11 de noviembre del mismo año cambió su nombre por La Unión.
–Ejerció el
derecho y la docencia algunos años más, aunque relegado por
intereses políticos a un sombrío segundo plano.
–El
ovetense era católico ferviente y tradicionalista inquebrantable. En
1858 integraba la recién creada Sociedad de San Vicente de Paul,
acompañado por el comandante francés Pierre Fouet, pero se sentía
postergado en sus proyectos y aspiraciones personales y profesionales.
–El 25 de marzo de 1859 se embarcó de
regreso a su tierra natal. Desde Oviedo mantuvo abundante
correspondencia con las familias Oribe y Villademoros, mucha de carácter jurídico y político,
pero también íntima y personal.
–La muerte lo alcanzó en
Villaviciosa, Asturias,el 19 de noviembre de 1894.
–Su prestigio en tierras
uruguayas quedó señalado por una hermosa calle inaugurada en 1917, adyacente a los emblemáticos Portones del
barrio costero de Carrasco.
Escudo de los Villademoros en el solar de Tineo, creado en la Casa de las Torres de Muñas, Concejo de Valdés. |
Ramón Rodrigo de Villademoros Candán
–Nacido en 1779, en San Miguel de Barcena del Monasterio, concejo de Tineo, en el occidente asturiano, en 1801 se estableció en Montevideo.
–Participó en la defensa del entonces territorio de la Banda Oriental, frente a las dos Invasiones Inglesas al Virreinato del Río de la Plata, en 1806 y 1807.
–Nacido en 1779, en San Miguel de Barcena del Monasterio, concejo de Tineo, en el occidente asturiano, en 1801 se estableció en Montevideo.
–Participó en la defensa del entonces territorio de la Banda Oriental, frente a las dos Invasiones Inglesas al Virreinato del Río de la Plata, en 1806 y 1807.
–Influido por el histórico liberalismo de su paisano el general Rafael del Riego, fue un opositor
convencido de la decadente monarquía hispana y alzó su voz a favor de los cabildos autonomistas de 1808 y
1809 opuestos a los eternos excesos de Buenos Aires.
–Luego del Grito de Asencio, del 28 de febrero de 1811, el
historiador uruguayo Francisco Bauzá lo definió como uno de "los caudillos
insurreccionales nacidos en tierra extraña”.
–“Liberal,
como buen tinitense, abrazó la causa de la libertad desde los
primeros pasos que las colonias dieron hacia su emancipación”,
afirma José Luis Pérez de Castro en Huellas y Presencia de Asturias
en el Uruguay (Montevideo, 1961).
–Su
bautismo de guerra fue la acción de Paso del Rey, el 21 de abril de
1811, seguida por la Toma de San José, el 25 de abril.
–Formó parte
de las tropas lideradas por los capitanes Baltasar Vargas y Manuel
Artigas, primo hermano del héroe nacional uruguayo.
–San José, la antigua villa
de colonos asturianos fue capturada, pero Artigas cayó gravemente herido.
Murió un mes después, el 25 de mayo.
–Villademoros
no participó en la mítica Batalla de Las Piedras, el 18 de mayo,
porque quedó en la retaguardia cuidando las espaldas
de las caballadas que avanzaban hacia Montevideo.
–El
15 de setiembre de 1811, el entonces alférez
estaba en el Rincón del Avestruz, en el Cerro Largo del noreste
oriental.
Fortín de los Villademoros en el "Cerro Largo", demolido a fines del siglo XIX |
–Las crónicas lo describen como un líder de fuerte
personalidad, que arengaba ardorosamente a sus 110 soldados. La
partida de gauchos e indios aguardaba el auxilio de los 250 hombres
del teniente coronel Manuel Francisco Artigas –hermano del prócer–
para atacar una posición ocupada por portugueses que colaboraban con
los realistas españoles.
–“Ante
la frustrante tardanza de los refuerzos, Villademoros debió rendirse
el 27. Pero no parece haber quedado prisionero, porque al otro día
contesta, desde las Puntas del Yerbal, al informe en que el capitán
Hilario Pintos le comunica no ir a auxiliarle, diciéndole que se
hallaba herido y sitiado por 100 portugueses que lo alcanzaron en
Polanco”, afirma Pérez de Castro.
–En
octubre de 1812 participó en el Segundo Sitio de Montevideo. El
gobierno hispano de la plaza agonizaba pero las constantes
divergencias entre orientales y porteños lo pusieron en la
disyuntiva de seguir o trasladarse a Buenos Aires.
–El 12 de setiembre de 1813 cruzó
el Río de la Plata para asumir como teniente de la Primera
Compañía de Cazadores, y bajo las órdenes
del Intendente de Policía bonaerense obtuvo el grado de capitán.
–Fue
organizador de una Compañía en Santa Fe que lo condujo al Ejército
del Norte comandado por el general Manuel Belgrano.
–En 1813 estuvo en los
triunfos de Tucumán y Salta, y quedó en reserva tras la
derrota de Ayohuma, a fines del mismo año.
–Cuando su jefe y mentor el general José
Rondeau asumió el comando del Alto Perú, integró la unidad de
vanguardia que obligó el retroceso de las huestes realistas.
–Su
valentía le dio reputación entre las tropas y le significó el
nombramiento como ayudante mayor de Cazadores, bajo las
órdenes del coronel Martín Rodríguez.
Batalla de Venta y Media. |
–El general
argentino José María Paz en sus Memorias Póstumas, informaba que el
“valiente asturiano murió en batalla”.
–El
parte oficial aclara un poco más el episodio. Villademoros fue
fusilado al día siguiente de su captura, luego de ser declarado
desertor del ejército español.
–“Fue un mártir de su adhesión a
las ideas que pugnaban por reivindicar los derechos del genero
humano”, opina Pérez de Castro.
–Una
calle en el barrio montevideano de Malvín, lo recuerda “por su
distinguida y valiente actuación en defensa de la independencia
americana”.
Carlos Villademoros
–El 26 de agosto de 1805, el asturiano Ramón, “a los tres años de residencia en Montevideo”, se casó con Jacinta Isabel Palomeque Castellanos.
–Ramón
era hijo de Manuel Villademoros y Josefa Candán, ambos de San Miguel
de Barcena del Monasterio. Jacinta era descendiente del andaluz Antonio
Palomeque y María Bartola Castellanos, porteña, de una conocida familia fundacional montevideana.
–La
pareja se fue a vivir a un rincón de la hacienda El Sarandí, propiedad de los Palomeque,
entre los arroyos Gutiérrez y Olimar Grande y las alturas del Yerbal,
por entonces era el "Cerro Largo", actual departamento de Treinta y Tres.
Manuel Oribe. |
–Ramón
y Jacinta tuvieron cinco hijos; Carlos
Gerónimo, nacido el 30 de setiembre de 1806, Pedro, Isabelino,
Carolina y Benjamín.
–El
primogénito tenía solo nueve años cuando recibió la infausta
noticia de la muerte del padre.
–La familia nunca abandonó la causa
revolucionaria, pero debió marcharse a San Carlos de Maldonado luego
que el hogar fuera invadido y saqueado por portugueses. En 1816,
Jacinta se radicó en Montevideo bajo la protección del ilustre
Carlos Anaya.
–Carlos
Gerónimo intentó emular la carrera militar, de una figura sublime y
fantasmal, tan admirada como desconocida. Pero, no tenía la mínima
vocación.
–En Buenos Aires estudió leyes, con tanta brillantez que
se recibió a edad inusual, en 1827 con una memorable tesis sobre Procedimientos.
–De
regreso al Uruguay independiente, en 1831 fue Auditor de Guerra del gobierno de Fructuoso Rivera, primer presidente del Uruguay, y dos años después designado juez civil de primera instancia, mientras trababa una intensa amistad con Manuel
Oribe.
–En 1837 fue electo Diputado por Montevideo, en la III Legislatura de la Cámara de Representantes, pero Oribe, segundo mandatario uruguayo, lo envió a Río de Janeiro como Ministro Plenipotenciario
ante la Corte de Brasil y encargado de negocios.Logotipo del diario oribista El Defensor de la Independencia Americana, dirigido por Villademoros. |
–Su afilada pluma
reivindicaba el derecho de la nación a dirigir sus asuntos
internacionales como le pareciese.
–Fue una respuesta directa al
bloqueo del Puerto de Montevideo por la escuadra del almirante
Leblanc, que precipitó la caída del gobierno de Oribe.
–Integró una comisión pacificadora para negociar con el golpista Rivera. Lo acompañaba su paisano Joaquín Suárez que terminaría por cambiarse de bando.
–Integró una comisión pacificadora para negociar con el golpista Rivera. Lo acompañaba su paisano Joaquín Suárez que terminaría por cambiarse de bando.
–Oribe resignó el mando y se exilió en la capital argentina donde fue reconocido como "Presidente Legal" por Juan Manuel de
Rosas, gobernador bonaerense y jefe del Partido Federal que luchaba contra el Partido Unitario.
–Al comienzo de la Guerra Grande, en 1839 regresó a Uruguay para recuperar su cargo ministerial en el Gobierno del Cerrito, blanco y federal, enfrentado contra la Defensa de Montevideo, colorada y unitaria. En el Sitio Grande sumó el cargo de Ministro de Guerra y Marina.
–Al comienzo de la Guerra Grande, en 1839 regresó a Uruguay para recuperar su cargo ministerial en el Gobierno del Cerrito, blanco y federal, enfrentado contra la Defensa de Montevideo, colorada y unitaria. En el Sitio Grande sumó el cargo de Ministro de Guerra y Marina.
–Fue periodista, dramaturgo y poeta, redactor o colaborador de
El Eco Oriental, El Republicano, El Defensor de las Leyes, entre
1835 y 1839 y dirigió El Defensor de la Independencia Americana, entre
1844 y 1851.
El canciller olvidado
–Dedicó los últimos años de su vida a escribir memorias, de tono melancólico y compasivo, pero no las concluyó.
–Dedicó los últimos años de su vida a escribir memorias, de tono melancólico y compasivo, pero no las concluyó.
Plaza de la Restauración, espacio central de la antigua villa oribista, en el actual barrio de la Unión. |
–"Por servir a la Patria o en el
vehemente deseo de serle útil, me arrojé a la defensa de un
principio, sin omitir sacrificio de ningún género, en el período
de trece años que se llevaron en pos de sí todas las ilusiones de
mi vida. Presta materia a serias reflexiones la manera con que se
enlazan los sucesos que arrastran al hombre de conciencia,
precipitándole por esa pendiente resbaladiza hasta el impuro piélago
en que su fe se añeja, sin que encuentre justificación posible
cuando, al término de su derrumbe, se despierta en la vida real y ve
los inmensos males a los que ha contribuido, incauto", reconoció
con serena autocrítica.
–Fue
autor de poesías reunidas en El Parnaso Oriental, de la
Oda a Oribe y del drama Los Treinta y Tres.
–Falleció
a los 46 años, dos años después del fin de la Guerra Grande, solo, pobre y lejos del poder, el 1 de febrero de 1853.
–"Le sorprendió una enfermedad cruel cuyos
progresos le arrancaron la vida a los dieciséis días de haber sido
atacado. Una calamidad que dejó a sus hijas llenas de dolor", así lo evocaba su padrino Carlos Anaya.
–El
historiador Lincoln Maiztegui Casas ha estudiado el legado político
e intelectual del canciller blanco.
–"En perspectiva, fue un recio
luchador por causas que consideró justas, además de un muy buen
literato que dejó obras, nada despreciables[...] Su verdadera
figura, adquiere una dimensión de grandeza que vuelve absurdo el
olvido que ha cubierto su memoria", afirmaba convencido, con agudo
espíritu revisionista en un país cuya iconografía mantiene un fuerte
tinte colorado.
Elisa, una leyenda amorosa
Elisa Simona Maturana y Carbalho de Silva, segunda esposa de Villademoros en un matrimonio que inspiró un drama romántico. |
–Carlos Villademoros se casó en dos oportunidades. El
2 de junio de 1827 contrajo enlace con Micaela de la Concepción
Correa y Angós, nacida en San Carlos. Del
matrimonio nacieron dos hijas, Carolina y Micaela, antes que ella muriera.
–Su segunda boda se firmó el 10 de junio de 1844, con padrinazgo del "gobernante legal don Manuel Oribe y de doña
Agustina Contucci de Oribe".
–En Montevideo, la capital sitiada, era comentario
corrido que la novia casi adolescente no amaba al canciller viudo que orillaba los cuarenta.
–"Elisa
llegó al altar bajo la presión materna y puso su pequeña mano –en
cuyo hueco ardía la brasa de mi último beso, desesperado– en la
del ministro a quien no quería y apenas estimaba", según frase adjudicada a Juan Carlos Gómez, su adversario político y
sentimental.
–La confesión fue un verdadero escándalo público.
Gómez era un punzante intelectual de la Defensa, odiado por el
padre de la joven, Felipe Maturana y Durán.
–Ricardo
Goldaracena, en El Libro de los linajes, desmiente la
leyenda romántica.
–"Se ha dicho hasta el cansancio que Elisa habría sido
obligada a casarse contra su voluntad[...] Un mito alimentado por su
muerte, apenas dos años después[...] Un hecho trágico, que algunos
adjudican a la depresión, por el noviazgo frustrado[...] Según
testimonio de la familia Vedia de Buenos Aires, la bella hija del
edecán de Oribe no habría sido infeliz. A tal punto es así, que
sus hijastras la llamaban amorosamente Mamita Elisa. Juan Carlos
Gómez, en cambio, arrastró por el resto de sus días el dolor del
amor perdido."
1 comentario:
Muy buen discurso. Gracias por el analisis historico.
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