viernes, 17 de noviembre de 2017

Una recorrida por librerías y espacios patrimoniales de lectura en la capital uruguaya

Montevideo estante

Linardi & Risso es una prestigiosa marca cultural del país, que ocupa la antigua Casa del Vicario, en la calle Juan Carlos Gómez, a pocos pasos del Cabildo. Fundada en 1944, por los libreros Adolfo Linardi y Juan Ignacio Risso, se especializa en libros y publicaciones latinoamericanas, con una larga experiencia en el apoyo a coleccionistas, investigadores y bibliógrafos. Por allí pasaron, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, y en 2010 el peruano Mario Vargas Llosa, luego de haber recibido el Premio Nobel de Literatura.

Cruzando la Plaza Matriz se encuentra la Librería y Anticuario El Galeón, del editor Eduardo Cataldo. En el local de Juan Carlos Gómez, entre Sarandí y Buenos Aires, se preservan ejemplares únicos. Una visita al amable Cataldo significa, por ejemplo, encontrarse con primeras ediciones de las obras de Juan Carlos Onetti. No menos atractiva es una visita a La Lupa Libros, en la Peatonal Bacacay, con su propuesta informal, que vincula lo moderno y lo tradicional.

Los dos locales de Puro Verso ocupan puntos estratégicos de la ciudad: 18 de Julio y Cuareim, a metros de la Plaza Cagancha, y el edificio Pablo Ferrando, de Sarandí y Bacacay. Con un acervo de más de 50.000 volúmenes, es la librería de moda y un centro artístico y cultural preferido entre los jóvenes.
En 2003 fue inaugurada la primera sucursal montevideana de la librería argentina Yenny. Desde entonces, Punta Carretas Shopping y la rambla de Pocitos comparten una propuesta amigable, donde el lector puede mirar todo lo que desee sin que nadie le llame la atención.
Los dos locales de la Librería y Papelería Papacito forman parte del paisaje de la ciudad. El más visitado, que se ubica frente a la Intendencia de Montevideo, inauguró la tendencia de abrir las 24 horas.
Ediciones de la Banda Oriental es un clásico moderno. Fue fundada en 1962 como editora de autores nacionales y de colecciones de culto para la intelectualidad uruguaya. Tiene dos locales: Cooperativa Magisterial, en la Ciudad, y Teatro El Galpón, en 18 de Julio y Minas.

En la calle Tristán Narvaja, escenario de la centenaria feria dominical, se encuentra Librería Ruben, referente de la compra venta de publicaciones de segunda mano, con un reconocido sistema de canje de volúmenes y revistas, que convoca a miles de lectores cada semana.
 Losa Libros es un sitio encantador de la calle Colonia, donde su propietario, el gallego Manuel Losa resulta un anfitrión sabio y entrañable, investigador, escritor y notable narrador oral de tantas historias de inmigrantes que construyeron el país.
Mosca Hermanos es la más antigua librería montevideana, establecida en 1888 como La Popular. Su casa matriz de 18 de Julio 1578, en el barrio Cordón, era visitada por notables figuras: José Enrique Rodó, Carlos Vaz Ferreira, Juan Zorrilla de San Martín. En 1947 recibió su denominación actual, desde entonces asociada con la literatura infantil y la educación de los uruguayos.

Manuel Losa Rocha, librero, escritor y editor gallego
Al pie de la letra
Don Manuel en la sala de exposición y lectura
de Losa Libros, un centro de referencia
de la cultura gallega en Uruguay, un sitio único
 en Montevideo y un espacio encantador
en el barrio del Cordón. 

(Ignacio Naón, 2009)
Es un hombre fiel. A su patria natal, a la adoptiva, a sus afectos, a sus ideas, a sus principios, pero, fundamentalmente, a la memoria y la cultura de sus antepasados. Manuel Losa Rocha es continuador de una antigua tradición de libreros gallegos, iniciada por José Serrano, el primer editor Rodó, Francisco Vázquez Cores, Manuel Magariños, Manuel Barreiro y Ramos.
Nacido en Santiago de Compostela en 1941, vino de niño a Montevideo. El joven inmigrante comenzó a trabajar como vendedor independiente de una editorial mexicana, hasta que en 1969 fundó M. R. Losa Libros Técnicos, antecedente de Losa Libros. “En los primeros tiempos nuestros clientes eran profesionales y estudiantes de ingeniería, electricidad, electrónica, mecánica, administración En 1978 comenzamos a importar los primeros tomos de informática, actividad en aquel momento pionera en nuestro país”, recuerda.
En 1986  estaba instalado en Colonia 1567, hasta que se mudó al 1551 de la misma calle, esquina Tacuarembó. “Poco a poco se fueron incorporando áreas nuevas: educación y literatura infantil. En 1988 alquilamos el local lindero, donde todavía estamos, para albergar los nuevos temas y para organizar la librería en dos secciones bien diferenciadas”, explica.
En 2006 mantuvo un encuentro fortuito, de más de dos horas, con Patricia, hija de Manuel Ferrol, célebre fotógrafo de la emigración. “Fue un 17 de marzo, en la exposición Galegos, presentada en el Cabildo, que narraba la diáspora de la década del  1950. En plena charla vi una foto y, de pronto, ¡oh sorpresa! Allí estaba el buque Juan de Garay… y ese niño apoyado en la baranda era yo.”
Patricia arrancó a Losa la promesa de que iba a contar sus vivencias de viajero en un homenaje póstumo a su padre, en La Coruña. La breve narración, de ocho páginas, causó tal sensación que lo animó a escribir su primer libro, a los 66 años.
Relato de un emigrante. De Santiago de Compostela a Montevideo, traducido al gallego como Relato dun emigrante, es una autobiografía publicada en abril de 2007, en la que describe su infancia con sentimiento y emotividad; de sus carencias y de su felicidad; de su arraigo y a la vez de su desarraigo, el sufrimiento, la congoja que experimenta casi todo expatriado, en cualquier tiempo y lugar.
“Trato de describir las historias de nuestras instituciones, en especial el Centro Gallego de Montevideo, y aspectos de la vida cotidiana de aquel país que me recibió; de algunos personajes, y de inmigrantes gallegos que por algún motivo se destacaron y tuvieron alguna influencia en la formación de Uruguay y su sociedad”, cuenta Losa.
El vendedor de libros, O vendedor de libros, fue editado en mayo del mismo año, medio siglo después que un amigo hiciera posible que vendiera su primer libro. Fue un 26 de mayo, Día del Libro de 1949, cuando se inició en una profesión apasionante que lo atrapó para siempre. Ese amigo aún ignora, cuán decisivo fue en su vida.
Luego vendría una biografía de una influyente personalidad del galleguismo uruguayo, Don Jesús Canabal Fuentes, hijo predilecto de O Pino, publicado en 2008. Su última obra fue presentada en abril de 2009: Cuatro historias de emigrantes, Catro historias de emigrantes, con relatos sobre la vida de Isidro García García, Eduardo Martínez Filgueiras, O'Cañotas, José Lage Sierra, Pepe Montoya, y Antón Crestar Faraldo. 
Así es la vida de aquel niño que sigue con su mirada fija en el puerto, desde la baranda de aquel barco, pero ahora en la tapa de un libro escrito cincuenta y dos años después. El compostelano Manuel Losa Rocha es un entrañable gestor cultural de la inmigración gallega, un apasionado de la literatura y los libros, que se hizo escritor por un hecho fortuito y una fotografía perdida.

Biblioteca Pública, Biblioteca Nacional

"Sean los orientales tan ilustrados como valientes"
Inaugurada el 26 de mayo de 1816, por iniciativa de Dámaso Antonio Larrañaga, con la aprobación de José Artigas, es la única institución que perdura desde la etapa de la Provincia Oriental histórica. Su acervo supera el millón de ejemplares, libros, folletos, publicaciones periódicas nacionales y extranjeras. Atesora un valioso fondo documental literario, colecciones de mapas, planos, fotografías, postales y grabados. Como unidad ejecutora del Ministerio de Educación y Cultura, su misión es recopilar, conservar, acrecentar y difundir el patrimonio bibliográfico y documental del país. También recibe los depósitos legales de las publicaciones editadas en el país, y garantiza su acceso libre y público de todos los ciudadanos.
El 4 de agosto de 1815 el presbítero Dámaso Antonio Larrañaga envió una carta al Cabildo de Montevideo en la que propuso crear una biblioteca donde pudiesen concurrir los jóvenes y todos aquellos que estuviesen interesados en acceder al saber. "Es necesario suplir con buenos libros, la falta de maestros e instituciones", fue su argumento. También se ofrecía para desempeñar ser el director, y solicitaba un edificio para instalarla. Ocho días después, José Artigas, por entonces en el Campamento de Purificación, capital de la Provincia Oriental independiente,  estuvo de acuerdo con la singular iniciativa: "...yo jamás dejaría de poner el sello de mi aprobación a cualquier obra que en su objetivo llevase esculpido el título de la pública felicidad. Conozco las ventajas de una biblioteca pública y espero que V.S. cooperará con el esfuerzo e influjo a perfeccionarla coadyuvando los heroicos esfuerzos de tan virtuosos ciudadano..."
Primera sede de la Biblioteca Nacional,
cuando era la Biblioteca Pública, en los
altos de la antigua Casa del Gobernador
de Montevideo, ubicada en el ángulo
suroeste de la actual Plaza Zabala,
en la esquina de la calle Alzáibar.
El 28 de agosto, el Jefe de los Orientales le escribió una carta a Larrañaga, en la que le contaba su convencimiento sobre la utilidad de la Biblioteca Pública: "...y su esperanza de que el Cabildo continuará con cuanto Ud. juzgue necesario para su mejor adorno y pronto arreglo."
El primer aporte bibliográfico fue una donación del presbítero José Manuel Pérez Castellano, fallecido el 5 de setiembre de 1815, quien además legó 1.500 pesos de la época, luego se sumaron los de José Raimundo Guerra, los padres franciscanos y del propio Larrañaga quien poseía una colección única en el Río de la Plata.
La Biblioteca Pública fue inaugurada el 26 de mayo de 1816, con 5.000 ejemplares ordenados en anaqueles ubicados en los altos del Fuerte del Gobernador de Montevideo, en el ángulo sur de la actual Plaza Zabala, sobre la calle Alzáibar.  Su fundador y primer administrador honorario pronunció en aquella fecha su memorable Oración Inaugural: "Una biblioteca no es otra cosa que un domicilio o ilustre asamblea en que se reúnen, como de asiento, todos los más sublimes ingenios del orbe literario o por mejor decir, el foco en que se reconcentran las luces más brillantes que se han esparcido por los sabios de todos los países y de todos los tiempos. Estas luces son las que el ilustrado y el Gobierno vienen a hacer comunes a sus conciudadanos."
Por resolución de Artigas, cuatro días después los centinelas del Ejército Oriental usaron como santo y seña: "Sean los orientales tan ilustrados como valientes", como adhesión a la revolucionaria institución cultural.

Durante la invasión luso-brasileña (18171828) la colección de la Biblioteca Pública fue saqueada por el ejército ocupante, quedó reducida a menos de dos mil volúmenes.

En 1926 el gobierno uruguayo adquirió el predio del actual edificio de la que pasó a llamarse Biblioteca Nacional, en 18 de Julio 1790 y Tristán Narvaja.
La piedra fundamental se colocó el 26 de mayo de 1938, y la nueva sede fue inaugurada en 1964. Una construcción neoclásica de 4.000 metros cuadrados, proyectada por el arequitecto Luis Crespi, con dos monumentos al frente que describen su compromiso con la cultura universal: Sócrates y Cervantes.
Su acervo está constituido por un millón de libros, folletos y publicaciones periódicas nacionales y extranjeras. Atesora, además, un valioso archivo documental literario, colecciones de mapas, planos, fotografías, postales y grabados.
Es una institución ejecutora del Ministerio de Educación y Cultura, cuyos objetivos son recopilar, conservar, acrecentar, procesar y difundir el patrimonio bibliográfico y documental nacional. Su sentido de misión se relaciona con el preservar este patrimonio y hacer posible el acceso de todos los ciudadanos.

Colecciones
La Biblioteca Nacional posee primeras ediciones nacionales, ejemplares únicos, incunables, manuscritos, mapas, fotografías, partituras, acuarelas y grabados. Entre los que se destacan la Oración Inaugural de Larrañaga, 1816; Colección de documentos históricos correspondientes a estos años. Montevideo, Imprenta de Torres, 1822; El Parnaso Oriental o Guirnalda de la República uruguaya. Compilado por Luciano Lira, Montevideo, Imprenta de la Caridad, 1835-37. Así como el archivo documental de José Enrique Rodó, los manuscritos de Juan Carlos Onetti y las colecciones de Julio Herrera y Reissig, Eduardo Acevedo Díaz, Horacio Quiroga, Florencio Sánchez, Francisco Acuña de Figueroa, Javier de Viana, Delmira Agustini, Juan Zorrilla de San Martín, Juana de Ibarbourou, entre otros.

26 de Mayo
Desde 1940, la inauguración de la Biblioteca Pública es evocada como Día Nacional del Libro. El Día Internacional se celebra en todo el mundo el 23 de abril, fecha del fallecimiento de Miguel de Cervantes, William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega.

Revista de la Biblioteca Nacional
Fue publicada por primera vez en 1966, es el principal medio de divulgación del Departamento de Investigaciones y Archivo Literario, la institución también publica los Cuadernos de Historia y Cuadernos de Literatura.

Sala Artigas de la Biblioteca Nacional.
Salas de lectura 
La principal es la General José G. Artigas, donde los lectores tienen acceso a libros, folletos y publicaciones periódicas nacionales y extranjeros.
En la Sala de Diarios se encuentra la prensa nacional y extranjera, actual y retrospectiva. 
La Sala Uruguay atesora todos los libros y folletos impresos en el país, sean o no de autores uruguayos, así como las obras de escritores nacionales publicadas en el extranjero y trabajos sobre Uruguay que se publican fuera del país. Desde 1978 ofrece un área independiente, con una confortable sala de lectura para investigadores nacionales y extranjeros, diseñada para la preservación del acervo. Posee un catálogo cronológico donde se registran, por año de publicación, todos los libros y folletos que ingresan a la BIBNA.
Ficheros históricos.
La  Sala de Materiales Especiales custodia las obras más valiosas que posee la institución: ejemplares raros y únicos, incunables, volúmenes de gran antigüedad, libros iluminados. La colección bibliográfica incluye materiales de Historia, libros de Arte, relatos de viajeros. En esta salamuseo se custodian primeras ediciones americanas, ediciones del siglo xvi y de manuscritos históricos. Se encuentran ejemplares únicos de folletos nacionales y extranjeros; primeros periódicos del país, tales como La Estrella del Sur, periódico británico publicado en 1807, primero en el actual territorio uruguayo. Este sector posee una mapoteca: dibujos, acuarelas, fotografías, postales, partituras musicales, medallas, monedas y material audiovisual. Por su inestimable valor, una recopilación de un material único en Uruguay, el préstamo está restringido a investigadores.
Fachada en 2010 (Archivo BIBNA).
La Hemeroteca posee más de 100.000 ejemplares de todo tipo de revistas uruguayas.
La Sala Francisco Acuña de Figueroafue remodelada para reuniones, seminarios, congresos, encuentros.
La Sala José Pedro Varela es utilizada para realizar exposiciones, actividades artísticas y culturales.
En la Sala Japón se ubica el centro de cómputos donde se puede encontrar un escáner de planos y otro para imágenes hasta tamaño A3, y el equipamiento necesario para la grabación en CD y DVD.

Dámaso Antonio Larrañaga, Francisco Acuña de Figueroa y Alberto Zum Felde, fureron notables directores de la Biblioteca Nacional. En las últimas cuatro décadas fueron sus titulares: Arturo Sergio Visca (19761985), Rafael Gomensoro (19851999), Raúl Vallarino (20002005), Tomás De Mattos (20052010), Carlos Liscano (20102015). En la actualidad es dirigida por la bibliotecóloga Esther Pailos Vázquez.
 
Dámaso Antonio Larrañaga, c. 1815.
Larrañaga, el primer sabio rioplatense 
Fue capellán de la resistencia criolla contra la Invasiones Inglesas, expulsado de Montevideo por su apoyo a los rebeldes orientales triunfadores en la Batalla de Las Piedras. Decisivo en el inicio del proceso revolucionario liderado por José Artigas y uno de los dos diputados electos antes del Congreso de Tres Cruces, fue creador y primer director de la Biblioteca Pública, actual Biblioteca Nacional.
Cuando abandonó al Protector de los Pueblos Libres, hasta la traición, viajó a Río de Janeiro para agradecer la intervención del emperador Juan VI de Portugal, luego fue diputado al Congreso Cisplatino que votó la anexión del territorio oriental al Brasil. En la Cruzada Libertadora se mantuvo leal a la potencia ocupante, pero fue electo senador del recién creado Estado Oriental del Uruguay independiente, con proyectos memorables de restricción de la pena de muerte y abolición de la esclavitud.
Fue un pionero científico y escritor prolífico. Cuando era párroco de la Iglesia Matriz, editó Diario de viaje de Montevideo a Paysandú y reunió elementos para sus ensayos sobre la desaparecida lengua chaná. En Diario de Historia Natural contó sus observaciones sobre fauna, flora y mineralogía, y en Diario de la Chácara describió su vida a orillas del arroyo Miguelete, donde vivió en la Guerra Grande. Aquel era territorio del Gobierno del Cerrito, blancofederal, pero se declaró neutral, con tanto éxito, que a su muerte recibió honores de General de la República, también en la Montevideo coloradounitaria.
Fue el primer vicario apostólico del país y primer rector designado de la Universidad de la República, que no asumió por haber fallecido antes de su apertura.
Apuntes
Sacerdote, naturalista, filósofo, escritor, antiesclavista, personalidad política de su tiempo, figura influyente en el proceso revolucionario liderado por José Artigas y en la organización la Provincia Oriental hasta la invasión portuguesa de 1817. Como diplomático tuvo un papel relevante en el nacimiento del Uruguay independiente.
Larrañaga escribió, entre 1813 y 1824, un Diario de Historia Natural, y entre 1818 y 1823 un Diario de la Chácara que describe su vida a orillas del arroyo Miguelete. Publicó un libro de Botánica y otro de Zoología. También se dedicó a la Astronomía mediante el uso del telescopio, y utilizó el microscopio hasta el punto de padecer una grave afección en su vista y quedar ciego.
Clasificó más 646 especies de vegetales y 504 animales de nuestro territorio, entre tantas, 216 variedades de insectos incluyendo 19 tipos de hormigas. Describió un nuevo género de ave, al que denominó Azarina en honor al naturalista español Félix de Azara.
Billete con el rostro de Larrañaga, el de mayor valor.
Frases
Una biblioteca es el foco en que se reconcentran las luces más brillantes, que se han esparcido por los sabios de todos los tiempos.”
Reflexión de Larrañaga en el acto de apertura de la Biblioteca Popular.
Yo siempre gustaba mucho conversar con nuestras gentes porque sé que más descubrimientos se deben a la casualidad, mejor diré, a la práctica, que a los vanos y estériles sistemas de la Filosofía.”
Evocación escrita en la Quinta de Miguelete, c. 1845.
Amante, desde niño, del estudio, comenzó la carrera de medicina, que luego abandonó por la eclesiástica. La primera le familiarizó con la ciencia y sus problemas, dejando en su espíritu una permanente inquietud por descubrir los secretos de la naturaleza; la segunda, lejos de sumergirlo en la vida puramente contemplativa, le permitió cumplir con su deber de patriota. Trabajó con dignidad y humanismo para mejorar las leyes del país. Se debe recordar que le cupo el honor de presentar un proyecto de ley por el cual se abolía la pena de muerte.”
Carlos Alberto Garibaldi, historiador argentino.
"Como escritor, pertenece más a la arqueología literaria que a la verdadera literatura. Sin embargo, el Diario de viaje de Montevideo a Paysandú es un relato de singular interés. Sin pretensiones de hacer obra literaria, Larrañaga logra una descripción veraz de nuestro campo. Aunque le preocupan fundamentalmente las observaciones sobre fauna, flora y mineralogía de esta provincia, lo que se entrevé en el relato es el estado de abandono de la campaña, la absoluta ausencia de industrias, la generalizada pobreza, rayana en la miseria. Tal vez un recurso literario de Larrañaga consista en mostrar las cosas directamente, no en nombrarlas o describirlas. Lo que se advierte a cada trecho es la falta de colonización, la ruinosa presencia del latifundio, el ausentismo del propietario, aun la falta de propietarios. Bien que Larrañaga, a fines de su relato, se anime a decir las cosas por su nombre -discreta, punzantemente- y se refiera al pueblo de Víboras (actual Carmelo) y a su aspiración de trasladarse hasta la costa del río Uruguay y tener allí un puerto. 'Pero se lo impide un individuo poderoso que se ha apropiado de aquellas tierras y las tiene enteramente despobladas, no permitiendo ni que se construya un rancho.' El Uruguay es, en este documento, tierra semibaldía poblada por cardales y perros cimarrones.”
Larrañaga es extremadamente objetivo. No se permite la menor efusión. Si se emociona es cuando contempla, maravillado, el majestuoso río Uruguay, y piensa que nunca jamás volverá a verlo. De sus compatriotas nos deja retratos que tienen un verismo casi fotográfico. La imagen de Fructuoso Rivera (a quien llama Ribero) difiere mucho de la que nos han proporcionado los románticos, aunque reconozca que el joven vencedor de Guayabos tenía bastante desembarazo y urbanidad. A José Artigas lo muestra sumido en un espartanismo al que mejor habría que llamar pobreza lisa y llana."
"Su obra, más allá de previsibles arideces, tiene lo que hoy día hemos dado en llamar valor testimonial. Como documento debe ser leída, y no como composición literaria. Es un primitivo, en la mejor acepción del vocablo. Larrañaga escribió también una Oración Inaugural con motivo de la apertura de la Biblioteca pública, y Fábulas americanas (1826), donde se denota la influencia de Iriarte y Samaniego."
Tres citas de la obra 100 autores del Uruguay. Alberto Paganini, Alejandro Paternain, Gabriel Saad, edición de Capítulo Oriental.
Para leer
Diario del viaje de Montevideo a Paysandú. Dámaso Antonio Larrañaga, edición del Instituto Nacional del Libro, 1994, con prólogo del historiador José de Torres Wilson.
Página web del Ministerio de Educación y Cultura:
http://www.mec.gub.uy/academiadeletras/DANNOMBRE/Larranaga.htm
BIO
Dámaso Antonio Larrañaga nació el 9 de diciembre de 1771, cuando Montevideo alcanzó su máxima influencia hispánica como Apostadero Naval del Atlántico Sur con jurisdicción desde las Islas Malvinas y la Patagonia argentina hasta las costas africanas de Fernando Poo y Annobón en el golfo de Guinea.
Su padre, el vasco Manuel de Larrañaga, miembro del Cabildo colonial, pronto aceptó su vocación religiosa expresada en la Escuela de los Padres Franciscanos donde estudió Latín y Filosofía. Todavía adolescente viajó a Córdoba y Buenos Aires para realizar el Seminario y la Teología, hasta su ordenación sacerdotal en 1799.
A principios de 1804 era teniente cura en la Iglesia Matriz y capellán de las milicias criollas que tres años después lucharon contra las Invasiones Inglesas.
En mayo de 1811 fue expulsado de Montevideo por su apoyo a José Artigas y su bendición a los patriotas sublevados en la Banda Oriental, tras el memorable triunfo en la Batalla de Las Piedras.
A principios de 1813 fue electo diputado a la Asamblea General Constituyente y Soberana convocada por el Segundo Triunvirato que gobernaba las Provincias Unidas del Río de la Plata, pero nunca asumió el cargo.
En el Congreso de Tres Cruces fue sustituido por Tomás García de Zúñiga, luego rechazado por la Asamblea del Año XIII reunida en Buenos Aires. Larrañaga vivía por entonces en la capital argentina, donde permaneció hasta principios de 1815, cuando retornó para sumarse al gobierno de la Provincia Oriental.
Fue colaborador muy cercano de Artigas, y muy probable redactor de muchos de los documentos políticos, económicos y sociales de la Liga Federal, la Patria Grande creada sobre la base de tres ideales: Independencia, República, Federación. Muchas veces fue intermediario entre el Jefe de los Orientales y sus enemigos de Buenos Aires, pero en 1816 se sumó a la corriente antiartiguista.
Cuando los patriotas orientales fueron derrotados por los invasores portugueses aceptó acompañar a Jerónimo Pío Bianqui en una misión humillante: viajaron a Río de Janeiro para agradecerle la intervención al rey Juan VI de Portugal.
En 1821 fue diputado al Congreso Cisplatino convocado por el general ocupante Carlos Federico Lecor, en el que se acordó la incorporación de la Banda Oriental al Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve. Trató de atenuar la crítica de sus antiguos compañeros de lucha, la mayoría presos, clandestinos o exiliados, con el argumento de que así se había conseguido la calidad de Estado autónomo, con sus fueros y privilegios.
La política era su obligación y la ciencia su pasión, como corresponsal de destacados sabios de su tiempo: Jacques Alexandre Bonpland y Agustín Saint-Hilaire. Por recomendación de ambos fue en la Sociedad de Historia Natural de París, mientras fundaba la Sociedad Lancasteriana, responsable de una escuela que formó a destacados líderes rioplatenses.
En 1824 fue designado Vicario Apostólico de Montevideo, y como tal no participó en la Cruzada Libertadora lidera un año después por Juan Antonio Lavalleja, porque entendió que su investidura lo obligaba a ser respetuoso y fiel a los brasileños.
En 1830, luego de creado el Estado Oriental del Uruguay, fue electo senador por el departamento de Montevideo. Presentó proyectos de ley innovadores para su tiempo: restricción de la pena de muerte a casos especiales, de emancipación de los esclavos y una iniciativa de creación de cátedras universitarias.
Larrañaga vivió los últimos años retirado en su quinta del arroyo Miguelete, sin participar en la Guerra Grande (19391851) que enfrentó a los dos partidos históricos: blancos contra colorados. Por entonces sufría una ceguera casi total pero nunca dejó de trabajar: sus familiares escribían lo que él dictaba.
Como Vicario Apostólico, máxima autoridad eclesiástica del país, fue designado como primer rector de la Universidad de la República. Un cargo otorgado por su creador, Manuel Oribe, jefe del Gobierno del Cerrito sitiador de Montevideo, pero que nunca ejerció. La institución fue inaugurada un año después de su muerte, el 6 de febrero de 1848, por un ataque cerebral.
El Gobierno del Cerrito, blancofederal, le rindió honores póstumos en su entierro en la Capilla de la Sacra Familia. El Gobierno de la Defensa, coloradounitario, lo despidió con un oficio fúnebre en la Catedral de Montevideo en el que se le rindieron honores de General de la República. El cargo de rector, que tanto anheló, le correspondió a Lorenzo Antonio Fernández, su sucesor eclesiástico.

sábado, 7 de octubre de 2017

José López Mazz, antropólogo forense, arqueólogo, miembro de la Comisión del Patrimonio

El Día del Patrimonio es una gran fiesta pop”

Foto: Cecilia García, Sala de Redacción
(Licenciatura de Comunicación, LICCOM,
Udelar, Montevideo, 2014)
No creo que dos días aislados sean el fiel reflejo de una buena gestión patrimonial. Recordando la ingeniosa expresión de un miembro de la Comisión: los uruguayos hemos creado una gran fiesta pop de la cultura", afirma el antropólogo forense y arqueólogo especializado en la Historia y la Prehistoria uruguaya. Las reflexiones de José López Mazz mantienen toda actualidad, once años después de una entrevista realizada con motivo de las jornadas que en 2006 evocaron al ingeniero Eladio Dieste, mientras se desarrollan los Días del Patrimonio dedicados a La Cumparsita en los cien años de su estreno. En esta edición, la vigésimotercera, se aguarda la participación de  más de un millón de ciudadanos que saldrán a disfrutar de objetos e historias del "Rey de los Tangos", un símbolo mayor del ritmo rioplatense declarado Bien Inmaterial de la Humanidad. Creado en 1995, el Día del Patrimonio al principio fue una recorrida por sitios arquitectónicos y monumentales. Con el paso del tiempo se transformó en la mayor fiesta cultural del país, por la incorporación de nuevos sitios (artísticos, educativos, políticos, deportivos, arqueológicos, industriales, tecnológicos), que dio lugar a una participación cada año más masiva, y por la tarea de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales que apelan a la diversidad como una seña de identidad uruguaya. “De repente la gran fiesta pop deja una impresión bárbara, participa una multitud, pero no se manifiesta en los otros 363 días", anotaba José López Mazz, docente universitario e investigador, que desde 2005 forma parte de la Comisión del Patrimonio. 

Sobre la base de una entrevista publicada en La Diaria (Montevideo, 3 de octubre de 2006), actualizada en 2017. 

—“El Día del Patrimonio conserva un rol importante desde su primera edición, en 1995, porque ayuda a sensibilizar a la gente, pero me gustaría que no se quedara solo en el espectáculo de dos días. El patrimonio cultural está presente en el artículo 34 de la Constitución, que lo reconoce como un derecho.”
—“La evaluación que solemos hacer cada año es positiva, pero, recordando una ingeniosa expresión de un antiguo miembro de la Comisión: 'es una gran fiesta pop'. No creo que dos días aislados sean el fiel reflejo de una buena gestión.”
—“La preservación del patrimonio no solo es visitar sitios una vez al año, con todo el marketing y la publicidad. Es un asunto de ciudadanía, no de intelectuales que demuestran su conocimiento sobre bienes históricos, de iluminados que encuentran y descubren verdades reveladas. Me gustaría que, de una vez por todas, la fiesta pop que convoca a tanto público también convoque a la ejecución de cambios reales en la gestión del patrimonio. La primera autocrítica es nuestra, por nuestra responsabilidad institucional.”
—“De repente la gran fiesta pop deja una impresión bárbara, participa una multitud, pero no se manifiesta en los otros 363 días. Hay que separar las cosas, porque no todas la empresas que respaldan son tan respetuosas con el patrimonio. Soy muy crítico, el mercado es el mercado, la imagen de marca es la imagen de marca.”
—“Hay un montón de empresas que asocian su marca, cada vez más, porque les sirve estar presentes en una fiesta tan popular, con tan buena prensa, porque se trata de una causa que ennoblece sus productos.”
—“La costumbre de celebrar el patrimonio en jornadas tan metidas en el alma de la gente debe ser considerado un logro, pero, solo nos enteramos si fuimos capaces de sensibilizar a la población, cuando no se demuele una casa de valor histórico, cuando no se realiza un reciclaje con fines especulativos, cuando no son llevados al exterior o maltratados objetos de nuestro acervo artístico y cultural. Cada pérdida de un bien para la Comisión es un fracaso que no mitiga que el Día del Patrimonio sea un muy espectáculo atractivo." 

Educación, educación, educación
—“La Comisión del Patrimonio tiene una responsabilidad que no siempre se aprecia. Somos el organismo de contralor de elementos que para el país, y muchas veces más allá de nuestras fronteras, poseen mucho valor, pero para quienes están en el negocio solo tienen un precio. Todo el tiempo, nuestro trabajo es discriminar entre valor y precio.
—“El trabajo de la Comisión no siempre se reflejan en el respeto de los bienes patrimoniales, por un problema fundamental: falta educación. Se ha mejorado, pero no se han cumplido con expectativas fundamentales. A través de la escuela, los niños dicen, cada vez más: 'Papá, no fumes'. Pero no hemos conseguido que se consolide una educación patrimonial. La gestión cultural es como la del ambiente. Si una curtiembre arroja agua contaminada, es penalizada, pero si un constructor demuele una casa con valor histórico, como mucho recibe críticas en las redes sociales, pero difícilmente la sanción vaya más allá de una multa.” 

Mangueras, museos, narrativa 
—“Fui testigo de cómo y cuánto, en el departamento de Rocha se han vendido por metro las mangueras de piedra, divisorias de los campos, testimonios de la construcción económica del país. Hace (más de veinte) años, cuando trabajaba en Tacuarembó, fui testigo de cómo eran adquiridas para utilizar los cantos rodados. Las mangueras de piedra están protegidas en todo el mundo. Vayan a Kentucky a venderlas, es un delito; ¡allá las muestran con orgullo! En Uruguay quedan muy pocas, pese a tratarse de monumentos históricos, testimonios de la agropecuaria nacional de dos siglos. ¿Por qué? Porque aquí homenajeamos a personas muertas y recordamos objetos destruidos.”
—“Los museos uruguayos, en su mayoría, siguen siendo depósitos de bellezas muertas; es un debe colectivo del país, aunque se mejoró en estos años. Nos faltan espacios dignos, disfrutables, atractivos para su apropiación por los ciudadanos. Un museo es un espejo del país, suele ser la vitrina de la ideología nacional. Si se exponen objetos de mala o regular calidad, o poco representativos, estamos haciendo el ridículo.”
—“Los recursos culturales deben estar a disposición de la sociedad, a través de instituciones cercanas a la gente. Es muy bueno que las regiones tengan sus propios centros de interpretación patrimonial. En Europa, cuando se arma un museo, la gente está encantada de llevar piezas que tengan que ver con su familia. Aquí, lamentablemente, muchos piden plata o se roban los objetos. Es una vergüenza que el dinero invertido en investigación no se refleje en el desarrollo de una narrativa museística. Las instituciones no suelen quedar relegadas al voluntarismo de algunas personas. Bien gestionados, los museos dan trabajo y generan desarrollo.” 

¿Mal necesario? 
—“A veces parece que la Comisión del Patrimonio es vista desde el poder político apenas como un mal necesario. Se ha mejorado, pero todavía se llevan obras de arte, se destruyen bienes valiosos en reciclajes sin control. Hay un tema de recursos. Los técnicos de la Comisión están mal pagos, cuando debieran tener el mismo estatus que los funcionarios de la DGI. Son pocos los expertos que ejercen su tarea en dedicación exclusiva, cuando debiera ser algo de todos, o de la mayoría. Un técnico que toma decisiones sobre el patrimonio, no debe tener otro trabajo que el de contralor. No está bien ser juez y parte.”
—“El Estado debiera ser más sensible con la Comisión. Un ejemplo redundante, desde hace muchos años: el Laboratorio de Arqueología trata asuntos de valor estratégico para el país, pero sus profesionales están mal pagos y sufren presiones."
"El Estado todavía se debe una reingeniería institucional. Tiene todas las herramientas: la ley 14.040, de creación de la Comisión del Patrimonio; la 16.466, de Medio Ambiente; la 17.234 que dio lugar a un Sistema Nacional de Áreas Protegidas que reconoce que los paisajes culturales deben ser protegidos igual que los ecosistemas. Desde el punto de vista normativo el país ofrece estándares europeos, el problema está en la práctica.” 

Industrias culturales 
—“La cultura es una muy rica actividad económica, que necesita investigación, desarrollo, innovación (I+D+i). En estos años hemos mejorado, pero todavía falta mucha formación de recursos humanos estratégicos. En las naciones más avanzadas hace mucho tiempo que se habla de Gestión Integral del Patrimonio Cultural (GIPC), que se inicia con la investigación para saber qué significó un objeto material dentro de su periodo histórico. La investigación le instituye identidad cultural al bien y al lugar. Después viene la etapa de restauración y conservación de lo que se recuperó, porque el bien suele estar roto o incompleto. El tercer paso es la protección. Si hay una actividad económica que sistemáticamente le inflige un daño al patrimonio, entonces es necesaria una ley o por lo menos una reglamentación. El cuarto es la socialización, poner los objetos al alcance de la educación, de la cultura, del turismo, por tratarse de un recurso del país.”
—“Las industrias culturales, bien gestionadas, no dan pérdidas. Dos ejemplos cercanos a mi experiencia que necesitan una buena estrategia: el Caserío de los Negros y los Cerritos de los Indios. En el primero es necesario crear un sitio atractivo, visitable, dentro de un barrio de Montevideo (Capurro) que muestre cómo era aquella ciudad, (puerto hub) en el tráfico de esclavos de la América del Sur colonial. En el segundo caso, hace años que peleamos por un parque nacional de los Cerritos, con sedes en Rocha y Tacuarembó. No tenemos la menor duda de que va a ser un espacio patrimonial muy atractivo. Cuando los rochenses o los tacuaremboenses se dan cuenta de que viven arriba de los vestigios de una cultura que se desarrolló hace miles de años, sienten que su territorio es más digno, por más pobres que sean ¡mejora su autoestima!” 

Diversidad 
—“Suelo definirla como un ideal, como una buena idea que todavía necesita ser transformada en una actitud natural, cotidiana. También se ha avanzado mucho en ello en esta última década. La diversidad se percibe como un derecho, y está muy bien., pero es mucho más que lo que se discute. Los antiguos eran diferentes, se dice siempre. pero  ¿quién sabe qué acento tenía Artigas? Quizá hablaba parecido a Bengoechea. ¡Eso es diversidad cultural!” 

Derechos humanos 
—“La verdad es un patrimonio, un derecho. La memoria es un derecho, un patrimonio. Encima del olvido está el temor. Hace muchos años que existen los museos del Holocausto, que recuerdan el sufrimiento de millones de personas por la acción criminal del nazismo. Cuando se inauguró el Museo de la Memoria, que recuerda el drama que sufrimos los uruguayos, tuve una profunda sensación de paz.” 

Teatro Solis 
—“Es muy valorable la obra de restauración (2003—2004) que lo dejó con su imagen actual, pero no tuvo el debido estudio de impacto arqueológico. En aquel momento, se perdieron fachadas antiguas que no estaban caídas, con bajorrelieves hermosos. Los arqueólogos hubiésemos reconstruido esos bienes, pero no, los tiraron en las volquetas. En su momento, la Comisión del Patrimonio fue esquivada por los responsables del reciclaje. Alguna vez me llamaron representantes de la Asociación de Amigos del Solís para informarme que fue una decisión del responsable técnico. Todo profesional de la Arquitectura, más aún si realizó posgrados en Europa, debiera saber que una buena reconstrucción necesita la intervención de arqueólogos. Lamentablemente, hubo apuro el Solís, también una política de baja de los costos. La obra quedó muy bien en sus aspectos materiales visibles, pero no en los inmateriales, tan invisibles como fundamentales.” 

Graf Spee 
—“Uruguay es un país lento, por nuestra propia naturaleza individual y colectiva. No podemos ser inocentes en el caso del Águila, de la que hace tantos años que se habla y se habla. Lo ideal es que siga en el país, pero si por alguna razón hubiera que venderla, el Estado tendrá que conocer con total certeza quien la compra. No vaya a ser que sin quererlo hagamos el papel de papanatas, colaborando con un parque temático neonazi (en el ámbito político se mencionan tres opciones: que se exhiba en el Museo Naval de Montevideo, o en una centro cultural dedicado al Graf Spee en Sarandí del Yí, ciudad donde llevaron a los tripulantes del barco alemán después que se hundió, o venderla en un remate). Si la decisión fuera venderla, como ciudadanos debemos saber quién va a adquirirla, porque el país estaría cediendo soberanía. En la comunidad judía lo han pensado mucho, y les preocupa. El Estado uruguayo históricamente construyó su identidad política en la Segunda Guerra Mundial, pero en la década de 1990, una figura connotada de la cultura oficial de aquel tiempo dijo que el Graf Spee no tenía valor histórico. ¿Quién puede creer eso?” 

Patrimonio subacuático 
—“Si tuviera que destacar algo positivo de la Comisión en estos años, diría algo que ha pasado casi inadvertido: la puesta en práctica de un régimen de autorización y control de trabajos en los barcos hundidos. Un decreto (firmado en 2006, primera presidencia de Tabaré Vázquez) que marcó un antes y un después, nos dio herramientas para que dejáramos de ser un país bananero. Antes, cualquier buzo con apetencias personales o para hacer un negocio para otros, se presentaba dando clases de gestión cultural, frente a lo cual el Estado no tenía instrumentos para defender al patrimonio subacuático como bien social que es (en la actualidad, once años después, el único patrimonio subacuático manejado por un privado es el barco inglés Lord Clive, hundido en 1763 frente a las costas de Colonia). Los barcos hundidos son testimonios históricos. Poseen un valor, pero para los piratas modernos solo significan un precio. Tiempo antes del decreto se había vendido el tesoro de un barco en Londres, en aquel momento se le sugirió a la población, para edulcorar el tema, que se podía pagar la deuda externa con lo recaudado. Por años, Uruguay figuraba en la Enciclopedia Británica como un caso de lo que no estaba bien. Estuvimos estigmatizados en los foros internacionales, hasta que pudimos ejercer una imprescindible función de contralor. De aquel tesoro, nunca hubo un testimonio de su valor histórico y cultural, aunque como nación teníamos derecho a ser informados sobre cuánto ganaron los comerciantes con la venta del barco.”
—“Durante mucho tiempo estuvimos acostumbrados a que los buscadores de tesoros criminalizaran a la Comisión, por cumplir su función de contralor. En los programas televisivos de verano era muy común ver notas que mostraban la actividad de aventureros inescrupulosos como si se tratara de héroes. Los cazadores de tesoros siguen operando, pero ahora son clandestinos, ya no cuentan con la complicidad del Estado.” 

Caserío de los Negros 
—“Los africanos fueron el combustible de nuestras guerras por la independencia y nuestras guerras civiles. Fueron decisivos, pero no eligieron tomarse un barco para venir a Uruguay. En homenaje a este patrimonio colectivo, estamos buscando el sitio donde los traían para ponerlos en cuarentena, curarlos, para luego rematarlos como esclavos. Los primeros indicios (investigados hace más de diez años) lo ubican debajo de la actual planta de Alcoholes de ANCAP, donde a fines del siglo XIX funcionó una cervecería de alemanes. ¿Quién sabe si el nombre La Teja no tiene que ver con que el caserío tenía techo inglés?”
—Diez años después de este anuncio, en junio de 2016, los profesores José López Mazz y Roberto Bracco, del  Equipo de Arqueología Antropológica de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, informaron el hallazgo de vestigios en el predio de la Escuela Nº 47, ubicada entre las calles Capurro, Juan María Gutiérrez y rambla Baltasar Brum, en el barrio Capurro.
El Caserío de los Negros fue construido por orden del Cabildo de Montevideo, cuando en 1787 votó  la creación de de un lugar de cuarentena para los esclavos que llegaban de África. Hasta 1811 funcionó como un lugar de depósito, marcaje, engorde, venta y cementerio de unas 70.000 víctimas del comercio esclavista. En aquella época, Montevideo era el principal puerto de entrada de esclavos al Cono Sur.
—Por décadas, un grupo académico trabajó sobre la hipotesis de que el antiguo caserío se encontraba en el predio de la Planta de Alcoholes de Ancap, pero sobre la base de un estudio de otro equipo de investigadores que trabajaba con cartografías de la Bahía de Montevideo, se encontraron referencias directas del establecimiento esclavista que en tiempos coloniales era conocido como "Filipinas"
—"Mediante análisis se logró identificar el sitio a través de un plano de agrimensura de la Junta Topográfica, guardado en el Archivo General de la Nación, de cuando el predio fue enajenado por el Estado hacia un privado en 1847, y coincidente con el predio de la actual Escuela N° 47. A partir de eso se buscaron las escrituras originales de la escuela, en las que se encontraron las referencias directas al caserío”, explicó Roberto Bracco.
Los arqueólogos hallaron los muros perimetrales originales, un pozo cisterna, objetos y los documentos de compraventa del inmueble. Se trata de un descubrimiento único en América del Sur por sus características, según el Departamento de Arqueología Antropológica de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
 En 2005, en el barrio Capurro fue inaugurada la plaza Senzala, un espacio de memoria que evoca a los afrodescendientes esclavizados. En 2013, el predio donde estuvo instalado el Caserío Filipinas o "De los Negros" fue declarado Monumento Histórico Nacional. 

José López Mazz 
Tacuaremboense, nacido en 1958, formó parte de la primera generación de licenciados en Antropología formados en la Facultad de Humanidades, con el trabajo de investigación: El Patrimonio Arqueológico del departamento de Tacuarembó.
Máster en Arqueología por la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales (Francia), doctorado en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Paris III, posdoctorado en Gestión Integral del Patrimonio Arqueológico en la Universidad de Santiago de Compostela (España) y en la Universidad de Kentucky (Estados Unidos).
—Es docente titular en el Centro Universitario Regional Este (CURE) y responsable de un equipo de investigación sobre Arqueología Prehistórica (tierras bajas) y del litoral costero.
—Sus principales líneas de investigación están relacionadas con la Arqueología Prehistórica (tierras bajas, poblamiento temprano) e Histórica (Colonia, Purificación, esclavitud).
—Desde 2005 trabajó en arqueología forense, responsable de un grupo de trabajo en Convenio con la Presidencia de la República para la búsqueda de restos de detenidos desaparecidos durante la dictadura; en 2013 prestó apoyo técnico a la Secretaria para los Derechos Humanos de Brasil.
Participó en la creación del Laboratorio de Arqueología y Antropología Biológica (Facultad de Humanidades, 1995), del Grupo de Investigación en Arqueología Forense (Facultad de Humanidades, 2005—2015), del Laboratorio de Arqueología del Paisaje y Patrimonio (CSIC/EspañaFHCE/UdelaR, 2009), y del Centro Universitario Región Este, Rocha (20112014).
 —Desde 2005 es miembro permanente de la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación, en representación de la Universidad de la República.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

Cuando Obdulio Varela, Negro Jefe de Maracaná, fue evocado por Eduardo Galeano y otros cronistas

El capitán del siglo

Nacido el 20 de setiembre de 1917 en La Teja, un barrio obrero del oeste montevideano, según su cédula de identidad se llamaba “Obdulio Jacinto Muiños Varela”. De ascendencia africana, española y griega, siempre firmó con el apellido materno por el que optó con amorosa rebeldía. Para su familia y sus amigos más cercanos era Jacinto, para el pueblo uruguayo y el mundo del fútbol siempre será El Negro Jefe. Cuando se cumple un siglo del nacimiento del legendario caudillo de Maracaná, su vida es evocada a través de la memoria del escritor Eduardo Galeano (1940—2015) y de otros cronistas que lo entrevistaron para concebir semblanzas sobre una poderosa personalidad que marcó a fuego más de medio siglo de un país.

Hablé mucho con Obdulio, el Gran Capitán del Mundial 1950. A pesar de haber sido el líder de la mayor hazaña futbolística de la historia era muy humilde, de pocas palabras, mínimas sobre él mismo. No se la creía, entonces, cuando contaba algo, decía la verdad. Un momento crucial del partido contra Brasil fue cuando él se puso la pelota abajo del brazo luego del 0—1. Le costó contarme esa historia entera, porque se emocionaba mucho. Se la fui sacando de a pedacitos.”
Uruguay ganó de atrás contra todo pronóstico y contra el local que era el favorito absoluto. Tenía todo armado para la victoria, cuando pasó una ráfaga Celeste. Obdulio fue el autor intelectual y emocional de la hazaña, por su carácter templado, su don de mando, y porque cuando Maracaná se transformó en un infierno, luego del gol de Friaça, se puso la pelota abajo de brazo y así se quedó varios minutos sin que el juez se animara a decirle: Señor, mueva del medio de una vez.”
Había sido el capitán de la huelga de jugadores de 1948, que duró siete meses. Los jugadores uruguayos exigían que se les reconociera el derecho a organizarse sindicalmente como trabajadores. Tuvieron apoyo popular porque en Uruguay un domingo sin fútbol es grave, pero treinta fines de semana era impensado. Sin embargo sobrevivieron. Obdulio Varela, templó su carácter de capitán en la lucha sindical.” 

Jules Rimet entregó la Copa del Mundo al
capitán uruguayo Obdulio Varela, luego
del triunfo de Maracaná, en 1950. El
presidente de FIFA ni siquiera había
preparado un discurso en español,
convencido de que el campeón iba
a ser el locatario Brasil.
(Museo del Fútbol)
Tudo foi por Obdulio
El Negro Jefe fue la estrella de la victoria de Maracaná, de quien todos hablaban, pero que pocos conocían. La misma noche del 16 de julio se escapó de la concentración, cuando todos celebraban. Se cubrió con un amplio impermeable, se escapó disfrazado de Humpfrey Bogart, la gran estrella cinematográfica del momento. Salió por una puerta trasera, nadie lo vio.”
Lo llamaban Vinacho, porque su droga de era el vino. Pero en las cantinas brasileñas bebió cerveza. Se puso a tomar con otros, como uno más, y encontró a la gente llorando. Eran los restos de un animal rugiente, de doscientas mil cabezas, la mayor cantidad jamás reunida en la historia del fútbol. Él los había odiado con todas sus fuerzas. Cuando los vio de a uno llorando la derrota sintió una pena tremenda. Y ellos decían: 'tudo foi por Obdulio', nadie lo reconoció. Y pensó: 'cómo pude yo hacerles esa maldad, esta pobre gente'. Pasó toda la noche abrazado con sus vencidos. La historia fue esa.”
Testimonio de Eduardo Galeano, en entrevista para el artículo Cerrado por fútbol, publicado en la revista española Ábaco, Gijón, Junio 2014.

Crónicas de Maracaná
"Siete países americanos y seis naciones europeas, recién resurgidas de los escombros, participaron en el torneo brasileño. La FIFA prohibió que jugara Alemania. Por primera vez, Inglaterra se hizo presente en el campeonato mundial. Brasil y Uruguay disputaron la final en el Estadio Mario Filho de Río de Janeiro, el más grande del mundo, ubicado en el barrio de Maracaná."
"Brasil era una fija, la final era una fiesta. Los jugadores brasileños, que venían aplastando a todos sus rivales de goleada en goleada, recibieron en la víspera, relojes de oro que al dorso decían: Para los campeones del mundo. Las primeras páginas de los diarios se habían impreso por anticipado, ya estaba armado el inmenso carruaje de carnaval que iba a encabezar los festejos, ya se había vendido medio millón de camisetas con grandes letreros que celebraban la victoria inevitable."
"Cuando el brasileño Friaça convirtió el primer gol, un trueno de doscientos mil gritos y muchos cohetes sacudió al monumental estadio. Pero después Schiaffino clavó el gol del empate y un tiro cruzado de Ghiggia otorgó el campeonato a Uruguay, que acabó ganando 2 a 1. Cuando llegó el gol de Ghiggia, estalló el silencio en Maracaná, el más estrepitoso silencio de la historia del fútbol, y Ary Barroso, el músico autor de Aquarela do Brasil, que estaba transmitiendo el partido a todo el país, decidió abandonar para siempre el oficio de relator de fútbol."
"Después del pitazo final, los comentaristas brasileños definieron la derrota como la peor tragedia de la historia de Brasil. Jules Rimet deambulaba por el campo, perdido, abrazado a la copa que llevaba su nombre. "Me encontré solo, con la copa en mis brazos y sin saber qué hacer. Terminé por descubrir al capitán uruguayo, Obdulio Varela, y se la entregué casi a escondidas. Le estreché la mano sin decir ni una palabra", solía evocar el histórico presidente de FIFA, unas cuantas décadas después."
"En el bolsillo, Rimet tenía el discurso que había escrito en homenaje al campeón brasileño. Uruguay se había impuesto limpiamente: la selección uruguaya cometió 11 faltas y la brasileña, 21. El tercer puesto fue para Suecia. El cuarto, para España. El brasileño Ademir encabezó la tabla de goleadores, con nueve tantos, seguido por el uruguayo Schiaffino, con seis, y el español Zarra, con cinco.”
Eduardo Galeano, en El fútbol a sol y sombra, Siglo XXI Editores, Editorial Catálogos, Buenos Aires, 1995. 

La camiseta de Obdulio Varela,
el Negro Jefe, capitán en la
gesta de Maracaná, sobresale
como un emblema del patrimonio
cultural uruguayo frente a una
imagen gigante del memorable
segundo gol de Alcídes Edgardo
Ghiggia contra Brasil.
(Museo del Fútbol)
"No piensen en toda esa gente, no miren para arriba, el partido se juega abajo y si ganamos no va a pasar nada, nunca pasó nada. Los de afuera son de palo y en el campo seremos once para once. El partido se gana con los huevos en la punta de los botines." 
Frase atribuída a Obdulio Varela cuando los Celestes caminaban por el túnel de Maracaná, pocos minutos antes del partido contra Brasil.

Número 5
"Cuando empezó a jugar al fútbol no era muy bueno: ni muy rápido ni muy técnico. Pronto se vio que lo suyo era otra cosa. Lo suyo era el carácter. Los compañeros le obedecían y los rivales le respetaban. Cuando llegó al Wanderers de Montevideo, en 1937, ya era el Negro Jefe, el medio centro, o centrojás (centre—half), más prestigioso del país." 
"Nunca perdía los nervios y sabía lo que vale un gesto. Cuando ya estaba en Peñarol, durante un partido contra Nacional, su compañero Montaño recibió una patada salvaje y el árbitro pitó una simple falta. El Negro Jefe agarró la pelota y se acercó al árbitro: 'Señor juez', dijo, 'si alguno de mis futbolistas llega a dar una patada como la que aquel señor acaba de dar, le ruego que lo expulse, porque en mi equipo un jugador que pega así no merece seguir en la cancha'."Peñarol fue uno de los primeros equipos en lucir publicidad en la camiseta. La llevaban todos, menos el Negro Jefe, que se negó. En 1945, tras una victoria sobre el River Plate argentino, los directivos decidieron premiar a todos los jugadores con 250 pesos, y con 500 al Negro Jefe. Que no estuvo de acuerdo: 'Yo jugué como todos; si ustedes creen que merecí 500 pesos, son 500 para todos; si ellos merecieron 250, yo también'. Y fueron 500 para todos. Los directivos le odiaban. El sentimiento era recíproco."
"Luego del Maracanazo la selección brasileña no jugó otro partido en dos años. Y no volvió a lucir el color blanco de aquella selección. En esa noche amarga de Brasil, el Negro Jefe se negó a celebrar la victoria con sus compañeros. Se marchó a recorrer bares, triste por los vencidos. Acabó bebiendo y consolándose con varios aficionados brasileños. Al día siguiente no quiso fotos, ni compartir festejos con los federativos. No sentía ningún ardor patriótico. ¿La explicación? 'Mi patria es la gente que sufre'. Le dieron un dinero y compró un coche viejo, de 1931; se lo robaron a la semana siguiente."
"Se retiró en 1955 para vivir en la pobreza con su mujer, y siguió rumiando, como si la noche del maracanazo fuera infinita, su desprecio por los dirigentes y su compasión por los brasileños. 'Ganamos porque ganamos, nada más'. 'Nos llenaron de pelotazos, fue un disparate. Jugamos cien veces, y solo ganamos ésa', afirmó, muchos años más tarde."
"Sus botas de Maracaná y su camiseta, con el número 5, se guardan en la Federación Uruguaya. Al final, hasta eso se quedaron los dirigentes."
Pasajes de Obdulio Varela, el reposo del centrojás, capítulo del libro Artistas, locos y criminales, Osvaldo Soriano, Bruguera, 1983.

Tapa del libro El fútbol a sol
y sombra, de Eduardo Galeano.
Jacinto
Obdulio Jacinto Muiños Varela nació el 20 de setiembre de 1917, en La Teja, un barrio popular del oeste montevideano. De ascendencia africana, española y griega, siempre firmó con el apellido materno que llevó con rebelde orgullo, para su familia y sus amigos más cercanos era Jacinto, para el pueblo uruguayo y el mundo del fútbol siempre será El Negro Jefe.
Jugó en el Club Deportivo Juventud, un equipo amateur de la antigua Intermedia, la tercera divisional, hasta que en 1937 pasó al Montevideo Wanderers Fútbol Club, una institución profesional, entre las más añejas de la Asociación Uruguaya de Fútbol. Luego de seis temporadas en el Bohemio, en 1943 fue transferido a Peñarol, con el que obtuvo los campeonatos uruguayos de 1944, 1945, 1949, 1951, 1953 y 1954.
—Debutó en la selección uruguaya en un triunfo sobre Chile (3—2), por el Campeonato Sudamericano (actual Copa América) de 1939. Jugó 45 partidos internacionales en los que marcó nueve goles.
Con la Celeste conquistó el Campeonato Sudamericano de 1942 y fue capitán del equipo que ganó la Copa Mundial de Brasil 1950, en el partido contra la selección anfitriona; una histórica final que no fue tal, conocida como Maracanazo.

Deportista uruguayo del siglo
"Su leyenda se mezcla con la del invicto celeste en los mundiales. Jugó el Mundial de Suiza ya veterano y con algunos problemas físicos. Al convertir un gol ante Inglaterra, por los cuartos de final, festejó y se desgarró. No pudo estar en la semifinal ante Hungría y fue la primera derrota uruguaya en una Copa del Mundo. Curiosamente, jugó su último partido profesional en el propio Maracaná. Fue en 1955 ante América de Río, cuando ya ejercía junto a Máspoli la dirección técnica de Peñarol."
"Tenía un terreno en Villa Española, que le había dado un camionero amigo a cambio de un préstamo. Construyó con ayuda de su suegro y vivió allí desde 1964, donde lo iban a visitar cada cumpleaños suyo o de Maracaná. Con los años esa imagen reservada, casi hosca se fue suavizando. Siguió siendo terminante en las entrevistas, pero solía cerrar las frases guiñando un ojo y con una sonrisa. También llegaron los reconocimientos. Peñarol lo designó en 1991 jugador símbolo de la era profesional. La FIFA le entregó la Orden del Mérito durante el Mundial 1994. 
"Tras el fallecimiento de su esposa Cata, a principios de 1996, ya no abandonó su casa. Murió el 2 de agosto siguiente. Fue enterrado en el Cementerio del Cerro. En 1999 sus restos fueron trasladados al Panteón de los Olímpicos, en el Buceo. Un año después fue elegido Deportista uruguayo del siglo por el Comité Olímpico."
Pasajes del artículo Entró en la gloria con la pelota bajo el brazo. Se cumplen 100 años del nacimiento del Negro Jefe, capitán de Maracaná, Luis Prats, El País, Montevideo, 17 de setiembre de 2017.

"Si no hay unidad pueden jugar los mejores once del mundo que no le ganan a nadie." 
Exhortación del Gran Capitán al plantel uruguayo, reunidos en una sala del Aeropuerto de Carrasco, antes de subir al avión que los transportó a Río de Janeiro. Obdulio le ordenó a sus compañeros que saludaran uno por uno a Matías González, futbolista que no había acatado la huelga que él lideró.

Afiche de la Copa Mundial 1950.
IV Copa Mundial de Fútbol
Se disputó en Brasil, entre el 16 de junio y el 16 de julio de 1950, después de haber sido suspendida en 1942 y 1946, con la participación de 13 equipos, entre los que quedaron semifinalistas: Brasil, España, Suecia y Uruguay.
El último partido fue entre Brasil y Uruguay, ya que no hubo una final oficial. Fue un espectáculo a estadio repleto, presenciado por más de 200.000 personas, en el estadio conocido como Maracaná. Brasil era el favorito en todos los aspectos, pero Uruguay, con un coraje y un temple irrepetibles ante situaciones adversas, logró dar vuelta un resultado y entrar en la historia por una hazaña insólita.
 Jules Rimet entregó la Copa del Mundo al capitán uruguayo Obdulio Varela. El presidente de FIFA ni siquiera había preparado un discurso en español, convencido de que el campeón iba a ser el locatario.

Brasil 1:2 Uruguay
Uruguay: Roque Máspoli, Matías González, Eusebio Tejera, Schubert Gambetta, Obdulio Varela, Víctor Rodríguez Andrade, Alcides Ghiggia, Julio Pérez, Oscar Omar Míguez, Juan Alberto Schiaffino y Ruben Morán. Director Técnico: Juan López.
Brasil: Barbosa, Augusto, Juvenal, Bauer, Danilo Alvim, Bigode, Friaça, Zizinho, Ademir, Jair e Chico. Director Técnico: Flávio Costa.
Goles: 47’ Friaça (Brasil), 66’ Schiaffino (Uruguay), 79’ Ghiggia (Uruguay).
Árbitro: George Reader (Inglaterra).

Campeones del Mundo 1950
Alcides Ghiggia, Aníbal Paz, Carlos Romero, Ernesto Vidal, Eusebio Tejera, Héctor Vilches, Juan Burgueño, Juan Carlos González, Juan Alberto Schiaffino, Julio César Britos, Julio Pérez, Luis Rijo, Matías González, Obdulio Varela, Oscar Míguez, Rodolfo Pini, Roque Máspoli, Ruben Morán, Schubert Gambetta, Víctor Rodríguez Andrade, Washington Ortuño, William Martínez. Director Técnico: Juan López.

Tapa del libro Obdulio, más allá
del mito, de Armando Fernández.
Capitán eterno
Trabajó desde los ocho años, cuenta Armando Fernández en Obdulio Más allá del mito. En invierno y descalzo, vendía diarios en la puerta del Petit Versalles. De madrugada paraba bolos en un bowling cercano. Dormía en cualquier lado. Lustraba zapatos y vendía pan. A los trece cuidaba coches en el Hotel del Prado. Cadete de una firma de mensajería le tocó entregar una carta a Carlos Gardel. Obdulio llegó a tercer grado y, muchos años después, Catalina Pepper, su esposa de toda la vida, hija de un húngaro contratista, le enseñó a escribir usando letras de Gardel. Dejó su empleo de oficina por exigencia de Peñarol, que lo compró en 1943. Estalló de felicidad cuando, apenas meses antes del Mundial de Brasil, consiguió un nuevo empleo en el Casino.”
Obdulio se curtió dos años en canchas bravas de la Intermedia uruguaya. De hinchas con fierros y piedras. En las que estaba prohibido gritar gol de visitante, como se anotició cuando lo desmayaron de un golpe en la nuca en una cancha de Maroñas. Maracaná acaso era Hollywood al lado de eso. Su gesto de enfriar a la multitud poniéndose la pelota debajo del brazo y reclamando al árbitro inglés un supuesto 'orsai' tras el gol inicial de Brasil se hizo mito.”
Su decisión posterior de no festejar el Mundial con dirigentes que en la previa aceptaban una derrota de hasta 4—0 y luego se autoconcedieron medallas de oro e irse en cambio a embriagarse hasta las siete de la mañana con los brasileños ("mi patria —dijo una vezes el pueblo que sufre"). Y escaparse semidisfrazado de la fiesta al día siguiente en Montevideo. Y no aceptar publicidad en su camiseta. Y casi no dar notas hasta su muerte, en 1996. Y volver a jugar sí, pero sólo a beneficio de los niños lisiados.”
Obdulio estaba en crisis con Peñarol, que lo había señalado como líder fundador del sindicato y de la huelga de jugadores que paralizó siete meses al fútbol uruguayo (del 14 de octubre de 1948 al 3 de mayo de 1949). El periodista Franklin Morales cuenta en una grabación que me mandan desde Uruguay que Peñarol intentó sobornarlo tres veces durante el conflicto. Y que a todos les resultó increíble que Obdulio, que ya era capitán de la celeste, volviera durante la huelga a su viejo oficio de peón albañil.”
Pasajes del artículo La leyenda de Obdulio Varela: los cien años del capitán eterno, Ezequiel Fernández Moores, La Nación, Buenos Aires, 20 de setiembre de 2017.

"“El que jugó mejor fue Julio Pérez, pero si no hubiese estado el narigón no ganábamos." 
Así explicaba Obdulio Varela por qué abrazó y alzó en hombros al joven puntero Alcídes Edgardo Ghiggia, luego del final de partido, pese a que no con quien mejor se relacionaba.
 
Obdulio, desde el alma
Había visto al línea levantando la bandera tras el gol de Brasil, pero la bajó enseguida, no fuera que lo mataran. 'Entonces le protesté al juez. Me di cuenta que si no enfriábamos el juego, esa máquina de jugar al fútbol nos iba a demoler'. Después le dijo a sus compañeros: 'ahora vamos a ganarle a estos japoneses', fue su arenga a los compañeros.”
¿Qué es lo que va a hacer? —me preguntó sin ambages en la entrevista inicial. 
Tapa del libro Obdulio, desde
el alma, de Antonio Pippo.
Quiero hablar con usted, y también con su esposa, si me permite, para hacerme una idea de primera mano de su personalidad y trayectoria. Después lo voy a retratar como yo logre verlo. Mire que esto no es un homenaje. A usted le gusta la franqueza: bueno, yo no vine a alcahuetearlo por más que lo admire. Va a tener negros y blancos, muchos grises, como en toda la gente. Eso sí: cuente con mi honestidad intelectual y además, usted, si lo desea, le pone punto final a esto cuando quiera."
Me miró fijamente: —Ah, bueno... Ahora sí... Si es así, dele nomás. Lo que menos quiero es que me anden lamiendo los calzoncillos...”
Cuando entró buena plata a la casa, que fueron pocas veces, sentía la compulsión de entregarle una suma a Catalina y 'guardar' por si acaso un resto para él. Guardar, en los códigos de Jacinto, suponía esconder. Cierta vez, cuando la mujer le había descubierto la mayoría de los escondites posibles, y apurado por las circunstancias, no tuvo mejor idea que meter un rollo de billetes dentro del horno de la cocina. Y pasó lo peor: se olvidó, Catalina puso a hacer una pizza y a los pocos minutos los conmovió un olor raro. Ambos corrieron al unísono, por distintas razones: ella desconcertada, él desesperado. Conclusión, el rollo de billetes se hizo a fuego lento antes que la pizza.
No piensen en toda esa gente, ni en el ruido, no miren para arriba a las tribunas. El partido se juega abajo y ¡los de afuera son de palo!”, le dijo Obdulio a sus compañeros en el túnel antes de salir a la cancha del estadio de Maracaná aquel 16 de julio de 1950.”
Cuenta la historia que uno de los dirigentes uruguayos entró al vestuario para 'alentar' a los jugadores y les dijo que 'perdiendo por menos de cuatro goles se salvaba el honor'. Obdulio le contestó: '¿Perder? ¡No, nosotros vamos a ganar este partido! Muchachos, si respetamos a los brasileños, nos caminan por arriba!'. Una vez más, el Negro Jefe tenía razón.”
Pasajes del libro Obdulio desde el alma, Antonio Pippo, Fin de Siglo, Montevideo, 1993.

El gol del siglo
16 de julio de 1950. Son las 4.27 de la tarde de un soleado domingo de calor, en Río de Janeiro. La misma hora en Montevideo, pero de crudo frío invernal. En la casa de los Morán, la General Electric, potente radio a válvulas, está puesta a todo volumen. Muchos vecinos del Cerrito de la Victoria se acercaron para acompañar a la entrañable familia de asturianos y criollos. En la cancha está El Tiza Ruben. Un tímido y delgado puntero izquierdo de diecinueve años, que, por casualidad, juega el último partido del IV Campeonato del Mundo, por lesión del titular, Ernesto Patrullero Vidal.
Son las 4.29. Uruguay pierde 1 a 0, con gol de Friaça. Más de 200 mil espectadores festejan, mientras Jules Rimet —presidente de la FIFA— memoriza un discurso en portugués, en honor a los seguros campeones. A Brasil le alcanza con el empate, pero va ganando. La mirada del añoso Gallego Morán queda fija en la nada, en resignado silencio. El dial está en la radio Sarandí, con el relato del incomparable Carlos Solé:
—“Quita Míguez para apoyar a Schiaffino; frente a él se defiende Bigode. La resta al centro de la cancha donde va a tomar Gambetta. Cruza la pelota en dirección a Julio Pérez. Julio Pérez arremete frente a Danilo. Lleva la pelota Pérez. Le traba la pelota Danilo. Con todo la vuelve a tomar Pérez. Se repliega. Elude a Bauer. Apoya a Obdulio Varela. Varela al puntero Ghiggia, perseguido por Bigode. Se corre al arco. Coloca el centro. Toma Schiaffino. Goool, goool uruguayo. Gol de Schiaffino, a los 21 minutos. Se le escapó Ghiggia al jugador Bigode. Colocó el centro y el jugador Juan Alberto Schiaffino la tomó de media vuelta. Colocó un violento remate alto, dejando sin chance a Barbosa. Schiaffino autor del tanto. Uruguay 1, Brasil 1.”
Selección uruguaya del memorable partido
contra Brasil, del 16 de julio de 1950.
De pie: Obdulio Varela (capitán), Juan López
(DT), Eusebio Tejera, Shubert Gambetta,
Matías González, Roque Máspoli, Víctor
Rodríguez Andrada. Agachados:
Alcides Ghiggia, Julio Pérez, Oscar Míguez,
Juan Schiaffino y Ruben Morán.
Uruguay nomá —es grito de guerra en el Cerrito. Está ocurriendo lo que pocos soñaron. Los Celestes empatan con el local, favorito y goleador. Ruben sigue en la cancha, por la punta izquierda. Pero las principales jugadas ocurren por la derecha. Por el ala de Schubert Mono Gambetta, Julio Pata Loca Pérez y Alcides Ñato Ghiggia. “¡Empatamos nomá. Uruguay que no, ni no!” Una ilusión ilógica, pero posible. Todavía faltan 24 minutos.
4.41 de la tarde. En Montevideo y Río de Janeiro, es la misma hora, pero muy distintas las temperaturas. Aquí, el calor enciende. Allá, el frío paraliza. “La para Míguez y apoya a Julio Pérez. Se va adelante Julio Pérez con la pelota, esperando que se cruce Ghiggia. Julio Pérez atacando. Pérez a Ghiggia. Ghiggia a Pérez. Pérez avanza, le cruza la pelota a Ghiggia. Ghiggia se le escapa a Bigode. Avanza el veloz puntero uruguayo. Va a tirar[...]”
Las agujas bordean las 4.42. La radio se tranca, por un instante. Justo cuando el speaker está a punto de describir una hazaña irrepetible. El aparato recibe un suave golpe, que le devuelve una voz conmovida. “Gol, gool, goool uruguayo. Ghiggia tiró violentamente y la pelota escapó al contralor de Barbosa. A los 34 minutos, anotando el segundo tanto para el equipo uruguayo. Ya decíamos que el gran puntero derecho del conjunto oriental, estaba resultando la mejor figura de los celestes. Tiró en acción violenta. La pelota rasante al poste escapó al contralor de Barbosa y anotó a los 34 minutos Ghiggia el segundo tanto para Uruguay. Uruguay 2, Brasil 1. Autor del tanto Ghiggia, a los 34 minutos.”
La conquista es defendida con temple, durante once eternos minutos. Enseguida, se desata la emoción contenida. ¡Somos campeones. Vamo’ arriba la Celeste!  

¿Brasileño? 
—La duda fue planteada por Alcídes Edgardo Ghiggia, cuando en noviembre de 2013 dijo con toda naturalidad que Obdulio "era en verdad brasilero" (sic). La versión fue desmentida por historiadores del fútbol uruguayo, el más enfático fue Franklin Morales. “A nadie se le ocurre que fuera brasileño”, dijo el veterano periodista, mientras leía un pasaje de su libro Maracaná, los laberintos del carácter.
"Fui uno más de una familia grande y pobre. Nací en La Teja y de chico me trajeron para la calle Pablo Pérez, en la curva de Industria. Ahí me crié, pero todavía no jugaba al fútbol. Poca escuela; sólo tres años en la del Campo Español y después a buscar el mango. Hacía de todo. Tenía 13 años y cuidaba autos en el Hotel del Prado cuando los bacanes iban a los bailes. Por ese entonces 1930, ya vivía en la calle Esmeralda casi Dr. Pena y empecé a darle mis primeras pataditas a la de trapo. Vendí diarios en el Paso Molino y en el Centro, en el café Petit Versailles que estaba en 18 de Julio casi Yi. Medio de gitano fue mi infancia. De un barrio a otro, hasta que caímos a La Comercial. Y ahí sí, fútbol de la mañana a la noche. Tenía 16 años."
Respuesta de Obdulio Varela al periodista Franklin Morales, publicada en el libro Maracaná, los laberintos del carácter.