miércoles, 30 de noviembre de 2011

En Las Piedras se editó un emblema del NO a la dictadura uruguaya



La Plaza aún resiste

En noviembre de 1979 nació la primera publicación claramente opositora a la dictadura: el mensuario La Plaza de Las Piedras. Dirigida por Felisberto Carámbula, notorio dirigente batllista de su tiempo, acompañado por sus hijos Marcos y Gonzalo, por entonces jóvenes militantes de la izquierda, en sus páginas escribieron, entre tantas plumas resistentes: la notable educadora Reina Reyes, el ex senador colorado Luis Hierro Gambardella, Enrique Iglesias, Alberto Zumarán, y los sacerdotes Luis Pérez Aguirre, Juan Martín Posadas y Juan Luis Segundo.

Sobre la base del artículo publicado en el semanario Brecha (Montevideo, 1 de diciembre de 2010).

 En el agosto previo al Plebiscito de 1980, un editorial de Felisberto Carámbula reflexionaba sobre la reforma constitucional que pretendía imponer el régimen: “Artigas quedó en el camino con estas pautas que se están redactando". También realizaba un análisis documentado de las contradicciones del proyecto con el ideario artiguista. En la edición anterior a la votación de noviembre, hay un artículo sobre el grupo musical Rumbo, en el que Laura Canoura, Mauricio Ubal, Gonzalo Moreira, Miguel López, ofrecían un mensaje opositor repleto de poesía urbana. 
Su primera tirada fue de 1.000 ejemplares, de los cuales muchos quedaron en Las Piedras y el último número, cuando fue clausurada en 1982, trepó a los 30.000 certificados, más las fotocopias que circulaban dentro y fuera del país. 


Gonzalo Carámbula
"Nació pueblerina, pero nos desbordó la rebeldía de la gente" 
"La Plaza fue el primero de los periódicos independientes creados para aportar una visión crítica de la dictadura. La Semana, de El Día, fue un poco anterior, pero era un suplemento sabatino, luego aparecieron Opinar, La Democracia, Opción, con los que compartimos una vocación política y periodística, y más de una clausura temporal. El primer editorial de la revista fue escrito por Luis Hierro Gambardella, un batllista cabal, de los de antes, que era muy amigo de mi padre, que en aquel momento comenzaba a despegarse del Partido Colorado. Cuando se fundó la revista, mi padre era batllista de la Lista 15 de Luis Batlle, y de Jorge también." 
Cuando nos pusimos manos a la obra, con Marcos y Perico estuvimos de acuerdo en que el único que podía figurar era el Viejo, ninguno de nosotros podíamos hacernos responsables de una publicación. Así se lo planteamos, y él que era muy liberal en todo sentido, muy respetuoso de nuestras ideas y nosotros de sus ideas. La nuestra era una familia que dialogaba mucho, que intercambiaba mucha información política, de muchos debates, quizá, más que lo normal. Él era colorado, nosotros comunistas con militancia gremial universitaria. Se lo planteamos, estuvo de acuerdo, y comenzamos a reunirnos todos los sábados de mañana, con mate y bizcochos, así fuimos armando La Plaza."
"El nombre de la revista no tiene misterios, se refiere a la Plaza de Las Piedras, que siempre será un punto de encuentro de los pedrenses. Hasta el logo, con aquella letra irregular, hecha a mano, convocaba a resistir, jugaba con la idea de que La Plaza era un sitio de libertd de todos los pedrenses. Yo era el editor, el diagramador, el que armaba las caratulas. No me considero un periodista , si definimos su tarea como un profesional independiente de la comunicación; nunca lo fui." 

—"Nuestra amistad con Perico (Pérez Aguirre) nació por su trabajo en La Huella, con la que teníamos una profunda afinidad. Cuando todavía no se nos había ocurrido sacar La Plaza, lo embromábamos, diciéndole que él tenía el triste honor de ser seguido por los “hermanos” Castro, Yamandú y Alén, dos hombres fuertes de Inteligencia. Recuerdo que Perico nos respondía en serio, que Yamandú Castro lo vigilaba mucho, que lo leía al pie de la letra, a él y a otros cristianos."
—"La Plaza nació pueblerina, creció a una escala nacional, hasta internacional. Si sumamos las tiradas más las fotocopias, hubo números con decenas de miles de ejemplares. Fue un poco de aquello de pinta tu aldea y pintaras el mundo, un estado de sentimiento, de expresión de necesidades, de un espíritu unitario y de múltiples vertientes que colaboraban. Un colorado se encontraba con el artículo de un correligionario, un blanco lo mismo, los critíanos se encontraban con artículos de teología incluso muy sólidos como los de Juan Luis Segundo. Había reportajes sobre canto popular, teatro, cine, literatura, fueron los primeros que se hicieron en la prensa alternativa. Fue una referencia, entonces , en realidad, La Plaza se retroalimentaba con un estado de unión que a su vez se amplificaba, y que se desbordó, lo desbordó la realidad, lo desbordó la necesidad de la gente." 
"Me molesta la versión Montevideo céntrica de la resistencia, muchas veces ven las cosas por y desde Montevideo, ¡me parece injusto! Hay una breve historia del Uruguay de Benjamín Nahun, que menciona a la prensa en la época, y la prensa es Opinar, Aquí, Opción. No es La Plaza, ni la prensa clandestina. Me ruboriza decir que fuimos los pioneros de la prensa alternativa, pero los hechos objetivos son como son." 

Marcos Carámbula 
“El NO fue una respuesta popular única en el mundo” 
—”La revista salió por primera vez en noviembre de 1979, por la coincidencia de diferentes conversaciones, por un lado de un grupo de jóvenes: mi hermano Gonzalo, Eduardo Milano, Enrique Pintado; y por otro, en un permanente diálogo con el padre Perico Pérez Aguirre, quien por entonces estaba en Las Piedras con esa obra tan maravillosa que han hecho en La Huella con los gurises. Veníamos conversando sobre la necesidad de un espacio donde expresar lo que estábamos sintiendo los uruguayos, particularmente desde nuestra comarca pedrense. En aquel momento se integró un grupo de historiadores, otro de creadores literarios, de economistas, de gente vinculada a la producción, y la gente que de alguna manera estaba acompañaba al canto popular que nacía o retomaba las viejas corrientes, aún en dictadura. Fue surgiendo un encuentro de compatriotas que en diferentes ámbitos buscaban caminos de libertad, de democracia. Fue una experiencia muy interesante, diría que única en aquel marco.” 

Los uruguayos, esos héroes 
“Toda La Plaza, pero en especial su portada, era siempre motivo de interpretación. Para dar un ejemplo: cuando se hizo el plebiscito hubo dos ventanas, una cerrada debajo de la cual decía SÍ y una abierta debajo de la cual decía NO. Era todo un símbolo. Antes con un grabado de Picasso, después con un árbol que recogía la frondosidad de la historia del pueblo uruguayo, y así en cada una de las páginas fuimos buscando caminos que abrieran posibilidades de ir diciendo las cosas que muchos, la mayoría, queríamos decir. Hubo un columnista permanente desde el nacimiento de la revista, que rescato, como era el caso de Luis Hierro Gambardella; en el número anterior escribió sobre Grauert, y en el número posterior al plesbiscito su artículo se tituló: Los uruguayos, esos héroes". 

Germán Oller 
—"Era un entrañable diputado blanco, lamentablemente fallecido, con quien permanentemente nos reuníamos para intercambiar información; él traía sus casetes de Wilson, y me decía 'mirá que en tal lado tu gente  hoy en día no está conectada, no está informada, arrimale material'. Lo afirmaba con ese estilo tan particular de los partidos tradicionales, que uno respeta tanto. Para tener una idea del conocimiento que tenía Germán de un departamento tan complejo como Canelones, recuerdo nos decía: ¡Quedate tranquilo, que en tal lado tal caudillo tiene tantos votos y vota por el NO, y tal y tal otro'. De manera que cuando tres o cuatro días antes a nosotros, que todavía teníamos el peso de estar proscritos, con tantos compañeros presos y gente fuera del país, nos parecía una hazaña que el pueblo uruguayo pudiera decir que NO, Germán nos decía: 'Quédense tranquilos que va a ganar en Canelones' y por ende en el país cómodamente". 

Rumbo 
—“Había tal entramado de gente haciendo cosas que no podemos atribuir el triunfo del NO a un debate, a una revista, a un caudillo o a una personalidad; fue todo el pueblo uruguayo que generó esa hazaña popular, como escribía Hierro Ganbardella. Para dar un ejemplo, en el número previo al plebiscito de 1980 hay un artículo interesantísimo sobre Rumbo, aquel grupo musical donde estaban Laura Canoura, Miguel López, Gonzalo Moreira y Mauricio Ubal, de todo el contenido de su poesía y su música. Eso lo estábamos viviendo, se vivía en Montevideo y en el interior. Recuerdo que en Las Piedras se armó un tablado con cajones donde cantó Rumbo y todos quedamos maravillados por su música, pero a su vez por aquello que estaba transmitiendo. Eso estaba pasando, como decía Jorge Amado, en los mil subterráneos de la libertad. Rumbo surgió justamente de esa nota, en ese año 1980, por eso yo digo que hay que rescatar a la sociedad en su conjunto, que logró esa tan formidable expresión y que al otro día se expresó con esa madurez tan característica de los uruguayos."



Voto a voto
—"En Las Piedras habíamos formado un comando para asegurarnos el control voto por voto, circuito por circuito, para no tener sorpresas. Estaban Germán Oller, Tabaré Hackenbruch por parte del Partido Colorado y un grupo de frenteamplistas, que por supuesto estábamos proscritos. En la escribanía de mi padre se hizo un comando que centralizaba toda la información del departamento. Puedo asegurar que dos horas después, por los testimonios de los funcionarios que estaban en todas las mesas, teníamos toda la información, voto por voto, circuito por circuito, de prácticamente todo el departamento.”
Vivián Trías 
—"Lamentablemente falleció en esos días previos al plebiscito. Vivián fue diputado socialista, historiador, pedrense, que ya estaba en sus últimos días, pero que tenía una enorme confianza en el NO; nosotros íbamos todos los días a verlo y nos decía con toda convicción que nos quedáramos tranquilos, que el pueblo uruguayo le iba a demostrar a la dictadura lo que estaba pensando. A nosotros, que en aquel momento éramos bastante más jóvenes y no teníamos mayor experiencia electoral, nos pesaba el peso de la opresión, de la propaganda. Sin embargo había también cosas muy lindas que La Plaza recogía, como una carta abierta del padre Pérez Aguirre a los cristianos y a los jóvenes, que nos hacían pensar que los jóvenes también calladamente iban a decir que no. Pero la verdad es que para nosotros era una incertidumbre lo que iba a pasar, y ni hablar que eso se trasladó a una gran alegría al otro día, al conocer los resultados nacionales.” 

La alegría del triunfo 
—"Se manifestó con una enorme cautela. Esa misma noche al comando llegó gente que estaba trabajando en todos lados, todo el mundo llegaba en silencio pero con una enorme sonrisa y nos decía: 'En tal mesa ganamos por tanto'. La gente llegaba, daba el resultado de su circuito y se iba para su casa a esperar. Pero se fue corriendo ese rumor manso que tienen las cosas tan lindas de nuestro pueblo, de alegría sin ninguna estridencia. Y al otro día había que ver la cara de la gente, con una sonrisa de par en par, saludando con la 'V' de la victoria... Todo con una cautela que no generaba ningún aspaviento, pero todos conocíamos el estado de ánimo. En la calle y las plazas nos cruzábamos apenas con una sonrisa.”


1.000 ejemplares
—"Fue el primer tiraje de La Plaza, de los cuales muchos quedaron en Las Piedras. Cuando nos clausuraron, en 1982, dos veces, llegamos a casi 30.000 ejemplares. El primer cierre fue por un gran artículo que se publicó recogiendo las palabras de Luis Pérez Aguirre en la catedral metropolitana en un homenaje a monseñor Romero, que falleció asesinado en El Salvador. Luego nos terminaron de clausurar por un artículo maravilloso, que fue de lo primero que se planteó, junto con las reflexiones de Manuel Flores Mora en Jaque: Clemencia para los vencidos, en el que Juan Luis Segundo hablaba de la amnistía por primera vez.”


Felisberto Carámbula
—“Mi padre era un hombre del Partido Colorado de toda la vida, que había ocupado cargos en el gobierno previo a la dictadura, y ¡que sufrió las consecuencias! En aquel momento era el presidente del Club Solís de Las Piedras, y fue prácticamente destituido por los militares en una forma directa. En agosto, previo al plebiscito de 1980, el editorial -que era hecho por mi padre- acerca de la Constitución decía: 'Artigas quedó en el camino con estas pautas constitucionales que se están redactando'. Después venía un durísimo artículo, con mucha documentación, que registraba cada una de las contradicciones con el más profundo contenido artiguista de la ley. Tengo un recuerdo muy emocionado, porque tanto él, como Luis Hierro Gambardella y otra gente de los partidos tradicionales, como Juan Martín Posadas, escribieron con mucha entereza. Hay artículos muy lindos de Enrique Iglesias, que en aquella época colaboraba con la revista en los temas económicos.”

lunes, 28 de noviembre de 2011

Truco uruguayo, un invento del gaucho oriental descripto por Bartolomé Hidalgo y Jorge Luis Borges

Mentiras bicentenarias
Mano de truco  en la que el jugador
tiene 36 puntos de "flor": 30 por
el "alcahete" que  sustituye al "2
de la muestra" y seis, sumados
el as y el cinco del mismo palo.

“Es el más ingenioso y complejo juego de cartas creado por el hombre”, comentó alguna vez Jorge Luis Borges. La diversión de los gauchos artiguistas, concebida en pulperías y boliches de los siglos XVIII y XIX, fue descripta por Bartolomé Hidalgo como un gesto de rebeldía contra la hegemonía española y porteña. Con picardía y creatividad nuestros antepasados innovaron las reglas del “truk” árabe, un entretenimiento milenario basado en el cálculo matemático, la memoria, el humor y… el engaño.

Alcahuete
Así se llama el Rey del palo de la muestra, si ésta es una pieza. En este caso el alcahuete «se convierte» en ella. Esto permite que las cinco piezas siempre estén en juego. En la fotografía el alcahuete se convirtió en la carta de más valor de la mano porque la muestra es el 2 de copas. El jugador, además, tiene flor porque recibió una pieza (el alcahuete) y dos cartas del mismo palo.

Sobre la base del artículo publicado en el fascículo Nº 14 de la serie Inventos Uruguayos (El País, 22 de noviembre de 2011).

“¿De qué lado caerá el dos?”, preguntaba Bartolomé Hidalgo en sus Diálogos Patrióticos, a manera de irónica respuesta a fray Francisco de Paula Castañeda, el franciscano porteño que lo acusaba de ser “soltero” (en aquella época, una forma de sospecha moral) y de amanuense de los filósofos franceses, subversivos, republicanos y anticlericales. Corría el año 1820, y el escritor estaba desterrado en Buenos Aires a causa de la ocupación luso-brasileña de Montevideo. La alusión al “dos de la muestra” era un doble desafío al poder: denunciaba la complicidad de las autoridades porteñas con el imperio que invadía su patria, y la planteaba a través de una elipsis lúdica con un símbolo mayor del truco “oriental”, por entonces rival irreconciliable del “argentino”.
"Truco", obra del pintor argentino
Carlos Fereira, que retrata una
partida familiar a "la porteña".
Aquella versión hegemónica (sin muestra) era la forma oficial del juego desde el siglo XVIII cuando los soldados españoles la trajeron al Río de la Plata. La creación del truco tradicional se adjudica a los árabes que ocuparon el territorio hispano durante casi ocho siglos (711-1492). Los moros le llamaban “truk”, luego trasformado en “truc”, “truque” o “truqueflor”, según se juegue en las regiones de Aragón, Valencia, Cataluña, en las Islas Canarias o las Baleares.  Fueron los argentinos  quienes le llamaron “truco” por primera vez luego de apropiarse al pie de la letra de las reglas de este entretenimiento que combina la “liga” de cartas y el cálculo, con señas estratégicas y el arte de engañar sin ser descubiertos.
Hasta muy a principios del siglo XIX los gauchos orientales jugaban al truco “argentino”, pero a medida que se fueron diferenciando las naciones, también se distinguieron las costumbres: el asado (con leña o con carbón), las empanadas (con relleno saltado o en forma de estofado), el dulce de leche (más oscuro y consistente o más claro y líquido), el mate (con yerba en polvo o de palo), y por supuesto los juegos.
El éxito popular de los trucos, retrucos y vale cuatro era similar en ambas márgenes del Río de la Plata, estimulado por el culto compartido a la picardía criolla. La variedad “oriental”, quizá, nació por una mayor influencia canaria, y por lo tanto, por un mayor contacto con la evolución matemática aplicada a un juego de origen árabe, que desafió el talento de jugadores avezados, en su mayoría analfabetos, pero de infinita creatividad. No existen dudas sobre una notoria necesidad histórica de poseer un juego propio, distinto al del “argentino”, seguramente, alentada por los propios observadores que desde siempre se paran como “lechuzas” al lado de la mesa para aportar nuevas ideas y soluciones.
Retrato del poeta
y revolucionario
Bartolomé Hidalgo.
Aunque el truco oriental está mencionado y descripto en episodios históricos del país (primer y segundo Sitio de Montevideo, el Éxodo, las asambleas artiguistas, el gobierno de Purificación) como una recreación preferida por los gauchos, no existe una fecha de invención, ni un inventor de la variación que incluye una muestra puesta boca arriba debajo del mazo.
En las trincheras revolucionarias de 1811, enfrentadas al virrey español Francisco Xavier Elío, había dos “trucos” que diferenciaban a los soldados, según fueran argentinos u orientales, y que a veces provocaban desafíos a una pelea cuerpo a cuerpo para defender su dignidad nacional.
Fue Bartolomé Hidalgo, en sus Cielitos y Diálogos Patrióticos, quien informó la existencia de esta innovación de un juego milenario. Según su biografía, pudo neutralizar la acusación de “soltero” casándose el 26 de mayo de 1820 con la porteña Jacinta Cortina, pero jamás logró sacarse de encima el rótulo de “subversivo” que le endilgó el poder anti artiguista, al que también desafiaba jugando partidas de truco oriental en territorio argentino. Vivió sus últimos dos años en la mayor pobreza, malvendiendo sus creaciones literarias en la calle, hasta que una infección pulmonar lo mató en Morón, el 28 de noviembre de 1822.
Monumento a Bartolomé Hidalgo
en el Prado de Montevideo.
En plena Cruzada Libertadora contra portugueses y brasileños, sus mensajes patrióticos eran leídos en pulperías, almacenes y boliches de toda la Banda Oriental, entre “rabones” jugados a 20 “malas” y 20 “buenas”, “muestras”, envidos que podían llegar a 37 y flores hasta 47 tantos. “El truco uruguayo es un desafío matemático a la inteligencia pura y a la intuición. No es necesario el dinero para que sea excitante y divertido para todos los participantes, incluyendo los mirones. Lo más apasionante es que nunca estamos perdidos, aún perdiendo lejos en el marcador”, afirmaba el investigador Juan Carlos Guarnieri, en su ensayo El truco oriental: historia y elementos folclóricos; reglamento y vocabulario, publicado en 1970.

El truco es el juego de cartas más popular de Argentina y Uruguay, pero se conocen variaciones en Paraguay, sur de Bolivia (Tarija), de Chile y en el estado brasileño de Río Grande do Sul.

"Cielo, cielito que sí,
Cielito de Chacabuco,
si Marcó perdió el envite,
Osorio no ganó el truco."
Estrofa del poema Cielito Patriótico, escrito por Bartolomé Hidalgo, 1820.

El truco uruguayo o “con muestra” tiene tanta emoción y picardía que si no se dialoga con el compañero se pierde la partida seguro.

En ambas variedades, se le llama "mano" a cada vez que se reparten las cartas para jugar. Una partida puede tener un mínimo de una "mano" hasta un máximo determinado por los puntos que se juegan.

"El juego es cosa seria",
de Juan Capagorry, un clásico
popular ofrecido a 80 pesos
en Buenos Aires.
(Mercado Libre)
30 o 40
Por ser un juego de desafío, se pacta a una cantidad fija de puntos: 30 en Argentina o 40 en Uruguay. Esos tantos se "arrojan a la cara" del adversario mediante expresiones propias del juego (envido, flor, truco, y todas sus variantes), como en un verdadero duelo, los oponentes aceptan y disputan, o no. Dependiendo de las cartas que se tengan y de los desafíos en juego, los participantes pueden “querer” (aceptar) o “achicarse” (retirarse) perdiendo la mano sin jugar.

-La variedad argentina es idéntica a la española y muy similar a la mora (que también se juega sin muestra) que tiene al 3 de espada como carta de máximo valor en lugar del as o “ancho”.

-El reparto de cartas se realiza de derecha a izquierda: el que recibe el primer naipe es el "mano" y el último es el "pie" que queda a la izquierda del que dio.

-Si el partido es a 30 puntos se divide en dos etapas: 15 "malas" y 15 "buenas". Si es a 40, en 20 "malas" y 20 "buenas".

-El jugador que no ingresa a las "buenas", se dice que "duerme afuera".

-El truco se puede jugar de a dos o "mano a mano", de cuatro (en parejas), de seis o en tríos (tres contra tres). 

Seis
En esta variedad alterna la disputa "todos contra todos" y el "pico a pico". Los jugadores de cada trío se alternan de tal forma que al lado siempre hay un rival. Se inicia "todos contra todos" y luego se va jugando un "pico a pico" de cada jugador contra el rival que tiene enfrente. Así se disputan los 20 puntos que ambos pasan en la "mala". Cuando uno de los tríos pasa a la "buena" se juega todos contra todos.

"Más hablado que truco de seis"
Dicho popular que significa que no hay acuerdo frente a un tema o se está hablando de más.

Flor "derecha" de oros. Si fuera de la
muestra suma el máximo, 47 puntos,
si no, son apenas 31: 20 más 11.
104
Es el número de reglas que posee el truco uruguayo. “Hay que decir que es un juego realmente difícil de aprender y de enseñar, sobre todo por las señas y la terminología utilizada, folclóricas de principio al fin”, anotó Juan Carlos Guarnieri.

El puntaje máximo de flor es 47 que se consigue teniendo en la mano el 2 de la muestra (30 puntos) más el 4 de la muestra (nueve puntos) más el 5 de la muestra (ocho puntos).

La muestra
El truco uruguayo se puede jugar entre dos (individual), cuatro (parejas) o seis personas (tríos). Las cartas son repartidas por el “pie” que entrega tres a cada uno, empezando por el “mano” que es el primero a su derecha. Por regla, el pie mezcla las cartas (barajar) y las pone sobre la mesa para que las “corte” el jugador ubicado a su izquierda. Luego reparte las cartas que quedan abajo y da vuelta la última que es la “muestra”.

El puntaje máximo del envido es 37, que se consigue con el 2 de la muestra (30 puntos) más un siete de cualquier palo. Va bajando hasta el mínimo posible con una pieza: 28, un "Perico" o "Perica" más un as. El mínimo es una "negra" (Rey, Perico o Perica) común.

Piezas y matas
Son las cartas de mayor valor en el truco uruguayo: 2 de la muestra (30 puntos para envido o flor, y la que mata a todas en el truco), 4 (29 puntos), 5 (28 puntos), 11 y 10 ("perico" y "perica", ambos valen 27 puntos). La “mata” de más valor es el as de espada o “ancho”, le sigue el as de basto, el siete de espada y el siete de oro. Luego vienen los 3, los dos, los ases, y finalmente desde los 12 (reyes) en orden descendente hasta los 4 que cuando no son de la muestra tienen menos valor.

"Hace más señas que mudo jugando al truco."
Expresión rioplatense utilizada para referirse a los excesivos ademanes que usa alguien al hablar.

Señas
2 de la muestra: cejas arriba
4 de la muestra: beso
5 de la muestra: labios superiores hacia arriba
11 de la muestra: guiño de ojo derecho
10 de la muestra: guiño de ojo izquierdo
As de espada y as de basto: mueca con la boca hacia la derecha
7 de espada y 7 de oro: mueca con la boca hacia la izquierda
Los 3: Morder el labio inferior
Los 2 (Sin ser el de la muestra): abrir levemente la boca
As de copa y oro: sacar la lengua
Al resto de las cartas, se cierra los ojos.

En ambos trucos, argentino y uruguayo, se utilizan 40 cartas, porque se retiran los 8,  los 9 y los comodines.

Del as hasta el 7 son las cartas "blancas"; la Sota o Perica, el Caballo o Perico y el Rey son las "negras".

Tanteo
Envido (2 tantos, si es querido y ganado, un tanto si no es querido).
Real envido (3 tantos).
Falta Envido (lo que falta para ganar una “mala” de 20 puntos o un partido si está en la “buena” de los segundos 20 puntos).
También se pueden decir una cantidad de tantos de Envido, por ejemplo, 5, 10, 15, o los que desee el jugador dentro del tanteo posible.
Flor (3 tantos si no hay respuesta o gana en puntaje).
Con Flor quiero (6 tantos).
Contra Flor al resto (termina la partida).
Truco (cuando es querido y ganado 2 tantos, no querido un tanto y fin de la mano).
Retruco (3 tantos).
Vale cuatro (4 tantos).

La flor se “canta”, el envido se “toca· y el truco se “grita”, son las tres formas de denominar los principales lances del juego.

Si hay empate de puntos entre dos o más jugadores, gana el "mano", que es el que está más a la derecha del que dio las cartas.

Quien "canta" mal una flor (no la tiene o se equivoca en el puntaje) pierde los puntos obtenidos más uno por el truco.

La flor "mata" al envido. Si alguien "canta" deja a su rival sin la posibilidad de "tocar". 

Si alguien "grita" truco sin que hubiese jugado su contrario, éste puede "cantar" flor o "tocar" envido porque ambas se juegan antes.

Si un jugador "canta" flor ya no se puede jugar el envido.

"Revire" es responderle a un envido con otro envido. Se puede "revirar" todas las veces que desee hasta completar los puntos de la partida. 
"Juegos típicos criollos", de Juan Carlos
Guarnieri, describe las reglas del
truco y otras partidas de naipes.

"A ley de juego todo dicho"
Por lo general suele echarse al final de la partida por quienes van perdiendo, como recurso extremo para dar vuelta un resultado inminente, que parece derrota.
La jugada propone de antemano “contraflor al resto” y “falta envido y truco”. Los rivales deben decir si aceptan todo o parte de ese desafío, o si no lo aceptan, antes de repartir la cartas.
Se dan las cartas y los desafiantes no pueden levantarlas hasta que los desafiados respondan. 

Si tienen flor, responden "con ley".
Si no tienen, "a punto".
"Con ley" se puede responder:
"Con ley se quiere el resto y se quiere el truco."
"Con ley no se quiere el resto y se quiere el truco."
"Con ley no se quiere, nada.".

"A punto" (sin flor) se puede responder:
"A punto se quiere la falta y también el truco."
"A punto no se quiere la falta y también el truco."
"A punto no se quiere, nada."

Los desafiantes levantan las cartas, si hubo aceptación de "contra flor al resto" se declaran los puntos.
Si no hay flor y hubo aceptación de la falta, se declaran los puntos.
Si no hay hubo aceptación de la falta, se juega el "rabón".

Otras posibilidades:
"A ley de juego va el resto."
"A ley de juego va el falta."
"A ley de juego va falta y resto."
"A "A ley de juego va falta y truco."
"A ley de juego va resto y truco."
"A ley de juego va el truco."

El libro de Juan
Capagorry cuenta
"historia, técnicas y
cuentos de timba".
Porotos y cuadrados
Los puntos tradicionalmente se cuentan con porotos que se acumulan en la mesa (de allí el dicho popular "te ganaste un poroto") o con uno de los jugadores que en un papel dibuja cuadrados con una diagonal que suman cinco puntos cada vez que se forma. Una de las formas de finalizar una partida es completando ocho cuadrados.

La expresión "me voy" significa "irse a baraja", que denota la decisión de tirar las cartas al mazo o a la mesa, sin jugar.

Al juego truco también se le llama "rabón", sinónimo de "mentiroso".

Baraja española
Según la tradición las primeras cartas (de tarot, adivinación y quiromancia) fueron llevadas a España en el siglo XIII por los nobles que volvían de las cruzadas, y prohibidas en 1331 por el rey Alfonso XI, fundador de los Caballeros de la Orden de la Banda. La variedad denominada española, de 48 barajas divididas en cuatro palos ascendentes (oros, copas, espadas y bastos) fue inventada a mediados del siglo XIV, por Nicolás Pepín, quien firmaba con sus iniciales NP; de allí la denominación naipe.

La probabilidad de que un jugador obtenga "flor" en una mano dada es de 4,85831 %.

Por el río Paraná
en mitá de la corriente,
Navegaba un yacaré
con una "flor" en la frente.
(Una de las tantas coplas para "cantar")

En Artigas tropecé,
Por el Salto juí rodando,
En "Flores" me levanté.
Y al "Truco" seguí jugando.

A lo Farruco
«Flor» y «truco».
(Coplas para "cantar" y "gritar")

El envido rioplatense es el “envit” valenciano, la flor es la “fleur”, y el truco es el “truc”.

martes, 22 de noviembre de 2011

Tallado automático en cristal de Alfredo Baeza

Percepciones transparentes

El ingenioso procedimiento, creado en 1999, permite un tallado en vidrio o cristal con una mayor definición de trazos, mucho más finos y profundos. Así nacen copas con ilustraciones del pintor Joaquín Torres García, vasos y jarras con logos de hoteles, bodegas, y creaciones de la emblemática organización de artesanos Manos del Uruguay. Es  original su mecanismo de sujeción, que permite no sólo que la pieza no se rompa, sino que el dibujo quede exacto, con una perfección antes jamás lograda.

Sobre la base del artículo publicado en el fascículo Nº 12 de la serie Inventos Uruguayos (El País, 8 de noviembre de 2011).

Su concepción se basa en una matriz del ingeniero industrial Alfredo Baeza. “Inventar es juntar ideas que resuelvan problemas con los recursos reales que tenemos a nuestra disposición.” Su éxito, reconocido dentro y fuera del país, combina la inspiración artesanal del tallado, con la precisión mecánica y la más moderna tecnología informática. Un trabajo que exige ingenio, observación y paciencia. Es también un ejemplo de evolución creativa, que el innovador uruguayo inició cuando aún no había cumplido 18 años, con una máquina talladora de madera, luego transformada en una grabadora de espuma, y finalmente perfeccionada hasta alcanzar el concepto industrial que permitió la modificación más precisa del vidrio.
Ninguno de los procedimientos conocidos hasta aquel finisecular diciembre de 1999 –tanto el método tradicional de las piedras abrasivas, el arenado, el ácido, como el más  moderno láser– posibilitaba la realización de un dibujo lineal con la perfección de la talladora automática que Baeza ha instalado en su taller de la calle Cufré, en el inicio del barrio Tres Cruces. Se trata de un instrumento de precisión donde se sujetan alineados hasta doce objetos que se labran en forma simultánea. “Las piezas de cristal no son perfectas, aunque lo parezcan a simple vista: tienen muchas irregularidades que son contempladas por la sensibilidad del mecanismo”, explica. Tanto el comando de la operativa como el diseño que se dibuja en el cristal, se transmiten desde una computadora de amplia versatilidad programada para organizar la tarea en función de cada caso.
Sólo existen otras dos máquinas similares: una en Manos del Uruguay y otra en la Argentina, ambas diseñados y fabricados por Baeza, pero el inventor suele contar una anécdota sorprendente. En 2003 estaba de recorrida por Europa, cuando tuvo la oportunidad de recopilar información sobre la calidad de los trabajos en tallado de vidrio que se realizaban en los países líderes en la materia. Los más avanzados, reconocidos en todo el mundo, eran los checos de Bohemia, una región célebre por la tradición y calidad de sus cristales.
Mientras charlaba con un famoso fabricante bohemio, a quien visitaba en su taller, le consultó sobre la técnica de automatización que utilizaba para mejorar el trazado en los bordes más finos de las copas. La respuesta fue que no tenía un procedimiento propio, pero que había visto algunos ejemplares en los que sí se había logrado un promedio elevado de precisión artesanal y automatismo. Baeza indagó un poco más, hasta que descubrió, para su mayor sorpresa, que aquellos ejemplos de excelencia se referían a trabajos realizados por él mismo. Se trataba de modelos que había llegado a Bohemia por iniciativa de turistas uruguayos.
Los trazos que se eligen para transformar cada pieza, tienen que ver con el patrimonio cultural uruguayo. Eso se debe a que al ingenio técnico se le sumó la creatividad aportada por el plástico Pablo Valls, quien ha diseñado cada colección basándose en temas y artistas nacionales. Una innovación que ha conseguido resultados industriales y comerciales, a través del Museo Joaquín Torres García y de Manos del Uruguay, dos organizaciones que ofrecen copas y vasos con variedad de dibujos. Hoteles, restaurantes y bodegas también descubrieron la importancia de contar con su logo tallado en copas y vasos que son utilizados en servicios turísticos y llevados a todo el mundo en forma de obsequios muy apreciados porque representan a la cultura del país.
Alfredo Baeza es un inventor profesional, que además ha desarrollado maquinaria agraria,  textil y sistemas automáticos para madera, espuma, deportes, aparatos médicos, hasta un recurso informático diseñado para que AFE enfrentara el temido efecto Y2K por el cambio de milenio. “Lo más ingenioso es conseguir soluciones con pocos recursos”, afirma Baeza, mientras apaga su talladora de cristal y enciende su máquina confeccionadora de acolchados.

−“Cuando el mercado necesita una innovación, debe ser desarrollada en el momento justo, ni antes, ni después.” 

Madera y espuma
“Mi primer invento fue una máquina talladora de madera, que trabajaba con tonos de grises. Era muy simple: en una mesa estaba el dibujo o foto, y en otra se grababa en función de la intensidad de luz que emitía el papel reproducido. Mi objetivo era conseguir relieves en cabeceras de camas, sillas, sillones. Luego realicé una fresadora automática de espuma que podía trabajar en 3D y hasta en 4D, por el movimiento del eje de giro. Fue utilizada en escenografía teatral y televisiva, con un ejemplo que muchos recuerdan: un David colocado al lado del que se encuentra en la puerta de la Intendencia de Montevideo.”

−"El rulemán es un invento fascinante que revolucionó el movimiento mecánico y la industria automotriz.” 

La curvatura de la cama
“Un inventor no es alguien que crea algo fabuloso, sino quien plantea soluciones a problemas en el momento justo. Como mi esposa sufría dolores vertebrales, hice dos desarrollos: una cama con la curvatura exacta de su columna y una cama hidráulica de masajes.”

“Inventar es aportar una solución distinta a la que ve la mayoría. Cuando trabajaba en la Administración Nacional de Puertos me ocurrió algo gracioso, que confirma ese concepto. Una puerta giratoria había sido trancada por un perro apretado contra el marco. Cuando pasaron diez minutos, la cola era enorme, porque nadie se animaba  a empujar la puerta para no matar al perro. En ese momento me animé a empujarla en la dirección opuesta: el perro salió y todos se quedaron mirando.”

“Un inventor jamás debe aferrarse a una idea. Siempre he sido sincero con personas que proponen proyectos que parecen originales, pero que no tienen futuro.”