Don Bernardo en el Museo Histórico. |
La fría noche del 7 de julio de 1839 el venerable anciano se sintió morir. Sin reclamar auxilio, se vistió con su mejor uniforme de capitán y se colocó en el pecho las medallas que había ganado en tantas batallas patrióticas. Se recostó nuevamente en el lecho para esperar el fin con la misma dignidad que había vivido sus recién cumplidos 90 años. Al otro día, cuando clareó el alba, uno de sus asistentes se aproximó a la alcoba para ofrecerle un mate amargo. Lo encontró difunto, en un sereno sueño. Tenía marcado un ademán militar, desafiante actitud de quien tantas veces había enfrentado a la muerte, cara a cara.
Sobre la base de la Segunda Crónica del libro Héroes sin bronce (Gobierno del Principado de Asturias—Ediciones Trea, Gijón, España, Diciembre de 2005).
—El
1 de enero de 1923 el Dr. Joaquín Villegas Suárez emprendía un
casi rutinario viaje de negocios, como veterinario del Servicio de
Policía Sanitaria Animal del gobierno uruguayo. Era el responsable
médico de una millonaria partida de ganado en pie con destino a
Bélgica.
Todo
parecía normal a bordo del carguero inglés Hartington .
“Demasiado”, diría con razón un pesimista. Así fue hasta el
sexto día de travesía. Esa mañana, el técnico detectaba casos de
fiebre aftosa en parte del rodeo. Tras informarle al capitán, ordenó
sacrificar los animales enfermos y arrojar sus cuerpos al Atlántico.
El marino aceptó la disposición con relativa tranquilidad, aunque le recordó que sería de su exclusiva responsabilidad la pérdida económica provocada a los exportadores. Villegas tampoco perdió la calma, pero, alertó al personal que si surgían nuevos casos, debía realizar la misma operación. Esa noche, se fue a dormir convencido de que las jornadas siguientes serían muy difíciles. Y no se equivocó.
El marino aceptó la disposición con relativa tranquilidad, aunque le recordó que sería de su exclusiva responsabilidad la pérdida económica provocada a los exportadores. Villegas tampoco perdió la calma, pero, alertó al personal que si surgían nuevos casos, debía realizar la misma operación. Esa noche, se fue a dormir convencido de que las jornadas siguientes serían muy difíciles. Y no se equivocó.
Joaquín, hijo de Bernardo. |
El
duro capitán, controladamente furioso, lo tomó por el hombro y le
advirtió. “Doctor, si seguimos tirando vacas al océano, aumentará
el temor a la peste entre el personal. Le sugiero que tome otras
medidas o se cuide de un posible accidente. Podría terminar en el
agua usted también.”
Villegas
lo confesaría tiempo después. El miedo lo paralizó. Tras recuperar
el aliento, siguió supervisando personalmente los sacrificios, en
medio de un insoportable clima de violencia entre dos bandos
desiguales: sus pocos asistentes y él, contra todos los demás.
Los
funcionarios gubernamentales sobrevivieron el tenso viaje, armas en
cinto. No hubo fuego, pero cada noche, dormían con sus camarotes
trancados y dos revólveres, uno bajo la almohada y otro en el cajón.
Estaban dispuestos a tirar ante el menor intento de agresión.
El
barco, pintado y desinfectado, ya sin la voraz escolta, pudo ingresar
al puerto
de Amberes el 5 de febrero de 1923. Pero, solo después de
un férreo control sanitario. Fue entregada menos de la mitad de la
partida original y las pérdidas resultaron millonarias en pesos oro,
moneda mas fuerte que el dólar. Villegas jamás olvidó aquellos
días de angustia, que derivaron en una depresión traumática.
Todavía sacudido por la emoción, buscó un contacto con parientes
genoveses y asturianos, con los que pudo recuperar un poco de ánimo.
Con ellos mantuvo, posteriormente, una afectiva relación y abundante
correspondencia.
Joaquín Villegas Suárez. |
Siempre
había sentido la necesidad de investigar sus orígenes, pero, tras
aquella brutal experiencia, el veterinario fue además un dedicado
historiador, especializado en la genealogía de su numerosa familia.
En 1941 cumplió su más anhelado sueño. Permaneció tres meses en
Castropol. Allí conoció íntimamente la primera vida de su ilustre antepasado astur, pionero de una familia de notable influencia política en la Banda Oriental hispana, la Provincia Oriental artiguista y las primeras décadas del Uruguay independiente.
—“Mi tatarabuelo alcanzó el más elevado prestigio de vecino antiguo y respetado. Era un riquísimo estanciero de Florida, Canelones y la frontera de Cerro Largo, pero también un desinteresado y anónimo filántropo a quien mucho le costaba decir no.”
Joaquín Villegas Suárez.
—“Mi tatarabuelo alcanzó el más elevado prestigio de vecino antiguo y respetado. Era un riquísimo estanciero de Florida, Canelones y la frontera de Cerro Largo, pero también un desinteresado y anónimo filántropo a quien mucho le costaba decir no.”
Joaquín Villegas Suárez.
El asturiano mas rico
—Francisco
Bernardo Suárez del Rondelo y López de Avilés nació el 1 de
julio de 1749 en el caserío de Ferradal, Concejo de Castropol, que por entonces era la Provincia de Oviedo, en la frontera oeste del Principado de Asturias con la vecina Galicia. Fue
bautizado un día después en la iglesia de San Salvador de Tol, por
decisión de sus padres, Alonso Suárez del Rondelo y Antonia María
López de Avilés. Arribó a Montevideo antes de 1774, acompañado
por su hermano Francisco Antonio, nacido el 1 de abril de 1751.
Su
ingreso a la Banda Oriental se inscribe en el último ciclo del
gobierno colonial hispánico. Se radicó en el Partido de Pintado —actual Departamento de Florida— como socio de una pulpería
que rápidamente fue la más próspera y popular de la comarca. Su natural talento
le permitió juntar una buena fortuna antes de los 27 años.
Santiago Figueredo, párroco de Pintado. |
A
Bernardo le gustó el lugar. Un año después, con otros asturianos,
además de gallegos, canarios y castellanos se radicaron en la Villa de
Guadalupe de los Canelones. La ciudad lo nombraba primer Alguacil
Mayor del Cabildo luego de acreditar “honradez, discreción,
benevolencia, desprendimiento y carácter simpático. Poseía una gran inteligencia, mucha intuición y un grtan olfato político. Bernardo fue una figura de relieve durante la
etapa colonial hispana, que se sometió siempre a la sombra del hijo, el
histórico presidente, mi bisabuelo”, afirmaba su descendiente Joaquín Villegas Suárez, que también fue su biógrafo.
Una Florida que fundaron Suárez y otros pioneros. |
El
sacerdote Dámaso Antonio Larrañaga, primer sabio oriental,
fundador de la Biblioteca Nacional, por años cercano asesor del héroe José Gervasio Artigas, se
jactaba de su amistad con Suárez del Rondelo. “Tiene tantas
tierras, que muchas provincias y aún repúblicas de Europa no
alcanzan su extensión. Pero, tan grande es su fortuna como
desprendimiento y amor patriótico.”
—Francisco Antonio Suárez del Rondelo, hermano menor de Bernardo, murió soltero y testado el 18 de diciembre de 1783, a los 34 años. Fue su compañero de emigración, relegado a un asumido segundo plano como colaborador en la administración de sus primeras propiedades.
De hacendado a guerrero
—Las
crónicas virreinales señalan su secundaria participación en la
recuperación de Colonia del Sacramento. “Abandonó prósperos
negocios para alistarse en las milicias que lucharon contra la
rapacidad de los portugueses”, afirma el historiador José Luis Pérez de Castro,
en su obra Huellas y presencia de Asturias en el Uruguay. En virtud de sus
servicios alcanzó el grado de Alférez del Regimiento de Caballería
de Montevideo, con el que figuraba en setiembre de 1784.
Casa de la Independencia original, en Florida. |
Integró
el Cabildo en 1798, como “encargado de los 16 partidos de la
campaña de Montevideo”. En oficio del 30 de abril señalaba la
“conveniencia de regularizar la vida de los pobladores de campos
comprendidos entre el Río Yí y Negro hasta el Cordobés, y de la
parte meridional del Negro, desde el arroyo Don Esteban hasta el
Piray chico en Hospital, hasta la Cuchilla General”. Proponía,
textualmente, “rodearlos de auxilio espiritual”. No parece
casualidad. Muchas de esas zonas correspondían a sus propiedades.
Como
conocedor de la campaña profunda, por haberla recorrido durante años
y por su “valiente actuación y empeño en la defensa de la
Corona”, fue nombrado Capitán graduado de Ejército, en 1802.
Fiel
a su asturianía original, durante más de tres décadas defendió
con la espada los intereses virreinales, pero, luego, fue crítico de
las autoridades hispánicas e introdujo a Joaquín en la lucha de los
patriotas orientales. Para algunos, contagiado por el fermental clima
de la Revolución de Mayo de 1810; para otros, por intuitivo
oportunismo.
—"En las dos Invasiones Inglesas cumplió su más importante papel como militar hispano, todos los informes señalan que prestó invalorables y patrióticos servicios, dignos de especial recomendación. Fue un héroe anónimo de la resistencia que como tantos otros se pasó al bando criollo luego de la Revolución de Mayo de 1810"
José Luis Pérez de Castro, en Huellas y Presencia de Asturias en Uruguay, 1961.
—"En las dos Invasiones Inglesas cumplió su más importante papel como militar hispano, todos los informes señalan que prestó invalorables y patrióticos servicios, dignos de especial recomendación. Fue un héroe anónimo de la resistencia que como tantos otros se pasó al bando criollo luego de la Revolución de Mayo de 1810"
José Luis Pérez de Castro, en Huellas y Presencia de Asturias en Uruguay, 1961.
Fue un triunfo resonante que animó al gobernador montevideano Pascual Ruiz Huidobro y que lo impulsó a preparar la reconquista de Buenos Aires, vergonzosamente ocupada casi sin resistencia militar. Fue la triste historia del Marqués de Sobremonte que apenas atinó a tomar el tesoro y huir, dejando a la población —liderada por Martín de Álzaga— con la impracticable tarea de defender la capital virreinal.
Suárez
hizo lo posible para incorporarse la expedición del francés
Santiago Liniers, pero no obtuvo permiso en atención a "la
necesidad de su persona para la dirección de las caballadas, tan
precisa a los campos volantes". Permaneció en Montevideo
cumpliendo un "desempeño con el mayor acierto y esactitud".
Las
tropas de Liniers retornaron victoriosas, pero, pocos meses después, el 29 de octubre, el enemigo británico desembarcó en la bahía de San Fernando de Maldonado y la Isla Gorriti, para avanzar por tierra hasta San Carlos. Suárez del Rondelo fue relevado de su comisión y transferido al
mando de la caballería destinada al bloqueo de Maldonado. El 5 de noviembre, partió con 85 voluntarios
para reforzar las tropas del coronel Abreu, en un punto estratégico
de la entrada de la ciudad. Abreu murió en combate y fue sustituido
por el coronel Moreno que, inmediatamente, ordenó su incorporación
a la defensa de Pan de Azúcar.
Tenía 99 soldados bajo su mando, los propios y trece más del
sargento Turio Verde. Las cien lanzas hicieron guerra de guerrillas
contra un enemigo mejor pertrechado y experimentado. Un reporte
español define la táctica como "vizarrante", pero elogia
su efectividad. En el mismo documento se informa que “por dos veces
quitó ganado y caballos considerables” a las partidas inglesas que
habían salido a buscarlo. La maniobra de distracción y sorpresa
impidió la internación del enemigo en suelo oriental.
Cabildo de Montevideo, 21 de Setiembre de 1808. |
Montevideo
hasta ese momento había resultado inexpugnable, pero los
aguerridos ingleses la tomaron por asalto después de dos semanas de
insoportable fuego artillero naval y terrestre. Los cañones abrieron
una brecha en la muralla, que los defensores trataron en vano de
cubrir con cueros, una calle de la Ciudad Vieja montevideana recuerda
la histórica Brecha. La ciudad quedó bajo poder británico entre el 3 de febrero y el 9 de setiembre de 1807. cuando se retiraron derrotados por la resistencia criolla, oriental y argentina.
Suárez del Rondelo colaboró secundariamente con las reorganizadas
tropas bonaerenses que derrotaron a los invasores "pálidos" y recuperaron Montevideo ese mismo año. En
enero de 1808 informaba al virrey sobre los servicios prestados por
el vecindario durante ambas invasiones. La mayor ciudad oriental
recibió de la corona hispana el título honorífico de "Muy fiel y
reconquistadora" y agregaba a su escudo banderas inglesas abatidas.
—Ariosto Fernández, en Historia de la Villa de San Fernando de la Florida y su región, afirma que fue decisivo el aporte de Bernardo Suárez del Rondelo en la fundación del poblado original.
—Ariosto Fernández, en Historia de la Villa de San Fernando de la Florida y su región, afirma que fue decisivo el aporte de Bernardo Suárez del Rondelo en la fundación del poblado original.
¡Yo, patriota!
—En
1809 integró oficialmente por única vez el Cabildo de Montevideo, como Procurador General. El 22 de febrero de ese año presentaba una
solicitud del cura párroco del Pintado, Santiago Figueredo, para
crear una nueva población cerca de la estancia Del Cabildo.
“Nadie
en verdad, podía asesorar con mejor y más cumplidos conocimientos
de causa, ya que estaba interiorizado de todos los pormenores y
circunstancias locales. Avecindado desde 1774 en el Partido de
Pintado, en donde estableció un de las primeras pulperías
lugareñas, fue cofundador de la aldea y capilla del mismo nombre en
1779; habitó en la región hasta que se trasladó a Canelones.”
Calle Bernardo Suárez, un sitio en Florida. |
El
9 de enero prestó juramento en la Sala Capitular. “Durante todo el
mes, tomaron razón de Contaduría y los atributos heráldicos
concedidos a Montevideo, en premio al comportamiento frente al
invasor británico.”
Esa
era la superficie. Debajo, la mar estaba agitada desde 1808, cuando,
en secretas sesiones, la Banda Oriental comenzó a rebelarse contra
la suprema autoridad de la Junta Central Gubernamental de España.
Hubo
respeto formal a la autoridad virreinal, pero, el Cabildo estaba
fuertemente influido por el clero patriota y la burguesía
independentista. Discretamente, los cabildantes tejían alianzas con
la naciente Junta de Gobierno de Montevideo, afirmando que “lo
saludable es la autonomía frente al Obispo y la supremacía
jerárquica de Buenos Aires”.
El
7 de febrero de 1809, como síndico procurador, Suárez elevó un
informe definitivo. Allí detallaba los excesos cometidos por el
prelado de la Banda Oriental y solicitaba la desmembración de su
Diócesis. Se comprometía con la posición favorable a la ruptura
con la capital virreinal.
“Fue
más allá de la discreción y cargó tintas contra un funcionario
eclesiástico desacreditado. Los conspiradores estaban apoyados por
las logias inglesas que buscaban con la política y el comercio,
recuperar su influencia en el Río de la Plata, tras la dura derrota
sufrida con las armas. En definitiva, Suárez apoyaba con la pluma,
de modo insospechado, lo que había defendido con no menor ardor, en
las invasiones de 1806 y 1807”, afirma Pérez de Castro.
El
31 de junio presenta el proyecto de erigir en terrenos propios un
edificio para Casa de Misericordia, Asilo de Huérfanos Expósitos y
Mujeres Desamparadas. “Un noble propósito malogrado por causas
imprevistas", comentaba desilusionado. Por esa misma causa,
Suárez dejó de asistir al Cabildo hasta el 31 de diciembre, cuando
fue sustituido por Mateo Gallego.
Liceo 4 de Melo, en la calle Suárez del Rondelo. |
Tras
la independencia del 25 de agosto de 1825, Uruguay se trabó en
guerra contra Brasil. En abril de 1827, su hijo Joaquín era
Gobernador Delegado de la Provincia. Ambos pusieron el ganado de su
hacienda, a disposición del general porteño Carlos María de
Alvear, para alimentar al ejército republicano. “Debiendo dar
principio por los novillos y concluidos, seguir por las vacas, hasta
terminar con el último animal... con la sola condición de serme
entregado el cuerambre." En tres meses, la tropa consumió buena
parte de sus animales, pero Bernardo no reclamó ni quiso reclamar un
solo cuero. “El anciano, daría pruebas de singular patriotismo
oriental. La misma actitud tendría su hijo cuando deseando el país
pagarle la ruina en que le dejara, respondió que no cobraba cuentas
a su madre”, afirma Pérez de Castro.
Para
sus apologistas, Bernardo Suárez del Rondelo es un injusto olvidado
de la historia uruguaya. Para sus biógrafos, uno de los más
polifacéticos personajes de la transición iniciada con la crisis
hispánica del Río de la Plata, pasando por la revolución y la
artigüista Provincia Oriental , hasta la república independiente.
Para sus críticos, un hábil empresario, exitoso amasador de
fortunas, que aprovechó inescrupulosamente cada oportunidad, para
extender su imperio económico. Sus detractores lo acusan de “haber
cobrado a precio más caro que el oro” cada servicio patriótico;
primero a la corona española, luego a los revolucionarios. Son los
mismos que señalan su olfato para decidir cuando debía pasarse al
bando criollo. Y hacerlo en el momento justo.
Fue un hombre que cultivó
el perfil bajo. Jamás ostentó su inmenso poder de hacendado y
comerciante incalculablemente rico, de fundador de ciudades, de
influyente político —con buena pluma y pocas palabras— y de invicto
soldado. Aunque nunca lo supo, seguramente intuyó que su gloria
vendría después de la muerte, como padre del presidente uruguayo
que enfrentó la más amarga guerra rioplatense.
—En
1811 la Banda Oriental se sublevó contra el virrey español Franciso Xavier Elío en varios focos revolucionarios. José Artigas estaba en
Colonia del Sacramento, Pedro José Viera y Venancio Benavides en
Monte Grande del arroyo Asencio, Francisco Haedo en Villa Nueva de
Mercedes, Celedonio Escalada en Santo Domingo de Soriano, Tomás
García de Zuñiga, Ramón Márquez, Pedro Celestino Bauzá, y
Joaquín Suárez en Florida y Canelones.
—Joaquín
Luis Miguel Suárez del Rondelo y Fernández nació en la Villa de
Guadalupe el 18 de agosto de 1781, como hijo único
de Bernardo y María.
Se
casó en 1806 con Josefa Álamo, “una mujer de carácter dulce y
discreto”, según su bisnieto y biógrafo, Joaquín Villegas
Suárez. La pareja tuvo ocho hijos: Felipe Bernardo, fallecido a los
pocos días; Margarita Zenobia; José Bernardo; María de la
Natividad; Pedro Joaquín, fallecido al año de vida; Pedro Lindoro
Juan; Bernardina y Juan Francisco.
A
los 25 años era descrito como de “cuerpo delgado pero fuerte, de
estatura baja, facciones regulares, pómulos algo pronunciados y
cabello fuertemente emplazado”. A
partir de 1809, fue más allá de la idea autonomista del Cabildo de
Montevideo, representada por su padre. Se sumó a la corriente
criolla favorable a la emancipación definitiva de las colonias
rioplatenses. “Reunidos con Don Pedro Celestino Bauzá, el padre
Figueredo y don Francisco Melo, acordamos trabajar por la
independencia, para cuyo fin teníamos de agente en Buenos Aires a
Francisco Javier de Viana y en esta capital a don Mateo Gallegos.”
La Joaquina, Monumento a la Bandera, Canelones. |
Poco
después se incorporaba a la revolución de José Gervasio Artigas,
que lo nombró capitán de milicias. Participó de la Batalla de Las
Piedras, verdadero mito fundacional del estado oriental. Fue
designado comandante militar de Canelones. Acompañó a su admirado
prócer en el Éxodo del Pueblo Oriental o Redota , pero vivió con
su familia en un campamento paralelo del jefe porteño Manuel de
Sarratea, muy cuestionado por los jefes artigüistas. La ruptura lo
colocó ante una disyuntiva: apoyar a sus compatriotas o al
bonaerense. Finalmente, se fue para su casa, negándose a participar
en una probable guerra civil.
Josefa Álamos, esposa de Suárez. |
Era
Regidor de Abastos del Cabildo de Montevideo en 1816, cuando el
ejército luso-brasileño invadía la Provincia Oriental . Fue
nombrado gobernador asociado al patriota Miguel Barreiro, pero
abandonó la ciudad el 18 de enero de 1817, tras el ingreso —bajo
palio— del ejército ocupante de Carlos Federico Lecor.
Durante
los años de resistencia actuó como comisario general del ejercito
artigüista, con captura recomendada y varios episodios de fugas
increíbles. Con la derrota dejó nuevamente las armas, pero fue
siempre intransigente ante los intentos de soborno de brasileños y
portugueses.
No
participó de la actividad revolucionaria del Cabildo de Montevideo
de 1823, pero asumió con coraje la defensa del capitán Pedro Amigo,
finalmente, condenado a muerte por los invasores, ahorcado en la
plaza de Canelones en setiembre de aquel año.
Se
sumó a la Cruzada Libertadora de 1825 e integró la Comisión de
Hacienda formada por el líder del movimiento, general Juan Antonio
Lavalleja. Luego representó a San Fernando de la Florida en la Sala
de Representantes que proclamó la independencia del Brasil y la
unión a las Provincias Unidas, el 25 de agosto de 1825.
Fue
gobernador delegado de Lavalleja, cuando el caudillo se sumó a la
guerra argentina contra Brasil. Inicialmente, decidido lavallejista,
lo que significaba un inminente futuro blanco, firmó un decreto que
ordenaba la aprehensión del caudillo populista Fructuoso Rivera,
como traidor a la patria.
Relieve en el Monumento a la Bandera. |
En
el golpe de estado de Rivera contra Manuel Oribe, de 1836, defendió
encendidamente la institución legal. En 1838, era representante
oribista en la Comisión Pacificadora . Las crónicas cuentan,
irónicamente, que salió de Montevideo como representante de Oribe y
regresó como vocero de Rivera. Son los mismos que señalan su
debilidad por los triunfadores. Sirvió a Oribe después de la
batalla de Carpintería y a Rivera después de Palmar . Sin embargo,
conservó el respeto de ambas partes.
Durante
la segunda presidencia de Rivera, de 1839, fue designado presidente
del Senado y mandatario interino cuando su nuevo jefe declaraba
hostilidades al gobernador federal de la Provincia de Buenos Aires,
Juan Manuel de Rosas.
Lo
que en principio iba a ser un corto interinato, fue un largo gobierno
de ocho años, entre 1843 y 1852, como cabeza visible de la Defensa.
Era el gran personaje de la nueva Troya, que describió Alejandro
Dumas hijo.
Fue
presidente hasta el final de la Guerra Grande, que enfrentó al
Partido Colorado oriental y al Partido Unitario argentino, contra la
alianza del Partido Blanco uruguayo con el Partido Federal del país
vecino. La tradicional lucha de blancos contra colorados es la más
antigua de occidente aún vigente; aunque ya no como enfrentamiento
bipartidista.
En 1844 participó en la Apertura de la Casa de la Moneda que acuñó la primera moneda nacional; en 1845 reglamentó los requisitos para poder ejercer la Medicina y Cirugía y reconoció la Independencia de la República del Paraguay.
En 1844 participó en la Apertura de la Casa de la Moneda que acuñó la primera moneda nacional; en 1845 reglamentó los requisitos para poder ejercer la Medicina y Cirugía y reconoció la Independencia de la República del Paraguay.
Joaquín, anciano en su quinta de Bella Vista. |
Suárez,
héroe colorado y principal figura política de los ganadores,
anunció un tratado de paz sellado con la célebre frase: Ni
vencedores, ni vencidos. Luego de prohibir el uso de las históricas
divisas partidarias entregó el mando a Bernardo Berro, el 15 de
febrero de 1852.
Física
y mentalmente agotado, volvió a su chacra del Arroyo Seco, la única
propiedad que le quedaba. Había gastado la cuantiosa fortuna
heredada de Bernardo, en una apasionada lucha política y militar.
Fue
electo senador por Canelones en 1854 y diputado por Montevideo en
1858. Visiblemente enfermo, se retiró con una pensión de 3 mil
pesos anuales de la época.
Monumento a Suárez en Plaza Independencia, 1898. |
El historiador Lincoln Maiztegui alguna vez escribió una semblanza sobre su vida política. "Para los colorados fue un héroe que defendió valores democráticos, un ejemplo de honestidad insobornable, patriotismo sin fisuras y espíritu tolerante, desinteresado aportante a la revolución antigüista. Para los blancos fue un experto en cabriolas políticas, un mediocre arribista e influenciable, siempre aliado al poder. Sus críticos apenas le reconocen el mérito de un relativo coraje y honestidad, pero también señalan su culto a la demostración de esas aparentes cualidades", afirmaba el investigador.
—"El mundo entero nos mira con asombro. Corramos a hacernos para siempre el objeto de admiración y respeto universal, haciendo que se cante en el año 16 el nuevo destrozo de los esclavos de un rey, por la victoria de los hombres libres."
Solicitud publicada en el semamario La Prensa Argentina, el 27 de agosto de 1816, firmada por Miguel Barreiro, Joaquín Suárez, y Pedro Maria de Taveiro quienes convocaban a tomar las armas para detener el avance portugués en la Provincia Oriental.
Amigo
—“El acusado actuó conducido
por la necesidad de defender los derechos de la libertad de su país
a que esta obligado por todas las leyes civiles y humanas,
defendiendo la causa del pueblo de Montevideo.
...Un
ciudadano en todo Estado tiene el derecho de aspirar al gobierno mas
propicio que haga su bien...
...El amor a la justicia y al bien
es un fuerte antemural contra el invasor o contra el tirano...
Pedro Amigo no ha cometido ni
uno ni otro. Dio la orden, es verdad, para matar,
hablemos sin embozo, como a enemigos y ladrones."
Pasajes
del alegato de Joaquín Suárez en favor del vecino canario Pedro Amigo
acusado de homicidio y robo por el general Carlos Federico Lecor,
comandante militar de la Provincia Cisplatina. Amigo mató a soldados
brasileños en un enfrentamiento. Como nadie quiso participar en su
defensa, Suárez asumió como su espontáneo patrocinante legal. Pedro Amigo fue ejecutado en la Plaza de Canelones, pero en la memoria histórica perdura el alegato y la denuncia pública contra las
autoridades extranjeras, también el omnipotente Barón
de Laguna.
—"Rosas y Oribe apellidaban de salvajes e inmundos
unitarios a todos a sus enemigos; pero su única excepción cuando a
él se referían siempre era Don Joaquín."
Andrés
Lamas, funcionario del Gobierno de la Defensa de Montevideo, cercano a Suárez.
—El 18 de julio de
1896 fue inaugurada en el sector sur de la Plaza Independencia,
frente al Palacio Estévez, un monumento en su honor creado por el escultor uruguayo Juan Luis Blanes, modelado en Florencia por el italiano Pedro Costa. La figura
de Joaquín Suárez, en bronce, aparece de pie sobre un basamento de
granito que representa una fortaleza, con un bastón en la mano derecha y un
sombrero bajo el brazo izquierdo.
La figura fue trasladada al mismo espacio donde estuvo el casco de la Quinta de Suárez, en la proa de la actual plaza ubicada entre el antiguo camino de la Agraciada y la avenida que también lleva su nombre, donde casi se tocan los barrios Bella Vista y Prado. En 1923 su sitio en la Plaza Independencia fue ocupado por un monumento ecuestre de José Gervasio Artigas, realizado por el artista italiano Angelo Zanelli.
La Joaquina
—Es el nombre popular del Monumento a la Bandera, erigido en la Plaza 18 de Julio de Canelones. La obra del escultor italiano Juan D’Aniello es una figura simbólica de mujer con el cuerpo cubierto con una túnica dejando los brazos desnudos. En su mano izquierda, levantada, sostiene la Bandera Nacional, y en la derecha, hacia abajo, sostiene un gladio. En el basamento de granito un medallón representa la esfinge de Joaquín Suárez, jefe del Gobierno Delegado con sede en Guadalupe de Canelones que el 1 de enero de 1829 hizó el primer Pabellón Nacional, bordado por su esposa Jose Álamos. La Joaquina fue inaugurada el 18 de julio de 1930.
—En 1862 presidió la Comisión Vecinal encargada por la Junta Administrativa de las Escuelas del Reducto y Paso Molino; en 1866 al final de su vida, ciego, presidió los funerales celebrados en la Iglesia Matriz en recuerdo de los Mártires de Quinteros.
La figura fue trasladada al mismo espacio donde estuvo el casco de la Quinta de Suárez, en la proa de la actual plaza ubicada entre el antiguo camino de la Agraciada y la avenida que también lleva su nombre, donde casi se tocan los barrios Bella Vista y Prado. En 1923 su sitio en la Plaza Independencia fue ocupado por un monumento ecuestre de José Gervasio Artigas, realizado por el artista italiano Angelo Zanelli.
La Joaquina
—Es el nombre popular del Monumento a la Bandera, erigido en la Plaza 18 de Julio de Canelones. La obra del escultor italiano Juan D’Aniello es una figura simbólica de mujer con el cuerpo cubierto con una túnica dejando los brazos desnudos. En su mano izquierda, levantada, sostiene la Bandera Nacional, y en la derecha, hacia abajo, sostiene un gladio. En el basamento de granito un medallón representa la esfinge de Joaquín Suárez, jefe del Gobierno Delegado con sede en Guadalupe de Canelones que el 1 de enero de 1829 hizó el primer Pabellón Nacional, bordado por su esposa Jose Álamos. La Joaquina fue inaugurada el 18 de julio de 1930.
—En 1862 presidió la Comisión Vecinal encargada por la Junta Administrativa de las Escuelas del Reducto y Paso Molino; en 1866 al final de su vida, ciego, presidió los funerales celebrados en la Iglesia Matriz en recuerdo de los Mártires de Quinteros.
Cara a cara
—La
madrugada del 7 de julio de 1839 el anciano Bernardo se sintió
morir.
Estaba descansando en la alcoba principal del casco de su
estancia de Melo. Se levantó de la cama, con una envidiable
compostura física para sus 90 años y una entereza de viejo
luchador. Sin reclamar auxilio, se vistió con su mejor uniforme de
capitán, se colocó las medallas que había ganado en tantas guerras
y se recostó en el lecho a esperar la muerte. Al clarear del alba,
el ayudante se aproximó como cada mañana, para ofrecerle un mate
amargo. Pero lo encontró difunto, haciendo un ademán militar.
Cruz Ancha de Melo. |
“Su
cadáver fue enterrado en el cementerio melense, el 10 de julio, sin
que la posteridad le haya rendido otro lauro que el pincel
retrospectivo de Salvador Jiménez en un óleo que conserva el Museo
Histórico Nacional de Montevideo”, afirma Pérez de Castro.
Bernardo
Suárez del Rondelo murió viudo y sin sacramento. Su panteón en el cementerio de Melo es una pieza de arte mortuorio, con su cruz ancha de piedra como emblema familiar. Su prolífica
descendencia tenía 256 personas vivas en 1896, según informaba el
diario El Siglo. Un año antes, había nacido Joaquín Villegas
Suárez, su tataranieto y biógrafo. Fallecido el 18 de julio de 1985.
1 comentario:
hola ,soy vecino de CASTROPOL del pueblo donde nacio BERNARDO SUAREZ ,curiosamente actualmente se cuentan por varios cientos los uruguayos asentados en estos pueblos asturgalaicos.
En Ferradal, pueblo de origen de Bernardo existia en la edad media una leproseria de dominio religioso la cual era regentada por los padres de origen noble de este emigrante.
Este personage y muchos otros de estas tierras son ignorados vergonzosamente aun de ser heroes de su pais.
Fascinante como esta contada esta historia y su presentacion.Gracias
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