Graciana Arrangoitz y José Pedro Argul en Samartín de Oscos, Asturias, 1932. (Archivo Argul) |
Sobre la base del Capítulo Siete del libro Héroes sin bronce (Editorial Trea para el Gobierno del Principado de Asturias, Gijón, 2005).
El puerto montevideano al que arribó José Pedro Argul en 1876. (Centro de Fotografía de Montevideo) |
La indeseable escala
servía para el descenso de pocos pasajeros y para aumentar la
ansiedad provocada por un inaudito periplo atlántico. Aunque
incómodo, el trámite era bastante normal. Así fue hasta que el
niño –precoz, pero niño al fin– eludió traviesamente los
controles aduaneros, entreverándose con quienes se quedaban en la
capital uruguaya. Solo deseaba dar una corta vuelta por esa enorme
urbanización, la primera que conocía fuera de San Martín de Oscos,
su mínimo pueblo de menos de un centenar de vecinos.
Sin rumbo, se introdujo
por angostas calles empedradas, que poco se parecían a las suyas.
Tras deambular distraídamente un buen rato, quiso desandar el
camino; pero la compleja trama de una ciudad de 120 mil habitantes lo
retuvo involuntariamente. Cuando encontró la dársena, se llevó la
más desagradable sorpresa de su cortísima vida. El barco podía
verse a lo lejos en el horizonte. Había zarpado sin él.
Edificio de la Aduana portuaria, por donde pasaban los inmigrantes hasta principios del siglo XX. (CDF) |
Al
otro día, muy temprano, se levantó decidido a encontrar a sus
hermanos. El tibio sol de la incipiente primavera rioplatense lo
alentaba a cruzar a Buenos Aires. Pero alguien le avisó que sin
documentos ni permiso, su seguro destino sería la detención y
puesta a disposición judicial o, peor aun, el abuso de
inescrupulosos traficantes de los bajos fondos. Pretendió hacerlo
como polizón, pero no hubo forma de esconderse en un carguero que
salía esa misma tarde. Rápidamente, cambió de planes. Desde el
viejo portón aduanero divisó un llamativo cartel. Era la fachada
del tradicional Hotel
Del Globo,
de la calle Colón, entre Piedras y 25 de Agosto. Un antiguo
establecimiento fundado en 1840. En su tiempo, el más visitado por
inmigrantes españoles.
No necesitó tomar coraje
para encarar al gerente, un compatriota a quien solicitó una cama
donde dormir y algo para comer, a cambio de su áurea moneda. Pensó,
con total lógica, que pronto vendrían a buscarlo. Lo mejor y más
seguro era esperar allí.
Antiguo edificio del Hotel de los Inmigrantes que conoció Argul. Era una sólida estructura de casi una manzana entre las calles Colón, Piedras y la rambla portuaria. (Centro de Fotografía de Montevideo) |
Al hotelero le resultó
simpático aquel púber delgado y bajito, lúcido y perspicaz. Aunque
resultaba increíble la versión de su extravío, le propuso que
guardara el metálico. Prefería cambiarle el alojamiento por
trabajo. En principio, porque necesitaba un botones que también lo
ayudara en tareas de limpieza y mandados.
Su hermano Alejandro recién pudo retornar diez días después. No le resultó difícil encontrarlo en la zona comercial. Pocos desconocían al nuevo encargado de trámites del popular negocio portuario. Era todo un personaje. Famoso por su eficiencia y desenvoltura, aunque no había cumplido trece años.
Su hermano Alejandro recién pudo retornar diez días después. No le resultó difícil encontrarlo en la zona comercial. Pocos desconocían al nuevo encargado de trámites del popular negocio portuario. Era todo un personaje. Famoso por su eficiencia y desenvoltura, aunque no había cumplido trece años.
El
mayor quiso llevárselo a Buenos Aires, pero fue imposible convencer
al seguro jovencito que decidió permanecer en su nueva ciudad. «No
os preocupéis que estoy muy bien por aquí. Es un lindo lugar y se
puede ganar mucho dinero. Pronto tendré tanto, que no necesitaré
trabajar».
Era un juramento, a su sorprendido tutor.
Plaza Independencia, 1872. A la izquierda el Grand Hotel De Lu Uni Vers, en el mismo espacio del actual Radisson. Los carruajes eran taxis del siglo XIX. (Centro de Fotografía de Montevideo) |
En
1880, antes de cumplir los diecisiete, el muchacho era propietario
del mismo establecimiento que lo había albergado como ilegal. En
1882, a punto de festejar los diecinueve, adquirió la mitad del Grand Hotel
España y el Grand Hotel Del Universo (De Lu Ni Verse),
refinados puntos de encuentro de la romántica intelectualidad
uruguaya. Allí organizaba almuerzos y cenas para políticos,
diplomáticos y artistas del glamoroso Teatro
Solis; ambos estaban ubicados a pocos metros de la misma plaza donde había dormido a la
intemperie aquella inolvidable noche estrellada.
Tres Cruces a fines de la década de 1890, cuando Bulevar Artigas era el antiguo Camino a Punta Carretas que también pasaba frente al Hospital Italiano. (Centro de Fotografía de Montevideo) |
Plaza de Frutos
Bulevar Artigas en la década de 1930. (Centro de Fotografía de Montevideo) |
Osco, no tosco
Graciana y José María a punto de partir hacia Europa, en 1923, acompañados por su pariente y ama de llaves Modesta Argul. (Archivo Argul) |
Sus padres, Antonio y Teresa, eran labradores acomodados, propietarios de buenas tierras, ubicadas en distintas zonas de la desolada comarca osqueña. Trabajaban las más cercanas y arrendaban las otras, para una incipiente explotación ganadera. Sus anécdotas de la primera infancia asturiana giraban alrededor del vital paisaje de montañas impenetrables y de valles fértiles del remoto occidente, bañados por sus poderosos ríos, Ferreira, Soutelo, Ahío y San Martín.
Fachada del Palacio de Mon, en Samartín de Oscos, Monumento Histórico de España. (Gobierno del Principado de Asturias) |
Desde
joven demostró pasión y talento para las finanzas y los negocios
inmobiliarios; innata vocación que le permitió ser el más joven
empresario hotelero del Uruguay y pionero de inversiones en el Cordón
y
Tres
Cruces,
zonas estratégicas de Montevideo. «Del
abuelo hay que decir que tuvo mucha más fama que dinero. Le decían
El
señor
de las mil casas,
pero su testamento demuestra que no tenía más de una veintena de
buenas propiedades»
–cuenta José Alfonso Argul Quesada.
El centro cívico de Samartín de Oscos se mantiene igual que en el siglo XIX. (Gobierno del Principado de Asturias) |
Durante
más de medio siglo, la pareja residió en la heredada quinta de los
Garat, del antiguo Camino del Carmen, número 19; luego señalada como
Dante 1968 al 1974. Una importante vía de comunicación entre
parajes vecinos, ubicados entre el Centro, el Cordón, La Blanqueada
y la Unión. La propiedad original sobrepasaba varias en cuadras, los
límites del antiguo Camino
Real, luego
avenidas 8 de Octubre y 18
de Julio.
La calle 25 de Mayo en la década de 1880, cuando sus comerciantes eran sorprendidos por un joven que luego fue hotelero e inversor inmobiliario. (Centro de Fotografía de Montevideo) |
PH
A
fines de 1910 construyó el primer edificio en propiedad horizontal
de Montevideo, sobre la ex calle Sierra, actual Daniel Fernández
Crespo, muy cerca del espacio donde luego se levantó el Palacio
Legislativo, en 1925. «Fue
una genialidad del viejo, apoyada y concebida arquitectónicamente
por otro talento sin par, Luis Polanco Muso. Nadie entendía que era
aquel cajón rectangular, más alto que ancho. Nadie pensaba que
sirviera para algo. Pero, al poco tiempo, fue alquilando los pisos
como apartamentos independientes. Sus clientes eran estancieros
atraídos por una propuesta novedosa. Ganó fortunas con aquellas
rentas.»
Pueblo Tres Cruces
Así se denominaba el paraje, en 1868 delimitado por dos calles paralelas a la derecha y tres a la izquierda de la avenida 8 de Octubre. El pueblo comenzaba en los terrenos ubicados en la casa llamada La Gallineta por un almacén ubicado al final de la avenida 18 de Julio. Llegaba hasta 8 de Octubre y Garibaldi, donde estaba la quinta de los Sorchantes, por entonces una muy popular provisión que ocupaba el mismo terreno del Instituto Crandon.
Delicada, dedicada
Graciana Arrangoitz. (Archivo Argul) |
«Lo
más gracioso es que acá lo manejó pocas veces. Tenía un chofer
especializado –¡pobre, mucho más alto que él!–, que vivía en
una casa de dos plantas en los fondos de Carmen 19. La salida del
auto era un verdadero acontecimiento público»
–recuerda su nieto.
La familia Argul
Arrangoitz vivía en una aristocrática residencia finisecular; la
primera con calefacción central del país, remodelada por el
arquitecto Polanco Muso, con los más modernos criterios
constructivos de la época.
Los cuatro balcones del
frente eran de un mármol que siempre brillaba. La entrada tenía una
vidriera imponente, con banderas españolas entrelazadas
artísticamente y con el escudo real atrás.
La interminable
biblioteca del escritorio estaba diseñada en caoba importada de
origen. Los sillones de la sala eran de un llamativo gris oscuro. Se
contaban tantas historias de esos muebles, que ninguno de sus nietos
quería levantarse luego de conseguida la autorización para
permanecer allí. Eran de legítima piel de elefante.
José María Argul Martínez. |
«Era
más famoso que rico; aunque podía darse todos los gustos que
quisiera, gracias a su visión para los negocios inmobiliarios.
También era muy generoso con familiares y amigos. La abuela Graciana
organizaba las fiestas más comentadas de la época. En la quinta se
celebraban los más comentados casamientos de la colectividad
francesa del Río de la Plata, con invitados de todo el mundo.»
José María y Graciana
tuvieron dos hijos. María Josefina, nacida el 31 de marzo del 1900 y
José Pedro, del 16 de setiembre de 1903. De María Josefina nacieron
cinco hijas: María Josefina, María Teresa, Margarita,María Noel y María
Susana. De José Pedro, cinco: Graciana, Margarita, José Alfonso,
María Magdalena y Damián Pedro.
«En
su casa, todos los domingos se reunía la familia en almuerzos que
duraban hasta la noche, con decenas de personas. Las veladas eran
organizadas por la abuela Graciana, sobre la base de un menú tipo
restaurante; con sopa, carnes blancas y rojas, vino, agua mineral y
postres. En una fiambrera celeste traía los bocaditos, matambres y
pascualinas tradicionales.»
Delage Sport 1927, similar al de José María Argul, transformado en pieza de un museo francés. (Voitures Anciennes) |
A
su manera, Graciana fue una dedicada patriota, premiada por su
colaboración con la resistencia contra la ocupación nazi, en la
Segunda Guerra Mundial. «Organizaba
reuniones sociales para recaudar fondos que eran destinados al
ejército francés y ponía a disposición de los representantes,
toda su influencia y sus propios objetos materiales. A tal punto, que
su auto era el transporte oficial de todos los delegados franceses
que venían a Montevideo»
–evoca José Alfonso.
Verás el arte
José Pedro Argul Arrangoitz, notable crítico de arte, en San Pablo con el pintor brasileño Cándido Portinari y sus esposas, 1951. (Archivo Argul) |
En 1934 se inició como crítico en el diario El Bien Público –con el seudónimo Pascual Candín–. Su autorizada opinión le valió ser jurado del Primer Salón Nacional de Bellas Artes, de 1937, junto con figuras de la talla de Pedro Figari, Carlos Reyles, Emilio Oribe y Enrique Amorím. En años siguientes fue elegido por sufragio de los expositores. Entre 1960 y 1966 supervisó los envíos uruguayos a la Bienal Internacional de Grabado de Tokio.
José Pedro Argul en el velatorio de un amigo: el pintor francés Maurice Utrillo, París, 1955 (Archivo Argul) |
Fue
organizador de las principales exposiciones regionales, en más de
tres décadas: Arte
Argentino del Pasado y del Presente
(Montevideo,
1943); La
figura humana uruguaya de Blanes a nuestros días
(Montevideo,
1951); Modernos
Grabadores Uruguayos
(México,
1963); Revisión
de José Cúneo Perinetti y
Moderna
Escultura Uruguaya (Montevideo,
1967).
Fue
jurado de numerosos concursos y salones y autor de trabajos críticos
publicados en revistas nacionales y extranjeras: Dictionnaire
des Peintres, Sculpteurs, Dessinateurs et Graveur,
de
E. Benezit; Diccionario
de Escultura Moderna
de Razan. Fue prologuista
de la Enciclopedia
del Arte en América (Editorial
Omega, Buenos Aires).
En la Asamblea General de la Asaociación Internacional de Críticos de Arte, 1960. (Archivo Argul) |
Era
amigo personal del gran periodista Carlos Quijano, con quien solía
reunirse en bares del Mercado del Puerto cuando
todavía no era un refinado centro cultural y turístico de fama
internacional. Aunque nunca fue cronista de Marcha,
publicación que reunía a los más prestigiosos intelectuales
uruguayos. «Quijano
le puso Gordo –un apodo
que se decían el uno al otro– pero nunca pudo convencerlo para que
trabajara con él, más allá de algún anuario famoso. Papá
consideraba que sus colegas del semanario eran los mejores y no
quería tener problemas éticos.»
Las artes plásticas del Uruguay, de José Pedro Argul, ofrecido a 1.200 pesos en Punta del Este. (Mercado Libre) |
Es la modalidad que adquirió la pintura uruguaya en el período comprendido entre 1920 y 1930. La denominación corresponde al crítico y escritor Eduardo Dieste y será utilizada posteriormente por José Pedro Argul y Fernando García Esteban, extendiéndose hasta nuestros días.
Él vive ahí
Antiguo portón de ingreso al Parque Central, del Club Nacional de Football, con el que colaboraban los hermanos Argul Martínez. (C. N. de F.) |
Alejandro
Argul Martínez vivió en Buenos Aires, donde se casó con una dama
de la alta sociedad porteña, Luisa Nicolini. Fue un respetado
empresario que siempre quiso radicarse en Montevideo. Tanto era su
cariño por la capital uruguaya que –siendo fanático del fútbol–
apenas simpatizaba con el Racing
Club de Avellaneda.
Pero fue fiel seguidor y socio N° 2 de la mayor leyenda del deporte
criollo sudamericano, el Club
Nacional de Football.
José
María Argul murió el 24 de enero de 1946, a los 83 años, por un
fulminante infarto masivo y paro cardíaco. La fiel Graciana, de 82,
se retiró ese mismo jueves de la residencia que nostálgicamente
todavía llamaba «Carmen
19».
Afectada por una profunda
tristeza, ordenó que todo el personal permaneciera allí, aunque
jamás volvió a pisarla. Desde su nueva casa de Colonia y Juan
Paullier, controlaba obsesivamente las tareas diarias y pagaba
puntualmente todos los servicios. Su cuerpo volvería tres años
después, el 23 de junio de 1949. Para su planificado velatorio.
Cumplía, así, con un pedido y un sacrosanto juramento amoroso.
Buenas raíces
Modesta Argul, sobrina y fiel ama de llaves. (Archivo Argul) |
La sobrina
Una relación recordada
por la familia fue Modesta Argul, sobrina lejana de Grandas de
Salime. Vino jovencita a Montevideo, sin más expectativa que
trabajar de lo que fuera, pero el abuelo la tomó como ordenanza de
la quinta y terminó adoptándola como una hija más. Viajaba con
ellos a Europa y participaba de todos los acontecimientos familiares.
Ella se casó con un gallego de apellido Outerelo e hizo su vida
comercial, pero el lazo permaneció siempre.
Importado de Uruguay
La antigua Tienda Inglesa de Amy, Robertson & Henderson, quedaba en Mitre y Buenos Aires. (Centro de Fotografía de Montevideo) |
La cara del dictador
José
Alfonso Argul guarda una anécdota que define la personalidad de su
padre. «Le
ocurrió cuando todavía era joven caricaturista de La
Mañana.
Luego del golpe de Gabriel Terra, hizo un dibujo muy gracioso
criticando al dictador. El dueño del diario, Carlos Manini Ríos, lo
llamó a su oficina para avisarle que no se lo iba a publicar, porque
él y su medio simpatizaban con el terrismo. Papá le rompió la
caricatura en la cara y renunció. Era su único medio de vida,
porque el abuelo José María, jamás le dio un peso –por una
cuestión de principios– ni antes, ni después de casarse con mi
madre.» El célebre crítico falleció en 1974, una jornada de luto para el
arte uruguayo.
Exposición de Pinturas, obra editada por Argos, ofrecida en Buenos Aires a 38 pesos argentinos. (Mercado Libre) |
Regoyos
José
Pedro Argul fue enfático al valorar la obra del pintor de
Ribadesella, expuesta en la capital uruguaya, en diciembre de 1957.
La excepcional muestra fue patrocinada por el Ministerio de
Instrucción Pública y Previsión Social, con motivo de los cien
años de su nacimiento. Darío de Regoyos y Valdés fue un famoso
impresionista, influido por la célebre escuela belga de Carlos de
Haes. Era uno de los preferidos de Joaquín Torres García, el mayor
plástico uruguayo del siglo pasado, que lo admiró en la Veu de
Catalunya.
«Yo no fui»
José Carbajal era hijo
de gijoneses de San José. En setiembre de 1908, tenía el triste
privilegio de ser el preso más antiguo y famoso de América del Sur.
Una popularidad que trascendió fronteras, por un gran escándalo
internacional, conocido como «Asunto de Volpi y Patrone».
A las seis de la tarde
del 17 de febrero de aquel año, había sido asesinado Juan
Bentancort, jovencísimo dependiente de una casa de cambio. Fue en
Rincón y Juncal, tradicional esquina de la Ciudad Vieja, para
robarle el poco dinero que llevaba. La prensa se hizo eco de las
acusaciones contra el entonces alférez del ejército, de 36 años.
Pero, nada dijo que había confesado la autoría del asalto, pero no
del crimen. Menos se supo, que culpaba a dos cómplices italianos,
Rafael Volpi y Vicente Patrone, que fueron dejados en libertad, por
falta de pruebas.
Un
paisano particular
Leonardo Secades y Caces, 1920. (Centro Asturiano- Casa de Asturias) |
El noble trasandino se casó con María de la Encarnación Gabar, con
la que tuvo –en Tacna, Perú– a María Teresa Guadalupe Gorbea
Gabar. Del matrimonio de la linajuda peruana con Nicasio Caces,
quedaron tres hijos. Encarnación –la menor– se casó con
Francisco Secades y Fernández de Miranda, de antigua estirpe astur.
La pareja dejó seis hijos: Leonardo, Encarnación, Luisa, Francisco,
Carlos y Teresa.
Secades y Caces fue un niño rico y aventurero, que prefirió venir a
Montevideo antes de ingresar a la Facultad de Derecho de Oviedo.
«Poseía un gran sentido del humor. De su
bohemia y su gracejo quedan testimonios en los círculos literarios
montevideanos» –asegura José Luis Pérez
de Castro en Huella y presencia de Asturias en Uruguay.
Se incorporó al Batallón de Cazadores del Ejército, el 14 de
agosto de 1890 y ascendió a subteniente el 16 de febrero de 1897.
Participó en la dura represión de una revuelta blanca de ese año,
que exigía el cese de sistemáticos fraudes electorales del partido
de gobierno.
Su espada sirvió al coronel Basilio Saravia y del general Justino
Muniz. Tomó parte en las operaciones del Ejército del Este,
distinguido en el sangriento combate de Aceguá, con mención
especial. Permaneció en la plana mayor de los Cazadores hasta el 10
de febrero de 1898, cuando fue separado por su oposición al
denominado «golpe bueno»
de Juan Lindolfo Cuestas.
La bahía vista desde el Cerro, 1890. (Centro de Fotografía de Montevideo) |
En marzo de 1903 se movilizó con el coronel Manuel Rodríguez,
comandante del departamento de Artigas. En 1904 lideró la caballería
movilizada en el departamento de Río Negro y más tarde se sumó al
Batallón 6° de Infantería, al mando del coronel Zoilo Pereyra.
Participó en las principales batallas de la última guerra civil
uruguaya. Del otro lado estaba la inmensa mayoría de sus paisanos,
con romántico espíritu revolucionario.
Tras la muerte del legendario caudillo blanco Aparicio Saravia, en la
riverense Masoller, finalizó el conflicto fratricida. Celebrada la
paz se retiró con el grado de teniente –disfrutando las mieles del
triunfo– para dedicarse al periodismo y la política. Fue
colaborador de los principales diarios oficialistas y dirigió
periódicos colorados de Río Negro, Durazno y Salto. En julio de
1910 fue canciller de la República y finalizó la carrera
diplomática como cónsul en Chile y la Argentina.
Rincón y Juncal a principios del siglo XX. (Centro de Fotografía de Montevideo) |
Era funcionario de confianza del dictador, que lo nombró director
general del Instituto de Pensiones a la Vejez y del Ministerio de
Trabajo y Previsión Social, donde actuó hasta el 19 de marzo de
1935. Cuando el ministro César Charlone viajaba, el ovetense quedaba
como interino; lo mismo ocurría en la cartera de Hacienda.
Desempeñó la secretaría de la embajada comercial uruguaya a la
Exposición Internacional del Centenario de Brasil, en 1922, y fue
enviado especial ante el gobierno de España, para la Exposición
Iberoamericana de Sevilla, de 1927. Por entonces viajaba a su tierra
natal de donde se trajo «sentimientos de afecto
imperecedero».
Fue convencional del Partido Colorado y secretario de Feliciano
Viera, cuando ocupó la presidencia del Senado, el Ministerio del
Interior, la Presidencia de la República y del Consejo Nacional de
Administración. De abundantes y diversas relaciones culturales y
sociales, era muy común verlo en largas tertulias de cafés de la
histórica recoba, que luego fue la planta baja del Palacio Salvo.
Se casó el 23 de mayo de 1929, con la viuda Herminia Muniz Sancedo.
«La pareja no tuvo hijos, aunque lo fueron
afectivamente los del primer matrimonio de su esposa»
–recuerda Pérez de Castro.
Leonardo Secades y Caces falleció en Montevideo, el 19 de agosto de
1940; en su piso de 18 de Julio 2203, en el corazón del Cordón.
Estaba jubilado y padecía una grave dolencia cardiaca. Al día
siguiente, recibió sepultura en el cementerio del Buceo. Cuentan que
se llevó una sonrisa en los labios.
Huella y Presencia de Asturias en Uruguay, José Pérez de Castro, 1961. (Centro Asturiano- Casa de Asturias) |
El armero ovetense Fernando Fernández y la
andaluza María Ríos dieron a la cultura uruguaya un reconocido
poeta, dramaturgo y periodista, El paisano fue un militar rebelde
contra el carlismo y redactor de La
Carraca de Cádiz. La familia de
exiliados arribó a Montevideo en 1874, en busca de «tierras
de libertad».
Ovidio Fernández Ríos nació en 1883. La
profunda influencia liberal de su padre quedó expresada en su
variada obra poética: Sueños de
medianoche; Por
los jardines del alma; Las
leyendas milagrosas; Blasones;
Horizontes de luz
y Cofre de sándalo.
También compuso obras para teatro: El
alma de la casa; El
fracaso; La
carreta; La
silla vacía; La
puerta cerrada. Reunió sus ensayos,
prólogos y artículos periodísticos en Un
libro más. Fue director de la revista
La Semana;
redactor del batllista diario El Día
y responsable de la Biblioteca Rodó
de autores uruguayos. Compuso la letra del Himno
a Artigas, para música del maestro
Santos Retalli. Ovidio Fernández Ríos falleció en 1963.
Ovidio del Morlán
Portada del libro Héroes sin Bronce. Crónica de pasiones asturianas en tierra uruguaya, 2005. (Gobierno de Asturias) |
El Intérprete
18 de Julio. La más popular avenida
montevideana, corre desde la Plaza Independencia hasta el cruce con
el bulevar Artigas, donde se levanta el Obelisco de los
Constituyentes. Sus primeros nombres fueron: «Camino
Principal» y
«Camino Real». En 1843 recibió la denominación actual, en honor a
la fecha de Jura de la primera
Constitución. Fue empedrada en 1859 y pavimentada en 1867. El 25 de
agosto de 1886, la entonces calle fue iluminada con focos de arco
voltaico. El 28 de noviembre de 1919, la Junta
Económico-Administrativa de Montevideo la elevó a la categoría de
avenida. El 15 de febrero de 1953, se inauguraron los primeros
semáforos. En 1998, la comuna inició el reciclaje y modernización
de sus aceras.
Aceguá. Sierra
del departamento de Cerro Largo, de catorce kilómetros de extensión,
que culmina en el cerro del mismo nombre. También es la pequeña
localidad, fronteriza con Brasil. Allí fue firmada, el 24 de
setiembre de 1904, la paz que surgió del triunfo del gobierno del
presidente colorado José Batlle y Ordóñez, sobre los
revolucionarios del caudillo blanco Aparicio Saravia. El tratado
cerró, definitivamente, el ciclo de guerras civiles entre
orientales.
Artigas. El más norteño departamento, con mucha frontera con
Brasil y poca con la Argentina, tiene 11.928 kilómetros cuadrados y
75 mil habitantes. Allí llegaron los primeros
cazadores-recolectores, hace alrededor de 10 mil años. Fueron
primitivos navegantes de los ríos Paraná y Uruguay, luego asentados
en Salto y Paysandú. A esta rica comarca, cubierta de piedras
preciosas, arribó el joven José Artigas en 1797, para frenar el
avance de los ávidos portugueses, con su Cuerpo de Blandengues.
Gentilicio: artiguense.
Biblioteca Nacional. La principal sala uruguaya de lectura,
fundada por José Artigas, en 1816, como Biblioteca Pública.
Buceo. Barrio que recibe el nombre del antiguo puerto del
Gobierno del Cerrito, sitiador de Montevideo en la Guerra Grande. Hoy
es una pequeña terminal deportiva y turística. De allí parten los
buzos dedicados al rescate de tesoros submarinos. A su alrededor se
tejen leyendas de riqueza infinita. Devorada por bancos de arena,
traidores e implacables.
Club Atlético Peñarol. Uno de los dos clubes mayores del
fútbol uruguayo. Es el más laureado en el ámbito interno y décimo
entre los más titulados del mundo. Existen dos versiones sobre su
dudosa fecha de fundación. Para sus partidarios, fue el 28 de
setiembre de 1891, como Central Uruguay Railway Cricket Club, una
institución británica, vinculada con el viejo ferrocarril de la
Villa Peñarol. La versión criolla fue fundada el 13 de diciembre de
1914. El CURCC ganó cinco y Peñarol 42 ediciones
del Campeonato Uruguayo, cinco Libertadores de América y tres
Intercontinentales. Su emblema deportivo es el goleador
Fernando «Potrillo»
Morena. Su camiseta es amarilla y negra a rayas verticales, pantalón
negro y media negras. Colores que toma de la señalización
ferroviaria. Según
incomprobable tradición, tuvo su base de grandeza, entre «colorados
e italianos».
Se les llama aurinegros, carboneros o manyas.
Club Nacional de Football.
El otro «grande»
del deporte oriental. Primer equipo criollo del mundo y decano de las
instituciones que se mantienen dentro de la Asociación Uruguaya de
Fútbol. Fue fundado por universitarios finiseculares y jóvenes
intelectuales –liderados por el
carismático rector Alfredo Vásquez Acevedo–
el 14 de mayo de 1899. Es el más laureado del país en el ámbito
internacional y noveno con mejor historia en el mundo. Ganó 41
ediciones del Campeonato Uruguayo, tres Libertadores de América,
tres Intercontinentales, dos Interamericanas y una Recopa
Sudamericana. Su mayor emblema deportivo, fue Héctor «El
Mago» Scarone, para la FIFA, mejor jugador
del mundo hasta la aparición de Pelé. Su
camiseta es blanca, con un bolsillo a la altura del corazón y vivos
azules y rojos, pantalón azul y medias azules. Tomó los principios
del ideario de José Artigas y sus entrañables insignias. Según
improbable tradición, tuvo su base de grandeza, entre «blancos
y españoles». Se les
llama tricolores, albos o bolsilludos.
Camino
Real.
Antigua denominación de la avenida 8 de Octubre y su continuación,
en el último tramo de 18 de Julio.
Consejo
Nacional de Administración.
Primera forma de gobierno colegiado uruguayo, creado por la reforma
constitucional de 1919, impulsada por José Batlle y Ordóñez.
Cordón.
Céntrico barrio montevideano, emplazado en el mismo espacio donde la
corona española marcó el límite militar, ante eventuales ataques o
guerras. El «cordón»
defensivo, fue establecido el 15 de abril de 1750, por un disparo de
cañón desde los portones de la plaza fuerte colonial.
El Bien Público. Reputado diario católico, de principios y
mediados del siglo pasado. Con el nombre de BP Color, fue el
primer medio montevideano que salió en formato tabloide y con tapa
color.
La Mañana. Diario conservador colorado, fundado en 1917 por
el antibatllista, Carlos Manini Ríos.
Masoller. Marco de piedra situado en la
cumbre de la cuchilla Negra, que señala el límite con el Brasil, en
el vértice de los departamentos de Artigas, Rivera y Salto. El 1 de
setiembre de 1904, fue escenario de la batalla, que prologó el fin
de la última guerra civil en territorio oriental.
Matambres y pascualinas. Típicas minutas familiares
uruguayas. El matambre es carne enrollada con huevo y verduras. La
pascualina es una masa fina, en forma de tarta, rellena de espinaca o
acelga.
Mediterráneo. El mar interior más grande del mundo, de 2.5
millones de kilómetros cuadrados y 3.860 kilómetros de longitud.
Sus aguas fueron escenario de la historia de la humanidad. Por allí
navegaron, fenicios, griegos y romanos, que le llamaron Mare Nostrum.
Para los españoles fue el Mar Nuestro. La denominación definitiva
procede del latín mar «medi terraneum»,
que significa mar en medio de las tierras.
Mercado del Puerto.
El más tradicional complejo gastronómico de Montevideo, fue
inaugurado el 10 de octubre de 1868 con presencia del presidente
Lorenzo Batlle. Por entonces era una sencilla receptora de frutas y
verduras, a pocos metros de la dársena portuaria. Su propietario, el
comerciante español Pedro Sáenz de Zumarán, encargó el proyecto
al ingeniero inglés R.V. Mesures, que importó piezas de fundición
metálica de los talleres Union Foundry of Liverpool, del galés
K.T. Parkin. La glamorosa plaza de comidas, donde se degustan las
mejores carnes uruguayas y se beben las más tradicionales marcas, es
Monumento Histórico Nacional, desde el 7 de agosto de 1975.
Museo Nacional de Artes Plásticas y Visuales. Fundado en
1911, cuenta con un patrimonio conformado por mas de 6.000 obras de
autores nacionales, entre los que se destacan: Juan Manuel Blanes,
Carlos Federico Sáez, Pedro Figari, Rafael Barradas y Joaquín
Torres García. Su sede del Parque Rodó, es un paseo cultural de
los montevideanos.
Palacio
Legislativo. Escalinatas,
columnas, tímpanos, bajorrelieves y una cosecha escultórica de
mármoles nacionales, se integran en la principal y más apreciada
obra pública uruguaya, sede del Poder Legislativo. Está emplazado
en una estratégica «isla» del barrio La Aguada, que vincula a las
avenidas, Agraciada, Libertador Lavalleja, Daniel Fernández Crespo y
General Flores. Con ocho mil metros cuadrados de superficie y
cuarenta de altura, es uno de los edificios parlamentarios más
suntuosos del mundo. Su estilo ecléctico fusiona el clasicismo
griego, con el Bauhaus alemán. Fue inaugurado en 1925, en la
presidencia del batllista José Serrato.
Palacio Salvo. Construido,
entre 1919 y 1928, fue el edificio más alto de América Latina,
hasta avanzada la mitad del siglo. Diseñado por el arquitecto Mario
Palanti, para el inversor italiano Ángel Salvo, el negocio hotelero
original sufrió un dramático cambio, por la crisis bursátil de
1929. Tras cierre de la firma, sus unidades fueron arrendadas por
temporada, en un régimen inmobiliario todavía vigente. El extraño
monumento urbano forma parte de un conjunto patrimonial, con la Plaza
Independencia, la Puerta de la Ciudadela y el Palacio Estévez, sede
secundaria del Poder Ejecutivo. Su silueta es un icono de Montevideo.
Paso del Morlán.
Paraje del departamento de Colonia, cercano a la localidad de
Rosario, sobre el arroyo del Colla. Más que una batalla en términos
de ortodoxia militar, allí hubo una escaramuza, que enfrentó a
guerrilleros blancos, batllistas y socialistas, contra soldados del
ejército regular, que respondían al dictador Gabriel Terra. El 28
de enero de 1935, los 72 guerrilleros liderados por Ovidio Alonso, se
enfrentaron a 48 efectivos del Batallón de Ingeniería N° 11 de
Colonia, al mando de dos oficiales, apoyados por un comisario, once
guadiaciviles y dos cadetes. El resultado fue indeciso –ambos
se adjudicaron la victoria– y hubo escasas bajas: cinco muertos y
poco más de una decena de heridos. Días después, los rebeldes
fueron capturados y encarcelados, pero, la memoria histórica les
recuerda como iniciadores del movimiento que provocó la caída de
Terra, en 1938.
Pistolón. Arma de fuego de mayor porte que la pistola.
Plaza de la Independencia. El principal espacio público de la capital uruguaya, une a la histórica calle Sarandí de la Ciudad Vieja con la neurálgica avenida 18 de Julio, del Centro de la «ciudad nueva». Fue construida –entre 1829 y 1833– luego de la demolición de murallas y tras el retiro de los cuatro bastiones angulares del antiguo fuerte. Allí se emplazó un mercado público, en mayo de 1836. El 28 de febrero de 1923, fue inaugurado el monumento ecuestre a José Artigas, obra del escultor italiano Ángel Zanelli.
Sierra. Antigua denominación de la estratégica avenida
Daniel Fernández Crespo, que une al Palacio Legislativo con la
avenida 18 de Julio.
Teatro Solis. Emblemático centro cultural, inaugurado el 25
de agosto de 1856, con una versión del Ernani, de Giuseppe
Verdi. El proceso de edificación duró tres lustros, desde 1841, con
el Sitio Grande en el medio. Los planos están firmados por el
arquitecto Francisco Xavier de Garmendia, pero tiene modificaciones
sobre proyecto del italiano Carlos Zucchi. Es una reminiscencia de la
Fenice de Génova, aunque su forma es más elíptica que
semicircular. Es sede de la Comedia Nacional y de la Orquesta
Sinfónica Municipal. Se le llama popularmente Solís –con tilde en
la «i»– como
si se tratara del apellido del descubridor del Río de la Plata.
Pero, el nombre original es una traducción del latín: Teatro del
Sol.
Tienda Inglesa. El más antiguo y prestigioso
supermercado uruguayo, especializado en la venta y distribución de
marcas importadas. Fue abierto en 1870, por los escoceses, Antonhy y
Walter C. Amy, David Robertson y John P.
Henderson. Al principio fue una pequeña tienda en la Ciudad Vieja,
elevada a «department store»
de cuatro pisos, en 1920 y a «hipermercado»,
con nueve glamorosas sucursales, entre mediados y fines del siglo
pasado.
Tres Cruces. Barrio del centro geográfico montevideano, que
debe su nombre a las cruces que en el decimoctavo siglo evocaban la
trágica muerte de tres vecinos. Todo hace suponer que los mártires,
fueron salvajemente ultimados en el predio del Hospital Italiano, en
el cruce del bulevar Artigas con la avenida Italia. Muy cerca de
allí, en 1987 se erigió una cruz y un monumento, que recuerdan la
visita, dos años antes, del sacerdote católico polaco Karol
Wojtyla, en funciones como Papa Juan Pablo II.
3 comentarios:
Qué emoción ver las fotos y comentarios de mis bisabuelos!! Muchas gracias.
Qué historia más interesante. Me atrapó. Muy bien contada, además.
Leer un poco de nuestro pasado nos hará mejores en el futuro, muy bien relatado.
Publicar un comentario