Una
muerte misteriosa desata la cautivante aventura de las familias
astures y gallegas que poblaron Colonia del Sacramento, la
estratégica fortaleza del Río de la Plata que fue portuguesa,
española, británica, argentina, oriental y brasileña, hasta la definitiva independencia uruguaya en 1828. La
olvidada leyenda describe, con mucha imaginación y poca certeza, el
dudoso asesinato de un labrador de noventa y seis años. Es muy
probable que el pionero de un tradicional apellido coloniense de la
Patria Vieja hubiese sido víctima de cuatreros de poca monta o de
viejos enemigos que nunca le perdonaron su ferviente oposición a la
esclavitud. Ni la intolerable osadía de ser el primero en liberar a
sus negros.
–A Nova Colonia do Santísimo Sacramento fue fundada en 1680, luego de un planificado operativo de intrusión en la desembocadura del Río de la Plata, para la mayor gloria de Lisboa y la mayor humillación de Madrid. Los lusitanos instalaron allí un centro regional del libre comercio, gracioso eufemismo que ocultaba a contrabandistas en gran escala y a traficantes de personas.
–Hasta 1777 fue un Gibraltar sudamericano que perdió su esplendor original luego de la quinta reconquista hispana comandada por el capitán Pedro de Cevallos, primer virrey rioplatense.
–Era el destino de José Artigas, en 1811, cuando el héroe desertó del ejército virreinal para liderar a los patriotas partidarios de la Revolución de Mayo. Paradójicamente, también fue un sofisticado centro de conspiraciones políticas, obsesiva prioridad del invasor portugo que sometió a la Provincia Oriental y desterró sus utopías igualitarias, republicanas y federales.
–Era el destino de José Artigas, en 1811, cuando el héroe desertó del ejército virreinal para liderar a los patriotas partidarios de la Revolución de Mayo. Paradójicamente, también fue un sofisticado centro de conspiraciones políticas, obsesiva prioridad del invasor portugo que sometió a la Provincia Oriental y desterró sus utopías igualitarias, republicanas y federales.
–En 1825 fue el primer objetivo de Treinta y Tres rebeldes que lideraron la Cruzada Libertadora contra la Provincia Cisplatina del Brasil, por fidelidad a Buenos Aires y a las Provincias Unidas. El proceso finalizó tres años después, como no deseaba la mayoría de los orientales–argentinos, con la creación de Uruguay, un pequeño país concebido por intereses británicos y confirmado por una Constitución jurada en 1830. Desde mediados del siglo pasado Colonia es una celebridad geográfica, turística y cultural, declarada Patrimonio Cultural Histórico de la Humanidad en 1995.
Sobre la base del Capítulo 1 del libro Héroes sin bronce. Crónicas de pasiones asturianas en tierra uruguaya (Gobierno del Principado de Asturias, Ediciones Trea, Gijón, 2005).
Sobre la base del Capítulo 1 del libro Héroes sin bronce. Crónicas de pasiones asturianas en tierra uruguaya (Gobierno del Principado de Asturias, Ediciones Trea, Gijón, 2005).
–7 de enero de 1801. La veraniega mañana de miércoles se presentaba más luminosa que de costumbre. Era el clima ideal para una fiesta inolvidable, tantas veces soñada por los sufridos pobladores civiles de la Colonia. Si la autoridad virreinal cumplía lo prometido al vecino Adrián Lainfiesta, asturiano de Siero, esa misma tarde serían dispensados de un absurdo sometimiento burocrático de más de dos décadas. Dejarían de ser ciudadanos «en depósito» –con destino a la Patagonia– para convertirse en genuinos vecinos, libres y titulados.
A la recuperación de tan humano derecho, se sumaba otro no menos anhelado. Cada colono percibiría 687 reales como «premio de retiro», más uno por cada día de arbitrario incumplimiento de la Real Hacienda, desde el 9 de febrero de 1800. La cifra no era justa, aunque sí la más honorable propuesta de un representante del marqués Gabriel de Avilés y del Fierro, virrey del Río de la Plata.
Al mediodía, los pioneros estaban reunidos en una
chacra del Real de San Carlos, a cinco kilómetros del centro urbano.
Mientras la mayoría trazaba planes de futuro, otro asturiano, José
García, guardaba un apenado silencio, que enseguida detectó el dueño
de casa, su compadre Francisco Costales. El feliz encuentro se cerró
a la asturiana, con queso azulado, fabada, compango y burbujeante
sidra casera; por la libertad y por una vida más digna que la vivida
hasta ese momento.
Los paisanos, inseparables, salieron a primera hora de la tarde hacia la oficina donde les sería notificada la aguardada resolución. Mientras la carreta avanzaba morosa por el corto e incómodo camino, una lógica duda preocupaba a Costales.
–¿Qué os aflige, Pepe? –¿Por qué estáis tan murniu?
–¡Por demasiáu, Paco! –respondió García angustiado. –Lamentaréis a mala novedá que contome Lainfiesta. Fue mi conforçu de días y nueches, sin durmir. El llaín de Pinedo nos librará da maldita Patagonia, mais no nos dará el retiro, ni’l real diariu.
Ni siquiera tuvo fuerza para levantar la vista hacia su amigo. Una vez más, eran defraudados por el jefe militar de Colonia del Sacramento, el teniente coronel Antonio Pinedo, un antiguo explorador, avenido en obsesivo uniformado, siempre pronto para hacer mérito con el gobernante de turno.
En la comandancia se enteraron de que solo veinte pobladores obtendrían los títulos legales. Ninguno iba a cobrar lo prometido, por una sentencia burocrática muy parecida a un chantaje, diseñada para incumplir con los beneficios concedidos por Carlos III. «Aun admitiendo que la situación es distinta a las otras, sería un mal ejemplo y provocaría graves problemas en otras posesiones.» Fue la excusa oficial.
Los paisanos, inseparables, salieron a primera hora de la tarde hacia la oficina donde les sería notificada la aguardada resolución. Mientras la carreta avanzaba morosa por el corto e incómodo camino, una lógica duda preocupaba a Costales.
–¿Qué os aflige, Pepe? –¿Por qué estáis tan murniu?
–¡Por demasiáu, Paco! –respondió García angustiado. –Lamentaréis a mala novedá que contome Lainfiesta. Fue mi conforçu de días y nueches, sin durmir. El llaín de Pinedo nos librará da maldita Patagonia, mais no nos dará el retiro, ni’l real diariu.
Ni siquiera tuvo fuerza para levantar la vista hacia su amigo. Una vez más, eran defraudados por el jefe militar de Colonia del Sacramento, el teniente coronel Antonio Pinedo, un antiguo explorador, avenido en obsesivo uniformado, siempre pronto para hacer mérito con el gobernante de turno.
En la comandancia se enteraron de que solo veinte pobladores obtendrían los títulos legales. Ninguno iba a cobrar lo prometido, por una sentencia burocrática muy parecida a un chantaje, diseñada para incumplir con los beneficios concedidos por Carlos III. «Aun admitiendo que la situación es distinta a las otras, sería un mal ejemplo y provocaría graves problemas en otras posesiones.» Fue la excusa oficial.
La espontánea sensación de tristeza no
conmovió al funcionario. Ni los llantos, ni los gritos, ni los
desmayos. Cuando se sintió amenazado por la ira de los desengañados,
hizo un gesto mínimo con el que ordenó la presencia de su custodia.
El desigual enfrentamiento parecía inevitable. Militares
pertrechados y listos para reprimir, contra labriegos sumidos en la
desesperación.
El natural liderazgo de Costales sería puesto a prueba, una vez más. Es imaginable un breve y tranquilizador discurso sobre la inutilidad de la violencia, aunque pareciese justificada. Un hecho de sangre los llevaría a la cárcel, sin tierras, sin derechos y sin dinero. Tras desordenada asamblea, aun dominados por la indignación, los discriminados acataron la letra de documentos que ni siquiera leyeron. La escandalosa maniobra trascendió fronteras geográficas e históricas. Pinedo fue cesado semanas después, pero, la Real Hacienda jamás pagó el premio, ni canceló la deuda.
El historiador germano-uruguayo Juan Alejandro Apolant afirma: «El 10 de enero de 1801, el virrey Avilés ratificó el convenio y con esta fecha, aquellos [87 campesinos] dejaron de ser los que vinieron para la costa patagónica y se convirtieron en genuinos vecinos libres. Corrían los primeros días de un nuevo siglo, que sería también de la independencia de estos territorios.»
Costales, García y los otros colonos aceptaron tanta humillación como si se hubiese tratado de una mala anécdota. Un mal momento, causado por negligencia de burócratas desatentos. Sin embargo, la mínima historia fue una revelación de las arbitrariedades cometidas en nombre del decadente coloniaje rioplatense. Una pequeña explicación, quizá, multiplicada por decenas de miles cuando, una década después, se desató la intensa rebeldía de sus hijos y de sus nietos.
El patriarca prudente
El natural liderazgo de Costales sería puesto a prueba, una vez más. Es imaginable un breve y tranquilizador discurso sobre la inutilidad de la violencia, aunque pareciese justificada. Un hecho de sangre los llevaría a la cárcel, sin tierras, sin derechos y sin dinero. Tras desordenada asamblea, aun dominados por la indignación, los discriminados acataron la letra de documentos que ni siquiera leyeron. La escandalosa maniobra trascendió fronteras geográficas e históricas. Pinedo fue cesado semanas después, pero, la Real Hacienda jamás pagó el premio, ni canceló la deuda.
El historiador germano-uruguayo Juan Alejandro Apolant afirma: «El 10 de enero de 1801, el virrey Avilés ratificó el convenio y con esta fecha, aquellos [87 campesinos] dejaron de ser los que vinieron para la costa patagónica y se convirtieron en genuinos vecinos libres. Corrían los primeros días de un nuevo siglo, que sería también de la independencia de estos territorios.»
Costales, García y los otros colonos aceptaron tanta humillación como si se hubiese tratado de una mala anécdota. Un mal momento, causado por negligencia de burócratas desatentos. Sin embargo, la mínima historia fue una revelación de las arbitrariedades cometidas en nombre del decadente coloniaje rioplatense. Una pequeña explicación, quizá, multiplicada por decenas de miles cuando, una década después, se desató la intensa rebeldía de sus hijos y de sus nietos.
El patriarca prudente
Luis Eduardo Azarola Gil, genealogista e historiador uruguayo que investigó la vida de su antepasado Francisco Costales y otros fundadores españoles de Colonia. (Archivo Enrique Yarza Rovira) |
–Los Costales Fernández permanecieron un año y medio en
La Coruña, donde falleció María Josefa. Francisco allí revistó
en la 2° Compañía de Milicias. Un cuerpo de 73 voluntarios bajo
mando directo del intendente coruñés; responsable de la colectación
de familias con destino americano. Él y varios de sus compañeros
fueron reconocidos y respetados como «personas atenciosas y hábiles
para el manejo de las armas». En un informe de noviembre de 1780
consta que debían «enfrentar las urgencias del servicio y la
defensa de la plaza en el caso de asedio o tentativas de los enemigos
de la Corona».
–Embarcaron en la fragata portuguesa San Josef y San Buenaventura, de setecientas toneladas, fletada por un asentista particular con anuencia de las reales autoridades hispanas que intentaban disminuir el peligro de un ataque pirata. La estremecedora bandera negra formaba parte de una exitosa estrategia de Londres, reiterada en cada guerra contra Madrid. Los temores eran muy fundados.
–El navío se hizo a la vela en la madrugada del domingo 15 de abril de 1781, bajo mando del experimentado Joao Da Costa, con tripulación y documentos a nombre de un comerciante de Oporto. Los pasaportes y oficios del virrey e intendente de Buenos Aires eran mantenidos en reservada protección, en área supuestamente libre de manos enemigas.
–Embarcaron en la fragata portuguesa San Josef y San Buenaventura, de setecientas toneladas, fletada por un asentista particular con anuencia de las reales autoridades hispanas que intentaban disminuir el peligro de un ataque pirata. La estremecedora bandera negra formaba parte de una exitosa estrategia de Londres, reiterada en cada guerra contra Madrid. Los temores eran muy fundados.
–El navío se hizo a la vela en la madrugada del domingo 15 de abril de 1781, bajo mando del experimentado Joao Da Costa, con tripulación y documentos a nombre de un comerciante de Oporto. Los pasaportes y oficios del virrey e intendente de Buenos Aires eran mantenidos en reservada protección, en área supuestamente libre de manos enemigas.
–Todas las previsiones
parecían pocas ante un más que probable abordaje. Había una
insignia o un escudo imperial en cada lugar visible de la
embarcación; además de facturas, patente, despacho e instrumentos.
Los víveres y los enseres a bordo eran propiedad de los mismos
lusitanos. Al capitán, sin embargo, no le parecieron suficientes las
medidas precautorias. Iba a ser detenido por un amenazante corsario
inglés, cinco días después de zarpar. El medroso Da Costa no
estaba convencido sobre la seguridad del compartimiento donde
guardaba la procedencia, nacionalidad y destino del pasaje. Sin
dudarlo, arrojó al mar los papeles hispanos.
–Después de más
de tres meses de navegación continua, arribaron a Montevideo
avanzada la tarde del jueves 17 de julio. Desembarcaron 127 familias
y dos solteros, en total 569 personas; la mayoría cruzó en lancha a
Buenos Aires. El objetivo primario era aclimatarlos en austeras
chacras de la despoblada Chascomús, escala previa al patagónico
puerto de San Julián. En la lejana frontera bonaerense permanecieron
más tiempo que el prometido, hasta que, poco a poco, fueron
colocados en varias ciudades orientales. Un imprevisto destino
final.
–Francisco fue el natural guía de los primeros
pobladores de Colonia del Sacramento. Con el paso del tiempo, sus
compañeros de aventuras y desventuras le llamaron El Patriarca,
título merecido, a pesar de su rostro imberbe que poco encajaba con
el icono de un anciano sabio y de su escasa educación muy cercana
al analfabetismo.
–Ejerció entre los suyos un prudente
liderazgo, basado en el saber intuitivo. Poseía un biológico
sentido de justicia que practicaba en cada conflicto vecinal que
llegaba a su chacra suburbana del Real de San Carlos. Allí las
reuniones eran fraternas, las íntimas confesiones quedaban en
secreto y los consejos siempre eran discretamente compartidos. Su
opinión era sinónimo de cosa juzgada, muchas veces, por encima del
dictamen de algún magistrado. El respetado pionero poco y nada
conocía de decretos reales, ni de vericuetos burocráticos. Cuando
su opinión era discordante con la del funcionario de turno, en los
hechos se acataba la voz patriarcal.
–Los nuevos vecinos
recibieron una parcela sin título de propiedad, dos bueyes, un
caballo, una pala, una azada, una reja de hierro para arado y un
pico. La Real Hacienda pagó medio real por persona y por día,
durante dos años. Pero, en 1786, muchos quedaron en
el desamparo cuando fue suspendida la ayuda dispuesta por Carlos
III.
–Un mito del clan Costales, extendido hasta principios del
siglo pasado, evocaba un incomprobado encuentro personal con José
Fernando de Abascal y Souza, altivo representante del poder
metropolitano en el Río de la Plata. Con su personal firmeza, El
Patriarca habría explicado al influyente militar el drama
humanitario de los colonos.
–Los astures, y usted mi señor
lo es tanto como este humilde labrador, somos amantes de la justicia
y de la libertad. Buenos Aires no cumple con su palabra y nuestras
familias lo necesitan. Que Dios guíe vuestra decisión –exhortó
el labrador. Abascal lo habría escuchado, como al pasar, con
sorprendida tolerancia. Hubo un disimulado gesto de reconocimiento,
sin promesas. De muy poco sirvió tanta osadía. Las autoridades
virreinales siguieron desconociendo el derecho muchos años después
del reclamo. Que no sería el último.
–El mayor transporte dirigido de colonos
hispanos al virreinato platense fue descrito por Apolant en su obra
de culto: Operativo Patagonia. El proceso comenzó por una traducción
deficiente e interesada de un cuaderno del jesuita Tomás Falkner
publicado en Londres a mediados de 1774.
–El misionero inglés describía una «tierra inhóspita pero de riquezas incalculables». Allí había vivido durante cuatro décadas, hasta la expulsión de la Compañía de Jesús.
–El misionero inglés describía una «tierra inhóspita pero de riquezas incalculables». Allí había vivido durante cuatro décadas, hasta la expulsión de la Compañía de Jesús.
–Apolant escribió: «La versión
había despertado temor en la Corte, por una posible ocupación
británica de la costa austral y las islas del Atlántico Sur. Con el
fin de contrarrestar a Saint James y prevenir cualquier tentativa,
Carlos III se dejó inducir por consejeros que, a la luz de los
resultados, no eran perspicaces ni previsores.» El monarca,
anglofóbico obcecado, aceptó un plan de emergencia que preveía el
traslado de 200 familias pobres de Galicia.
–Un detallado
informe técnico, confirmado por expediciones científicas y
militares, señalaba que era prácticamente imposible colonizar las
bahías patagónicas y cualquier punto del Estrecho de Magallanes. «La región parece inadecuada para la subsistencia de grandes
grupos, por lo menos con el actual desarrollo técnico. El clima es
extremadamente inhóspito. El suelo es salitroso y estéril, seco y
árido, sin agua dulce; solo hay manantiales de agua salobre que, con
dificultad, se podría beber. No hay árboles, ni leña gruesa, pero
en compensación, hay mucha sal y buena pesca; virtudes interesantes,
pero insuficientes para la vida humana.» Así opinaba el sacerdote
jesuita José Quiroga, en 1870, luego de un extenso viaje de cuatro
meses con sus colegas Matías Strabel, José Cardiel y un piquete
de 25 soldados.
–Los asesores reales guardaron en un cajón el
prudente informe de Quiroga. Se empeñaban en llevar a la práctica
un proyecto que, desde el primer momento, estaba destinado al
fracaso. En la segunda mitad de 1778 comenzó un original proceso de migración, sin antecedentes en la historia colonial hispana.
Convocaron a labriegos de Galicia, Cantabria, Castilla la Vieja, el
antiguo Reino de León y el Principado de Asturias. El verdadero
destino, nunca mencionado oficialmente, fue sustituido por un
eufemístico «Río de la Plata».
–En los cinco años
siguientes, La Coruña recibió miles de ilusionados voluntarios. La
compleja travesía se hizo en trece barcos. El primero, un buque de
correo que llevó un pequeño contingente de 21 personas. Los otros
fueron fletados de ex profeso, hasta el último, un mercante con 23
rezagados.
Los ingenuos colonos desconocían qué les
aguardaba en los puertos australes de San Julián y Deseado y en el
recién creado fuerte de Carmen de Patagones, en el Río Negro.
–«La vida allí era durísima, muchos se enfermaron y murieron de escorbuto, hasta el punto de que los soldados se sublevaron reclamando su regreso. Faltaba agua y alimentos. No existían condiciones mínimas de higiene ni seguridad. Aunque los nativos eran relativamente pacíficos, nunca faltaba un enfrentamiento que terminaba siempre con varias víctimas españolas.» Así de claro era Apolant.
–«La vida allí era durísima, muchos se enfermaron y murieron de escorbuto, hasta el punto de que los soldados se sublevaron reclamando su regreso. Faltaba agua y alimentos. No existían condiciones mínimas de higiene ni seguridad. Aunque los nativos eran relativamente pacíficos, nunca faltaba un enfrentamiento que terminaba siempre con varias víctimas españolas.» Así de claro era Apolant.
–El virrey Vértiz y Salcedo confirmó su
sospecha. La extravagante operación inmigratoria parecía buena, en
teoría, pero impracticable. Era necesario llevarlo todo. Víveres y
herramientas; materiales y pertrechos de guerra y de navegación,
armamentos, municiones y repuestos; medicina y ganado. Buenos Aires
y, fundamentalmente, Montevideo, comenzaron a sufrir los efectos del
hacinamiento. En ambas ciudades se acumulaban familias regresadas
desde el sur, que se sumaban a las que permanecían «en depósito»
y a las que continuaban viniendo desde La Coruña. Lo que más
preocupaba a la administración era el gasto para mantener a cientos
de colonos que no prestaban utilidad. Solo en el puerto oriental,
había 658 «sobrantes».
–El gobernante rioplatense no esperó
órdenes de Madrid. Al principio, muy discretamente, comenzó a
colocar «interinos» a lo largo de 40 leguas desiertas, de oeste a
este de la «Banda Oriental». Su objetivo: «reemplazar y aumentar la
población, tanto para la defensa como para fomentar el
comercio.»
–Carlos III fue informado de los hechos consumados.
En una implícita aceptación de fracaso, no observó argumentos, ni
insistió. Se limitó a dar un deprimido visto bueno al memorando
despachado en Buenos Aires. Apenas fue conservada Carmen de
Patagones, por la cuantiosa suma invertida. Pero quedaría como
fuerte militar con «una cortísima población civil que buenamente
pudiese mantenerse bajo su abrigo». Vértiz entregó la sucesión a
Nicolás del Campo, Marqués de Loreto, el 7 de marzo de 1784. Los
últimos paisanos suspiraron con alivio en abril, tras regresar desde
San Julián.
Peor es nada
Operativo Patagonia, de Apolant. |
–La pareja se alistó con sus cinco hijos asturianos: María Josefa de doce años, José de once, María Francisca de siete, María Antonia de cinco y María Teresa de tres años. En La Coruña nació la sexta, María Manuela, inscripta el 23 de diciembre de 1780 y fallecida en Montevideo el 23 de agosto de 1783.
–García repitió el periplo de su
inseparable camarada. En las Chacras de Buenos Aires permaneció por casi tres años. Allí nació su séptima hija, María Manuela,
que no aplacó el intenso dolor provocado por la muerte de su
homónima, pero que calmó la desesperación y angustia materna. El 4
de julio de 1784 se estableció cerca de su compadre, en el Real de
San Carlos.
–Antonio Palacio Vigil y Rodríguez, sierense de
San Juan de Muñoz, nació en 1746. De «bastante estatura [más alto
que 150 centímetros], blanco de cara, pelo, barba y cejas negras y
ojos melados», era vástago de Bartolomé Palacio Vigil y María
Rodríguez. Arribó al Río de la Plata con su primera esposa, Josefa
de la Vega, y dos hijos: Pedro Antonio de doce años y José Antonio,
de siete, ambos de San Pedro de Sebares, concejo de Piloña. Josefa
falleció en Montevideo, antes de cruzar el río. Antonio contrajo
segundas nupcias con Ana María Carvajal, quince años más joven,
primogénita de la gijonesa María Rubiera, viuda del también
paisano Jacinto. La relación de afinidad incluía a José Carbajal
Corbellana y José Antonio Carbajal Estrada, gijoneses de San
Clemente de Quintueles. Los primos y vecinos dejaron una profunda
marca genealógica en Colonia aunque vivieron poco tiempo. José
falleció en 1795 y José Antonio en 1796.
–Ramón Carro fue el
primigenio del inconfundible apellido coloniense. Nacido en 1746, en
la castellana Torienzo de los Caballeros, el bravo labrador figuraba
en el archivo virreinal como leonés de Roales. Era de «cara
trigueña, barba, pelo y cejas negras y ojos garzos», hijo de Juan
Carro y María Palacios. Registrado en La Coruña, embarcó el 27 de
enero de 1780, en el bergantín San Felipe Neri. Arribó a
Montevideo, el 8 de julio del mismo año, con su esposa Teresa
Alonso, nacida en 1750, en Roales. La pareja fue obligada a malvivir
con cuatro pequeños –Juan, Vicente, Cristóbal Manuel y Santos–
en el fuerte rionegrino de Carmen de Patagones. Una trampa mortal que
los templó para la lucha más conmovedora.
–Tras suplicado
regreso fueron trasladados como «interinos» a Colonia, el 16 de
julio de 1783. Allí nacieron sus primeros descendientes orientales:
Juan José, Cosme Damián y Manuela. El casamiento de su heredero
mayor, el capitán españolista, luego cisplatino, Juan Carro Alonso
con la bellísima Rosa Costales y Fernández Nava, dio lugar a la muy
tradicional familia.
–Adrián Lainfiesta (o Adriano de la
Infiesta) nació en 1741, en San Juan de Muñoz, concejo de Siero.
Era de «más que mediana estatura [148 centímetros], flaco,
trigueño de cara, cerrado de barba, cejas rojas y ojos castaños».
Estaba casado con Manuela Vigil, tres años mayor, nacida en el mismo
pueblo. El 1 de octubre de 1781, la pareja se estableció en la
bonaerense Guardia de los Ranchos, con cuatro hijos: Josefa de
diecisiete años, María de catorce, Teresa de doce y José de siete
años. Jamás vivió en la Banda Oriental, pero fue un influyente
delegado de los pobladores.
–Cuando se confirmó la
inexplicable suspensión del auxilio económico de Madrid, los
vecinos comenzaron a protestar. Ellos investigaron una sórdida
maniobra, diseñada con autorización no escrita de la Real Hacienda.
Sin recursos, pero con mucha astucia, consiguieron demostrar la
existencia de una orden de pago, firmada por Carlos III. Ocultada e
incumplida bajo pretexto de una «pequeña formalidad
administrativa».
–Lainfiesta se reunió con el virrey Avilés
en setiembre de 1797, que confirmó el derecho pero acordó la
retroactividad a su llegada al Río de la Plata, en marzo de ese año.
Por una nueva formalidad burocrática, las familias cobraron en
febrero de 1800, sobre la base de un máximo de 873 reales, uno por
cada día de demora. En definitiva, los once años de postergación
fueron reconocidos, pero, jamás liquidados. Lo mismo ocurrió con el
«premio de retiro» previsto para las familias liberadas del
compromiso patagónico.
Historia de Colonia del Sacramento 1680-1828, de Luis Azarola Gil, Barreiro & Ramos, 1950. (Archivo Enrique Yarza Rovira) |
–Costales era recordado con nostalgia por su
orgulloso descendiente, el historiador y genealogista Luis Enrique
Azarola Gil. «Don Francisco fue una placentera brisa de humanidad y
sentido común, luego del estúpido arrasamiento de Colonia», escribió en su libro Apellidos de la Patria Vieja.
–Mientras elogiaba a su antepasado –primero de esa rama genealógica en el Uruguay– el historiador describía, implícitamente, un sordo rencor acumulado en casi un siglo de alternado y desigual dominio de portugueses y españoles sobre la desembocadura oriental del Río de la Plata. Y agrega: «Casi sin batalla, el virrey Pedro de Cevallos tomó la majestuosa Nova Colonia y la rebautizó Colonia, a secas. El antiguo Gibraltar sudamericano sirvió de alojamiento para soldados y carceleros desacostumbrados al pomposo lujo de viviendas que ocuparon y destruyeron, casi sin proponerselo. La transformaron en una prisión prolijamente desorganizada dentro de un pueblo fantasmal.»
–Mientras elogiaba a su antepasado –primero de esa rama genealógica en el Uruguay– el historiador describía, implícitamente, un sordo rencor acumulado en casi un siglo de alternado y desigual dominio de portugueses y españoles sobre la desembocadura oriental del Río de la Plata. Y agrega: «Casi sin batalla, el virrey Pedro de Cevallos tomó la majestuosa Nova Colonia y la rebautizó Colonia, a secas. El antiguo Gibraltar sudamericano sirvió de alojamiento para soldados y carceleros desacostumbrados al pomposo lujo de viviendas que ocuparon y destruyeron, casi sin proponerselo. La transformaron en una prisión prolijamente desorganizada dentro de un pueblo fantasmal.»
–Azarola Gil cuenta cómo sus parientes Costales
concedieron la libertad a varios esclavos, el 24 de octubre de 1822.
El documento se formalizó ese mismo jueves ante Antonio de Avendaño
y León, fiel de fechos del Cabildo. Aunque no existía obligación
legal, el matrimonio estableció explícitamente que dejaba exento de
servidumbre al negro Manuel Congo, casado con la negra Celestina
Costales, el primero natural de África, de 50 años –«más o
menos»– y la segunda, criolla, de 22 años. También otorgaban el
beneficio a dos hijos de la pareja, Martín de dos años y Antonio de
cinco meses. «Cuyos esclavos poseemos por justos títulos; y no
obstante que el dicho matrimonio tiene otro hijo llamado José, éste
queda por ahora separado de su libertad hasta nuestra última
disposición, en la cual será contemplado.»
–Entre los
habitantes del caserío del Real de San Carlos, censados en 1836,
figuraba Francisco Costales. Por entonces de 90 años, viudo,
dedicado a la labranza, vivía con su hija Clara, casada, de 44,
oriental. Según una vieja leyenda El Patriarca fue asesinado en
1842, poco antes de cumplir 96 años.
–Había salido a caballo,
seguido por su noble perro. El equino volvió suelto a la casa.
Presumiendo una desgracia, la familia lo buscó, sin obtener
resultados. A los seis meses, unos vecinos que caminaban por un monte
de los alrededores de la ciudad, oyeron aullidos y descubrieron al
animal echado sobre la tierra removida. Desenterraron el cadáver,
que recibió luego sepultura en el cementerio de Colonia. Nadie pudo
apartar al perro de la tumba. Allí se le hizo un reparo, donde murió
al año siguiente.
Colonia del Sacramento en 1777, según plano de Tomás López. (Archivo Enrique Yarza Rovira) |
–El
martes 1 de abril de 1783, el antiguo puerto coloniense recibió a los labradores hispanos establecidos por orden del virrey Juan José Vértiz y
Salcedo y de Manuel Ignacio Fernández, intendente de Buenos Aires.
–Se iniciaba así un lento proceso de renacimiento, aunque ni siquiera cercano a su glorioso y pretérito esplendor portugués. Juan Alejandro Apolant, en Los primeros pobladores españoles de la Colonia del Sacramento, informaba la procedencia de las familias pioneras: once castellanas, diez asturianas y ocho gallegas, a quienes se sumaron criollos, indios y mestizos.
–Se iniciaba así un lento proceso de renacimiento, aunque ni siquiera cercano a su glorioso y pretérito esplendor portugués. Juan Alejandro Apolant, en Los primeros pobladores españoles de la Colonia del Sacramento, informaba la procedencia de las familias pioneras: once castellanas, diez asturianas y ocho gallegas, a quienes se sumaron criollos, indios y mestizos.
–En aquella fecha
arribaron: 1) Tomás Martínez, Isabel Alonso e hijos, de San Miguel
del Valle, Valladolid. 2) Santos Cela y Felipa Pérez, de Santa María
de la Bañeza, Astorga, provincia de León y Palencia, Castilla La
Vieja, respectivamente. 3) Manuel González, Luisa López e hijos, de
San Julián, Astorga. 4) Antonio Constanzo y María Castañeda, de
San Andrés de Benavente, Oviedo y Fuentelagaña, Zamora,
respectivamente. 5) Fernando Estevan, Manuela Alonso e hijos, de
Torres de Fredes, Zamora, Castilla la Vieja.
–El segundo grupo
se instaló entre el 10 de julio y el 8 de diciembre de 1873: 6)
Domingo Antonio Cañas y Pascuala do Campo, de San Pedro de Bisma, La
Coruña. 7) José Patiño, de Santa María de Oza, La Coruña. 8)
Francisco Antonio Álvarez, de Santa María de Castro, Trasancos,
Betanzos de Galicia. 9) Santiago Bedoya, de Arnuzco de Palencia,
Castilla la Vieja. 10) Manuel Sánchez y Manuela Sánchez, de Medina
de Rioseco, Palencia, Castilla la Vieja. 11) Francisco Pérez,
Juliana Herrero y Mateo Pérez, de Palencia, Castilla la Vieja. 12)
Ramón Carro, Teresa Alonso e hijos, nacidos en San Miguel del Valle,
Valladolid, Castilla la Vieja, vecinos de Roales de León. 13) Blas
Toreiro, María Antonia Agra e hijos, de Santa María de Basadre,
Lugo. 14) Jaime Serrat, María Antonia Lablé e hijos, de Ribadavira,
Gerona de La Coruña y La Coruña, respectivamente. 15) Manuel
Delgado Blanco, Isabel Martínez e hijos, de Fuentes de Nabas,
Palencia, Castilla la Vieja. 16) Vicente González y Josefa de las
Heras, de Medina de Rioseco, Palencia, Castilla la Vieja.
–El
tercero se radicó entre el 4 de julio y el 16 de octubre de 1784:
17) Antonio Palacio Vigil, Josefa de la Vega e hijos, nacidos en San
Juan de Muñoz, Siero, vecinos de Llanes. 18) José García, Manuela
Villar e hijos, nacidos en Llosa, Santo Tomás de Coro, vecinos de
San Cosme de Tornón, Villaviciosa. 19) María Rubiera e hijos, de
San Clemente de Quintueles, Gijón. 20) Francisco Costales, Manuela
Fernández e hijos, de Quintes de Villaviciosa. 21) José Carbajal,
María Arce e hijos, de San Clemente de Quintueles, Gijón. 22) José
Menéndez, Agustina de la Fuente e hijos, de San Julián de Somió,
Gijón. 23) Antonio Saura y Teresa Martínez, nacidos en Venasco,
Barbastro de Aragón, vecinos de Zamora.
–El 8 de setiembre de
1786 llegaron: 24) Juan Antonio Carbajal y Teresa Muñiz, de San
Clemente de Quintueles, Gijón. 25) Manuel González Amores, Teresa
Muñiz e hijos, de San Cosme de Bobes, Siero. 26) María Manuela de
la Fuente, casada en segundas nupcias con Juan Roquete, de Santa
María de Veira, La Coruña. 27) María García, casada en segundas
nupcias con Bernardo Gayán, de Moderes, Salamanca. 28) José Moris y
Manuela Génova, de Quintes de Villaviciosa. 29) Manuel Génova y
Bárbara Fernández, de Quintes de Villaviciosa.
–José Fernando de Abascal y Souza,
protagonizó –como odiado enemigo de la revolución criolla– un
notable episodio en la vida de José Artigas. El 23
de junio de 1814, la Banda Oriental estaba partida en dos.
Montevideo, último baluarte de la decadencia virreinal, pasaba a
dominio del centralismo de Buenos Aires. El resto del territorio
respondía a los patriotas artiguistas insuflados de coraje en el
rebelde litoral del río Uruguay. Unidos, orientales y porteños,
habían conseguido la definitiva caída hispana, pero, ahora estaban
enfrentados.
–Abascal, que vivía en Lima, seguía con
preocupación el acontecer rioplatense. Al enterarse del conflicto
entre orientales y porteños, hizo un último intento por evitar lo
inevitable. Le encomendó una gestión secreta al general Joaquín de
Pezuela y Sánchez, buscando una alianza con el caudillo perseguido
por sus antiguos aliados. Era un insólito plan de reconquista,
basado en favores políticos, dinero y supuesta gloria.
–El
jueves 28 de julio de 1814, Artigas respondió con una de sus más
célebres frases: «Yo no soy vendible, ni quiero más premio por mi
empeño que ver libre mi nación del poderío español.» El 10 de
enero del año siguiente, sus soldados –comandados por Fructuoso
Rivera– triunfaban sobre Manuel Dorrego, en Guayabo. Aquella
insólita fidelidad lo transformaba en Protector de los pueblos
libres, líder de la mayor utopía que conoció la nación: la
Provincia Oriental.
–El destino de Abascal fue muy distinto –y
muy similar– al del adversario que intentó corromper
infructuosamente. Nacido en Oviedo, en 1743, inició su carrera como
ayudante mayor con grado de capitán del Regimiento de Toledo. Arribó
a Colonia con la expedición de Cevallos, que lo promovió a mariscal
de campo en mérito de su arrojo y lúcida visión militar.
–Para el historiador José Luís Pérez de Castro era «un incondicional e inteligente copartícipe en la defensa del poder monárquico». En 1804 fue nombrado virrey del Río de la Plata, pero prefirió marchar al Perú. Capturado en el camino por enemigos ingleses, dos años después cumplió con su ambición de controlar la mayor riqueza sudamericana.
–Para el historiador José Luís Pérez de Castro era «un incondicional e inteligente copartícipe en la defensa del poder monárquico». En 1804 fue nombrado virrey del Río de la Plata, pero prefirió marchar al Perú. Capturado en el camino por enemigos ingleses, dos años después cumplió con su ambición de controlar la mayor riqueza sudamericana.
–Desconfiado biológico, maestro de la intriga y
avezado estratega, transformó a Lima en el centro continental de
operaciones contra el embate emancipatorio liderado por lo mejor del
patriciado criollo: Manuel Belgrano, José de San Martín, José
Antonio de Sucre y Bernardo O’Higgins.
–Cansado de una lucha
sin futuro, en 1816 fue sustituido por Pezuela, su único hombre leal
entre diarias conspiraciones. Pérez de Castro concluye: «Lo intentó
todo para mantener el orden colonial, hasta que sus extraordinarias
dotes fueron quebradas por el Congreso de Tucumán del 9 de Julio de
ese año, que consolidó la existencia de las Provincias del Río de
la Plata y que abrió puertas a las independencias.»
–Abascal murió en Madrid, en 1827, sin que el desagradecido de Fernando VII –El Deseado indeseable– reconociera su enérgica y eficiente fidelidad. A pesar de la derrota.
–Abascal murió en Madrid, en 1827, sin que el desagradecido de Fernando VII –El Deseado indeseable– reconociera su enérgica y eficiente fidelidad. A pesar de la derrota.
«A Colonia», «La Colonia»
El Portón de San Pedro es la entrada a la histórica Colonia. |
–El 4 de febrero, una guardia hispana del afluente río San Juan fue sorprendida por cañonazos y disparos de mosquetes y fusilería, que evidenciaban un festejo. Al aproximarse a la saliente del territorio, observaron a una eufórica dotación portuguesa, mientras cientos de esclavos levantaban la primera muralla de «A Nova Colonia do Santísimo Sacramento».
–La respuesta no demoró. José de Garro, gobernador bonaerense apoyado por Tucumán, Corrientes, Santa Fe y las Misiones, envió un ejército regular –con fieros guaraníes– que tomó la plaza el 7 de agosto del mismo año. Lisboa lanzó un severo ultimátum que derivó en triunfo diplomático por el Tratado Provisional del 7 de mayo de 1681. Hubo restitución del poblado, devolución de prisioneros, armas y pertrechos y castigo para Garro, organizador de la victoriosa campaña.
–Fue la síntesis perfecta de casi un siglo de intrigas bélicas y políticas, que aún cautivan a los historiadores. Madrid recuperaba el estratégico enclave por la fuerza, pero sus negociadores eran humillados por colegas lusitanos que, con elegante voracidad, ganaban el derecho a posesión de la margen oriental del Río de la Plata. El objetivo de Lisboa era evidente: dominar el contrabando regional para compartirlo con su aliada Londres.
–En 1718 se radicaron las sesenta familias lusitanas más influyentes y tradicionales, oriundas de la provincia de Tras-os-Montes. Embarcadas en Oporto, en el navío Sao Thomaz, pisaron tierra en la nochecita del jueves 10 de febrero, previo naufragio a dos leguas marítimas. Desde entonces, la Nova Colonia se desarrolló sitiada por los campos de bloqueo de San Carlos y Vera, pero, jamás, hubo una estrategia española de neutralización de su creciente influencia. En respuesta, el astuto lisboeta Manoel Gomes Barbosa planteó el avance sobre las despobladas bahías de Montevideo y Maldonado, ubicadas a cientos de kilómetros, camino al sur de Brasil.
–La respuesta no demoró. José de Garro, gobernador bonaerense apoyado por Tucumán, Corrientes, Santa Fe y las Misiones, envió un ejército regular –con fieros guaraníes– que tomó la plaza el 7 de agosto del mismo año. Lisboa lanzó un severo ultimátum que derivó en triunfo diplomático por el Tratado Provisional del 7 de mayo de 1681. Hubo restitución del poblado, devolución de prisioneros, armas y pertrechos y castigo para Garro, organizador de la victoriosa campaña.
–Fue la síntesis perfecta de casi un siglo de intrigas bélicas y políticas, que aún cautivan a los historiadores. Madrid recuperaba el estratégico enclave por la fuerza, pero sus negociadores eran humillados por colegas lusitanos que, con elegante voracidad, ganaban el derecho a posesión de la margen oriental del Río de la Plata. El objetivo de Lisboa era evidente: dominar el contrabando regional para compartirlo con su aliada Londres.
–En 1718 se radicaron las sesenta familias lusitanas más influyentes y tradicionales, oriundas de la provincia de Tras-os-Montes. Embarcadas en Oporto, en el navío Sao Thomaz, pisaron tierra en la nochecita del jueves 10 de febrero, previo naufragio a dos leguas marítimas. Desde entonces, la Nova Colonia se desarrolló sitiada por los campos de bloqueo de San Carlos y Vera, pero, jamás, hubo una estrategia española de neutralización de su creciente influencia. En respuesta, el astuto lisboeta Manoel Gomes Barbosa planteó el avance sobre las despobladas bahías de Montevideo y Maldonado, ubicadas a cientos de kilómetros, camino al sur de Brasil.
Portada de Héroes sin bronce. Crónica de pasiones asturianas en tierra uruguaya, Gijón, 2005. (Ediciones Trea, Asturias). |
–Tanto brillo tenía una contracara. El fuerte era abrigadero de bandeirantes y contrabandistas de la londinense South Sea Company. La naviera se dedicaba a introducir esclavos para clientes particulares e influyentes órdenes religiosas de Córdoba y Tucumán. El tráfico humano era cruel y aberrante, pero, apenas se trataba de un escaparate para el transporte ilegal de oro y plata del Alto Perú.
–Los negros se pagaban con cuero y odres de cebo. Los lingotes eran traídos en reatas de mulas o en carretas, cruzados al Delta del Tigre bonaerense y escondidos entre la mercadería perecedera de bergantines piratas que retornaban al Golfo de Guinea. La misión era entregar el metal a buques de bandera, con destino a los principales puertos ingleses. Un negocio redondo, solventado con sangre africana.
–El jueves 6 de enero de 1763 el estuario rioplatense era un polvorín. Portugal exigía la devolución de Colonia, todavía bajo transitorio control hispano. Esa mañana la defensa era alertada sobre la insólita presencia de tres barcos piratas –Lord Clive, Ambuscade y Gloria– contratados por la South Sea Company para «restablecer el orden y matar castellanos, con la ayuda de Dios». La respuesta fue lógica y terminante: dos andanadas de sesenta cañones navales y más de cien terrestres.
–El Lord Clive –al mando de Robert McNamara, amigo personal del primer ministro británico Sir William Pitt– se transformó en una dantesca hoguera flotante, a pocas millas de la playa. Murieron cientos de marinos, entre ellos el capitán que se hundió con su barco, en uno de los más fantásticos naufragios de la historia sudamericana. Poco después, la diplomacia lusitana recuperaba la disputada plaza por última vez.
–La tardecita del martes 3 de junio de 1777, el sol se ponía sobre la costa oriental del Río de la Plata y las nubes trazaban violáceos caminos en el cielo. Los últimos rayos se colaban por las calles angostas cubiertas con piedras en forma de cuña, mientras las imponentes murallas se teñían de ocre. El paisaje era atentamente vigilado por uno de los más calificados mariscales de la corona.
–Estaba allí, con nueve mil soldados, más de mil indios y otros tantos zapadores, para poner fin a las argucias portuguesas, para suprimir el libre comercio clandestino y transformar al «mare nostrum» en «río ancho como mar». Si fuera necesario a sangre y fuego. Buscaba un flanco débil en aquella sólida silueta gris, erizada de cañones. Carlos III le daba una segunda oportunidad. Debía apoderarse de la isla de Santa Catalina y reconquistar «La Colonia».
–En su informe previo señalaba con franqueza la inconveniencia de su presencia en el ataque: «Con nuestras fuerzas debiera ir un oficial de campo a quien apreciase la tropa y que sea más moderno que Vértiz, por que no se embarace en el mando.» A tal fin, señaló a Víctor de Navia Osorio, notable militar asturiano de Siero, jefe del Cuerpo de Reales Guardias Españolas.
–El general Navia de Osorio fue quien reconoció la costa y tomó posesión del fuerte, casi sin disparar armas, con cuatro compañías de Granaderos. La acción era seguida, desde corta distancia, por quien luego se llevó toda la gloria: Pedro de Cevallos, primer virrey del Río de la Plata.
Juego de damas
–La imponente muralla de Manuel de Lobo era sencilla hacia el río y más fortificada del lado de tierra. Tenía cuatro poderosos baluartes: San Miguel, San Antonio, San Juan y Del Carmen. El diseño original de dos portones fue sustituido en 1745, por un gran portal de piedra labrada.
–El gobernador Pedro Antonio de Vasconcelos creó nuevas posiciones defensivas y aumentó el cinturón de chacras y establecimientos de corambre. La ciudad contrastaba con el tradicional estilo español. Un damero de calles perpendiculares y angostas, con plazas y plazuelas perfectamente integradas al conjunto. En el centro estaba el Palacio del Gobernador, rodeado por la Iglesia Mayor, el Colegio Jesuita, el hospital y la Maestranza.
–El gobernador Pedro Antonio de Vasconcelos creó nuevas posiciones defensivas y aumentó el cinturón de chacras y establecimientos de corambre. La ciudad contrastaba con el tradicional estilo español. Un damero de calles perpendiculares y angostas, con plazas y plazuelas perfectamente integradas al conjunto. En el centro estaba el Palacio del Gobernador, rodeado por la Iglesia Mayor, el Colegio Jesuita, el hospital y la Maestranza.
–El fuerte remoto fue vencido por los reconquistadores hispanos y por el paso del tiempo. Sufrió casi dos siglos de “ruina,
destrucción y abandono”,
hasta que en 1968 fue creado el Consejo
Ejecutivo Honorario para la Preservación y Reconstrucción de la
Antigua Colonia del Sacramento (CEH) para la puesta en valor del casco colonial de la antigua Perla
Azul del Río de la Plata.
–Presidida
por el historiador Fernando Assunção y con la dirección de obras
del arquitecto coloniense Miguel Ángel Odriozola, la CEH convocó a
vecinos emprendedores que colaboraron en la creación del Barrio
Histórico
ubicado en su sitio original, el extremo oeste de la península.
–Con fines de difusión cultural y turística, fueron
reconstruidas, la muralla, la Puerta de Campo, el Museo Español, el
Museo portugués, la Casa de Nacarello, el Museo del Indio, la Casa
del Virrey, las ruinas del Convento.
–Sobre derruidas viviendas de época fueron rescatados más de tres
siglos de memoria militar,
civil y religiosa.
Para la UNESCO constituye
“un
notable testimonio, por su plano y sus monumentos, de la índole y
los objetivos de una ciudad colonial europea” de
finales del siglo XVII. Colonia del Sacramento fue declarada
Patrimonio
Cultural Histórico de la Humanidad en 1995.
El
Intérprete
Artiguista. Relativo al
pensamiento y la acción de José Artigas.
Astures. Antigua
tribu que pobló los actuales territorios de Asturias, León y norte
de Zamora.
Atlántico. Océano de 80 millones de kilómetros
cuadrados, que se extiende desde el Glacial Ártico hasta la
Antártida. El Ecuador lo divide, artificialmente, en dos partes,
Norte y Sur. Su nombre proviene de Atlas, uno de los titanes de la
mitología griega.
Bable. Término que utilizaba
el ilustrado gijonés Gaspar Melchor de Jovellanos, para denominar al
asturiano, la llingua d’Asturies. Como otros romances, se formó a
partir de la descomposición y fragmentación del latín, al que se
incorporaron elementos lingüísticos prerrománicos y germánicos.
Fue tomando giros del árabe, francés, gallego, castellano y, en
tiempos modernos, del inglés. Es primer o segundo idioma para un
millón de personas en Asturias, salvo al occidente del río Navia,
oeste de Cantabria, norte de León, oeste de Zamora y Salamanca,
parte de Extremadura y en las portuguesas Miranda de Douro y Sendim.
Jovellanos lo definió como «Patrimonio Vivo del Pueblo».
Banda
Oriental. Antigua denominación del Uruguay, usual en la
etapa colonial y en tiempos de la revolución emancipadora. Así fue
llamado el territorio ubicado al este de la corriente fluvial
homónima y del Río de la Plata.
Bandeirantes. Aguerridos
paramilitares portugueses, venerados como constructores del Brasil.
Estaban organizados en bandeiras que recorrían y hostilizaban las
fronteras rioplatenses. Para españoles y criollos fueron agresivos
ladrones y contrabandistas de ganado, traficantes de oro y tratantes
de esclavos.
Buenos Aires. Reina del Plata.
Capital de la República Argentina, ubicada en la margen oeste de la
desembocadura del estuario. Fundada en 1536 por el primer adelantado,
Pedro de Mendoza, fue abandonada tres años más tarde por la
hostilidad de tribus aborígenes. Refundada en 1580, por Juan de
Garay, fue sede de la gobernación y del virreinato del Río de la
Plata. Su nombre primitivo –Nuestra Señora Santa María del Buen
Ayre– proviene de una advocación de la protectora de los marinos,
honrada en la isla italiana de Cerdeña. Es la mayor capital
sudamericana y la ciudad que tiene más inmigrantes asturianos en el
mundo, aproximadamente 100 mil. Gentilicio:
porteña/porteño.
Cantabria. Comunidad autónoma, que
limita al este con el País Vasco, al sur con Castilla y León, al
oeste con el Principado de Asturias y al norte con el mar Cantábrico.
Capital: Santander. Gentilicios: cántabra/cántabro, montañesa/montañés.
Cantábrico. Cantábricu. Mar del
océano Atlántico, que baña las costas de Asturias y todo el norte
de España hasta Francia.
Castilla y León. Comunidad
autónoma situada al noroeste de la Península Ibérica. Limita al
norte con el Principado de Asturias, Cantabria y el País Vasco, al
este con La Rioja y Aragón, al sur con la Comunidad de Madrid,
Castilla–La Mancha y Extremadura y al oeste con Galicia y Portugal.
Está formada por dos territorios históricos definidos en la
división administrativa de 1833, los reinos de Castilla y León. Su
capital es Valladolid.
Colonia. Departamento del
sudoeste uruguayo, de 5.682 kilómetros cuadrados y 125 mil
habitantes, limítrofe con sus similares de San José, Flores y
Soriano. Fue creado por el Cabildo Gobernador de Montevideo, el 27 de
enero de 1816, y aprobado por José Artigas. El nombre proviene de su
histórica capital. Gentilicio: coloniense.
Compañía de
Jesús. Jesuitas. Orden religiosa fundada por Ignacio de
Loyola en 1534.
Concejo. Conseyu. Cada uno de los
78 municipios en que se divide el Principado de Asturias. Están
organizados en parroquias, que no siempre coinciden con la
tradicional jurisdicción eclesiástica, y en barrios, mínima
expresión territorial. El gobierno es ejercido por el alcalde, jefe
del Ayuntamiento, y los concejales.
Conforçu. En asturiano: encrucijada,
duda.
Criollo. Hijo de europeos nacido en
América.
Chascomús. Ciudad argentina del sur de
la provincia de Buenos Aires, de 15 mil habitantes, ubicada a orillas
de la laguna homónima.
Delta del Tigre. Porción
triangular de tierra e islotes del Río de la Plata, utilizados para
el tránsito fluvial de pasajeros, entre la localidad bonaerense
Tigre y la coloniense Carmelo.
Demasiáu. En asturiano: mucho.
Departamento. Cada
una de las 19 jurisdicciones municipales en que se divide la
República Oriental del Uruguay. El jefe de la Intendencia, es el
intendente. El legislativo se denomina Junta Departamental, integrada
por ediles.
En depósito. Colonos que quedaban en
Montevideo o Buenos Aires, a la espera de un destino
definitivo.
Fiel de fechos. Antiguo notario de un
ayuntamiento.
Galicia. Galiza. Comunidad autónoma
que limita al norte con el mar Cantábrico, al sur con Portugal, al
oeste con el océano Atlántico y al este con Asturias y Castilla y
León. Es una de las nacionalidades históricas, reconocida por la
Constitución Española. Gentilicio: gallega/gallego.
Gibraltar. Colonia
británica del sur de la Península Ibérica, reclamada por España
desde su ocupación en 1704. El peñón es una gran roca,
estratégicamente ubicada en la orilla norte del estrecho que une al
Mediterráneo con el Atlántico. Sus intransigentes propietarios
ultramarinos, la han convertido en un ventajoso centro bancario y
turístico, protegido por una fortaleza. Gentilicio:
gibralteña/gibralteño.
Gijón. Xixón. La mayor ciudad de
Asturias y concejo centro costero del Cantábrico. El territorio
municipal, de 181,60 kilómetros cuadrados, fue creado el 12 de mayo
de 1270, por fuero del rey Alfonso X El Sabio. La villa homónima fue
fundada por los cilúrnigos –tribu prerrománica, especializada en
metalurgia del bronce– en el siglo quinto de la era anterior y
ocupada por el imperio latino en el año 29, de la misma. Los
invasores la llamaron Gigia y disfrutaron sus termas naturales, en la
recoleta ladera del cerro Santa Catalina. De la civitas abandonada,
tras la derrota romana, permanecen vestigios en el barrio histórico
de Cimadevilla. Reconstruida como incipiente puebla, fue incendiada
en 1395, en el fragor de luchas medievales. En 1480, los Reyes
Católicos autorizaron la construcción del primer muelle de mar, que
se transformó en vigorosa dársena terrestre, a fines del
decimosexto siglo. A influjo de Gaspar Melchor de Jovellanos adquirió
carácter industrial y comercial. Fue efímera capital asturiana,
tras el triunfo del Frente Popular, en 1936. Sometida por la
dictadura franquista a prolongado periodo de hambre y represión. La
vida de sus 280 mil habitantes, gira en torno al comercio, el turismo
y la cultura. Esplendor que debe a la siderurgia, la sidra, hermosas
playas y dos puertos estratégicos: el deportivo local y el Musel
ultramarino. Gentilicio: gijonesa/gijonés.
Guaraní. Aborigen
americano, poblador de la extensa cuenca de los ríos Orinoco y de la
Plata. También es el lenguaje de esas razas y gentilicio de la
República del Paraguay.
Interinos. Colonos
instalados en un destino que no era definitivo.
La
Coruña. A Coruña. La mayor ciudad de Galicia, capital de
la homónima provincia noroccidental atlántica, de 250 mil
habitantes. El nombre procede del latín Caronium y se refriere a una
oppidum, fortificación romana. En tiempos de Fernando II, de León,
surgió el topónimo Crunia. De 1262, data el artículo que la
designó La Crunia. Era el primer puerto de salida de la inmigración
gallega y asturiana hacia el Nuevo Mundo. Gentilicio:
coruñesa/coruñés.
Lima. Ciudad de los virreyes. Antigua
capital del mayor virreinato hispanoamericano y actual de la
República del Perú, fundada en 1535, a orillas del río Rimac, por
Francisco Pizarro. Gentilicio: limeña/limeño.
Lisboa. Capital
de Portugal, de 550 mil habitantes, pero con área metropolitana de
2.9 millones. Según romántica leyenda, Ulises quedó deslumbrado
por la desembocadura del Tajo; centro comercial de griegos, fenicios
y cartagineses. Los romanos fundaron Olissipo, en el 205 de la era
anterior, luego Olissipona y Lixbuna, así llamada por los árabes
del norte de África que la tomaron en 719. Fue reconquistada cuatro
siglos después por Alfonso Henrique, primer rey lusitano, que le
concedió fuero propio en 1179. Capital del reino desde 1255 y puerto
de salida de famosas expediciones a las Indias. Fue destruida por un
gran terremoto, el 1 de noviembre de 1755, y reconstruida por el
marqués de Pombal. En 1997 fue capital de la cultura europea, por la
conmemoración del quinto centenario del viaje de Vasco da Gama.
Gentilicio: lisboeta.
Llaín. En asturiano: traidor.
Llanes. Concejo
de la costa oriental asturiana, de 263,59 kilómetros cuadrados y 13
mil habitantes. De sugestiva y bien estudiada prehistoria, epicentro
de disputas dinásticas, fue fundado en 1228, por el leonés Alfonso
IX. Tierra de navegantes, desde la homónima cabecera y activo
puerto, entre 1493 y 1599 salieron intrépidos conquistadores con
destino al Nuevo Mundo. Mayoritariamente franquista, la población
festejó la «liberación» del 5 de setiembre de 1937. Aunque, vale
señalar la oposición liderada por Horacio Fernández Inguanzo, El
Paisano, maestro y diputado republicano. Rico en monumentos
arquitectónicos y patrimoniales, abundan las construcciones de
«indianos», emigrantes que retornaban para invertir en sus pueblos.
Gentilicio: llanisca/llanisco.
Mare Nostrum. Una de las
tantas denominaciones coloniales del Río de la Plata, cuando se lo
comparaba con el Mediterráneo de los
romanos.
Murniu. En asturiano: triste.
Nueches. En asturiano: noches.
Oporto. Porto.
Terminal ultramarina del norte portugués, fundada por los romanos,
entre la ribera norte del Duero y la desembocadura del Atlántico. La
ciudad tiene 270 mil habitantes y el área metropolitana 1.6
millones. Su centro histórico es Patrimonio de la Humanidad.
Gentilicio: portense.
Oriental. Gentilicio oficial
del Uruguay, proveniente de la tradición artiguista. Sinónimo:
uruguayo.
Oviedo. Uviéu. Capital del Principado
de Asturias y concejo del centro geográfico del territorio autónomo.
La entidad municipal, de 186,65 kilómetros cuadrados, fue creada en
1145, por fuero civil del rey Alfonso VII. La histórica villa nació
el 25 de noviembre de 761, en la colina de Ovetao. Un estratégico
cruce de caminos, donde los abates Máximo y Fromestano habían
establecido un monasterio en honor a San Vicente. En 808 fue sede
fortificada de la corte del Reino de Asturias y privilegiado hito en
el Camino de Santiago. Su creciente influencia cultural, viene de
hombres y mujeres notables y una majestuosa Universidad. Su
desarrollo comercial se debe a la expansión del popular barrio El
Fontán, más allá de los muros originales. A ello se sumó la
Fábrica Nacional de Armas de Trubia y un estratégico corredor que
vinculaba a la cuenca hullera con los puertos de embarque. El moderno
Oviedo tiene 200 mil habitantes. Como afirma el historiador Javier
Rodríguez Muñoz, es «el núcleo político y lugar inexcusable para
quien quiera seguir de cerca la actividad pública». En 1978 su
arquitectura prerrománica fue declarada Patrimonio Histórico de la
Humanidad. Gentilicio: ovetense, carbayona/carbayón.
Paraná Guazú. Es el brazo más grande del Delta del Paraná, en el límite entre las provincias argentinas de Entre Ríos y Buenos Aires. Tiene una gran profundidad de entre 12 y 30 metros y un ancho de entre uno y dos kilómetros, su caudal medio es de aproximadamente 14.000 metros cúbicos por segundo.
Paraná Guazú. Es el brazo más grande del Delta del Paraná, en el límite entre las provincias argentinas de Entre Ríos y Buenos Aires. Tiene una gran profundidad de entre 12 y 30 metros y un ancho de entre uno y dos kilómetros, su caudal medio es de aproximadamente 14.000 metros cúbicos por segundo.
Patagonia. Extensa
región del sur argentino comprendida entre el río Colorado y el
estrecho de Magallanes. Abarca las provincias de Río Negro, Neuquén,
Chubut y Santa Cruz. También exista una Paatagonia chilena.
Patria Vieja. Nombre dado a
la etapa histórica que abarca la primera emancipación oriental,
entre 1815 y 1820, que también fue la de mayor influencia de
Artigas.
Península Ibérica. Región del suroeste
de Europa, donde se encuentran los territorios continentales de
España y Portugal, el pequeño Principado de Andorra y el territorio
británico de Gibraltar. Cuenta con 582.925 kilómetros cuadrados. Su
nombre proviene del río Íber, probablemente el actual Ebro o,
quizá, el Guadalquivir.
Piloña. Concejo asturiano
centro–oriental, de 283,89 kilómetros cuadrados y nueve mil
habitantes, que forma parte de la comarca dominada por la sierra del
Sueve. En su heráldica está representada la gesta reconquistadora
de España. Una memorable leyenda relata el paso de Pelayo y un
escudero por el caudaloso río Piloña, perseguidos por moros. El
acompañante no se atrevía a penetrar en la brava corriente, pero el
caudillo lo habría animado: «Adelante, que mi caballo pie halla».
Desde entonces el paso es conocido como Pialla, glorioso santo y seña
de la dignidad ibérica. Capital: Infiesto. Gentilicio: piloñesa/piloñés.
Platense. Rioplatense. Relativo al Río
de la Plata.
Portugo. Mote despectivo que los
orientales utilizaban para referirse al ejército luso–brasileño,
ocupante entre 1816 y 1828.
Premio de retiro. Estímulo
que pagaba la Real Hacienda española a quienes abandonaban los
beneficios de la colonización dirigida.
Provincia
Cisplatina. Nombre que el Imperio de Brasil dio a la
Provincia Oriental, entre 1822 y 1828, luego de la declaratoria de su independencia del Reino de Portugal. El término designa también a
hombres y hechos, afines a la incorporación del territorio a
Portugal, Brasil y Algarbe, votada en el Congreso Cisplatino de 1821,
reunido en Montevideo.
Provincia Oriental. Primer
estado uruguayo independiente, liderado por José Artigas. Se inició
tras el triunfo militar de Guayabo, el 10 de enero de 1815 y la
expulsión de los porteños. Constituyó una Liga Federal con cinco
provincias argentinas: Entre Ríos, Corrientes, Misiones, Santa Fe y
Córdoba, unidas bajo el Protectorado artiguista. Finalizó en 1820,
tras la derrota de la resistencia oriental aplastada por el invasor
luso-brasileño llamado por el Directorio de Buenos Aires. La intriga
y la traición, enviaron al Protector de los Pueblos Libres al exilio
del Paraguay. Su capital fue la Villa de Purificación.
Provincias
Unidas del Río de la Plata. Denominación del conflictivo
estado que sustituyó al virreinato hispano, tras el triunfo de las
revoluciones rioplatenses.
Río de la Plata. Amplio
estuario que baña las costas de Argentina y Uruguay. Es corto, de
350 kilómetros, pero el más ancho del mundo. Su boca, de 180
kilómetros, va desde la argentina Punta Rosa hasta la línea del
Océano Atlántico, en la uruguaya Punta del Este. Su cuenca recoge
más de cuatro millones de metros cúbicos de los ríos Paraná y
Uruguay y su lecho abarca una superficie de 35 mil kilómetros
cuadrados. Su descubridor oficial, Juan Díaz de Solís, en 1516 lo
bautizó Mar Dulce. Tras su muerte, el segundo piloto de la
expedición, Francisco Torres, lo denominó Río de Solís. Sebastián
Gaboto le puso el definitivo Río de la Plata, por creer que existía
abundancia de metal precioso en las regiones vecinas.
Río
ancho como mar. Mote españolí del Río de la Plata. Denominación españ
San Gabriel. Denominación
que Juan Díaz de Solís dio a una estratégica isla rioplatense y a
la costa de Colonia.
Siero. Sieru. Consejo de
211,60 kilómetros cuadrados y 45 mil habitantes, ubicado entre Gijón
y Oviedo. Sus primeros pobladores fueron predecesores de la cultura
castreña y de la colonización romana. El 14 de agosto de 1270
recibió la carta de habilitación municipal firmada por Alfonso X El
Sabio, y en 1504 constituyó ayuntamiento. De heroica resistencia en
las invasiones napoleónicas, también fue epicentro de la
movilización popular contra la dictadura franquista. Es zona
ganadera, agrícola, carbonífera y minera. Son famosos sus molinos
harineros, curtiembres, telares, fábricas de embutidos y de
chocolate. Fue el municipio asturiano donde se realizó la primera
labor carbonífera. Capital: Pola de Siero. Gentilicio:
sierense.
Sobrantes. Colonos sin destino, que
quedaban en depósito en Montevideo o Buenos Aires.
Tucumán,
Corrientes, Santa Fe y Misiones. Provincias de la República
Argentina.
UNESCO. Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Creada el 4 de
noviembre de 1946, tiene como objetivo, contribuir a la paz y la
seguridad en el mundo mediante la educación, la ciencia, la cultura
y las comunicaciones. Tiene su sede en París.
Uruguay. Río
que comparte su nombre con el país y que lo separa de la Argentina
en el litoral centro y norte. Tiene origen en dos afluentes –Canoas
y Pelotas– del estado brasileño de Santa Catarina. Corre primero,
de este a oeste, y luego en dirección suroeste, hasta desembocar en
el Río de la Plata. De sus 1.700 kilómetros, la tercera parte
–cursos Medio y Bajo– baña el litoral oriental. Fue descubierto
en 1520 por Juan Rodríguez Serrano, patrón de la Santiago, nave de
la expedición de Hernando de Magallanes. La denominación viene del
guaraní «de los caracoles».
Villaviciosa. Concejo
de la costa oriental, de 276,23 kilómetros cuadrados y 14 mil
habitantes, creado el 17 de octubre de 1270, por fuero de Alfonso El
Sabio. Está emplazado en la tierra de Maliayo, antiguo conjunto de
villas romanas ambicionadas desde siempre, por su fertilidad. Es un
importante centro patrimonial por sus significativos restos
paleolíticos y prerrománicos y sus espléndidos monumentos
medievales. La capital homónima fue un bastión monárquico contra
la Segunda República, con mínima presencia de reformistas y casi
nula de socialistas. Con los vecinos Gijón y Nava forma parte de la
más famosa región sidrera. Gentilicio:
villaviciosina/villaviciosino.
Virrey. Funcionario colonial
español que gobernada en nombre del monarca.
Zapadores. Soldados
de avanzada, excavadores de trincheras.
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