Navegar es necesario
Álvaro Moré (Foto Maite Fojo). |
Un
día antes había terminado una sociedad que al principio prometió
éxitos, pero que sólo duró un año. Esa mañana se levantó
dominado por dos sensaciones paradójicas: la serenidad que le
devolvía el haber terminado una relación que aún recuerda “sin
sentimientos positivos ni negativos”, y la incertidumbre que le
causaba estar desocupado por primera vez en su vida. En ese momento
hizo lo que siempre aconseja a sus amigos. Se afeitó y se puso un
traje, como si fuera a trabajar; pero no tenía a dónde ir. Fue
cuando se sentó a pensar, mientras se daba un plazo de quince días
para abrir una nueva agencia. Así fundó MADD, una falsa sigla que
quizá encubrió una locura, porque fue iniciada con apenas dos
clientes, en pleno ajuste fiscal de 1995. Álvaro Moré ingresó a
Capurro como cadete motorizado a los 17 años, luego de responder a
un poste restante. “Como muchos publicistas autodidactas, mi
vocación nació trabajando”, evoca. Luego creó la memorable
Diciembre junto a su amigo Claudio Invernizzi como socio, y participó
en la compleja fusión con Grey Publicidad. “Aún me pregunto cómo
hizo Pancho Vernazza para convencernos, porque estábamos seguros que
no iba a funcionar”. Fue pionero en la utilización de internet,
con una campaña para Mitsubishi, conseguida en tiempo real, en época
de módems telefónicos a una velocidad de 28.800. Tan convencido
está de su papel, que conserva un documento que en broma firmó
mucha gente: “yo conocí Internet gracias a Álvaro Moré”. Se
siente precursor de la tecnología aplicada y ve enormes
posibilidades para la publicidad en el área digital, quizá por
aquello que decían los romanos para explicar su visión del futuro:
Navigare necesse est.
Sobre la base de la entrevista realizada con Alexis Jano Ros para el libro Publicistas, Historias & Memorias (Ediciones del Aprendiz, Montevideo, Diciembre 2010), actualizada en 2016.
-¿Existe una vocación de ejecutivo publicitario?
-Sí,
sin dudas, y lo digo convencido, aunque ingresé a la profesión allá
por 1978, por un aviso del diario, que además era bastante
enigmático, porque había que responder a un poste restante. Ni idea
tenía de la empresa que solicitaba un cadete con moto; podría haber
sido una farmacia. Entonces mi llegada tuvo mucho de accidente. Una
oportunidad que llegó cuando tenía 17 años, luego de haber
trabajado en una barraca, una ferretería, en una casa de colocación
de parabrisas y en la vidriería de mi padre. No fue un ingreso
vocacional, como ocurre tanto ahora con los estudiantes que optan por
la publicidad, pero una vez que ingresé se transformó en una
vocación.
-¿Qué agencia era la del aviso?
-Capurro
Publicidad, que ahora es EPFZ y sigue estando en el mismo lugar. Una
agencia histórica, la primera del Uruguay, fundada por Juan Capurro,
que en la década de 1970 fue adquirida por la familia Soler. Entré
como cadete, pero al poco tiempo me ofrecieron la tarea de asistente
de producción. Me gustó mucho y quise aprender más; no existían
las carreras de Comunicación, pero estudié cine en Cinemateca que
me sirvió mucho para el trabajo. Fui jefe de producción audiovisual
durante ocho años, y luego pasé a atender cuentas, primero como
asistente, luego como director, y llegué a ser vicepresidente de la
compañía.
-¿Cómo
era aquella Capurro?
-La
recuerdo con el cariño de la agencia que me dio la primera
oportunidad y que me permitió conocer a queridos compañeros y
colegas: Alfredo Giuria, María José West, Claudio Invernizzi, Aldo
Ponzoni, Carlos García, Jorge Gestoso. Muchos pasamos por allí y
seguimos siendo amigos. Pero nunca me sentí trabajando en la mejor
agencia, aunque fuera muy grande. A mí me gustaba Grey, siempre fui
admirador de Pancho Vernazza, un estratega, un creativo publicitario
completo, sociólogo, muy inteligente. Durante muchos años la
publicidad no tuvo otro referente que Pancho, luego vinieron Alfredo
y Claudio, con Viceversa, que incidieron en los nuevos modelos de
agencia creativa
-En
Viceversa se sentía un fuerte aroma cultural.
-En
Grey también, pero no hay dudas que gente como Claudio, como Fido
Giuria, fueron responsables, junto con otros colegas que rompieron
conceptos tradicionales, del gran cambio de la publicidad uruguaya.
Claudio es un creativo de primer nivel, novelista, ganador de un
Bartolomé Hidalgo, periodista. Durante años Viceversa fue la
agencia más creativa del Uruguay; en 15 o 20 años ellos
construyeron una marca nacional e internacional; fue una gran
explosión que abrió un camino. ¡Qué distinta era Capurro! Allí
era ejecutivo, pero muy cerca del departamento creativo, como
productor de comerciales. En esa época las productoras estaban mucho
menos desarrolladas y por lo tanto los jefes de producción
audiovisual teníamos más participación, hasta terminábamos
dirigiendo comerciales.
-¿Qué avisos o campañas recuerda de aquella etapa?
-Más
que campañas, recuerdo la avalancha de clientes que tenía la
agencia, la mayoría propiedad del propio grupo: Tiendas Soler,
Centro Eléctrico. Hacíamos dos o tres comerciales por semana. De
mañana recibía el briefing, al mediodía se hacía el guión, de
tarde se llevaban los electrodomésticos a una productora o un canal,
se rodaba toda la noche, hasta la madrugada, luego se editaba de
corrido, de mañana se colocaba el audio, y al otro día al aire.
Hice más de 500 comerciales en ese formato, de un día para el otro.
Una vez tuve una discusión con Fido Giuria y le recordé que había
hecho más de medio millar de cortos, a lo que me respondió: “así
te quedaron”. Y tenía razón, porque aquélla fue una experiencia
más cuantitativa que cualitativa, que me dio experiencia en la
resolución de problemas pero muy poco en calidad.
-¿Capurro
fue una buena escuela?
-En
todos lados aprendemos. En Capurro tuve la oportunidad de trabajar
con profesionales muy talentosos, muchos de ellos considerados hoy
como los mejores publicitarios uruguayos. También aprendí que de
las muchas cosas que allí se hacían no eran las más indicadas.
Capurro no estaba a la vanguardia, no apostaba al futuro, y yo no
compartía la misma visión, y esa fue la razón por la que resolví
abrir mi propia agencia. Pero debo reconocer que fueron años muy
lindos en mi carrera profesional, de los que sólo me quedan buenos
amigos y buenos recuerdos.
-Y fundaste Diciembre...
-Con
otros tres temerarios nos instalamos en Pocitos, en la calle Enrique
Muñoz. Diciembre fue una agencia que duró ocho meses y creo que
duró tan poco por su éxito. Era un gran equipo: Invernizzi,
Claudio Basile que ahora es el actual director de arte de una empresa
de Young & Rubicam en Zonamérica, Mariana Píriz, que ahora
es mi esposa. Estábamos muy bien, hasta que vino Pancho Vernazza y
nos propuso una sociedad con Grey. Su razonamiento era muy bueno:
“ustedes necesitan una agencia internacional y yo necesito que me
acompañen en la dirección porque quiero comenzar a retirarme”.
Pancho es un gran amigo, al que quiero entrañablemente, pero es de
esas personas que todos los días amenaza con su retiro, pero no se
retira. Diciembre fue la agencia más premiada del Desachate de ese
año, aunque solo habíamos trabajado ocho meses. Teníamos cinco o
seis campañas de televisión en el aire: Electroquímica, con
lavandina Sello Rojo y la vidriería Bía. Nos iba muy bien. Una
noche Pancho nos invitó a cenar al Forte di Makale para hacernos la
propuesta. Para mí fue como tocar el cielo. Siempre digo que hubiese
sido feliz siendo cadete en Grey, ni que hablar ser su socio. A pesar
de eso, la propuesta no nos convenció. Luego de la cena, los tres,
Pancho, Claudio y yo, salimos cada uno para su casa, pero a la cuadra
estacionamos con Claudio y estuvimos de acuerdo: esto no lo vamos a
hacer, de ninguna manera. Al otro día Claudio propuso informar a
nuestros compañeros sobre la propuesta, porque evidentemente iba a
trascender y podía crear preocupación. Nuestra idea era comunicar
que no aceptábamos la sociedad con Grey. Pero antes había que
responderle oficialmente a Vernazza. Teníamos todo pronto, el
comunicado de la no aceptación, muy bien argumentado, pero Pancho
que es un gran seductor, nos convenció.
-¿Qué argumento utilizó?
-Nos
ofreció una sociedad, nos daba una parte en acciones de Grey. Nunca
hablamos de adquisición, nunca nos compró, sino que nos fusionamos
para ser Grey Diciembre. En aquel 1993, ganamos 85% de las Campanas
de Oro, recuerdo que subíamos y bajábamos a buscar premios toda la
noche. Quizá no quede bien que lo diga así, pero éramos la mejor
agencia: la creatividad de Claudio, que se sumaba a la de Pancho, a
Juan Manuel Herrera, a Ellery Garate. El equipo era excelente y la
cartera también, por el aporte de Grey, que era muy grande:
Credisol, Nevada, Johnson y Johnson. La primera suma daba muy bien,
equipo, clientes, y una sociedad muy compacta, de tres personas:
Claudio, Pancho y yo. Parecía la empresa ideal, hasta que Pancho
sumó a dos socios más y no nos avisó. Y no fue un problema con
Ellery Garate y Jorge Surraco, porque ambos eran parte importante de
Grey, y siempre es mejor darle la oportunidad a gente de adentro que
traer gente de afuera; pero Pancho se equivocó cuando omitió
informarnos con anticipación. Ése fue el principio del fin de Grey
Diciembre: a una hora éramos tres y en un rato fuimos cinco.
Recuerdo que alguna vez le dije al recordado amigo y colega Aldo
Ponzoni, cuando puso EPFZ, que era un mal nombre, porque una sociedad
de cuatro no funciona. Y creo que tuve razón, porque luego fueron
tres letras, luego dos y al final quedó una sola. Lo mismo le dije a
Pipe, cuando puso VBS, y así fue: al final quedo sólo la “S” de
Stein. La ruptura de Grey Diciembre fue al año. Claudio no quiso
seguir allí y volvió a Viceversa. Gabriel Román, enterado de la
situación, me invitó a asociarme a Ginkgo, donde estuve durante
1994.
-Diciembre
fue un flash, pero todavía es muy recordada.
-Hicimos
un muy buen trabajo en prensa, para un cliente que nos dio muchas
satisfacciones, Equipo SA, representante de Frigidaire y Electrolux;
pero no era televisión. El comercial que más recuerdo, por su
creatividad y su impacto fue el que hicimos para la Vidriería Bía.
Un aviso extraño para ese momento, que todavía se recuerda: aquél
de los dos hombres de traje, que jugaban con una pelota de fútbol,
en un duelo en el que uno tiraba y el otro atajaba. Uno picaba la
pelota, tiraba pelotazos, pero la pelota no pasaba, pero no se sabía
por qué, hasta que quien hacía de golero colocaba un autoadhesivo
de Bía. El vidrio era realmente transparente. No se veía, pero la
pelota no pasaba. Dos por tres vuelvo a mirar ese aviso, que me
parece muy creativo y muy efectivo.
-¿MADD era una sigla?
-En
ese momento Young & Rubicam era socio de Viceversa, y estaba
lanzando una segunda red a nivel latinoamericano, a la que luego
ingresé, que se llamaba ADD; entonces le agregué una “M” y creé
la marca: MADD.
-Que suena a loco…
-Sí,
también, pero en realidad era una falsa sigla, encabezada con la “M”
de Moré. El comienzo fue muy difícil, con muchas incertidumbres,
con apenas dos clientes: Frigidaire y ORT. Recuerdo que 1995 fue el
año de inicio del segundo gobierno de Sanguinetti, y la primera
medida de su ministro de Economía fue un ajuste fiscal. Viéndolo
así es verdad que MADD fue una locura, porque comenzó a trabajar en
recesión, y todos sabemos lo que ocurre con la publicidad en
recesión: es lo primero que se recorta. Además nuestros dos
primeros clientes eran muy especiales. Frigidaire hacía mucha
prensa, y eso se veía mucho menos que la televisión. La Universidad
ORT hacía cosas de relativa masividad, muy segmentadas, que no nos
daban mayor visibilidad. Aun así, al poco tiempo ganamos dos
clientes que nos empujaron a crecer y a optimizar nuestros recursos
creativos. Uno fue Los Nietitos, cuando todavía era una marca muy
poco conocida, a pesar de su excelente calidad. Para ellos hicimos
dos comerciales. Uno fue “Mandados”: un niño que iba al almacén
con una chismosa, repitiendo lo que le había pedido la mamá, pero
que se cruzaba con una chica y se olvidaba de todo; sólo recordaba a
Los Nietitos. El otro fue “Bebé a bordo”, que contaba sobre un
niñito que se robaba un auto y salía de noche. Creo que hicimos una
buena contribución a un producto excelente, pero que por entonces no
era una marca muy fuerte. Era necesario mostrar su simpatía, y todo
el afecto que podía reflejar, de la misma forma que los nietos son
queridos por los abuelos. Los Nietitos es una empresa muy familiar,
construida y pensada para toda la familia. Aunque sus productos son
muy naturales, en ese momento se hablaba menos de lo natural, que es
un concepto más moderno. En ese caso el trabajo fue fortalecer la
marca de un producto valorado, reconocido, apreciado. En realidad fue
hacer un “tiqui” nomás, porque el producto es excelente. Hubo
otro cliente que nos dio una satisfacción creativa: Radio
Montecarlo. Para ellos hicimos varios avisos, pero hay uno que me
fascinó desde el principio, y aún me fascina: “Casamiento”.
Contratamos al actor Leonardo Lorenzo, que ahora está en Canal 4,
para hacer de un informativista que interrumpe su boda para pasar las
noticias de las nueve de la noche. Un mensaje muy original y
divertido, que se realizó sobre una base estratégica importante,
porque las investigaciones nos decían que el mayor valor que el
público encontraba en los informativos de Montecarlo, era la
puntualidad. Ese hombre era capaz de cortar la ceremonia para dar las
noticias, y después se casaba. En aquel momento fue muy importante
ACAC, cuando todavía era cooperativa, después nos acompañó cuando
fue Crédit Agricole, y nos permitió trabajar y facturar más, con
un gran director creativo: Juan Miguel Herrera.
-¿Qué quedó de MADD?
-Creo
que fue una agencia pionera en tecnología, pero siempre después de
lo creativo, más aún cuando desde el primer día, el talento de
Juan Miguel Herrera marcaba un perfil muy original. La tecnología
fue fundamental, en tiempos que necesitábamos marcar un diferencial
para captar clientes en tiempos de crisis. Nos preparamos, en
especial en Internet; todo el mundo sabía que estábamos muy
actualizados, y nos mostramos pretendidamente como pioneros. Era
tanta la intención de posicionarnos en ese concepto, que hasta hice
un documento en broma que firmó mucha gente, y que decía: “yo
conocí Internet gracias a Álvaro Moré”. Eran mediados de 1995, y
por la agencia venían colegas y amigos para ver nuestro desarrollo
tecnológico; recuerdo a Claudio Invernizzi, Pablo Lecueder, entre
tantos. La idea de MADD como agencia impregnada de tecnología se vio
reforzada por la forma cómo ganamos una licitación para incorporar
a Mitsubishi. La empresa había llamado a diez agencias a las que
entregó un briefing y unas fotos de modelos anteriores al que se iba
a lanzar, porque no había imágenes. Mitsubishi era un cliente muy
exigente: la agencia ganadora iba a ser la más creativa y
convincente con los pocos elementos aportados. Nos pusimos manos a la
obra con una idea: sorprenderlos. Buscamos el modelo en internet, lo
encontramos, colocamos la foto en el aviso. Es interesante recordar
que en ese momento la única forma conocida de conseguir una foto de
calidad era que te la mandaran de Japón; pero nosotros la bajamos
con un módem telefónico, aquellos que corrían a una velocidad de
28.800 kb. Nos pasamos toda la noche bajando aquella foto, no se
terminaba más, pero provocamos una gran sorpresa y ganamos la
licitación. Con la Universidad ORT, Los Nietitos, ACAC, Mitsubishi y
otros clientes pasamos a ser una agencia de veinte personas, con
mucha visibilidad y prestigio. Una investigación entre anunciantes
en el año 1996 nos daba como la agencia del futuro, todo esto nos
preparó el camino para dar el gran salto: la sociedad con Young
& Rubicam.
-¿Cómo fue ese paso?
-MADD
ya estaba madura, cuando nos llega el primer ofrecimiento
internacional, de José Eduardo Cazarín, un gran tipo, que propuso
comprarnos 20% del capital accionario para asociarnos con Lowe.
Mientras analizaba la propuesta, María José West, colega de
Viceversa, me cuenta que iban a salir de la red Young & Rubicam, para asociarse con Euro. Hasta ese momento nosotros teníamos
un acuerdo operativo con la red secundaria de la agencia. En ese
momento me fui a Miami para hablar con Joe de Deo, por entonces
presidente para la región. Fue una negociación de cuatro meses, que
finalizó el 19 de diciembre de 1997. Así nació Young & Rubicam Uruguay, el 1 de enero siguiente, con 49% de MADD y 51% de la
multinacional. Fue un negocio sin dinero, porque a cambio de la mitad
más uno del paquete accionario, nos entregaron sus clientes:
Colgate, Danone, Citi, Pepsico, Texaco, DHL. Pero hubo algo tan
importante como las nuevas cuentas: ingresábamos a una cultura muy
exigente de organización, que nos obligaba a realizar reportes
financieros. En realidad, para nosotros no significó un gran cambio
operativo, porque habíamos sido muy prolijos en nuestra
administración. Es más, cuando vino la auditoría se llevaron una
sorpresa: MADD era una empresa muy ordenada, tan ordenada como Young
& Rubicam.
-Los críticos de esta tendencia a la venta de agencias nacionales a multinacionales, dicen que se ha entregado independencia a cambio de poco dinero o de algunas cuentas.
-No
estoy de acuerdo, pero lo primero que hay que aclarar es que nosotros
tenemos una asociación con Young, que no es lo mismo que un acuerdo
operativo. Por eso tenemos derecho a herramientas que sólo recibimos
los socios. Es puro beneficio. Ellos nos aportan un buen control, que
no necesitamos, porque ya trabajábamos con un alto estándar de
organización, pero que nos sirve para saber dónde estamos ubicados.
También nos alinean con sus políticas de negocios y nos ponen en
contacto con la mejor publicidad del mundo. Cuando pasamos a ser
Young & Rubicam, nos mudamos a Bulevar España y Enrique
Muñoz primero, por un motivo muy sencillo: en MADD nos sobraban las
sillas, pero en Young nos faltaban. Algo que parece menor, pero que
demuestra que la reconversión nos llevó a crecer hacia afuera y
también hacia adentro. Entonces, ¿dónde está la pérdida en esta
asociación?
-La agencia ha obtenido sellos de calidad ¿Cómo se aplican esos estándares a la publicidad?
-En
2004 fuimos certificados con la Norma ISO 9000, que debe ser renovada
cada año, porque es un reconocimiento a la gestión continua de
calidad; y en 2008 recibimos el Premio Nacional de Calidad. Quizá
los hubiésemos obtenido también siendo MADD, pero no hay dudas que
el solo hecho de cumplir con las normas de Young & Rubicam,
nos llevó a esos logros casi naturalmente. Por ejemplo, tenemos un
Comité de Mejora Continua que se reúne todas las semanas para
evaluar la calidad del trabajo, la relación con los clientes, con
las marcas y los productos. El personal responde regularmente 57
preguntas en las que describe la calidad de su espacio laboral, las
herramientas que la agencia le ofrece, las oportunidades de
crecimiento y hasta puede decir si percibe discriminación. Nuestro
objetivo es consolidar el liderazgo de una organización eficiente,
que exige mucho, pero que también está comprometida con el
bienestar de sus colaboradores.
-¿Cómo es compartir tantos negocios con tu esposa? ¿En algún momento del día no hablan de empresas, negocios o comunicación?
-Lo
intentamos y lo logramos, pero es todo un ejercicio familiar. Mi hija
Sofía, tiene dos frases que nos retratan de cuerpo entero. Una es
una crítica muy fraterna, pero crítica al fin: “Soy la niña que
tuvo que aprender todo en once años”. La otra es una súplica
diaria: “Tratemos temas que nos involucren a todos.”
“Cada
vez que lo pienso no puedo creer cómo hizo Pancho Vernazza para
asociarnos en Grey-Diciembre, pero fue así.”
¿Solidaridad o marketing?
“Tenemos
un fuerte compromiso conceptual y práctico con la Responsabilidad
Social Empresarial. Somos la agencia pro-bono y soy miembro del
directorio de Endeavor Uruguay, también somos la agencia honoraria
desde el año 2005 y yo soy miembro del Consejo Asesor de Un techo
para mi país, y planificamos la comunicación de la Fundación
Amigos del Hospital Pereira Rossell desde el año 1999. Es cierto que
cuando una empresa asume cabalmente su responsabilidad social siempre
tiene un objetivo de imagen institucional; pero también hay una
actitud de agradecimiento y devolución a la comunidad, que se ve
reforzada por el compromiso continuo y a largo plazo, como es en
nuestro caso, con todas las iniciativas. ¿Acaso es marketing que los
niños del Pereira Rossell disfruten el árbol de Navidad que armó
el personal de Young & Rubicam? Cada funcionario decide si
quiere participar en “Un techo para mi país” o en las otras
iniciativas. Para mí fue emocionante ir varios fines de semana al
barrio Primero de Mayo para ayudar a la construcción de una casa
para una mamá de 18 años, con un hijito de dos, y su esposo preso.
‘Álvaro, nunca pensé que iba a llegar este día’, nos decía la
chica llorando de emoción cuando se la entregamos. Ese momento no
tiene precio. Es un tema muy delicado, porque es cierto que hay
empresas oportunistas que intentaron beneficiarse con acciones de
supuesta responsabilidad social, pero se dieron la cabeza contra la
pared: la gente no compra porque un día ayudás a uno y otro día
ayudas a otro. Así no se construye credibilidad.”
Mariana y Álvaro
“Para
comprender lo globalizada que está la comunicación, basta saber que
Young & Rubicam desde 2000 forma parte del WPP Group. En este
conglomerado, Mariana Píriz, mi esposa, tiene el 49% de
Mediaedge:cia, Mindshare y de Burson Marsteller, el líder mundial en
relaciones públicas, que en nuestro país tiene clientes como
Botnia, por ejemplo. Burson fue creada en 1953 y se sumó al grupo en
1979. Su metodología de trabajo denominada Perception Management,
implica el manejo de la percepción de las empresas como base para el
desarrollo de estrategias de negocios. Además de comunicaciones
empresarias y relaciones con inversores, ha desarrollado en los
últimos años un conocimiento único en el manejo de medios masivos.
Mindshare y Mediaedge:cia, son agencias de medios independientes,
creadas en 1997 y en 1999 respectivamente. Sus objetivos son el
desarrollo de estrategias, implementacion, compra de medios y
análisis del retorno de la inversión. Ambas forman parte de GroupM,
que es el grupo que nuclea a todas las agencias de medios de WPP. Mi
parte es el 49% de Young & Rubicam Brands, el núcleo
generador del concepto, Wunderman Montevideo y Wunderman Zonamérica,
que son oficinas de la empresa número uno de marketing directo y
promociones. Ambas disciplinas son mensurables y focalizan sus
esfuerzos en convertir al público en cliente, creando lazos de
lealtad y modificando las conductas de consumidores, comerciantes y
fuerzas de venta. La empresa tiene 65 oficinas en 39 países, que
manejan el Customer Equity como un capital estratégico. En el grupo
también está Landor, un pionero en el diseño pensado como una
poderosísima herramienta para la identificación de empresas y
marcas, fundado en 1941 por Walter Landor, y adquirido por Young
& Rubicam en 1989; y Sudler & Hennessey, una agencia
fundada en 1941 por Art Sudler y Matt Hennessey, que ha innovado en
comunicaciones y marketing especializado en el cuidado de la salud.
Cuando traemos este rompecabezas de nombres y responsabilidades a la
realidad, es necesario explicar la independencia de las unidades de
negocio. No conozco a la mayoría del equipo de trabajo de las
empresas de las cuales es socia mi esposa y yo no.”
“La
sociedad con Young & Rubicam es excelente. Ellos dicen: Moré
cuide el negocio, cuide al cliente y cuide la marca, que el dueño de
la compañía es usted.”
Hizo
lo que pudo
Éxito.
Experiencia. Gracias. Compartir. Comunicación. Equipo. Vino.
Trayectoria. Crecimiento. Enseñar. Oportunidad. Estrategia. Amigo.
Confiar. Profesional. Consejo. Publicitario. Inteligente. Empresario.
Clientes. Construir. Felicitaciones. Años. Agencia. Profesor.
Fundar. Dedicación. Pasión. Trabajo. Álvaro. Son los treinta
conceptos que cierran un libro que le regalaron sus amigos para
celebrar las tres décadas de Moré en la publicidad, cumplidas en
2008. La publicación, titulada Hice lo que pude, aporta una mirada
colectiva de quienes comparten con él un tiempo, un espacio, y
muchos intereses.
Peñarol,
amigos, vinos
Luego
de trabajar en forma intensa en publicidad, en la agencia y en la
docencia, Álvaro Moré tiene la mayoría de sus amigos entre sus
colegas. Sin embargo desde hace años se dedica a la cata de vinos,
lo que le dio una cantidad de nuevas afinidades. Su pasión por el
vino lo llevó a realizar varios cursos y a recorrer la ruta del vino
en California y Mendoza, integra varios grupos de cata, especialmente
uno que se reúne todos los meses desde hace años. Su otra pasión
es el Club Atlético Peñarol, al que asesora en su imagen
publicitaria e institucional.
Fascinante la trayectoria de Alvaro More. Es una prueba de que el que quiere puede lograrlo, pero como bien dice no es facil. FELICITACIONES al señor More.
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