Crónicas de un bar y tertulia de Barranquilla
Gabo mirando por la Escotilla de La Cueva, 2007. (Fundación La Cueva) |
Sobre la base del artículo publicado en el semanario Brecha (Montevideo, 25/4/2014).
—“Colega,
te contaré algo pa’ que entiendas lo que La Cueva fue pa’ Gabito. Recién
había recibido el Premio Nobel, cuando desde el hotel oficial llamó a Germán (Vargas
Cantillo) pa’que juntara a la ‘mafia’
que había viajado a Estocolmo. A la noche siguiente, estaban reunidos en otro
hotel: Alfonso (Fuenmayor), Germán, con sus mujeres, Tita,
la viuda de Álvaro (Cepeda Samudio), él y Mercedes. Se la pasaron recordando
los tiempos del Grupo de Barranquilla, en especial a los que no estaban con
ellos: al Catalán (Ramón Vynes), a Figurita (Orlando Rivera), a José Félix (Fuenmayor),
hermano de Alfonso, al propio Cepedita, y a su adorado Alejandro (Obregón) que se había quedado en Cartagena. Fue
aquella noche que comentó algo que dejó a sus amigos sin palabras: ‘Aunque
de todos modos hubiera sido escritor, porque es mi vocación, la etapa más importante de mi vida la que pasé con ustedes. Sin Barranquilla,
no sería Premio Nobel’. Una confesión
secreta, que Gabo reveló al público muchos
años después.”
Heriberto Fiorillo, periodista, escritor, presidente de la Fundación La
Cueva, bien avanzada la noche del sábado el 15 de junio de 2013.
Restaurante La Cueva, en Calle 59, Carrera 43, Esquina, Barranquilla. (Fundación La Cueva) |
—En Barranquilla es tan popular como el Estadio Metropolitano (“el hogar de la selección”), el Bar La Troja, Patrimonio Musical de Colombia, donde se baila salsa todos los días, el legendario Castillo Salgar, símbolo histórico del Caribe barranquillero, la catedral María Reina, con su estilo modernista único en el mundo, y casi tanto como el río Magdalena, que le entrega a la capital del norteño departamento del Atlántico su carácter de Distrito Especial, Industrial y Portuario.
—“Es
la cuna intelectual de Gabriel, donde concibió La
Hojarasca, su primera novela, que
escribió entera en Barranquilla luego de pasar un domingo de carnaval en Aracataca, con Doña Luisa, su mamá. Allí
se reunía con sus compañeros del diario El Heraldo y del semanario Crónica, y con escritores avezados quienes
sabiamente supieron guiarlo por el complejo camino entre la literatura y el
periodismo. Gabriel solía decir que en las tertulias de La Cueva comprendió que
sus cuentos juveniles eran apenas elaboraciones intelectuales, que nada tenían que ver con la
mágica realidad que narró después”,
afirma el arquitecto Carlos Bell Lemus, docente universitario, investigador del
patrimonio urbano de su ciudad y guía experto, siempre dispuesto a compartir su
conocimiento en más de una recorrida por la “Puerta de Oro de Colombia”,
también conocida como “La Arenosa” o “Curramba”, nombre que le daban los
barranquilleros que se radicaban en Bogotá.
Comedor del restaurante con sus obras de arte. (Fundación La Cueva) |
—“Mafia”
era una forma entrañable que García Márquez utilizaba para llamar a sus
compañeros del Grupo de Barranquilla, una tertulia creada en 1940 en la
Librería Mundo, de Jorge Rondón Hederich, donde se discutía hasta la media tarde,
y en las mesas del cercano Café Colombia, donde amanecían deliberando
sobre literatura, música, teatro, cine, pintura y sobre el destino político y
económico del país. “Eran tiempos de la República
Liberal (1930-1946), del surgimiento
de un sentimiento colombianista, luego que se tomó real conciencia de la
perdida de Panamá. Aquella necesidad de una expresión nacional se puede ver
claramente en la arquitectura, y también en el periodismo y las letras”,
afirma Carlos Bell.
El bar y tertuliadero en la década de 1960. (Fundación La Cueva) |
—Con
el paso de los años y las tendencias, los tertulianos recorrieron otros bares, el Japy, el Americano, el Roma, el Tercer Hombre, hasta que se
apropiaron de La Cueva, un comercio de copas de Eduardo Vilá Fuenmayor, primo
de José Félix y Alfonso. “Aquellos sitios,
donde se fortalecieron las raíces de nuestra cultura caribe, forman parte de una
mitología fundacional.
—La Cueva es la única presencia material que aún persiste de una etapa gloriosa, quizá, por su personalidad original, quizá, porque se trata de un híbrido que combina sabiamente al restaurante, bar, museo, sala de video, teatro. Su gestión está basada en un menú gastronómico que es la gran herramienta de sustentabilidad económica. Muchos turistas, muchos viajeros, llegan para probar los mismos platos que disfrutaba Gabo”, reconoce Gustavo Bell, quien impulsó su declaración como Bien Cultural de la Nación, la máxima protección patrimonial otorgada por el Ministerio de Cultura de Colombia.
—La Cueva es la única presencia material que aún persiste de una etapa gloriosa, quizá, por su personalidad original, quizá, porque se trata de un híbrido que combina sabiamente al restaurante, bar, museo, sala de video, teatro. Su gestión está basada en un menú gastronómico que es la gran herramienta de sustentabilidad económica. Muchos turistas, muchos viajeros, llegan para probar los mismos platos que disfrutaba Gabo”, reconoce Gustavo Bell, quien impulsó su declaración como Bien Cultural de la Nación, la máxima protección patrimonial otorgada por el Ministerio de Cultura de Colombia.
Al borde de la terraza. (Fundación La Cueva) |
—La
Cueva cerró en 1969, cuando Eduardo Vilá no pudo continuar con su tarea de
mediador entre tertulianos. El Grupo se instaló en La Tiendecita, a la que Gabo llamaba “el último refugio", otra leyenda gastronómica y cultural de
Barranquilla donde también se sirven platos típicos del Atlántico. Pero ya no
fue lo mismo. El fundador, Ramón Vynes, había regresado a Cataluña, donde murió
en 1952.
—Álvaro Cepeda falleció en 1972, luego de haber renovado la narrativa de su país. Alejandro Obregón, el gran pintor colombiano del siglo XX, se fue a Cartagena de Indias, donde vivió hasta 1992. Del grupo original, en Barranquilla sólo quedaron Alfonso Fuenmayor y Germán Vargas, hasta sus muertes en 1994. Gabo, admirado en el mundo, se había mudado a Barcelona, y luego compartió su vida con Mercedes, entre México, La Habana y Cartagena.
—Álvaro Cepeda falleció en 1972, luego de haber renovado la narrativa de su país. Alejandro Obregón, el gran pintor colombiano del siglo XX, se fue a Cartagena de Indias, donde vivió hasta 1992. Del grupo original, en Barranquilla sólo quedaron Alfonso Fuenmayor y Germán Vargas, hasta sus muertes en 1994. Gabo, admirado en el mundo, se había mudado a Barcelona, y luego compartió su vida con Mercedes, entre México, La Habana y Cartagena.
—La Fundación La Cueva fue creada en 2002, y el restaurante reabierto en 2004, como institución gastronómica y cultural, por iniciativa del periodista Heriberto Fiorillo. Su nuevo local, ubicado en “Calle 59, Carrera 43, Esquina”, está repleto de fotografías, cuadros y reproducciones en tamaño y formato real que describen a sus tertulianos célebres, el más presente, Gabriel García Márquez.
—En el piso de la terraza sobresalen las pisadas de un elefante, en bronce, cubiertas de cristal, que evocan la noche cuando Eduardo Vilá no le abrió a un Alejandro Obregón pasado de copas. La leyenda cuenta que el pintor contrató al domador de un circo para que uno de sus elefantes rompiera la puerta, y luego bebieron hasta el amanecer.
—En
la parte alta de la pared, al fondo de la barra, hay un mural de Obregón: La mujer de mis sueños. A la izquierda
de la obra perduran los vestigios de dos tiros de otro parroquiano, Totó Movilla,
enojado por una broma del artista que siempre se negó a restaurar el cuadro,
porque “los agujeros blancos forman parte”.
Personajes del Grupo de Barranquilla, siempre prontos para salir en una foto. (Fundación La Cueva) |
—En la pared del comedor se exponen pinturas de Juan Antonio Roda, Noé León, Orlando Rivera, dentro del amplio espacio que alberga la biblioteca de los hermanos José Félix y Alfonso Fuenmayor. En un clima estético, donde la gastronomía patrimonial es fuente de creatividad plástica, literaria, sobresale una escotilla de barco, a la que el visitante puede asomarse para conocer una historia repetida en tres cuentos del Grupo: El ahogado que nos traía caracoles.
Biblioteca de los hermanos Alfonso y José Félix Fuenmayor. (Fundación La Cueva) |
Colombia cultural
—“A las mesas del Grupo de
Barranquilla también se sentaban Adalberto Reyes, Bernardo Restrepo Maya,
Miguel Camacho Carbonell, Néstor Madrid Malo, Rafael Marriaga, Carlos de la
Espriella y tiempo después Gabito García Márquez."
—"Era una actividad febril, que atrajo a varias de las personalidades del
medio artístico e intelectual colombiano: Fernando Botero, Rafael Escalona,
Consuelo Araújo, Plinio Apuleyo Mendoza, Próspero Morales Pradilla y Antonio
Roda."
—"En la década de 1950 era el eje de la pintura y la literatura nacional. Otros asistentes a las reuniones fueron los pintores Cecilia Porras, Héctor Rojas Herazo y Enrique Grau; Nereo López, Luis Vicens, Noé León, Juan Antonio Roda, Luciano Jaramillo, Ricardo González Ripio, Marta Traba, Bernardo Restrepo Malla, Ángel Loockhartt, el cineasta Luis Ernesto Arocha, Roberto Prieto, Julio Mario Santo Domingo, Alfonso Melo, Juancho Jinete, el fotógrafo Enrique Scopell, Roberto Prieto Sánchez, el Totó Movilla, Feliza Burzstyn, el poeta Armando Bustamante, José Consuegra Higgins, Meira Delmar, Armando Barrameda Morán, Juan B. Fernández y el economista y periodista Jorge Child Velez.”
Heriberto Fiorillo. (Fundación La Cueva) |
—"En la década de 1950 era el eje de la pintura y la literatura nacional. Otros asistentes a las reuniones fueron los pintores Cecilia Porras, Héctor Rojas Herazo y Enrique Grau; Nereo López, Luis Vicens, Noé León, Juan Antonio Roda, Luciano Jaramillo, Ricardo González Ripio, Marta Traba, Bernardo Restrepo Malla, Ángel Loockhartt, el cineasta Luis Ernesto Arocha, Roberto Prieto, Julio Mario Santo Domingo, Alfonso Melo, Juancho Jinete, el fotógrafo Enrique Scopell, Roberto Prieto Sánchez, el Totó Movilla, Feliza Burzstyn, el poeta Armando Bustamante, José Consuegra Higgins, Meira Delmar, Armando Barrameda Morán, Juan B. Fernández y el economista y periodista Jorge Child Velez.”
—“Era un grupo de ron, de
conversación, de arte, de periodismo y de literatura. Y sobre todo un grupo
para el que la amistad, esa entrega cómplice que posibilita todo lo anterior,
fue siempre una prioridad de su existencia.”
Heriberto
Fiorillo en su libro La Cueva: Crónica
del Grupo de Barranquilla, 2002.
Gabo con tres amigos de su "mafia", arriba a la derecha: Alejandro Obregón. (Fundación La Cueva) |
—“Yo fui el último del Grupo, por ejemplo, en diferenciar con claridad
el periodismo de la literatura porque cuando llegué a Barranquilla sólo llevaba
literatura y fueron ellos los que me hicieron ver la diferencia entre ambos
oficios. Una de las más serias y válidas críticas que me hacían era que yo no
marcaba esa diferencia. Que mi periodismo era muy literario. ¿Y cuándo vas a
separar las dos cosas?, me decían.”
—“Como yo era el menor me convertí un poco en el hermano que había que
sacar adelante. Ellos fueron decisivos en mi formación intelectual,
orientaron mis lecturas, me ayudaron, me prestaron libros y, como amigos, a
pesar de todas las circunstancias de mi vida, siguen siendo los mejores.”
—“Cuando trabajaba en Crónica, el semanario, teníamos que cerrar edición
a las doce de la noche y a veces calculábamos mal la cantidad de material y nos
faltaban dos páginas. En dos o tres ocasiones, me senté a escribir el relleno
de esas páginas y no se me ocurrió escribir un artículo periodístico, sino
literario. Era mucho más fácil para mí. Por eso en una sola noche escribí La
noche de los alcaravanes, De cómo
Natanael hace una visita y La mujer
que llegaba a las seis.”
—“Amigos son los que uno quiere como son, y los míos son Álvaro,
Alfonso, Germán... Los he escogido porque, primero, tienen una buena formación literaria;
segundo, porque poseen muy buen criterio y, lo más importante de todo: que de
verdad verdad, me dicen lo que piensan, así sea lo más doloroso.”
Evocaciones de Gabo a la periodista colombiana María
Teresa Herrán, 1983.
—“El mundo literario de Gabo está señalado por Barranquilla. Macondo fue
su dimensión local, el anecdotario de su niñez que luego se llamó Realismo
Mágico, pero cuando vino a vivir al puerto adquirió un saber universal, conoció
la peripecia de tantos y tantos inmigrantes, árabes, judíos, turcos, de todos
los rincones de Europa, porque su Barranquilla era una Babel sobre la que se construyó
la Colombia laica y republicana.”
Jaime Abello,
periodista barranquillero, director de la Fundación Nuevo Periodismo
Iberoamericano, con sede en Cartagena de Indias.
—“Hacia 1954, en la esquina de Boston
y Recreo funcionaba la tienda El Vaivén, de Eduardo Vilá. En una visita al
local, Álvaro Cepeda y Alfonso Fuenmayor analizaron las posibilidades etílicas del
lugar y convencieron a su propietario de rematar y hasta tirar a la calle toda
la existencia de comestibles, ropas y otros productos de ultramarinos, para
convertirla en un bar.”
—“La Cueva nació y se formó cuando
Alejandro Obregón estaba a punto de regresar a Europa y Gabito se acababa de ir a Bogotá.
Ramón Vynes había muerto dos años atrás en Barcelona y José Felix Fuenmayor se
había retirado a su finca en Galapa. Así que el alma de este tertuliadero y
bebedero eran Alfonso, Álvaro, Germán Vargas y Enrique Scopell, que en 1958 se
trasladaría a Miami.”
—“Si uno mira las fotos de la antigua
Cueva, la barra original quedaba del otro lado. Aquella fue fabricada con los
tablones que encontraron a mano y armada según el diseño de Alejandro Obregón,
recién llegado de España, donde se había ido de tapas casi todas las noches. Si
desea verlas sigue ahí, en las fotos de la pared. La nueva, concebida para la
penumbra cómplice, es más cómoda y elegante. Pensada para el deleite del
visitante.”
Heriberto Fiorillo, presidente de Fundación La Cueva.
Ellas no
—A la Cueva no iban las “señoras”, lo que dio lugar a toda clase de comentarios
y leyendas, en parte ciertas, a las que seguramente se les sumó el toque de
fantasía del Caribe. Las únicas mujeres que osaron entrar al bar fueron las
artistas que formaron parte del Grupo de Barranquilla: Cecilia Porras y Feliza
Bursztyn.
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