El
vasco independiente
Fernando Savater en el Teatro Maccio,
durante su conferencia
"Educar en defensa propia".
(Gobierno de San José)
|
Sobre la base de la entrevista publicada en el semanario Brecha (Montevideo, 1 de noviembre de 2012), actualizada en 2015 y 2017.
-¿La
política española anterior al franquismo, más aún en la Segunda
República, y la de la transición posfranquista, quizá, por
influencia de los exiliados, estaban más pensadas por filósofos que
la actual?
-Me
perdí la parte filosófica de la política española (lanza una
carcajada). ¡Ese día falté a clase! Sí es cierto que (José)
Ortega y Gasset, (Miguel de) Unamuno, y tantos otros pensadores del
siglo pasado, fueron admiradas figuras públicas, pero no pudieron
impedir que acabáramos en la guerra civil, y gobernados por alguien
a quien se le pueden atribuir muchos pecados, pero jamás el de la
Filosofía. También es cierta la influencia del pensamiento en el
exilio, que era lo mejor, dentro y fuera de fronteras. Ellos nos
inspiraron a reflexionar sobre un valor esencial de la democracia: el
laicismo. No sólo para comprender al Estado fuera de la religión,
sino también para prevenirnos sobre el riesgo de convertir una idea
en un dogma.
La Filosofía tiene un papel en la educación política, porque
además de técnicas y destrezas, la democracia necesita ciudadanos
capaces de persuadir y ser persuadidos. Pero provengo de un país
donde la gente se jacta con orgullo de ser impermeable a los
razonamientos persuasivos. ¡Así somos los españoles! Ahora se ve a
menos políticos con ínfulas filosóficas, pero no me molesta,
porque con los filósofos no nos fue demasiado bien.
-¿Será
posible alguna vez una España sin monarquía?
-Todo
puede suceder, porque, probablemente, hace mil años en nuestro
territorio no había reyes, y puede que dentro de medio siglo tampoco
los haya. Todo es transitorio en política, pero algo tengo muy
claro: los españoles tenemos problemas más urgentes a resolver: la
crisis económica, la desocupación, los riesgos de desafección del
territorio por el oportunismo nacionalista. Respeto a quienes opinan
que los problemas de España se solucionarán cuando echemos al rey,
pero hay temas tan urgentes, que mejor resolverlos dentro del actual
régimen. La discusión sobre monarquía o república tiene apenas una
importancia simbólica, y si me preguntan, respondo: prefiero la
república. Pero más me gustaría vivir en un país próspero, y
luego vemos como lo gobernamos.
-¿Hacia
dónde se dirige la pretensión separatista de Cataluña? ¿Cuánto
pierde España? ¿Cuánto ganan los catalanes?
-Si
triunfara la postura nacionalista, España se desharía, y apenas
ganarían los intereses fraccionarios, catalanes y vascos. Es lógico
prever que serán ventajas a corto plazo, muy poco sustentables, pese
a que la disputa los tiene como posibles ganadores. Cataluña no se
hizo rica por sí sola. Su desarrollo industrial se gestó en el
proteccionismo estatal del siglo XIX. ¡Y ahora amenazan con
marcharse! El nacionalismo es una enfermedad oportunista, como el
SIDA, que está atacando a una España debilitada; y por lo tanto sus
enemigos se ceban sobre su dolor. Cataluña, probablemente, ha sido
la autonomía peor gestionada, con más déficit, más corrupción,
con recortes brutales que han precedido a los del resto del país.
Esta manipulación tiene un objetivo muy claro: ocultar la culpa de
quienes han gobernado a los catalanes todo este tiempo, y acusar a
otros, que no los han gobernado. Es un discurso prepotente, que se ha
propuesto convencer a la ciudadanía de que los españoles los han
querido mal. Ojalá funcione la red de apoyo de los países, más o
menos sólidos, de la Unión Europea, pero no me atrevo a decir que
no habrá separación. Seguramente, sí habrá retrocesos y
modificaciones de los comportamientos más radicales, pero veo con
mucho pesimismo el futuro.
-Pero,
¿la reivindicación separatista no se basa también en un argumento
antimonárquico?
-¡Qué
va! Ese es otro discurso falaz de algunos voceros nacionalistas,
sobre todo porque hace un tiempo que la corona pasa por una etapa de
fuerte desprestigio. La realidad es exactamente al revés a lo que
dicen ellos: fueron los separatistas quienes se cargaron a la Segunda
República Española. Al principio fue la traición de (Lluis)
Companys, al dar un golpe de Estado al gobierno republicano de la
Generalitat (de Catalunya), y luego sus socios llamaron a (Francisco)
Franco para que destruyera lo construido. Aunque la propaganda
separatista cuenta este tipo de historias que parecen poco creíbles,
en los hechos hay gente que prefiere ser catalana porque se creyó el
invento de que son perseguidos por el Estado español.
-¿En
el País Vasco, el accionar de ETA ha ido a favor o en contra del
sentimiento nacionalista de la población?
-En
mi tierra parecen llegar a su fin el terrorismo y la violencia, dos
ingredientes que formaron parte de un cóctel fatal contra la
democracia, en el que también intervino el Carlismo (fracción
monárquica ultraconservadora). El terrorismo es una especie de
guerra civil larvada, con un perímetro acotado. Los terroristas se
esconden tras el escudo de los derechos ciudadanos, que el Estado
muchas veces debe golpear. La población queda en medio, de rehén,
y así surge la desconfianza en las autoridades y entre la propia
gente. La mayor parte del apoyo que pudo haber conseguido el
nacionalismo fanático, se parece al cuento del domador y el león.
El terrorista es como un domador que impone sus ideas a latigazos,
día a día. Al principio la mayoría creyó disparatadas aquellas
pretensiones, pero, poco a poco, muchos fueron acatando las órdenes
y con el paso del tiempo, entre la inseguridad y el temor, se fue
creando un dogma. Pese a la violencia, algo parece claro: los
separatistas catalanes están en mejor posición para alcanzar su
pretensión, que mis paisanos vascos.
-¿Hacia
donde va la crisis de la prensa española?
-Hacia
el mismo destino de la crisis económica general, porque se trata de
un fenómeno meramente empresarial. Lo paradójico es que los medios
que más critican los recortes sociales del gobierno, son los que
aplican las mismas o peores medidas de reducción al interior de sus
empresas. ¡Aunque se llame El
País! No es que pretenda
quitarle entidad a la crisis de la prensa española, pero me parece
mucho más preocupante que se acumulen los casos de persecución
contra los medios de expresión por algunos gobiernos
hispanomericanos notoriamente populistas. Allí hay un problema grave
para la democracia.
-¿A
quienes llama populistas?
-A
esos “próceres” que reparten promesas de los beneficios que
concede la democracia, pero sin pasar por los trámites, los
miramientos y las garantías que exige la buena acción política. La
democracia impone medidas de contrapeso de poder, que aplazan la
llegada a esos paraísos tan tentadores. El populismo salta por
encima de esos miramientos, en su intento por llegar directamente a
sus objetivos de poder político, económico, que suele encubrir con
acciones sociales. El populismo es una propuesta de largos saltos
hacia adelante, pero muy peligrosos, porque casi siempre se dirigen
hacia el vacío o en beneficio de quienes realizan las promesas. Es
verdad que la democracia real es más lenta, porque está llena de
trabas, y porque funciona poniendo dificultades al poder, nunca
acelerándolo. En cambio, los populismos se basan en estrategias de
aceleramiento del poder, que significan una gran tentación de éxito
rápido, pero que al final se transforman en un grave problema de
libertad para los ciudadanos. Siempre recuerdo un dibujo publicado en
una revista, a fines del franquismo, que mostraba a un “prócer”
autoritario que arengaba a una multitud: -Debéis
elegir: ¿nosotros o el caos?
A lo que la multitud respondía: -¡El
caos! Finalmente, el
“prócer” replicaba: -¡Tal
cual, también somos nosotros!
Los dictadores de ayer, son los populistas de hoy. Estoy convencido
de que la democracia es una alternativa entre esos “próceres” y
el caos.
-¿Cómo
visualiza el papel opositor de la izquierda histórica?
-Su
fracaso quedó a la vista: primero cuando en el gobierno no tuvo
reacción frente al nacionalismo, y ahora porque no tiene
alternativas creíbles frente a la crisis. Estamos esperando que la
izquierda reaccione, pero parece que no tiene muchas sorpresas
positivas para darnos.
-¿Leyó
algo sobre la ley uruguaya de despenalización del aborto? ¿Está de
acuerdo con los nuevos derechos que otorga?
-Fue
un tema que seguí en la prensa, con mucho interés. Es lógico, y
está bien, que haya personas que tengan aprensiones morales frente
al aborto, y también está bien que otros tantos no planteen el
problema en esos términos. Las leyes no resuelven problemas morales,
sino que se aprueban para que convivan morales distintas. Esta ley
parece ser así, porque establece presupuestos, cautelas, y dentro de
ello, lo lógico es que nadie sea criminalizado por su decisión de
abortar. Los problemas morales son una cosa, y los legales son otros.
Una ley de este tipo está para resolver asuntos penales, mientras
que los dilemas morales deberán ser resueltos por cada uno de
acuerdo a su conciencia.
Si me preguntan, respondo: es
peor traer al mundo a un niño indeseado y condenarlo a nacer en
condiciones indebidas, que evitar a través del aborto que su vida
sea una tragedia.
-¿Dónde
lo sitúan los otros dentro del arco político de su país:
izquierda, centro, derecha?
-No
me preocupa lo que se diga, para nada, hace mucho tiempo. Me gusta la
decencia, pero entiendo que no es de izquierda ni de derecha, a la
vista de lo que vemos (lanza una carcajada).
De
San José a Montevideo
-Democracia
y autoritarismo, educación e ignorancia, laicidad y fanatismo,
semejanza y diversidad, fueron los opuestos, entre tantos, sobre
los que reflexionó en dos conferencias: en la Feria
de Promoción de la Lectura y el Libro de San José, y
en la celebración de los diez años del Partido Independiente, del
que se declaró afín ideológicamente. Las siguientes son algunas de
sus frases, frente a los repletos auditorios.
Terremoto en Cataluña
−"Cuentan que en cierta ocasión el filósofo catalán Salvador Ferrater Mora cuando trabajaba como profesor en Estados Unidos, visitó a Jordi Pujol, por entonces presidente de la Generalitat, a requerimiento de éste. Pujol le preguntó por la opinión que tenían los yanquis de Cataluña y Ferrater repuso que lo ignoraban todo de la región, comezando por su mera existencia. Preocupado, el político nacionalista la dijo que algo había que hacer para dar a conocer a los americanos la presencia en el universo de Cataluña, y Ferrater, socarrón, apuntó: 'hombre, un terremoto podría ayudar...' Ahora cierto terremoto político está ayudando a dar a conocer a Cataluña en Europa y América, aunque desde luego no del mejor modo posible. Si en la propia España hay mucha gente que no comprende el conflicto catalán, imaginen ustedes lo que puede llegar a entenderse en países extranjeros y menos familiarizados con nuestros dimes y diretes."
−"En realidad, lo que cuesta comprender tanto fuera como dentro es que las democracias modernas no están formadas por territorios ni por clanes étnicos, sino por ciudadanos libres e iguales. Por decirlo más provocativamente, desde el punto de vista de la soberanía democrática no existen Cataluña ni los catalanes, así como tampoco Castilla y los castellanos, ni los otros. Ningún Estado democrático actual está formado por fracciones territoriales con derechos distintos a los del conjunto de los ciudadanos. Si decimos que los ciudadanos son iguales a despecho de sus diferentes sexos, etnias, preferencias eróticas o estéticas, creencias, etc., no es porque ignoremos que existen varones y mujeres, negros y blancos, creyentes y ateos, etc. Pero esas determinaciones, por relevantes que sean en lo personal, no condicionan la identidad política de cada socio de la democracia, que está por encima de ellas y es igual para todos."
−"Lo mismo ocurre con la pertenencia a tal o cual territorio del país, por nacimiento, domicilio o elección cultural. Sin duda hay personas que preguntadas por esta característica de sus vidas se definirán como catalanes, vascos, extremeños... o mestizos de varias, que son los más frecuentes. Pero lo mismo que no admitimos que sobre asuntos que afectan a todos puedan decidir sólo los blancos, o las mujeres, o los católicos, tampoco puede admitirse que esas cuestiones puedan decidirlas por separado los catalanes o los andaluces. El derecho a decidir es el poder de participación democrática que tienen todos los ciudadanos, no una herramienta de la que gozan algunos para prohibir que en ciertos temas intervengan los demás."
−"Nada de esto parece demasiado difícil de entender, salvo que uno abandone el método racional y se entregue al entusiasmo de sus prejuicios. Entonces los racistas negarán el voto a la gente de color 'porque es inferior', los mahometanos rechazarán los derechos ciudadanos de los cristianos porque son infieles, y los nacionalistas catalanes excluirán al resto de los españoles del derecho a decidir en Cataluña que preconizan porque creen que esa parte del país de todos les pertenece en exclusiva. Ni más ni menos."
Terremoto en Cataluña
−"Cuentan que en cierta ocasión el filósofo catalán Salvador Ferrater Mora cuando trabajaba como profesor en Estados Unidos, visitó a Jordi Pujol, por entonces presidente de la Generalitat, a requerimiento de éste. Pujol le preguntó por la opinión que tenían los yanquis de Cataluña y Ferrater repuso que lo ignoraban todo de la región, comezando por su mera existencia. Preocupado, el político nacionalista la dijo que algo había que hacer para dar a conocer a los americanos la presencia en el universo de Cataluña, y Ferrater, socarrón, apuntó: 'hombre, un terremoto podría ayudar...' Ahora cierto terremoto político está ayudando a dar a conocer a Cataluña en Europa y América, aunque desde luego no del mejor modo posible. Si en la propia España hay mucha gente que no comprende el conflicto catalán, imaginen ustedes lo que puede llegar a entenderse en países extranjeros y menos familiarizados con nuestros dimes y diretes."
−"En realidad, lo que cuesta comprender tanto fuera como dentro es que las democracias modernas no están formadas por territorios ni por clanes étnicos, sino por ciudadanos libres e iguales. Por decirlo más provocativamente, desde el punto de vista de la soberanía democrática no existen Cataluña ni los catalanes, así como tampoco Castilla y los castellanos, ni los otros. Ningún Estado democrático actual está formado por fracciones territoriales con derechos distintos a los del conjunto de los ciudadanos. Si decimos que los ciudadanos son iguales a despecho de sus diferentes sexos, etnias, preferencias eróticas o estéticas, creencias, etc., no es porque ignoremos que existen varones y mujeres, negros y blancos, creyentes y ateos, etc. Pero esas determinaciones, por relevantes que sean en lo personal, no condicionan la identidad política de cada socio de la democracia, que está por encima de ellas y es igual para todos."
−"Lo mismo ocurre con la pertenencia a tal o cual territorio del país, por nacimiento, domicilio o elección cultural. Sin duda hay personas que preguntadas por esta característica de sus vidas se definirán como catalanes, vascos, extremeños... o mestizos de varias, que son los más frecuentes. Pero lo mismo que no admitimos que sobre asuntos que afectan a todos puedan decidir sólo los blancos, o las mujeres, o los católicos, tampoco puede admitirse que esas cuestiones puedan decidirlas por separado los catalanes o los andaluces. El derecho a decidir es el poder de participación democrática que tienen todos los ciudadanos, no una herramienta de la que gozan algunos para prohibir que en ciertos temas intervengan los demás."
−"Nada de esto parece demasiado difícil de entender, salvo que uno abandone el método racional y se entregue al entusiasmo de sus prejuicios. Entonces los racistas negarán el voto a la gente de color 'porque es inferior', los mahometanos rechazarán los derechos ciudadanos de los cristianos porque son infieles, y los nacionalistas catalanes excluirán al resto de los españoles del derecho a decidir en Cataluña que preconizan porque creen que esa parte del país de todos les pertenece en exclusiva. Ni más ni menos."
Miseria e ignorancia
-“Ambas
son enemigas seculares de la democracia. La miseria no es sólo el
puro abandono, la pura indigencia, la ausencia de alimento, de
cobijo, sino algo más sofisticado: es la radicalización brutal de
la desigualdad. Vivir en sociedad significa que somos socios, que
estamos ligados por un pacto de lealtad mutual, por lo tanto, es una
deslealtad y una amenaza contra la democracia, que haya ciudadanos
abandonados por los otros. La miseria es una profundización radical
de las distancias que separan a los seres humanos, por sus
capacidades, destrezas u oportunidades. Los marginados no sólo
quedan fuera de la trama social, sino que además se ven
imposibilitados y pierden toda expectativa de formar parte de ella.
Todos ignoramos más cosas de lo que sabemos. La ignorancia no es
sólo la falta de conocimiento, sino que también, y mucho más, es
la imposibilidad de persuadir y ser persuadido. Es una deficiencia
social que inhibe la capacidad de expresar demandas a los otros, y de
comprender las demandas de los otros, dos elementos básicos de una
democracia.”
Un
banquero = 50.000 maestros
-“Después
de la Segunda Guerra Mundial y hasta fines del siglo XX, se había
conseguido un equilibrio medianamente razonable entre los ingresos de
la gente, pero en este milenio se ampliaron las desigualdades, hasta
límites abismales. No fue por las habilidades sociales, ni el saber,
ni por el valor social de una función. Por ejemplo, los educadores
están aplastados por la inmensa diferencia de privilegios, que sin
pudor se han adjudicado los directores de corporaciones financieras.
Un banquero gana lo que 50 mil maestros juntos.”
Vasallos y humillados
-“La
miseria moderna, además de tajante en sí misma, es comparativa. Los
que se ven perjudicados, además se sienten humillados, y son
víctimas de un proceso implacable de descomposición social.
Millones de ciudadanos están relegados a la categoría de vasallos
de las corporaciones.”
Seguridad social
-“Si
los buenos servicios públicos son los mejores instrumentos de
reparto y participación, la seguridad social es una verdadera
revolución de la modernidad. Ni Aristóteles, ni ninguno de los
grandes pensadores políticos, jamás hubiesen imaginado algo tan
innovador: que los ciudadanos, sólo por vivir en un mismo Estado se
sintieran obligados a contribuir y al mismo tiempo se beneficiaran
por un servicio que permite una igualdad de partida.”
Semejanza
y diversidad
-“Está
de moda decir que la riqueza humana está en las diferencias, pero no
es verdad. La mayor riqueza es la semejanza, que nos permite
comprender las necesidades de los demás, crear servicios que valgan
para todos. Los seres humanos nos parecemos mucho más que nuestras
diferencias.”
Ignorancia y temor
-“El
economista canadiense John Keneth Galbraith decía que todas las
democracias contemporáneas viven bajo el temor permanente a la
influencia de los ignorantes. Y es verdad, porque los ignorantes
tienen voto, toman parte de las decisiones, y pueden apoyar a
demagogos y populistas.”
Savater
dixt
-“Los
filósofos tenemos la rara capacidad de impresionar a la gente
haciéndole creer que hemos pensado algo nuevo, genial, cuando en
realidad la gente ya lo sabía.”
-“Sufrí
el franquismo hasta los 29 años. Sólo quienes vivimos una
adolescencia y juventud bajo dictadura, sabemos la importancia de la
democracia, con todos sus defectos, enfermedades y achaques.”
-“Si
tuviera la disposición mágica, por un momento haría una regresión
a la España franquista. Los jóvenes que se quejan de la democracia
verían nuestras carencias económicas, educativas, culturales, y
cómo estábamos sometidos al vasallaje, ¡nada de ciudadanía!”
-“El
servicio público fue el mejor mecanismo de redistribución económica
que se pudo crear en el siglo pasado; que no es perfecto, pero sí
muy eficaz.”
-“El
cambiar de opinión, el ser flexible ante el razonamiento de otros,
no sólo no es humillante, sino que es el mayor galardón de los
seres racionales.”
-“En
España, desde hace cinco años se vienen disparando las cifras de
exclusión social, y si la miseria no es peor aún, es porque todavía
funciona una ong salvadora: la familia.”
-“Cuando
una familia sufre problemas económicos le embargan la casa, y la desahucian: queda
en la calle. Cuando el que debe es un banco hay que correr a
socorrerlo. No es fácil de explicarlo, por lo menos para mí que no
soy experto en economía.”
-“Un
laico y un fanático se diferencian en cómo transmiten una misma
idea. Para un laico, la creencia es un derecho de cada cual, y para
el fanático una obligación de todos.”
-“Los
fanáticos religiosos convierten su visión del pecado en un delito.”
-“En
una democracia todos somos gobernantes y gobernados, de ahí la
importancia de la educación.”
-“No
es que haya tolerantes por un lado e intolerantes por el otro. La
flexibilidad se forma, se desarrolla, y debiera ser recompensada
socialmente.”
-“Un
tema central en la democracia es la representación. Los indignados
españoles salieron a las calles para despotricar contra los
políticos, diciendo que no los representan. Es un absurdo, porque
esos políticos fueron votados... ¡y sí los representan!”
-“La
política es la mejor forma de vivir en democracia, y el
autoritarismo es el secuestro de la vocación política a todos.”
-“Por
donde voy, suelen preguntarme: ¿qué va a pasar en España? Siempre
les respondo lo mismo: Los ciudadanos libres preguntan: ¿qué vamos
a hacer?”
-“La
intolerancia es una forma de hemiplejia mental. A veces hablamos con
cada uno que parece que sólo le funciona la parte del cerebro donde
habita su fanatismo.”
-“La
política moderna, cada vez más, hace sus actos en el escenario
virtual de Internet. Las nuevas ágoras no están en las plazas, ni
los parques, ni los estadios, sino en las redes sociales. Los nuevos
carteles son los ordenadores, las tabletas y los teléfonos
inteligentes.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario