El maestro en su taller, 1946. (Archivo Torres García) |
Sobre la base del artículo publicado en el fascículo Nº 14 de la serie Inventos Uruguayos (Trocadero Gabinete DDiseño para El País, 22 de noviembre de 2011)
Joaquín
Torres García visualizaba el liderazgo del Sur de América en una revolución
expresiva sustentada por una estética humanista. Su obra creció estimulada por
las corrientes intelectuales de su tiempo, por el arte precolombino, y por una
sensibilidad de todos los tiempos expresada en la ancestral regla o proporción
áurea que rescató de las culturas árabe y griega.
Sus reflexiones han quedado
plasmadas en varios libros: Estructura,
La Ciudad sin Nombre, La tradición del Hombre Abstracto y con
mayor vigor y síntesis en Universalismo
Constructivo, una obra de referencia que reúne 150 conferencias y 253
dibujos realizados por el artista para apoyar gráficamente su “contribución a
la unificación del arte y la cultura continental”.
Constructivo 1944. (Museo Torres García) |
Torres
García fue un líder uruguayo y latinoamericano. Y aún lo sigue siendo. Su
energía creativa y erudita, sus formas contagiosas y sus colores primarios,
apasionaban a quienes lo adoraban, pero también a quienes lo resistían. Con su
personalidad tiernamente avasallante creó una línea divisoria fundamental en el
arte nacional y continental: hay un antes y un después de él, de su pensamiento
y de su pincel.
América invertida: "el Sur es nuestro Norte", 1943. (Museo Torres García) |
Arte Universal, óleo sobre tela, 1943. (Museo Torres García) |
Nació en Montevideo el 28 de julio de 1874, hijo del catalán Joaquim Torres Fradera y de María García Pérez. La familia Torres García emigró a Barcelona cuando Joaquín tenía 17 años. Allí participó del movimiento Noucentista Catalán que proclamaba el retorno al clasicismo y a la tradición mediterránea. El 10 de agosto de 1909 se casó con Manolita Piña i Rubíes y al año siguiente fue contratado para decorar el pabellón de Uruguay en la Exposición Universal de Bruselas, donde ubicó dos alegorías a la agricultura y la ganadería. En 1917 emprendió una de las tareas que más amó: juguetes didácticos en madera. Ese mismo año publicó su libro El descubrimiento de Sí Mismo. En 1926 estaba en París, relacionado con la vanguardia artística europea. Allí editó la revista Cercle et Carré y concibió su gran teoría: el Universalismo Constructivo.
Constructivo portuario, 1943. (Museo Torres García) |
Cuando Joaquín fue llevado a Buenos Aires, en 1887, para
someterse a un tratamiento antirrábico, regresó entusiasmado con la navegación
en el Río de la Plata y la contemplación de nuevos lugares y paisajes. Una
anécdota en apariencia mínima pero decisiva en su vocación artística.
“Es todo. Jamás había visto a nadie
pintar, excepto a los pintores de rótulos y paredes, ni casi pintura había
visto, excepto la del pobre museo montevideano, o la mala pintura italiana de
entonces. No le vino pues de nadie esa idea, sino de él mismo. Nació pintor.”
Comentario
autobiográfico en tercera persona de Joaquín Torres García, escrito en Historia de mi Vida, 1934.
Barradas
Se
conocieron en 1913, en Barcelona, cuando el uruguayo Rafael Pérez de Barradas
era un referente de la vanguardia europea. De inmediato se hicieron amigos,
expusieron juntos, y mantuvieron mucho contacto epistolar sobre arte,
filosofía, cultura, y también sobre sus vidas. Barradas admiraba a Torres
García como juguetero, aunque no dudó en estimular su evolución hacia la
pintura abstracta. La muerte Barradas, en 1929, fue una mala noticia que
conmovió a Torres, por entonces radicado en París.
Cercle et Carré (Círculo y Cuadrado)
fue la revista fue publicada por primera vez en París, en 1930, en la que
utilizó un logo original de carácter universalista.
Paisaje Ciudadano, óleo sobre tela, 1928. (Museo Torres García) |
José Gurvich era un violinista aficionado que en 1944 tomaba clases con el prestigioso maestro Julber. Allí conoció a Horacio Torres Piña, hijo menor de Joaquín Torres García, que quedó encantado con su talento musical y con sus pinturas. Al año siguiente ingresaba al Taller donde recibió las primeras lecciones de Universalismo Constructivo. Torres García acostumbraba a ordenar diez o quince días de trabajo, para que los alumnos pintaran sobre cartones que luego debían mostrar a sus compañeros. Cuando Gurvich expuso sus pinturas, Torres García las contempló un buen rato, llamó a su segundo hijo, Augusto, y le comentó: “Esto es un pintor”.
Taller Torres García en 1940. |
Memorable pronunciamiento de Joaquín Torres García en una conferencia de la Asociación Cristiana de Jóvenes, luego
publicado en la lección 44 del libro Estructura,
dedicado al pintor holandés Piet Mondrian (Montevideo, 1935).
Torres
García y sus alumnos realizaron, entre mayo y julio de 1944, los murales
constructivos del pabellón Martirené del histórico hospital del barrio Lezica. En
el trabajo participaron más de veinte artistas, entre los que figuraban Julio
Alpuy, Elsa Andrada, Gonzalo Fonseca, y sus hijos Augusto y Horacio Torres. Las
obras provocaron una dura polémica en la sociedad montevideana de entonces.
Muchos opinaban que los colores eran demasiado “estridentes” e “irritantes” y
que podían perturbar a los enfermos. Sin embargo las autoridades argumentaron a
favor, porque “gustaban” a los pacientes. Ese mismo año Torres García recibió
el Gran Premio de Pintura del VIII Salón Nacional de Bellas Artes por su óleo Paisaje de Mentón, y su hijo, Horacio,
el Premio del Retrato. Actualmente, en el hospital solo quedan cuatro de los 35
murales, de los cuales varios fueron trasladados a las Torres de las
Comunicaciones de ANTEL.
Abstracto y Concreto, ensayo, 1940. (Museo Torres García) |
Es
una prueba material del pensamiento de Joaquín Torres García dibujado en piedra,
entre 1938 y 1939, con la simbología del Universalismo Constructivo y su concepción
de la vida a través del arte. La obra se encuentra en los jardines del Museo
Nacional de Artes Visuales, en el Parque Rodó de Montevideo.
En mayo de 1936 la Asociación del Arte Constructivo presentó en
Montevideo, el primer número de la revista Círculo
y Cuadrado/Segunda época, que publicó el primer mapa de América del Sur
invertida. Fue editada hasta 1943.
El
innovador colectivo fundado por Joaquín Torres García fue presentado públicamente
el 25 de diciembre de 1934, en la Tercera Exposición de la Escuela Taller de
Artes Plásticas. Entre los artistas que acompañaban al maestro se encontraban:
Carmelo de Arzadun, Jorge Nieto, Héctor Ragni y Rosa Acle. La AAC era un espacio
de encuentro y reflexión que organizaba tertulias en las que también participaban
músicos y escritores. La pintura, la música y la voz se unían en esos
encuentros con “espíritu constructivista”.
La paleta de Torres García está compuesta fundamentalmente por
colores primarios (rojo, azul, amarillo), blanco y negro.
Torres
García incluía palabras en sus obras. Las utilizaba para representar objetos y
lugares. Construía sus cuadros de acuerdo a lo que él definía como: “Base
primera: que se represente una realidad bien precisa: “Plaza Independencia”,
“Ómnibus 122”, “el Cerro”, “Barrica de yerba”, “Motor eléctrico”, “Campo de
aviación”, “Parque Rodó”, “El Chaná”. Base segunda: que tal realidad sea de
esta ciudad: es decir, Montevideo. Base tercera: que sea el tiempo en que
vivimos, siglo XX.”
Muchas son las representaciones simbólicas en la obra de Torres García.
Cada una tenía para el maestro un significado especial. “El Hombre es un símbolo
de la existencia universal e imagen del Universo. Cuando está erecto es la
expresión esencial humana de la tendencia ascendente y evolutiva”, afirmaba el
maestro.
Sección áurea
Es
la división de un segmento (1 en el ejemplo) de tal forma que el segmento menor
(1-x) es al segmento mayor (x), como este (x) es a la totalidad (1). Esta proporción
áurea se consigue al dividir el segmento con el número áureo. En el ejemplo el
segmento 1 mide 5,6 cm. Si se divide el segmento por el número áureo (1,618) se
obtiene la longitud del segmento menor, o sea 3,46 cm. En el Universalismo Constructivo
las tres longitudes (1, x y 1-x) quedan armónicamente relacionadas.
En 2002 la Intendencia de Montevideo contrató a un estudio de
diseño gráfico para crear una tipografía digital inspirada en la letra escrita
a mano por Joaquín Torres García. Se puede instalar en la computadora desde: www.montevideo.gub.uy/jtg/
La
cifra surge de proporciones encontradas en la naturaleza que cautivaron, por su
armonía y belleza, a matemáticos, naturalistas y a artistas como Torres García.
La llamaron Fi y se simboliza con el
signo griego (φ). Su valor, 1,618... es un número infinito (irracional) del
cual es imposible conocer todas sus cifras. Fue descubierto en la antigüedad al
estudiar las proporciones de algunas caracolas (como la del Nautilus), las
piñas y hojas de algunas plantas. Las figuras geométricas construidas mediante
proporciones áureas resultan sumamente armoniosas. La concha del Nautilus crece
con forma de un espiral formado por un encastre de rectángulos de proporciones
áureas.
Fue creado por Manolita Piña de Torres –viuda del artista–
cuando tenía 106 años de edad, junto a sus hijos Olimpia, Augusto e Ifigenia,
con el apoyo de la Generalitat de Catalunya y del Ministerio de Educación y
Cultura de la República Oriental del Uruguay. Su sede actual de la peatonal
Sarandí casi Bacacay, inaugurada en 1990, conserva un importante acervo de la
obra de Joaquín Torres García, tanto artística como documental. En sus siete
plantas funciona un Archivo y Biblioteca, una Librería y Tienda de Arte, y una
Sala de Exposiciones. El Departamento Educativo incluye actividades para grupos
preescolares, escolares y liceales, talleres de formación artística para
público en general, seminarios para docentes. La visita guiada, en español o en
inglés, está a cargo de especialistas en la obra del artista.
Eran
pequeñas obras artísticas diseñadas para divertir, aprender y crecer:
ferroviarios, arlequines, mujeres y hombres, pájaros articulados, aves de
granja, autos deportivos, elefantes, jirafas, gatos y un caballito mecánico
llamado Go-Pony. “Si el niño rompe sus juguetes es, en primer término para
investigar, después para modificar. Conocimiento y creación. Démosle pues, los
juguetes a piezas y que haga lo que quiera”, escribió en Historia de mi vida. Torres García los concebía como un
entretenimiento didáctico, pero también como un emprendimiento productivo y
comercial. Fue así que el 6 de noviembre de 1918 fundó la Sociedad del Juguete
Desmontable, con el industrial catalán Francisco Ramblà.
Arlequín, juguete de 1925. (Museo Torres García) |
Rojo y Blanco, 1938. (Museo Torres García) |
“El niño aprende jugando. Pues el juego, para él, ha de ser
ejercicio de múltiples experiencias y actividades. De creación y
descubrimiento. De conocimiento de las cosas y de sí mismo.” (JTG)
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