Noches
de radio, días de sueños
Raúl Barbero disfruta contando historias al lado de su biblioteca. (Ignacio Naón, 2008) |
Su
magnífica biblioteca, con vista al bulevar Artigas, para él era un espacio
íntimo, repleto de recuerdos viajeros, pequeñas esculturas y
grandes reconocimientos al publicitario, periodista, locutor radial,
libretista, que también es biógrafo y un charlista de nota. Entre
libros ordenados por temas, prolijamente ubicados, solía contar un sinfín
de anécdotas, algunas increíbles, que describen una vida señalada
por la inteligencia, la creatividad y la innovación cultural. Nacido
el 7 de noviembre de 1917, a los catorce años comenzó en la
radiotelefonía con una audición infantil. En ese mismo programa
cantó su primer tango: Confesión,
de Armando Santos Discépolo y no tardó en ser admirado como Le
Chansonnier Raúl.
Poco después, con la revista El
circo aéreo,
un gran suceso del momento, fue aclamado como "galán—cantor". Con
Julio Néstor Olivera escribió episodios y guiones para programas
memorables: Crónicas
de Montevideo, El
Mariachi 45, Curiosidades
féminas, Sucedió
una vez, Quién
es quién,
entre tantos otros. También fue libretista de El
teatro del sábado, El
viejito de la bolsa,
y de artistas de relieve internacional como Los Lecuona Cuban Boys o
Jorge Negrete. Raúl Barbero fue comentarista de básquetbol,
analista de fútbol para la BBC de
Londres, y por décadas, columnista del diario El
País
con los seudónimos Pepe
Vinacho y Rebar.
En 1952 inició su trabajo en Cruz
Propaganda,
donde fue organizador del Departamento de Radio. Tres años después
fundaba Ímpetu
Publicidad,
con su entrañable compañero y amigo de todas las horas: Luis
Caponi. Raúl Barbero falleció el 1 de diciembre de 2014.
Sobre la base de entrevistas realizadas para el libro Buen Alimento, Buena Vida, 30 años de Nestlé en Uruguay (Naón & Olveira, 2009), y con Alexis Jano Ros para el libro Publicistas, Historias y Memorias (Ediciones del Aprendiz, Montevideo, 2010).
Sobre la base de entrevistas realizadas para el libro Buen Alimento, Buena Vida, 30 años de Nestlé en Uruguay (Naón & Olveira, 2009), y con Alexis Jano Ros para el libro Publicistas, Historias y Memorias (Ediciones del Aprendiz, Montevideo, 2010).
Luis Caponi, cofundador de Ímpetu Publicidad y amigo entrañable de Barbero. (Ignacio Naón, 2008) |
—“Nací
en la sede del Club de Toreros, de la calle Daymán, hoy Julio
Herrera y Obes, entre Paysandú y Cerro Largo, que en realidad era la
casa de mi abuelo, de profesión picador de toros. Se llamaba Club
Guerrita en homenaje al famoso matador español. Tengo un recuerdo
muy infantil del triunfo del fútbol olímpico de Colombes, en 1924.
Cuatro años después escuché por radio aquel gol de Scarone,
el Tuya
Héctor;
fue en la Casa Güelfi, donde vivimos la alegría del triunfo de
Ámsterdam. Por
entonces ya estaba Radio
Paradizábal, General
Electric y
la Westinghouse que
después fue Oriental. La
información se transmitía por los altoparlantes de los diarios, El
Imparcial, El
Plata, El
Día,
que recibían noticias por vía telegráfica y que enseguida las
daban al público que se agolpaba en las aceras.”
—“Mi
abuelo se llamaba Manuel Curiel y Cortada, un inmigrante de Salamanca
que vino al Uruguay alrededor de 1860. Fue un exitoso empresario de
toros, que trajo cuadrillas muy importantes, de quien escuché una
anécdota de Punterét, un famoso torero valenciano, que al parecer
salió al ruedo con una gran depresión, por un desengaño amoroso, y
en el intento de hacer algo impactante para el público, se arriesgó
a una prueba suicida, que llamó La
suerte de la silla.
El hombre esperó al toro sentado y en el momento de levantarse se
fue para atrás y el toro lo mató. Por ese incidente fue aprobada
una ley que ordenaba la colocación de un émbolo de acero en las
astas, para evitarle heridas al torero. Mi abuelo estaba en las
corridas de toros de la Unión, pero también en el Cerro hubo una
plaza muy popular. Después nos mudamos a Justicia 2010, en La
Comercial, donde inicié una de las amistades más lindas de mi vida,
con el querido Hugo Alfaro.”
Hugo Alfaro, amigo de la
infancia y compañero
radial en el Mundial 1930.
|
Los
niños relatores
—El
Mundial de Fútbol de 1930 fue trasmitido por CX6, la primera radio
del SODRE, con la cobertura de Ignacio Rodríguez Riera y Emilio
Elena, ambos presentes en los diez partidos disputados en el Estadio
Centenario. Pero no fueron los únicos. En la memorable final ganada
por los uruguayos a los argentinos, un frío 30 de julio, los
afamados periodistas tuvieron una competencia de la que, quizá,
nunca se enteraron. Dos jovencitos de trece años, que compartían
una entrañable amistad y una pasión por el fútbol, realizaron una
trasmisión que solo escucharon ellos y sus eventuales vecinos de la
tribuna Olímpica. Uno era el relator, otro el comentarista, ambos
con sus micrófonos imaginarios. Luego del partido, los precoces
cronistas volvieron a La Comercial, su barrio, de la mano de sus
padres. Aquellos pequeños soñadores, que jugaron a ser narradores
de la gloria, luego fueron grandes hombres de la comunicación
uruguaya. Hugo Alfaro y Raúl Barbero.
—“A
los dos nos gustaba locamente el periodismo. Mire lo que son las
cosas. Mi casa quedaba enfrente al Juzgado de Paz de la 19ª sección,
en donde trabajaba Don Agustín Ciriaco Alfaro, el padre de Hugo.
Íbamos juntos a las matiné del cine Concert, que quedaba al lado de
mi escuela, la Perú, de 18’ y Joaquín Requena. Yo tenía una casa
con un fondo amplio, y en un cuartito habíamos instalado nuestro
estudio con un “micrófono” (se ríe). Hacíamos comentarios de
fútbol, y además Hugo comentaba sobre jazz y yo sobre tango; pero
en octubre de 1931 yo estaba pasando un momento de depresión, porque
había fallecido mi madre hacía unos meses y me vi en la necesidad
de trabajar y dejé la escuela en sexto año. Un
día mi padre, que era funcionario de la Dirección de Impuestos
Internos me contó que un compañero tenía una audición en El
Espectador.
Era un gran cantante aficionado Guillermo Millot, conocido
como El
Mirlo,
que quería incorporar un espacio infantil. Me lo propuso a mí, que
tenía catorce años: debía contar cuentos, fábulas, poemas.”
—“Mi
primer nombre radial fue El
Pibe Raúl.
Comencé con la audición un domingo, acompañado por los
pianistas Teddy Lazcano
y Pirulo Barthe,
nombres que hoy nada dicen; pero Barthe fue letrista de Gacho
Gris (tararea
el tango mientras marca cada estrofa con la mano)."
Gacho
gris arrabalero
Vos
triunfaste como el tango
Y
escalaste desde el fango
Toda
la escala social…
—"Todas
las radios tenían por lo menos un pianista. Nosotros teníamos dos
de primer nivel y El Mirlo cantaba con ellos algunas
arias de ópera; pero la moda era la canción mexicana, por ejemplo
el repertorio de José Mojica que fue previo al bolero: Quiéreme
mucho, Tu sonrisa de cristal, Oh dulce
misterio de la vida. Con ellos estuve dos años, hasta que
llegó la oportunidad de El Circo Aéreo, un
programa muy popular dirigido por el Capitán Acreimlan. Fue la
primera revista musical que se hizo en radio, que me llevó a ser lo
que en esa época se llamaba galán-cantor: Chansonnier
Raúl (se ríe). Fueron ocho años, con presentaciones en el
Teatro Solís y salas del interior; hasta que hice un paréntesis en
1940."
—"Mi
actuación radial no se interrumpió, porque estaba conectado con la
gente de la radio Águila, CX32, que estaba donde ahora
queda el Hotel Lancaster. ¡Qué personalidades! Juan Carlos Patrón,
Edmundo Bianchi, un gran poeta, y Pintín Castellanos,
que hacía la dirección musical. Conseguí mi propio espacio con un
canje. Necesitaba un sobretodo y un día aparecí con un negocio con
Goes Palace: “la sastrería que a todos complace”. Un slogan que
no era mío, pero que utilizaba porque tenía que hacer de todo;
libretar, crear los avisos y hasta cantar. Me acompañaba Adolfo
Mondino, un gran compositor de tangos muy famosos: Maula,
Mía, El Foxtro, Parisina, entre muchas piezas más que le grabó
Julio De Caro, con letra de Víctor Soliño."
Parisina
color de champagne
Con
tu risa feliz de mujer
Se
refleja en forma fiel
la
alegría y el placer
Cuando
pasas por el Boulevard
con
tu andar de emperatriz
me
parece que llevás en ti
Todo
el chick y sprit de París...”
Hugo
—“Diré
modestamente, que los más creativos éramos el Cocho (Raúl
Barbero) y yo. En el ´30 sacamos la revista Centenario Sport,
el único periódico del mundo cuyo tiraje no pasaba de un ejemplar.
Se explica: era manuscrita. El Cocho tenía una letra
impecable, y hacía las cuatro carillas de cuaderno. Éramos un
mini-tabloide, en parejos caracteres de imprenta y ningún borrón.
Leíamos las crónicas que aparecían en El Día sobre los
partidos de la Primera División y las reescribíamos sin que la palabra
plagio nos rozara. También publicábamos avisos, sin conocimiento de
los avisadores: la contratapa, por ejemplo, estaba generalmente
destinada al de Untisal. Un señor en camisón, interrumpido el sueño
a medianoche, se pasea de mala gana con un crío en brazos que no
deja de llorar; al pie el texto tranquilizador: Untisal al pecho,
remedio hecho. Yo lo había calcado de un diario. Pero ahí sí,
el Cocho se opuso aduciendo razones de ética periodística.
Tomó el original como modelo y lo hizo idéntico. Quedamos los dos
con la conciencia en paz.”
Hugo
Alfaro en Mi Mundo tal cual es, Ediciones de la Banda
Oriental, Montevideo, 1984.
—“En
1936 ingresé a la Universidad de la República, primero como
mensajero y luego como administrativo. Dos años después asumía
como rector Carlos Vaz Ferreira, que me propuso para la
secretaría del Instituto Cultural Uruguayo-Argentino, que se estaba
por fundar. ¡Qué Universidad aquella! Don Raúl Montero Bustamante
era vicepresidente de Artes y Letras; Clemente Estable, de
Ciencias; Alberto Zum Felde, estaba en la Secretaría de
Interior; José Mora Otero era responsable de Exterior, antes de ser
un destacado secretario general de la OEA. Con ellos estaban:
Fernando Silva Valdez, Emilio Oribe, Roberto Levillier, que era el
embajador argentino y presidente de honor; yo estaba muy cerca de Vaz
Ferreira, que era el presidente ejecutivo."
—"Mis
días eran muy movidos. De mañana y de tarde, en la
Universidad y de noche, en El Circo Aéreo, en la
radio General Electric. En algún momento me di cuenta
que a la gente de la Universidad le rechinaba un poco que yo cantara
en radio. Un día me habló el secretario, Eduardo López Labandera y
me sugirió que tenía una buena carrera y que el canto y la radio no
eran tan compatibles. Y lo entendí. Me fui de la Universidad en el
año 1956 siendo jefe de secretaría y secretario de actas del
Consejo Universitario. Eran tiempos en que no había taquígrafos, ni
grabaciones; se sudaba haciendo las actas.”
—“A
fines de 1941 me enteré que iba a salir una nueva estación, ¡y no
me aguanté! Era la Monumental,
con la característica de CX44; una onda concedida a Don Julio
Abassa, dueño de CX42 Fénix, que
la arrendó a Alberto Rossello y José Parducci. Ellos me propusieron
la Secretaría de Difusión y me metieron en una patriada. Era una
radio juvenil que hizo así, así (gira la mano mostrando la
palma y lo repite). Venía gente de Argentina y el éxito de ese
verano fueron Los Lecuona
Cuban Boys.
En la Monumental debutó
la folklorista Diana Moreno, y pasaron, Washington Oreiro, Elida
Acosta, Floreal Cavalleri y muchos otros que llenaban teatros; pero
fue difícil mantener ese ritmo, y la radio se fue desflecando de a
poco. Por
entonces tenía una gran amistad con Julio Néstor Olivera, con quien
escribíamos libretos para radio, y con Julio César Teysera, que
hizo historia en CX36 Radio
Centenario con
su ciclo Estos
son otros López;
un exitoso programa sobre la vida cotidiana de una familia.”
Luis
—“Con
Caponi teníamos una complementación muy grande. A él había que
pararlo porque tenía una fuerza arrolladora. Esos perfiles tan
diferentes nos daban mucha fuerza. Había anunciadores reposados,
tranquilos que me decían: “no me venga con Caponi porque me vuelve
loco” (se ríe a carcajadas). También había clientes que le
decían a Caponi: “no traigas a Barbero que le da mil vueltas a
todos los temas, si será efectivo, si no será”. Teníamos dos
hinchadas. Mi relación con Caponi fue mucho más que una sociedad.
Es una relación de hermandad.”
—“Comencé
en la publicidad por un trabajo pensado para Horacio
Torrendel, un cliente de Cruz
Propaganda,
que me propuso para más armar el Departamento de Radio de esa
agencia. Poco después hubo un hecho que me cambió la vida. Fue en
una cena del restaurante Plaza, ubicado donde ahora se encuentra
ahora el edificio Ciudadela, con motivo de una conferencia de José
Grosero, sobre la producción de avisos para radio, dirigida a socios
de la Asociación de Productores Publicitarios del Uruguay. En esa
cena tomé contacto con Raúl Fontaina y Juan Enrique De Feo. A los
pocos días Fontaina me pidió que escribiera un programa para
CX16 Carve,
producido por la agencia Massa
y Cía.
Se llamó Crónicas
de Montevideo,
e iba a las 20.15, tres veces por semana, con el elenco de Juan
Casanovas, Violeta Ortiz, Luís Vega, Margot Vera y otros."
—"Aquellos eran elencos brutales, que hicieron historia. Los relatores eran Julio Cabot, Américo Torres y Washington Belhot. Eran crónicas sin tiempo: desde las invasiones inglesas al asalto del Cambio Messina. El primer libreto que escribí contaba la apertura de una confitería en 1836, donde está hoy el Club Uruguay. El auspiciante era Academias Pitman. Hasta 1959, participé en el Teatro del Sábado, un lindo éxito auspiciado por las tiendas Introzzi. Llegué a escribir más de 200 libretos, sumados a lo hecho en otras audiciones: El viejito de la bolsa, ¿Quién es, quién es?, Sucedió una vez.”
—"Aquellos eran elencos brutales, que hicieron historia. Los relatores eran Julio Cabot, Américo Torres y Washington Belhot. Eran crónicas sin tiempo: desde las invasiones inglesas al asalto del Cambio Messina. El primer libreto que escribí contaba la apertura de una confitería en 1836, donde está hoy el Club Uruguay. El auspiciante era Academias Pitman. Hasta 1959, participé en el Teatro del Sábado, un lindo éxito auspiciado por las tiendas Introzzi. Llegué a escribir más de 200 libretos, sumados a lo hecho en otras audiciones: El viejito de la bolsa, ¿Quién es, quién es?, Sucedió una vez.”
—“Fue
impresionante la influencia de aquella radio tan popular, en la
publicidad. Hubo publicitarios que se volcaron a la radio de
inmediato. Solo como ejemplo: la agencia Orbe,
antecedente de Publicitaria
Gallardo compró
menciones y vendió a sus clientes. Así fue creciendo la relación.
Había audiciones como el propio Circo
Aéreo,
Eduardo de Pauli y sus éxitos, como Caramelos
surtidos, Mañanitas
del campo, de
Pucciano, con un éxito bárbaro, o Brochazos
camperos,
de Tito Serrano,
que fue un éxito fenomenal."
—"El Circo
Aéreo fue el principio histórico de los programas en
episodios. Malmierca hizo una vez una obra que se llamó Quién
mató a Charles Smith, en formato seriado, y luego comenzaron las
compañías de radioteatro. Una de las primeras fue la de Concepción
Olona, en CX20 Montecarlo: se reunían al lado del atril
y parecían pulpos leyendo todos de un mismo libreto. Después se
evolucionó al radioteatro con libretistas. ¡Ahí sí fue una
explosión!"
—"Fue
cuando surgieron los elencos de fines de la década de 1930 y
principios de 1940, como Acosta Cavalleri que estaba en CX30 y la
llevamos radio Monumental. En 1942 estaba Blanca
Bargueño, Chiquita Francis y un sinfín de elencos
de episodios. Solo en Carve había 22 libretistas
entre los que escribían guiones y continuidades: Wimpi,
Silvia Guerrico, Tomás Valenzuela, Fulvio Nelson Magdalena, Ramiro
Lacaste, Julio N. Olivera y yo, pero hubo muchos otros. La radio
tenía programación limitada desde las diez de la mañana hasta la
noche, con compañías dirigidas por Santiago Arrieta, con Josefina
Díaz, Juan Casanovas y Violeta Ortiz, y otros elencos con Luís
Vega, Margot Vera, Nischa Orajan, Angélica Femira. Nombres muy
grandes de otra época, que hoy dicen muy poco. Tenían el arrastre
que hoy tiene un personaje de teleteatro.”
La radio
—“Era
muy vendedora, por su alcance y su convocatoria masiva. Los slogans y
los versitos eran repetidos por la gente constantemente: ¿Qué
Hago? Me voy al Mago” es
todavía recordado. Había otros: “No
gracias… Fumo Buffs/Virginia Puro” fue
un éxito en su momento. Recuerdo que Agencia
Americana había
realizado un versito muy recordado que decía:
Pregúntele
a su vecina
con
qué cocina cocina
A
que le dice Volcán.”
—“La
cajita sonora tiene ese poder coloquial que la televisión nunca ha
conseguido. En aquel momento, la mujer se hacía la ilusión de que
el galán que escuchaba era así, que la actriz era de tal forma. Era
el peso de la imaginación. Había publicidad realmente buena. En los
éxitos de De Pauli había una avena que se llamaba Ica, que hizo una
convocatoria que llenó un estadio. Recuerdo un anunciador de Circo
Aéreo que
era Julio Bucito, propietario de la farmacia Rey, en 25 de Mayo,
frente al Palacio Taranco; que vendía los productos Coeur
de fleurs. Estaban
los Bailables
Geniol,
un programa argentino con las orquestas típicas de Fresedo y Canaro,
con Don Dean y sus Estudiantes
de Hollywood.
El baile comenzaba en Buenos Aires, a las diez de la noche, y venía
en directo por Carve.
Entre pieza y pieza, un locutor decía: “Geniol…Solo eso…Solo
eso Geniol”. En un momento la cuenta estuvo en la agencia Dial
Press,
de Julio Barreiro. Yo le hice un programa que escribía para Radio
Nacional: Una
tableta basta.”
Geniol
—“Era
una empresa que tenía desarrollos creativos formidables; uno que
tengo muy presente:
Venga
del aire o del sol
del
vino o de la cerveza
cualquier
dolor de cabeza
lo
quita con un Geniol.”
—“En Cruz
Propaganda permanecí
tres años, hasta que me retiré porque estaba desconforme con
mi remuneración. El director de la agencia era Raúl Aguerreberry,
que lo podría definir como un bohemio, talentoso, pero muy
desordenado. Allí conocí a Luis Caponi, que era contacto de cuenta
de Bazar Mitre y Angenscheidt y enseguida nos llevamos muy
bien. Cuando
Luis supo de mi renuncia, me propuso poner una agencia, pero,
realmente, yo no estaba demasiado convencido. Fui a hablar con
Fontaina, que me alentó y nos salió de garantía ante la Asociación
de Diarios. Hubo gente que nos apoyó como Lito Imperio
o Juan Gallardo. Pero también hubo colegas que intentaron
bloquearnos, diciendo que Fontaina era socio nuestro. El objetivo era
perjudicarnos, pero nosotros aprovechamos ese rumor y lo dejamos
correr. Era obvio que iba a nuestro favor (se ríe)."
Yerba
buena
—"Hay
una cosa que casi nadie sabe y es que Raúl Montero Bustamante, un
gran historiador, fue el autor de un viejo versito publicitario, en
la década de 1930:
Cuando
la mañana aclara
y
encendemos el fogón
Qué
rico es el cimarrón
cebado
con Yerba Sara."
—"Me
encanta contar como surgió el nombre Ímpetu. Yo vivía
en la calle Acevedo Díaz y trabajaba en un altillo en donde escribía
los libretos, y Caponi me había pedido que buscara un nombre y tenía
como veinte posibilidades para verlas con él. Llegó a casa y
vio que yo tenía arriba de mi escritorio una revista argentina de
publicidad que se llamaba ímpetu y no me dejó ni hablar: ese es el
nombre, ese es el nombre."
—En
aquel 1955, el gran diferencial de la agencia fue que pasó del aviso
suelto a la planificación. Los colegas iban a ver al anunciador y le
vendían el “avisito”, el “reclame”. Algo puntual, no
estructurado en un plan concreto."
—A
quien primero le hablamos de una estrategia fue a José Mutio, de
Bodegas Santa Rosa. Le presentamos una batería de trabajos y
planificación y tuvo un impacto brutal. Era un plan trimestral
completo: gráfica, cine, estadio. No lo podía creer. Teníamos
un muy buen equipo: Washington Guadalupe como director de Arte;
Aníbal Mainardi, que luego estuvo con Amarelle;
Sergio Patalagoity, que con dieciocho años estaba comenzando
en arte; y como directores Luís Caponi y yo.”
—“En el año cuando Ímpetu nació,
cada fin de semana salían 100 mil personas y solo en Montevideo
había 80 cines. Era otro país.”
—“Fuimos
al mercado a competir, a participar en concursos y ganar cuentas.
Nosotros hacíamos de todo. Un día le dije a Alfredo Guiria que yo
había sido creativo, por muchos años, sin saber que era creativo.
Redactaba avisos de prensa, hacía la fundamentación; hacía guiones
para radio y luego trabajé también para la televisión. La
agencia creció con intuición y ordenamiento, pero no sabíamos qué
iba a pasar. Nos fijábamos objetivos de facturación y comenzábamos
a sistematizar nuestro trabajo. Enseguida tuvimos a Caubarrere que
era muy importante. Nuestra primera recomendación fue que compraran
el slogan de ‘18 y Caubarrere’, que pertenecía a Rey Kelly. Creo
que le pagaron como 2.000 pesos de aquella época que era mucho
dinero…”
—“Los publicistas de hoy tienen una formación fascinante, globalizada. Nosotros, de vez en cuando comprábamos un New York Times del domingo, para seguir de cerca la evolución de la técnica gráfica.”
—"El primer canal uruguayo, Saeta
Televisión Canal
10, comenzó a emitir el 7 de diciembre de 1956, pero nosotros
tuvimos la visión de ir a Buenos Aires seis meses antes de la
primera emisión. Fuimos a Canal 7 con Caponi para ver cómo era la
mecánica de la publicidad. Ellos tenían televisión desde el año
1952 y estaban bastante encaminados con varias cámaras y
experiencias. En Canal 10 había una sola cámara y los avisos se
hacían en riel. Terminaba uno, venía el otro, el otro y así
sucesivamente (se ríe). Solo nosotros fuimos a capacitarnos antes
del comienzo de un medio."
—"Casi
simultáneamente se iniciaron también Carmelo Imperio, Oscar Enrique
Musse y Juan Carlos Victorica, un argentino que vino a hacer
Las noches brillantes de Angenscheidt, con Cristina Morán.
Aunque parezca mentira, hubo agencias que no querían oír hablar de
televisión, porque se enlentecieron muchísimo. Se ensayaban los
avisos una y otra vez y no había vestuario adecuado."
—"El
único camarógrafo que sabía operar aquellos equipos era Jorge
Severino. Teníamos miedo de que se agarrara una gripe, porque si
faltaba no había televisión, porque era en vivo. Jorge era un
fenómeno. A pesar de las limitaciones hicimos programas muy
buenos: Moulin Rouge, Tele Hípica, que eran
los últimos trescientos metros de las carreras de Maroñas. ¡Todo
filmado!
De
aquellos avisos heroicos recuerdo el éxito de Galletas Primavera. Lo
lanzamos en una carrera de la Vuelta Ciclista con Walter Moyano al
frente del Club Ciclista de Punta del Este. El locutor decía: “¿Cómo
va la carrera?...Bien, con Galletas Primavera”… ¡Fue
formidable!”
—"Muchas veces se ha dicho que la publicidad crea cosas , pero yo afirmo que sigue tendencias.”
—“El memorable Wilson gana tiene una historia. Nosotros comprábamos peleas de box. Recuerdo que peleaba Monzón y la compramos para la campaña de Por la Patria, el movimiento de Ferreira Aldunate. La propia pelea tenía dos textos: uno cuando suena el gong que empieza el round y otro cuando termina el round con otro gong. Entonces me pongo a hacer los textos y primero era: Segundos afuera. Primeros Wilson y Carlos Julio. El otro decía: Sonó la campana y Wilson gana."
—"Tenían que ser textos cortitos. Al otro día me llamó Caponi y me dijo: “tenemos el slogan: ¡Wilson gana!”. Nos reunimos en la casa de Ferreira y le dijimos que el Wilson Ferreira Aldunate se terminó, que era muy largo y teníamos que vender un nombre más corto, más popular, y se lo presentamos. Pero de primera a Wilson no le gustó y no estuvo de acuerdo. Entonces Caponi le dijo: -shhhhhh…senador…shhhhhh, que los que sabemos de publicidad somos nosotros…y los de afuera son de palo."
—"Yo miré hacia la playa Pocitos desde aquel séptimo piso y pensé: aterrizamos en la arena. Wilson me miraba pero era para no mirar a
Caponi. Entonces me habla y me dice: “¿sabe por qué me calle?
Porque me di cuenta que la…. Esto lo sabe muy poca gente. Juan Raúl
Ferreira estaba presente y también estaba Radiccioni. Ese día
nació el Wilson gana. Luego hicimos quince fotos con
Testoni. Wilson tenía una pinta bárbara. Tuvimos un gran “producto”
para vender. Fue una experiencia apasionante. Aquella elección de
1971, se perdió por nada. Se perdió por quienes acumularon votos
para el Partido Colorado, el general Rivas y Pintos que hicieron los
13.000 votos de diferencia.”—"La publicidad debe decir la verdad; yo he visto cómo han sucumbido muchos productos por decir mentiras.”
—“La
publicidad se hace para imponer un producto sobre otro. No se hace
para manejar la opinión del individuo, al límite de que pierda su
personalidad. Eso no es así y es una limitación de pensamiento. Un
producto debe ser bueno, o la gente no lo compra aunque le canten
loas. Los
productos son creados por diseñadores y fabricados por empresas. La
tarea del publicista es también es creativa: formar una corriente de
opinión favorable al consumo de ese producto. Una sociedad
puede ser estudiada a través de la publicidad, pero la publicidad no
es determinante de los cambios; porque si lo fuera, las sociedades
cambiarían todas las semanas violentamente.”
—“Los buenos avisos tienen una dosis de ciencia, una dosis de técnica y también de arte. Una fórmula perfecta para vender.”
—“Me
retiré de la publicidad a los 68 años, en 1985, pero sigo
escribiendo columnas en El
País,
a mis noventa y pico, en dos secciones: una se llama Según
pasa el tiempo y
la otra Buenos
días.
A ambas las disfruto. Desde que tengo catorce años estoy haciendo
cosas y por suerte me gustan. A veces me desespero pensando que uno
se va a morir con una incultura bárbara. Yo miro esa biblioteca
(señala con la mano a su derecha) y la que tengo en el fondo y es
impresionante todo lo que tengo para leer y todo lo que tengo que
aprender. Siempre digo: ¡que me quiten lo bailado!”
—De la galena al satélite, de Raúl Barbero, es una historia escrita de la radio en el Uruguay, contada por quien la vivió.
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