jueves, 11 de noviembre de 2010

Con Daniel Vidart, antropólogo uruguayo, investigador de la Ecología Humana, cronista del patrimonio natural, histórico y cultural

El sabio de la tribu

(Alejandro Sequeira, 2010)
Nacido en Paysandú, el 7 de octubre de 1920, el antropólogo, investigador, ensayista y docente uruguayo sigue produciendo trabajos como si se tratara de un joven egresado de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Fue secretario del presidente Tomás Berreta, bastante antes de cumplir treinta años, luego vicepresidente del SODRE y técnico de la UNESCO en temas agrarios y de educación ambiental con un paso memorable por Colombia y Venezuela. En esa agencia de Naciones Unidas formó parte del Colegio Internacional de Expertos para el Estudio de la Ecología Humana en la Zona Árida. Es Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Montevideo y Miembro de Número de la Academia Nacional de Letras del Uruguay. “Está bien que exista un Sistema Nacional de Áreas Protegidas que preserve algunos de los ya hollados —pero aún no destruidos— ‘santuarios’ naturales, por el azote del turismo o las heridas del trabajo: islas, quebradas, montes indígenas, rincones serranos, sistemas lacustres y palustres”, afirma convencido, el sabio sanducero, quizá, el último polímata de las ciencias sociales de América Latina.

Sobre la base de la entrevista publicada en el fascículo Biodiversidad, N° 1 de la serie Áreas Protegidas del Uruguay, diario El País, 2010. Actualizado en 2016. Diseño, concepto visual y fotos: Alejandro Sequeira.

¿Qué es patrimonio natural?
Patrimonio viene de “pater”, que en griego y latín significaban “padre”. Originariamente, los invasores aqueos llevaban la patria (patriós) consigo. Ésta era de carácter inmaterial: se trataba de un intangible repertorio cultural. En cambio, el patrimonio, etimológicamente hablando, se refiere a la herencia material, pecuniaria que pasa de los padres a los hijos. La patria intangible de los invasores de la Grecia pre-helénica se trasladó, una vez que los nómadas se sedentarizaron y fundaron ciudades, al dominio económico de aquellos bienes representados por el dinero, los objetos y las posesiones inmobiliarias. Finalmente, la voz se transvasa al dominio social: se denomina patrimonio al conjunto de costumbres, usos, visiones del mundo, repertorios de objetos y construcciones que una generación trasmite, implícitamente, sin previo discurso, a la que la sucederá en el espacio y en el tiempo. Esta herencia sociocultural constituye una sumatoria de bienes materiales y valores espirituales, tangibles e intangibles como ahora se dice. Ergo: no hay patrimonio natural. La Naturaleza y la Historia constituyen los hemisferios que confirman la unidad existente en el planeta Tierra entre lo cósmico y lo humano. No existen, en consecuencia. ni el “Derecho Natural”, ni el humano “Estado de Naturaleza”, ni el tan mentado “Patrimonio de la Naturaleza”. La Naturaleza configura una urdimbre planetaria de geosistemas y ecosistemas, en tanto que las culturas y civilizaciones —o sea las culturas de las ciudades— tejen sobre aquélla una trama de antroposistemas y tecnosistemas con
rasgos propios.

Entonces, ¿no está de acuerdo con la división que se hace entre patrimonio cultural y natural?
No, porque solo existe patrimonio cultural. En la Naturaleza pura solamente existen sitios, lugares, espacios terráqueos, en los que se alternan la tierra y el agua. Los paisajes, inexistentes en la virginidad prehumana de Gea, surgen merced a la obra del hombre del pago, el “Paganus”, el paisano, y del ciudadano, padre y a la vez hijo de la “Urbs” romana o “Asty griega, entidades edilicias donde se convierte en cives o polités, sujeto de derecho. La naturaleza humanizada se convierte de este modo en paisaje, landscape en inglés, y landschaft en alemán.

(Alejandro Sequeira, 2010)
"Tanto filosófica como antropológicamente se ha distinguido muy claramente entre Naturaleza, lo dado, y Cultura, lo creado por el hombre."

¿Qué es biodiversidad?
Es un término que señala la interrelación existente entre los integrantes de un nicho ecológico, donde el bioma y la biota deben estar en equilibrio. Muchas especies vegetales y muchas animales —pensemos en el bosque tropical— entretejen sus roles en la llamada “cadena ecológica”, que es más correcto denominar alimenticia o trófica, iniciada a nivel de los seres autótrofos o productores, como son las plantas. La fauna de consumidores primarios o herbívoros (esta voz limita drásticamente el repertorio de alimentos que ofrece la flora: pensemos solamente en la jirafa, que devora hojas, o el mono frugívoro) es a su vez devorada por los carnívoros, consumidores secundarios. Entre éstos, a su vez, los carnívoros más diestros o poderosos se alimentan con los más débiles o vulnerables (el águila atrapa y come a la serpiente). Y al perecer los fagótrofos, que así se les llama a los integrantes del Reino Animal, los hongos y los microorganismos reductores del suelo viven de festín en festín, sin desplazamiento ni merodeo. Su mesa está siempre servida. A los restos animales hay que agregarle los de los vegetales: hojas, ramas, cortezas, troncos. Para que este proceso sea intenso es imprescindible la biodiversidad, la coexistencia de muchas especies en equilibrio con el medio y entre sí. Entonces, a partir de la substancia orgánica elaborada por los microorganismos y los hongos (microbiota y micobiota) reinicia el ciclo vital pues los vegetales aprovechan el abono generado por los microorganismos y los elementos minerales del suelo. Hay una leyenda muy extendida acerca de la sociedad entre indígenas y naturaleza. Yo he visto a los indios de la floresta trópico-ecuatorial sudamericana embarbascar las aguas para adormecer a los peces, y cuando el barbasco abunda miles de peces atontados, y no consumidos, perecen en los raudales y rabiones, o son comidos por las aves de presa. Y en esa misma selva sus habitantes originarios hacen grandes quemas de árboles para plantar allí mandioca. Cuando el suelo ya no rinde, levantan las malocas, incendian otra área boscosa,y así, estos plantadores itinerantes van dejando grandes calveros, donde solo podrá nacer una vegetación secundaria. Sin embargo eso no siempre ocurre porque las lluvias lavan los suelos lateríticos, pobres en nutrientes, y estos quedan expuestos al sol, que quema y degrada. Entonces, esos peladeros rojizos, que apenas pueden sustentar a unos raquíticos arbustos se transforman en los acusadores testimonios de una imaginada y glorificada sociedad armoniosa entre el indio y la naturaleza. Esto, por cierto no significa que haya mesura en la caza y recolección. Pero ambas actividades siempre dañan, siempre empobrecen el capital biológico y muchas veces atentan contra la biodiversidad.

Detalle del cuadro M62, del
artista uruguayo José Gamarra,
realizado en 1962 en técnica míxta
sobre tela, 51/65 centímetros.
(Galería de las Misiones)
Aunque el concepto de biodiversidad es muy moderno, también es imaginable que las comunidades originales que vivieron en nuestro territorio, ya cuidaban y depredaban el ambiente. ¿Quedan señas de identidad de ese trabajo?
En el Uruguay nada resta entre las poblaciones paisanas de nuestro interior de las técnicas indígenas de caza o pesca: solo sobrevive la tradición de que el monte, al que también recurre la gente de tierra adentro, era la farmacia del indio. La gente de los pagos ha heredado ese conocimiento de las plantas benéficas, que se utilizan, y de las dañinas, que se desdeñan. Existen pocos indicios de la economía indígena. Los rompecabezas de las costas del Este, utilizados para la matanza de lobos marinos, y las puntas de flecha y boleadoras que servían para la caza de herbívoros y ñandúes, fundamentalmente, no pueden constituir indicios de una cuidadosa administración del ambiente, sino todo lo contrario. Las pesas líticas de red que han sobrevivido, apenas nos ofrecen un indicio acerca de las artes de pesca, en las que se recurría a los anzuelos, arpones, flechas, redes y, sin duda, nasas. También podemos inferir, por comparación con las prácticas comprobadas por la etnografía, que se utilizaba “el ojeo” para la caza, llamado “chaco” en quechua, y no más. Ya no existen existen tribus en el interior del país y las tradiciones orales son insuficientes como para intentar una verosímil reconstrucción de las prácticas conservacionistas.

—"Se dice que el indio es un socio de la naturaleza y que el hombre blanco es un despiadado patrón de la misma. ¿Puedo dudarlo?"

¿Toda intervención del hombre contamina? ¿Cuál es el límite tolerable?
No es del todo así. En particular en esta época, en la cual las técnicas de producción e industrialización pueden ser terriblemente destructivas o juiciosamente conservativas, reconstructivas o creativas. Generalmente destruye y contamina, si no se racionaliza la demanda a la naturaleza y no “demanda ecológica”, lo que entraña un disparate pues la ecología en tanto que ciencia nada puede afectarla y el ecosistema en cuanto que entramado ambiental sí padece el saqueo, despojo y contaminación que impone el género humano. El hombre es un ser destructivo de su medio: para subsistir depreda, y ello ha sucedido desde la prehistoria. Los tan ponderados ancestros, donde había bosques los incendios nos legaron praderas: las sabanas del Orinoco tienen ese origen. Todo el bosque herciniano europeo cayó pajo el hacha de los agricultores danubianos en su marcha hacia el Atlántico. Y ni que hablar de los espantosos castigos que la minería, el monocultivo, la plantación itinerante, la deforestación comercial y la minería les han impuesto a las florestas de la zona tórrida. Otras veces, y ojalá que estas prácticas se extiendan, gracias al desarrollo de una enseñanza efectiva, a partir del jardín de infantes —sin caer en el terrorismo ambientalista— el hombre ayuda a la recuperación o mejoramiento de la naturaleza: planta bosques, domestica ríos —Egipto no es un “don del Nilo” sino del hombre neolítico—, gana tierras al mar y en ellas se siembra tulipanes, como en Holanda, etcétera. Pero todavía dista mucho la culminación de este sueño: los países ricos contaminan sus ríos, campos y poblaciones en tanto que los países pobres, expoliados por las economías centrales, que roban sus recursos naturales, condenan a los miserables al saqueo de los ecosistemas para durar en vez de vivir. Los límites tolerables tienen que ver con la capacidad de adaptación de la especie humana.

Uruguay trata de cultivar una imagen de “país natural”, pero ¿cuánto se hace para llevar a la práctica esa idea?
No existe el Uruguay Natural. Un excelente estudio realizado por el geógrafo Germán Wettstein demostró que desde el período indígena, pasando por el colonial, el del despertar republicano, el de las cruentas guerras civiles, el de los inmigrantes laboriosos del siglo XIX y el de la tecnificación rural y urbana contemporáneas, la naturaleza fue, constantemente, avasallada por el hombre. La ganadería y la agricultura cambiaron la flora y la fauna del Uruguay interior, y si a ello le sumamos las vías de transportes, los cultivos, las industrias de todo tipo, y los contaminantes sólidos, líquidos y atmosféricos provenientes de los sitios poblados y construidos, nada queda del territorio natural, que solamente fue virgen antes de la aparición del período paleoindio.

¿Se han preguntado alguna vez los montevideanos y demás gentes del sur por qué ya no se ven luciérnagas ni grandes mariposas con alas amarillas y negras? Pues la respuesta es simple: los agroquímicos han acabado con ellas.”

¿Son necesarias las Áreas Protegidas? ¿Por qué? ¿Para qué?
Es bueno preservar algunos de los ya hollados —pero aún no destruidos— “santuarios” por el azote del turismo o las heridas del trabajo: islas, quebradas, montes indígenas, rincones serranos, sistemas lacustres y palustres. Se trata de emular la instalación los Parques Nacionales, existentes en otros países. Esta denominación, aplicada a las estepas herbáceas de Serengeti en África o al Parque de Yellowstone en los Estados Unidos, consagra una buena práctica, siempre que se controlen los desmanes del turismo. Aunque es un tema menor, podría discutirse el empleo de la voz “nacionales” al referirse a tales zonas protegidas. La nación, un valor intangible, de carácter afectivo, encarnado en el “nosotros” y sazonado por la tradición y la historia, es algo muy distinto al territorio o al país en cuanto extensión geográfica, en cuya espacialidad se expresan los elementos de la naturaleza y se inscriben los precipitados paisajísticos de la cultura.

El río Queguay Grande a la altura del
Rincón de Pérez, que tantas

veces navegó Daniel Vidart.
(Guichón Info)
¿Qué sitios naturales del país son los que más disfruta?
Soy sanducero. Desde niño me atrajeron las islas, los crepúsculos ensangrentados, la cascadita del “río de los peines” o “del agua peinada (una de la interpretaciones del término guaraní Queguay), el Hervidero, ese delicado pulidos de ágatas, la meseta desde donde Artigas —de quien soy chozno es decir, directo descendiente— contemplaba ideales federalistas antes que paisajes terrestres. Mas tarde, cuando recorrí todo el Uruguay, muchas veces a caballo, encontré rincones maravillosos en las quebradas serranas, en las grandes praderas bajo la luna, en los amaneceres junto a los arroyos. Visité grutas, subí cerros y me tendí en las arenas de Punta del Diablo para mirar las nubes salobres que fingía la espuma al reventar la ola en la roca y, de paso, escuchar con deleite el rezongo del océano. ¡Hombre, ya escribí mucho sobre el paisaje uruguayo! Al que degusté en en sus aromas y colores, en su indescriptible encanto, en sus matices delicados, en sus vespertinas melancolías. La poesía empieza a hervir a borbotones: ¡alto ya! Quiero decir, para finalizar, que amo mucho el cuerpo de mi patria, a veces senil, a veces increíblemente joven. Semeja a una mujer de suaves curvas tendida de horizonte a horizonte.

—“La ganadería y la agricultura cambiaron la flora y la fauna del Uruguay interior, y si a ello le sumamos las vías de transportes, los cultivos, las industrias de todo tipo, y los contaminantes sólidos, líquidos y atmosféricos provenientes de los sitios poblados y construidos, nada queda del territorio natural, que solamente fue virgen antes de la aparición del período paleoindio.”

Daniel Vidart Bartzábal
—Nacido el 7 de octubre de 1920, en Paysandú, capital del departamento homónimo del litoral norte de Uruguay, es antropólogo, narrador oral y escrito, investigador, ensayista, docente.
—Fue director del Departamento de Antropología de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad de la República, profesor de Antropología en el postgrado de Ingeniería Ambiental en la Universidad Nacional de Colombia, que le otorgó el título de Profesor Emérito, también fue docente de Antropología en la Universidad Nacional y Director del Centro de Estudios Agrarios de la Universidad Católica de Santiago de Chile y de Sociología General y Nacional en el Instituto de Profesores Artigas, Montevideo.
—Entre 1952 y 1958 fue vicepresidente del Sistema Nacional de Radiodifusión del Estado (SODRE).
—En 1962 fue director del Centro de Estudios Antropológicos Paul Rivet, y trabajó para UNESCO en temas agrarios y de educación ambiental en Colombia y Venezuela.
—En la misma agencia de Naciones Unidas formó parte del Colegio Internacional de Expertos para el estudio de la Ecología Humana en la zona árida. Ha publicado sobre temas antropológicos, sociológicos y de historia social en el Uruguay, España y Colombia. 
En 2012 se casó con Alicia Castilla, una activista argentina en favor del autocultivo y consumo libre de marihuana, que estuvo presa por cultivar plantas de la especie. Desde entonces sigue con mucho interés el debate que provocó la ley que regula el mercado de la marihuana en Uruguay y sus relaciones con los poderes económicos y políticos.
"La marihuana no me pega, pero estudio su prohibición y la de otras sustancias desde mediados de la década de 1960. Tampoco fumo tabaco, prefiero una copa de vino y una dieta basada en vegetales y pescado, con las ventajas de vivir en el balneario Fortín de Santa Rosa, a pocos metros del mar", afirma.
En 2014 donó su biblioteca personal para la creación de una biblioteca pública que iba a denominarse Daniel Vidart, en el Fortín de Santa Rosa, departamento de Canelones, el proyecto no se desarrolló por problemas de burocracia municipal.


Daniel Vidart y su colega y amigo Renzo Pi Hugarte fueron declarados Ciudadanos Ilustres de Montevideo en 2007.

Honores y distinciones
Premio Morosoli 1996. 
Premio Bartolomé Hidalgo 1996. 
Premio Morosoli de Oro 2000.
En 2009 fue nominado miembro de número de la Academia Nacional de Letras del Uruguay.
—Doctor Honoris Causa de la Universidad de la República en 2013.

En 2015 el Correo Uruguayo emitió un sello en homenaje a su trayectoria de más de siete décadas en las ciencias sociales del país  y América Latina.

Obra
Daniel Vidart es autor de libros que reflexionan sobre los grandes temas de la historia, la sociedad y la cultura:
Tomás Berreta. La Industrial, Montevideo, 1946.
Esquema de una Sociología Rural Uruguaya, Ministerio de Ganadería y Agricultura, Montevideo, 1948.
Sociología Rural, Salvat, Barcelona, dos volúmenes, 1960.
Los pueblos prehistóricos del territorio uruguayo, Centro Paul Rivet, Montevideo, 1965.
Caballos y jinetes. Pequeña historia de los pueblos ecuestres, Arca, Montevideo, 1967.
El paisaje uruguayo. El medio biofísico y la respuesta cultural de su habitante, Alfa, Montevideo, 1967.
El tango y su mundo, Tauro, Montevideo, 1967.
Ideología y realidad de América, Universidad de la República, Montevideo, 1968.
El legado de los inmigrantes, con Renzo Pi Hugarte, Colección Nuestra Tierra, Montevideo, 19691970.
Un vuelo chamánico, Editorial Fin de Siglo, Montevideo, 1999.
En Ediciones de la Banda Oriental ha publicado:
Teoría del tango, 1964.
Los muertos y sus sombras. Cinco siglos de América, 1993.
El juego y la condición humana, 1995.
El mundo de los charrúas, 1996.
Los cerritos de los indios del este uruguayo, 1996.
La trama de la identidad nacional, tres tomos: Indios, negros, gauchos, 1997. El diálogo ciudad–campo, 1998. El espíritu criollo, 2000.
El Uruguay visto por los viajeros, cuatro tomos, 1999-2002.
El espíritu del Carnaval, 2000.
El rico patrimonio de los orientales, 2003.
Caballos y jinetes. Pequeña historia de los pueblos ecuestres, Segunda Edición, 2006.
El tango y su mundo, 2007.
Cuerpo vestido, cuerpo desvestido, Antropología de la ropa interior femenina, en coautoría con Anabella Loy, 2008.
Los fugitivos de la historia, 2009.
Tiempo de Navidad. Una antropología de la fiesta, en coautoría con Anabella Loy, Montevideo, 2009.
Uruguayos, 2012.
Tiempo de carnaval, 2013.
Marihuana, la flor del cañamo. Ediciones B, 2014

viernes, 5 de noviembre de 2010

3 de diciembre: Día Nacional del Candombe, la Cultura Afrouruguaya y la Equidad Racial

Borocotó, chás chás


Desde 2009, cuando el Candombe fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad al mismo tiempo que su pariente el tango, los vecinos de los barrios Sur, Palermo y Cordón Norte multiplican sus reclamos por una necesidad muy tangible: la sustentabilidad del ritmo que preserva la memoria de sus antepasados y la suya propia. 

Sobre la base del artículo publicado en la revista Ábaco (Gijón, España, 2010).

Las diversiones de los bozales son las más bárbaras y groseras que se pueden imaginar. De ver solo los instrumentos de su música se inferirá lo desagradable de su sonido. Sus danzas se reducen a menear la barriga y la cadera con mucha deshonestidad, lo que acompañan con gestos ridículos que traen a la imaginación las fiestas del diablo.” Poco más de dos siglos pasaron desde esta crónica del primer visitador español de correos Alonso Carrió de la Vandera, luego escritor famoso bajo el seudónimo de Concolocorvo, tras su arribo a la Montevideo colonial.
–No menos alarmadas eran las denuncias de los vecinos montevideanos, que a principios del siglo XIX le exigían al gobernador Francisco Xavier Elío, que reprimiera las danzas de sus esclavos.
–De aquel génesis del candombe, repleto de dolor, discriminación y nostalgia, hasta su reconocimiento actual como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, hubo que recorrer un camino que todavía tratan de describir e interpretar historiadores, etnomusicólogos, antropólogos, arqueólogos.
–Un reconocimiento resumido en el mensaje conocido el 3 de diciembre de 2009, en el Día Nacional del Candombe, la cultura afrouruguaya y la equidad racial, cuando la Comisión Nacional de Uruguay para la Unesco se congratuló con la inclusión de ese ritmo, junto con el tango, en la lista de 72 bienes protegidos por la Convención para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial.
Vedette de una comparsa de Candombe.
(Ministerio de Educación y Cultura)
La jornada fue de festejo y reflexión. Los toques de los barrios Sur, Palermo y Cordón han dado origen a múltiples manifestaciones del candombe en diversos puntos del país y en las comunidades de compatriotas de todo el mundo. Son una fuente de orgullo para todos y en particular para las comunidades de origen africano, implican una vinculación con los ancestros, y representan un símbolo de identidad, de celebración y resistencia para los uruguayos”, afirmaba Clara Netto en aquella fecha señalada.
–La experta explicó que “existen elementos del patrimonio inmaterial amenazados” por los efectos de la globalización, las políticas homogeneizantes, la omnipresencia de los medios de comunicación, las migraciones, la urbanización y el turismo masivo entre otros, pero también por  “la falta de recursos económicos, de valorización y de entendimiento, que conducen al deterioro de estos elementos y a la falta de interés entre los jóvenes”.
Borocotó, chás, chás, sonido de tambor,
pasión de Llamadas en febrero.
(Museo del Carnaval)



Nuestro patrimonio inmaterial vive dentro de nosotros y entre nosotros: se suele expresar en el cuerpo humano, el canto, la danza, la palabra o la actividad artesanal. Preservarlo significa asegurar su viabilidad y su transmisión a las generaciones futuras”, reflexionaba la gestora cultural.

Si señor!, es un lujo pa’l tambor!
–La Comisión presentó la candidatura a UNESCO en setiembre de 2008 luego de sustentarla con el trabajo interdisciplinario de etnomusicólogos, antropólogos, historiadores, sociólogos, retomando una idea de Gonzalo Carámbula desde la Intendencia de Montevideo. “Veníamos trabajando desde hace ocho años, pero hubo un empuje del proyecto cuando asumió Manuel Esmoris en la Comisión del Patrimonio y así se organizó la candidatura. Si Uruguay no presentaba los cinco puntos requeridos por Unesco, corríamos el riesgo de quedar afuera del grupo de 72 bienes que inauguraron la lista, y nos hubiéramos perdido dos años hasta la próxima reunión del Comité Internacional para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial."
Rosa Luna en tablas, como parte
de un homenaje que también  es
para Martha Guarte y Lágrima Ríos.
(Museo del Carnaval)
–La Comisión tenía una línea de investigación elaborada, pero hubo que definir con precisión las comunidades y grupos implicados en el ritmo, y describir su práctica comunitaria. “No fue el Candombe en general, lo que se postuló, ni las Llamadas, es una idea que cuesta comprender desde afuera. Lo que se declaró patrimonio cultural fue el grupo de tres toques característicos de los barrios Sur, Palermo y Cordón norte. La UNESCO tiene una visión muy territorial, y por suerte coincide con nosotros. Cuál es el territorio en que se desarrolla el fenómeno. Estudia la música desde lo performático y su trama social, que es lo que se comprometió a preservar el gobierno uruguayo”, anotaba Netto.
–Lo que se protege es la salida con tambores de cada sábado o domingo, la llamada de cada 6 de enero, en honor a San Baltasar, el 1º de Mayo o del 25 de agosto, que se realizan en los tres barrios donde nació y creció el candombe. “Cuando hay una parada frente a una casa, seguramente es el hogar de un referente como puede ser el Palo Bombo o allí vivió alguno de sus ancestros. Se trata de preservar ese sentido de pertenencia, que todavía es muy fuerte, porque, como dice Perico Gularte: cuando tocamos nosotros están nuestros viejos”.
Walter Sánchez Silveira, Kekatocó el piano 
más grande llevado en un Desfile de Llamadas. 
Esclavos de Ñanza, 1979.
(Museo del Carnaval de Montevideo)

–Netto aclara que existe una falsa oposición entre las comparsas que salen en carnaval, en la llamada. O cada fin de semana en todos los barrios de Montevideo. “Es algo fantástico: donde se reúnen tres uruguayos se ama una llamada, aquí o en el exterior. Pero no se puede tomar la superficie del toque, aunque cada uno lo sienta muy profundo. Se trata de preservar la música, la historia y los territorios que se han ido perdiendo por las migraciones forzadas de los habitantes de los barrios Sur, Palermo y Cordón. El derrumbe de los conventillos y casas de inquilinato de Cuareim, Ansina y Cordón norte donde nació el candombe, fue una pérdida patrimonial irreparable para el país. En este aspecto, el patrimonio inmaterial está muy vinculado con el material.”
–La candidatura fue construida con las comunidades afrodescendientes de los barrios Sur, Palermo y Cordón. “La Unesco exige el consentimiento de cada uno de los referentes de las comparsas. Hubo que ubicar los nombres, las comunidades, hubo que discribir què significaba su música, para la ciudad, el país y la región.”
El alma de Velorio.
(Museo del Carnaval)
–La postulación fue aprobada el 1 de octubre de 2009 en la reunión del Comité Internacional para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial realizada en Abu Dabi, capital de los Emiratos Árabes. El reconocimiento del tango fue un logro compartido con la Argentina. Una propuesta surgida del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y la Intendencia de Montevideo, que se comprometieron a defender los gobiernos nacionales de ambos países.

El instrumento de percusión desde su origen es un medio de comunicación. Los tambores dicen cosas. El problema es que estamos perdiendo el conocimiento de esa clave morse que encierra el tambor, que se usaba para trasmitir de una aldea a otra. El tambor es un medio de diálogo.”
Fernando Lobo Núñez, luthier montevideano, en el video presentado a UNESCO.

Dominós que cuentan historias.
(Museo del Carnaval)
Candombe y su espacio sociocultural: una práctica comunitaria
–Así se denomina oficialmente el bien reconocido por UNESCO como Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad. La propuesta fue presentada sobre la base de una línea argumental.
“Todos los domingos y muchos días festivos, las llamadas de tambores del candombe resuenan en el Barrio Sur de Montevideo y en otros dos territorios meridionales de la capital uruguaya, Palermo y Cordón, que albergan una población de origen africano."
"Antes de que dé comienzo el desfile del candombe, los participantes se reúnen en torno a fogatas para templar sus tambores y confraternizar. Una vez en marcha, el cortejo es encabezado por los comparsas más prestigiosos, miembros de familias reputadas en la comunidad por su virtuosismo en el arte de tocar el tambor desde muchas generaciones atrás. Tras de ellos marchan, en filas, los demás tamborileros, mientras que otros participantes, aficionados al baile o espectadores, acompañan el desfile o lo contemplan desde los balcones."
"Cada uno de los tres barrios repica de forma distinta el “piano” –el tambor de mayor tamaño y sonido más grave– de modo que el sistema característico de llamadas y respuestas entre los tambores del candombe constituye, a la vez, un vínculo de unión entre los barrios y un signo distintivo de su identidad propia."
"Transmitido en el seno de las familias de ascendencia africana, el candombe no sólo es la expresión de una resistencia, sino también una festividad musical uruguaya y una práctica social colectiva profundamente arraigada en la vida diaria de esos barrios. También es un símbolo y una manifestación de la memoria de la comunidad, que incita a los antiguos habitantes a retornar al núcleo histórico del candombe en determinados días festivos.”

Humor de Nico Barcia (El País, 2008)
Toques cortos
Es urgente preservar al candombe como bien cultural intangible, no solo por el riesgo de que mañana se fabriquen chicos, pianos o repiques en China, sino porque estamos perdiendo información. Quien desee investigar sobre el candombe en Uruguay se encontrará con archivos muy dispersos; hay mas posibilidades de investigar en Buenos Aires. Y tenemos otro problema que estás comenzando a solucionar; se retiran los gramilleros, los escoberos o las mamma viejas y con ellos se va una parte fundamental de la historia del candombe."
La Comisión Nacional es el referente país para la Oficina Unesco de Uruguay, que es la descentralización de la sede principal ubicada en París. Funciona desde 1947, el año cuando nuestro país adhirió a la UNESCO. Trabaja en cinco programas: Educación, Ciencias Exactas y Naturales, Ciencias Socialeds y Humanas, Cultura, Comunicación e Información. 
Al candombe le llamamos patrimonio inmaterial, pero, por supuesto tiene sus bases materiales: los tambores, la calle, las partituras cuando las hay. En cada casa de los barrios hay pequeños museos familiares.”
Además de Las Llamadas, hay autores como Jaime Ros, Pajarito Canzani, Eduardo Mateo, Jorginho Gularte, entre tantos, que hicieron mucho por la proyección del candombe. Ni que hablar de los candombailes y las llamadas de resistencia contra la dictadura. En ese momento tomamos conciencia de que esta es nuestra música.”

Maqueta de una alineación histórica de Morenada.
(Museo del Carnaval)
El Origen
El Candombe es mucho más que un género musical, para los montevideanos en particular, y los uruguayos en general, es una forma de vivir, un estado de ánimo, una cultura. 
–El ritmo es original de la actual Angola, de donde fue traído entre los siglos XVII y XVIII por mujeres y hombres "cazados" por los esclavistas portugueses y españoles en los reinos de Kongo, Anziqua, Nyongo, Luango.
–Millones de seres humanos fueron arrancados a la fuerza de su tierra y transportados en galeones al servicio de tratantes que los vendían como mano de obra de ingenios, haciendas o para el servicio doméstico en los territorios coloniales de América del Sur y parte del Caribe, en aquel tiempo divididos entre España y Portugal.
Los mismos grupos culturales africanos que llegaron al Río de la Plata, también fueron llevados a Brasil, con una marcada presencia en la zona de Salvador de Bahía, y a Cuba.
Las historias que se desarrollaron en cada región, con sus diferentes escenarios y ambientes, provocaron que el tronco africano original, al principio común, se separara en tradiciones y ritmos muy diversos, hoy muy distintos, aunque similares.
La mayoría de los negros que arribaron al Río de la Plata se mezclaron con las culturas europeas, sincretizaron las suyas, mantuvieron sus sonidos y fueron la fuente original de los más apreciados ritmos criollos (tango, milonga, malambo).
El caso del Candombe fue, quizá, el más original de todos, se desarrolló como una práctica exclusiva de la negritud que se reunía en espacios especiales denominados tangós, y adquirió su actual fisonomía entre los siglos XIX y XX, en los barrios Sur y Palermo de Montevideo.
En los conventillos montevideanos las extensas familias afro–uruguayas de origen ancestral crecieron y se fortalecieron alrededor de su música, y en menor medida por otros ritmos como el Afro y la Macumba.
–La palabra Candombe resulta de la combinación de dos ideas: Ka y Ndongue. No hay dudas sobre el término Ndongue, quiere decir negro. Pero Ka recibe muchas interpretaciones. Para unos significa “sí”, para otros “lugar de reunión”, también hay quienes creen que es una onomatopeya, y algunos se atreven a describirlo como un diminutivo: “negrito”.
–El más antiguo registro escrito de la palabra candombe data del 27 de noviembre de 1834, cuando en el periódico El Universal de Montevideo, las sociedades africanas publicaban el Canto patriótico de los negros, celebrando a la ley de vientres y a la Constitución.
–La expresión "negros lubolos", blancos pintados de negros, data de 1876, como informa el diario La Tribuna, del 26 de febrero de ese año. El cronista no ocultaba su sorpresa por aquellos blancos que “bailan y cantan con la misma perfección que hemos visto más de una vez a los propios negros ejecutar en sus sitios o candombes”.

–Las Sociedades Filarmónicas fueron las primeras comparsas, y Raza Africana, fue la primera que vendió sus letras entre el público, en 1879.

Gramillero y Mamma Vieja.
(Museo del Carnaval)
Las Llamadas
–El nombre de la fiesta fue conocido en el siglo XIX cuando la población de raza negra utilizaba los tambores para comunicarse. Luego de abolida la esclavitud en el Uruguay, igualmente se mantuvo esta tradición de llamarse entre las diferentes familias para salir y compartir momentos juntos acompañados del tambor.
El historiador Isidoro de María, en su libro Montevideo Antiguo,  narra cómo desde 1760 o antes “los amos permitían a sus esclavos que fueran a sus canchitas alineadas a lo largo de la muralla que cerraba y cuidaba la ciudad”.
En aquellos espacios mínimos de tierra apretada y nivelada a mano, suavizados con una capa de arena, se reunían los africanos de acuerdo a su nación. Cada grupo iba “llamando” desde la calle a sus compañeros que salían de las casas de sus amos para reunirse en las “canchitas”
“Y así los cabindas, benguelas, marises, casanchez, moyolos, ukolos, etcétera, se reunían los Domingos para sus cantos y bailes entonando sus cadenciosos yé, yé, yé, Calunga yé, eeé llumbá”, contaba el erudito Isidoro de María en su obra de culto.
El abogado Francisco Merino entre fines del siglo XIX y comienzos del XX fue un notorio impulsor de la cultura afrouruguaya que dividía su tiempo entre un prestigioso puesto como Fiscal de la Nación y la gestión del Teatro Negro Independiente, que él mismo financiaba.
“Los negros de cada barrio se ‘llamaban‘ para visitar a otros barrios, así se formaban las comparsas de los de Ansina (Barrio Reus al Sur) que iban hasta el conventillo de la calle Gaboto (entre Cerro Largo y Paysandú), o los de Gaboto iban hasta el Medio Mundo en la calle Cuareim”, narraba el Fiscal Merino, tal como lo conocían los montevideanos.
De esta forma eran percibidos los diversos matices de sonoridad o ritmo según el barrio al que pertenece la “llamada”: la cadencia de los tambores de Ansina, el repique apurado de las lonjas de Cordón o el toque más “acompasado” de Cuareim.
Una tercera versión es aportada por el cronista Oscar Montaño. “Las antiguas llamadas afrouruguayas tenían por finalidad ‘citar‘ a los ‘tamboreros‘ que no habían concurrido con puntualidad a la ‘sala‘ para, luego de la ceremonia, visitar a las autoridades nacionales. Llama la atención que esa práctica pervive en África con idéntico sentido convocatorio, por ejemplo, los yorubas, de Nigeria, en la zona occidental del inmenso continente, poseen no sólo llamadas de tambores sino también vocales.”
Antes que el rito cultural se transformara en el Desfile con forma de espectáculo, las comparsas se juntaban de manera espontánea en esquinas emblemáticas de cada zona, por ejemplo, en Palermo la cita era en Isla de Flores y Minas, en el Barrio Sur la referencia era la puerta del conventillo Medio Mundo, en Cuareim 1080, entre Durazno e Isla de Flores (actual calle Carlos Gardel). Allí se quemaban unos diarios para templar las lonjas y el “toque” arrancaba al ritmo del “chico”.
Lo interesante de las Llamadas anteriores al desfile fijado en febrero era que podían salir en cualquier día, no era necesario fijar un jueves de Carnaval, podía ser el 6 de Enero, por San Baltasar, el 1º de Mayo, el 18 de Julio o el 25 de Agosto. Cualquier fecha era buena para batir el parche y no se solicitaba autorización oficial.
El moderno Desfile de Llamadas se realiza desde febrero de 1956, a impulso de Oscar Larraura y Ruben Galloza, como la expresión máxima de la cultura afro–uruguaya. Su escenario original era el conventillo Medio Mundo, los barrios Sur y Palermo, y la tan particular calle Ansina.
Morenada y Fantasía Negra, adversarias de toda la vida, se enfrentaban “pico a pico”, a pura lonja y madera, y entre ellas Añoranzas negras, con la inigualable Martha Gularte y los Esclavos de Nyanza, por años ganadores del concurso oficial. En aquellos tiempos memorables del candombe también brillaba el recordado Carlos Pirulo Abín y su heredero, Julio Kanela Sosa, la última leyenda viviente del carnaval.
–Tras aquellas comparsas gloriosas, siguieron otros nombres: Miscelánea Negra, Serenata Africana, Lonjas del Cordón, Marabunta, Kanela y su BarakutangaRaíces, Sarabanda, Concierto Lubolo, Sierra Leona y las muy actuales, Yambo Kenia, Cuareim 1080, que evoca la memoria del Medio Mundo, La Chilinga, La Gozadera, La Figari, La Zabala, entre tantas.

–En los albores del siglo XIX, el candombe era perseguido por el Cabildo de Montevideo, llamado indistintamente "tambó" o "tangó". Las autoridades hispanas castigaban a sus cultores, por considerar que la danza era un atentado a la moral pública.

–En 1808 los vecinos de Montevideo solicitaron al gobernador Francisco Javier de Elío, que reprimiera severamente los candombes y "prohibiera los tangós de los negros".

Templando lonjas.
(Ministerio de Educación y Cultura)
Chico, Repique, Piano
–Son los tres sonidos de una cuerda (conjunto) de tambores que en su formato tradicional está integrada por entre 20 y 40 ejecutantes.
–El Chico, el más agudo,  se denomina así por su tamaño, por tener la lonja más fina, y por ser el más alto en afinación. Su lonja mide en promedio 22 centímetros en diámetro. En la estructura de la cuerda es el que mantiene la métrica, y se le asigna la tarea de mantener el pulso constante y parejo. Este tambor tiene dos formas básicas de toque: "Liso""Repicado".
–El Repique, de tamaño intermedio, su lonja mide unos 30 centímetros de diámetro, lleva la creatividad y aporta la improvisación que necesitan el Chico y el Piano para unir sus ritmos entre sí. 
–El Piano es el más grande del trío, y de sonido más grave, su lonja mide 40 centímetros en diámetro. Su sonido está en la base del ritmo, su función es similar al del bajo acústico o eléctrico. 
De la ejecución de los tres surge el ritmo del Candombe. Antes también se usaba el bombo, más grave aun que el piano, hoy en desuso.
–El tambor de candombe posee una membrana de cuero animal (lonja) que produce las vibraciones, y una caja una caja de resonancia construida con tiras alargadas de madera pegadas entre si (duelas) que se encuentran abrazadas por unos aros metálicos que le proporcionan estabilidad (flejes).
Existen dos formas de unir la lonja al tambor, la tradicional es clavarla con tachuelas (clavado) y la moderna consiste en colocar la lonja entre un par de aros que tensan la lonja mediante un mecanismo compuesto por tensores y torres metálicas. 

Afinación 
Hay dos formas de afinar el tambor que dependen de cómo está unida la lonja. El tambor "clavado" se debe “templar” con calor para quitarle la humedad a la membrana, de esta forma se tensa y se le sube la tonalidad. Si esta sujeta con tensores se afina ajustando las tuercas de manera paulatina y alternada.
–El punto de afinación es diferente según se trate del chico, el piano o el repique, una tarea fundamental en la que no se debe templar excesivamente los tambores clavados.
En el caso de los tambores con tensores, los expertos aconsejan destensarlo luego de ejecutarlo y no golpear con el palo el borde de encuentro entre la lonja y la madera. 

Mamma Vieja, Gramillero, Escobero
–Son las figuras típicas de la comparsa, con sus indumentarias características que los distinguen de sus compañeros. La Mamma Vieja es el ama de llaves, la esclava de confianza, o también la nodriza negra que amamantaba a los hijos de los amos.
–El Gramillero es el curandero de barba blanca, que carga un maletín lleno de yuyos o gramilla, mientras camina ayudado por un bastón. El Escobero es el heredero del bastonero, el encargado de dirigir y animar el candombe, y para ordenar empleaba un palo adornado con grandes cintajos de colores. Con el correr del tiempo, el instrumento original fue sustituido por una escoba, de ahí deriva su nombre de escobero.

–Cada personaje de la comparsa evoca antiguas tradiciones afrouruguayas. El gramillero es el brujo de la comunidad, la mama vieja, la esclava de confianza.

Candombe de Pedro Figari, 1921.
(Ministerio de Educación y Cultura)
Bailarinas y vedettes
–Son las coreógrafas de la comparsa, al paso típico del candombe. Las bailarinas forman pequeños conjuntos que se complementan con bailarines hombres, en un número mucho menor.
–La vedette no forma parte de las tradiciones africanas. Es un personaje que se incluyó a mediados del siglo pasado, por influencia de Martha Gularte, y de otros carnavales y espectáculos internacionales de la época, para destacar a las grandes figuras femeninas de entonces.

Trofeos
–Son símbolos ancestrales que van delante de la comparsa, para identificarla y entregarle una imagen coreográfica. El estandarte, llevado por el portaestandarte, identifica el nombre del conjunto, es quien lo presenta y representa. Es el baluarte, el signo más importante.
Las grandes banderas ejecutan su propia danza, mostrando diferentes diseños, con los colores característicos las naciones. Las estrellas de cinco puntas y la medias lunas, son trofeos son que evocan el respeto que los antepasados africanos tenían por las figuras astrales.

Cuareim, Ansina, Cordón
Son estilos definidos de percusión, "toques" cuya diferencia está basada en la figura rítmica del tambor piano y el tempo en que se ejecuta el ritmo. 
–Sus nombres surgen de las dos calles de los barrios Sur y Palermo donde nacieron las más importantes comparsas del candombe y al barrio del Cordón, el tercer reducto de la cultura afrouruguaya.
El estilo Cuareim, el más tradicional, es tocado a un tempo moderado donde el ritmo se arma con los tambores pianos que alternan sutiles variaciones entre los fraseos de los tambores repiques.
El estilo Ansina es tocado a un tempo más rápido que el anterior, y en su juego rítmico los tambores pianos combinan golpes repicados, contestando (dialogando) a los tambores repiques.
El conocido como Cordón es un estilo más moderno, definido como una síntesis de los anteriores, creado por antiguas familias de los barrios Sur y Palermo que se mudaron a la zona a principios del siglo pasado.

–En Buenos Aires no se desarrolló una cultura afro similar a la montevideana debido a la falta de comunidades negras significativas desde mediados del siglo XIX. No obstante numerosos investigadores concuerdan que el candombe, a través del desarrollo de la milonga es un componente esencial en la génesis del tango rioplatense. 

Con Clara Netto, impulsora del ingreso del candombe a la lista de Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad 
Lo material de lo inmaterial

Tras la declaración del candombe y el tango como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, los vecinos de los barrios Sur, Palermo y Cordón Norte que comparten el honor de ser la cuna del ritmo nacional del Uruguayplantearon una necesidad muy tangible: la sustentabilidad del ritmo que preserva la memoria de sus antepasados y la suya propia. “Con ellos trabajamos en el registro e inventario de los bienes de esta manifestación artística, la educación y sensibilización de la opinión pública, el fortalecimiento de la transmisión intergeneracional y la protección de los afrodescendientes”, recuerda Clara Netto, ex secretaria de la Comisión Nacional de Uruguay para la UNESCO.

Sobre la base de la entrevista realizada en noviembre de 2009, publicada en el semanario Brecha (Montevideo) y la revista Ábaco (Gijón, España).

¿Por qué era necesario incluir al candombe la lista de Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad?
Porque existen elementos inmateriales amenazados por los efectos de la globalización, las políticas homogeneizantes, la omnipresencia de los medios de comunicación, las migraciones, la urbanización y el turismo masivo, pero también por la falta de recursos económicos, de valorización y de entendimiento, que conducen al deterioro de estos elementos y a la falta de interés entre los jóvenes. Porque nuestro patrimonio inmaterial, que vive dentro de nosotros y entre nosotros, se suele expresar en el cuerpo humano, el canto, la danza, la palabra o la actividad artesanal. Preservarlo significa asegurar su viabilidad y su transmisión a las generaciones futuras.

¿Cómo fue el proceso de postulación?
La Comisión Nacional de Uruguay para la UNESCO la presentó en setiembre del 2008, luego de sustentarla con el trabajo interdisciplinario de etnomusicólogos, antropólogos, historiadores, sociólogos. Si Uruguay no redactaba los cinco puntos requeridos por UNESCO, el candombe corría riesgo de quedar afuera del grupo de 72 bienes que inauguraron la lista, y se hubiera perdido dos años hasta la próxima reunión del Comité Internacional para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial. Teníamos una línea de investigación elaborada, pero hubo que definir con precisión las comunidades y grupos implicados en el ritmo, y describir su práctica comunitaria.

Pero no fue una declaración genérica del candombe, sino de los toques característicos de los barrios Sur, Palermo y Cordón Norte.
La UNESCO tiene una visión muy territorial que por suerte coincide con nosotros, porque estudia la música desde lo performático y su trama social, que es lo que se comprometió a preservar el gobierno uruguayo. Lo que se protege es la salida con tambores de cada sábado o domingo, la Llamada de cada 6 de enero, en honor a San Baltasar, o la del 25 de agosto, que se realizan en los tres barrios donde nació y creció el candombe. Cuando hay una parada frente a una casa, seguramente es el hogar de un referente como puede ser el recordado Palo Bombo o allí vivió alguno de sus ancestros. Se trata de preservar ese sentido de pertenencia, que todavía es muy fuerte, porque, como dice Perico Gularte: “cuando tocamos nosotros están nuestros viejos”.

¿Qué es lo más urgente a preservar?
La memoria de los conventillos y casas de inquilinato derrumbados en las calles Cuareim y Ansina. No solo fue la tragedia cultural del Medio Mundo, sino que hubo una pérdida patrimonial de otros sitios, silenciosa e irreparable. Corremos el riesgo de que mañana se fabriquen chicos, pianos o repiques en China, pero también tenemos otro problema: se retiran los gramilleros, los escoberos o las mamma viejas y con ellos se va una parte fundamental de la historia. Al candombe le llamamos patrimonio inmaterial, pero, por supuesto tiene sus bases materiales: los tambores, la calle, las partituras cuando las hay. En cada casa de los tres barrios hay pequeños museos familiares. Están las Llamadas de febrero, pero también debemos preservar la memoria de los Candombailes y las Llamadas de resistencia contra la dictadura. En ese momento tomamos conciencia de que el candombe es nuestra música, nuestro emblema cultural, por encima de razas, creencias y costumbres.

Finalmente hubo una aprobación conjunta con el tango.
Y está bien, porque son ritmos hermanos. La postulación fue aprobada el 1 de octubre de 2009, en Abu Dabi, capital de los Emiratos Árabes, con la denominación de Candombe y su espacio sociocultural: una práctica comunitaria. El reconocimiento del tango fue un logro compartido con la Argentina. Una propuesta surgida del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y la Intendencia de Montevideo, que se comprometieron a defender los gobiernos nacionales de ambos países.


Museo del Carnaval
Es el más concurrido en todo el país. Desde su inauguración, en noviembre de 2006, ha recibido bastante más de 200.000 visitantes. Fue creado para preservar, recuperar, exponer y divulgar la historia y la tradición de la mayor fiesta popular de los uruguayos.
Posee un acervo museístico de más de 250 bienes, que incluyen vestimentas, instrumentos musicales, maquetas y elementos de uso personal de figuras destacadas del carnaval más largo del mundo, que dura 40 días entre febrero y marzo de cada año. Su Centro de Documentación y Archivo del Carnaval posee un importante material que recupera una visión antropológica de la fiesta.
Está ubicado en el casco histórico de la ciudad junto al Mercado del Puerto y frente al Puerto de Montevideo, en un amplio edificio que se extiende desde la Rambla 25 de Agosto de 1825, por la calle Maciel, hasta Piedras, en el corazón de la zona portuaria.
Su estructura permite la comunicación entre el recinto museístico y el exterior, y favorece su apropiación por parte de la gente y potencia su uso en bien de la comunidad.
La institución se inscribe dentro de los llamados "museos de la identidad", que en 2009 recibió el VI Premio Reina Sofía a la Conservación y Restauración del Patrimonio Cultural porque valoriza bienes intangibles de valor universal.

La Cumparsita
Si el tango es un Patrimonio Inmaterial de la Humanidad compartido por uruguayos y argentinos, su emblema fue creado por un estudiante montevideano todavía adolescente: Gerardo Matos Rodríguez. Fue compuesta en 1916 como una marcha carnavalera para un grupo de universitarios que se llamaban a sí mismos La Cumparsa. No nació en los suburbios arrabaleros, sino en medio de la jeunesse dorée, la juventud dorada uruguaya de principios del siglo pasado.
La Cumparsita fue creada en una vieja casona de la Ciudad Vieja, hoy demolida, y estrenada sin mayores pretensiones en el desaparecido Café La Giralda ubicado en donde hoy está el Palacio Salvo.
En 1924 los porteños Pascual Contursi y Enrique Pedro Maroni le pusieron estrofas y lo anotaron como propio, pero, con otro nombre: Si supieras. Ese argumento fue utilizado para mostrarlo como un tango argentino, pero la letra pasó sin pena ni gloria, a tal punto que La Cumparsita es considerada una obra maestra del tango instrumental y un himno rioplatense que admira el mundo.